PATRIOTAS VASCONGADOS Y NAVARROS

TERRITORIO

ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL

26/12/2023

Batalla de Beotibar y la frontera de malhechores


Durante los siglos XVI y XV, a la frontera entre Navarra y Guipúzcoa se la llamó con el expresivo nombre de "frontera de malhechores", ya que Navarra todavía seguía aspirando, desde su pérdida en 1.200, a la posesión de los territorios vascos, desarrollándose en ella auténticas batallas campales entre navarros y guipuzcoanos.

A los guipuzcoanos de esta frontera se les llamaba "castellanos" en los documentos de la época, además de malhechores. Estaban mucho más interesados en la prosperidad de Castilla que en la de Navarra, pues constantemente robaban el ganado de esta última. En estas reyertas, nunca hicieron causa común con los otros dos territorios de Álava y Vizcaya.

Como hecho principal de estas luchas, aunque medio legendario, fue la batalla de Beotíbar que tuvo lugar el 19 de septiembre de 1321, en el guipuzcoano valle de Beotibar, cercano a Berastegui.

BERÁSTEGUI VISTO DESDE GOROSMENDI

La lucha de Beotibar, como todas las que se venían sucediendo en la frontera navarro-guipuzcoana, fue una consecuencia de la desmembración del Reino de Navarra y la vinculación de las Provincias de Guipúzcoa y Álava más el Señorío de Vizcaya al Reino de Castilla.

Desde los castillos fronterizos de Lekunberri y Gorriti los navarros dirigían expediciones de saqueo hacia la comarca de Tolosa. Los guipuzcoanos se protegían sobre todo en Berastegi. Según la versión de Moret: "Consta de cierto que este año (1321), por la parte de Guipúzcoa se arrimaron tropas y hubo movimiento de armas en aquella frontera, entrando en los fines de Navarra con hostilidad rompida de robos."

El detonante de la batalla fue la toma y destrucción del castillo de Gorriti; por parte de los guipuzcoanos, alegando que les había pertenecido con anterioridad. Como respuesta, el gobernador del reino y vizconde de Anay, el francés Ponce de Morentayna, desde Pamplona, dirigió una incursión formada por un nutrido ejército de 6.000 infantes entre franceses, navarros y gascones hacia la región de Tolosa. Para entonces, el Reino de Navarra estaba vinculado a la Monarquía francesa. La vanguardia del ejército estaba encabezada por los merinos de las Montañas, Juan López de Urroz, y de Tierra Estella, el francés Dru de Saint Pol.

ESCUDO MUNICIPAL DE BERÁSTEGUI

Según Moret, la entrada a Guipúzcoa se hizo por San Miguel, especificando que fue tomada la villa de Berástegui. Y, efectivamente, según también escribió Campión, el ejército franco-navarro siguió avanzando hasta las cercanías de Tolosa hasta llegar al valle de Beotibar donde destruyeron el pueblo de Berástegui y saquearon sus campos.

Mientras tanto, los guipuzcoanos formaron rápidamente un pequeño ejército de 800 hombres, procedentes de Tolosa y pueblos bajo su jurisdicción, principalmente, al mando de Gil López de Oñaz, señor de la casa de Larrea y líder del bando nobiliario de los oñacinos.

Cuando los invasores se acercaban al valle del Oria, los guipuzcoanos se apresuraron a tomar posiciones en las montañas del desfiladero de Beotibar, y al paso de la vanguardia enemiga dejaron rodar grandes cubas llenas de piedras, que previamente habían subido desmontadas, generando el caos y el desconcierto en el ejército navarro-francés. Este emprendió la huida de forma desordenada mientras, los guipuzcoanos perseguían a los invasores causándoles gran cantidad de bajas, entre ellas las de algunos hombres principales de Navarra. Según Garibay habría sido hecho prisionero Martín de Aybar, alférez del Pendón Real.

Supuestamente, los guipuzcoanos emboscaron a los navarros de forma humillante. Pero esta victoria no fue tan abultada como presentaron otros cronistas y escritorez como Martínez de Zaldibia, Alonso Onceno, Ochoa Álvarez de Isasaga y otros, que llegaron a estimar hasta en 70.000 los combatientes navarros y en 800 los guipuzcoanos.

Años más tarde, Lope García de Lazcano, natural de Lazcano, acaudillaba a los guipuzcoanos para organizar una defensa contra la entrada que hizo en Navarra, en 1334.

Sin embargo, reputados historiadores vascos como Nicolás de Soraluce censuraron tales ajustes de cuentas, lamentando que no se emplearan estas energías en la empresa común de la Reconquista contra los musulmanes. Los documentos de este periodo se extienden hasta la década de 1350, con la curiosidad de que en uno de ellos se recomienda a los navarros que el ganado que tienen situado en la frontera de Castilla, es decir de Guipúzcoa, lo metan dentro del Reino de Navarra para evitar más robos y saqueos de los guipuzcoanos.

Desde entonces, cada 24 de junio en la villa de Tolosa se celebra el Alarde de Beotibar, día de San Juan Bautista, patrón municipal, en conmemoración a la batalla de Beotibar y todas las demás. En dicha fiesta se realiza la bordon dantza o baile de bordones o alabardas.

ESCOPETEROS DE TOLOSA EN EL ALARDE DE BEOTIBAR

25/12/2023

Coronación de la Virgen de Aránzazu, por Hombrados Oñativia


La Coronación de la Virgen de Aranzazu es un monumental óleo sobre lienzo realizado por los hermanos Hombrados Oñativia en 1943. Aunque Gregorio concibió y dirigió la obra, fue César quien la ejecutó. Resultó ser la obra maestra de ambos artistas vascos, y la revelación del más joven de ambos, César.

Representa el acto de la coronación de la Virgen de Aránzazu, patrona de Guipúzcoa, el 13 de septiembre de 1885, en el Santuario de Aránzazu, ubicado en el término municipal de Oñate. Las circunstancias de una epidemia de cólera hicieron que la coronación se retrasase al 6 de junio de 1886. Fue la primera coronación canónica que se realizó en el País Vasco.

CORONACIÓN DE LA VIRGEN DE ARNÁNZAZU, POR HOMBRADOS OÑATIVIA

La pintura está centrada en la imagen del virgen sobre el altar, justo en el momento de su coronación por el abad del santuario. Es detacable el chorro de luz solar que ilumina la escena central, cayendo desde alguna cristalera en forma inclinada sobre el templo como si fuese luz sobrenatural.

Aparece un variado grupo de asistentes al acto de coronación separados en diferentes grupos según su estatus en el monasterio: eclesiástcos y peregrinos. Estos testigos de la ceremonia expresan emoción y solemnidad, completando un conjunto muy logrado.

El resultado es una expresión sencilla de una escena real, pero de una intensa emotividad cristiana. Pero, es además una representación de la etnografía de la época, pues Hombrados describió a algunos los creyentes guipuzcoanos con sus trajes folclóricos regionales.

CORONACIÓN DE LA VIRGEN DE ARNÁNZAZU, POR HOMBRADOS OÑATIVIA

CORONACIÓN DE LA VIRGEN DE ARNÁNZAZU, POR HOMBRADOS OÑATIVIA

CORONACIÓN DE LA VIRGEN DE ARNÁNZAZU, POR HOMBRADOS OÑATIVIA

21/12/2023

Juan de Alzolarás


Teólogo, religioso de la Orden de los Jerónimos, predicador del emperador Carlos V, y patriarca y obispo de Canarias en 1568

JUAN DE ALZOLARÁS

Juan López de Alzolarás nació en Cestona, Guipúzcoa, a inicios del siglo XVI. Pertenecía a una familia hidalga con solar en el Palacio de Alzolarás, en Aizarna, situada en el valle de Alzolarás y perteneciente a la Noble y Leal Villa de Santa Cruz de Cestona. Era uno de los linajes más importantes de su época en Guipúzcoa, propietaria de ferrerías, molinos, caseríos y torres y se emparentaron con otros poderosos linajes del territorio como los Loyola, Iraeta, Lilí o Guevara, entra otras.

Cursó estudios en una prestigiosa Universidad de Salamanca. Al graduarse, ingresó en la Orden de los Jerónimos, y fue destinado al Monasterio de Nuestra Señora del Prado, en las cercanías de Valladolid. En esta institución también trabajó primero como monje, después como prior, dedicándose a la docencia.

En aquella época, en Valladolid se ubicaba la Corte del emperador Carlos V. Pudo conocer a la princesa Juana de Austria, durante una de sus visitas al monasterio para asistir a una de las misas de Alzolarás. Poseía una gran habilidad en retórica cristiana y dotes de orador.

Durante su estancia pucelana, eliminó el apellido López, haciéndose llamar sólo por el de su linaje: Juan de Alzolarás, algo muy habitual entre los frailes de la orden jerónima.

Fue uno de los calificadores de las proposiciones del arzobispo de Toledo, el navarro Bartolomé Carranza. Juana de Austria aconsejó al general de los jerónimo, el padre José de Sigüenza, para que Alzolarás fuese enviado el Monasterio de San Jerónimo de Yuste, durante el retiro del emperador Carlos V, en 1556. Allí le sirvió como predicar ordinario y pudo conocer a reyes de otras Cortes europeas, aristócratas y secretarios reales, especialmente al vasco Francisco de Eraso, miembro del Consejo Real.

En 1558, había alcanzado el grado de general de su orden religiosa, cuando poco después fallecía el emperador. El catálogo de los generales de la orden explica su nombramiento así:
"1558. Capítulo número -18. Genera/núm. 38. Juan de Azóloras, del Prado ... Salio reprendido."

JUAN DE ALZOLARÁS Y CATEDRAL DE SANTA ANA DE LAS PALMAS

En febrero de 1566, fue nombrado arzobispo de Santo Domingo en la isla caribeña La Española (Santo Domingo). Recibió el palio de arzobispo en junio, pero no llegó a partir.

En septiembre de 1568, fue nombrado obispo de las islas Canarias en sustitución del prelado Bartolomé de Torre, tras su fallecimiento. Al año siguiente, tomó posesión del cargo, el obispo número 24 en orden cronológico. En 1570, autorizó la solemne dedicación de la catedral de Santa Ana.

Durante su estancia, estableció su sede en la catedral de Santa Ana de Las Palmas de Gran Canarias, y visitó y predicó el Evangelio por todas los rincones del archipiélago. Mantuvo una correspondencia epistolar con el rey Felipe II, abordando la situación de la Iglesia en Canarias, los problemas con el Cabildo catedralicio y la necesidad de corregir los excesos que se producían en Canarias, tanto por parte del clero como por parte de las autoridades civiles y militares. Le recomendaba que eligiera a los mejores, ya que la lejanía favorecía la arbitrariedad. También solicitó al rey, la toma de medidas frente al incumplimiento de los deberes de los regidores con bienes que correspondían a la Corona y al Obispado.

Alzolaras murió en 1574, siendo enterrado en la catedral de Santa Ana.

EL CAPELLÁN MENOR DEL REY

En la actualidad, se conserva un palacio en Aizarna perteneciente a su linaje nobiliario.

El Museo Catedralicio de Las Palmas guarda el portapaz o relicario que perteneció a Alzolarás, una pequeña pieza de orfebrería de plata en forma de retablo compuesto renacentista de gran riqueza decorativa. También se conservan las cartas que envió a Felipe II en archivos históricos de Simancas, Valladolid, Cestona, Oñate, Tenerife, Gran Canaria y el Vaticano.

El presidente del Consejo Consultivo de Canarias y magistrado de la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife, Carlos Millán Hernández, escribió el libro biográfico El capellán menor del rey, Episodios de fray Juan de Alzolarás, Obispo de Canarias, a través de un portapaz.

17/12/2023

Desarrollo técnico de la industria vasca del hierro en la Edad Moderna


Durante los siglos XVI y XVII, se produjeron una serie de mejoras técnicas en el proceso productivo de las ferrerías vascas de agua. Se desarrollaron las ferrerías hidráulicas de doble antepara superpuestas, mediante el cual el primer depósito de agua accionaba la rueda de los fuelles, y el agua se recuperaba en el segundo para mover el martillo e incluso activar el molino que se construye, en ocasiones, adosado a él. Además, se levantaba a los pies de la ferrería un segundo molino que recogía toda el agua sobrante de las tareas ferrona y molinera y volvía a ponerla en uso, antes de devolverla al arroyo.

A comienzos del siglo XVII, aparecieron las ferrerías de fuelles de madera, que sustituyeron a los anteriores con fuelles de cuero. Estas soplantes mecánicas funcionaban mediante un simple sistema hidráulico que solía contener dos depósitos de agua, uno encima del otro, y unos tubos cónicos cuyo diámetro aumentaba de arriba hacia abajo. El depósito superior siempre estaba lleno de agua y a medida que esa agua bajaba por los tubos, el aire se desplazaba y se humedecía. La corriente de aire que se conseguía se desplazaba hacia el horno mediante las toberas. El resultado de este sistema no fue simplemente una forma de simplificar la maquinaria de las ferrerías. De hecho, debido a la humedad que flotaba en el aire durante la combustión, el monóxido de carbono se mezclaba con el hidrógeno, se creaba gas de agua, y éste participaba en la reducción del hierro.

TALLER DE MARTINETES

También fueron frecuentes las ferrerías de molinos asociados. Es interesante el caso de la Ferrería de Olaberría, en Oiartzun, que combinaba funciones de ferrería mayor y menor a ambos lados del túnel, y donde la investigación ha podido determinar la presencia de una aize-arka o trompa para la alimentación de aire. Conserva casi el único ejemplo identificable de horno de calcinación.

Otra tipología interesante fue la que representa la Ferrería de Olazar, en Eskoriatza, debido a la presencia del potente túnel hidráulico con bóveda de cañón interna. Igualmente sucede con Aurtenola en Mendaro, junto a la casa torre del mismo nombre.

También hubo mejoras técnicas en los mazos. Para accionar los antiguos mazos, se colocaban cuatro levas en el brazo del mismo, consiguiendo aproximadamente 120 golpes por minuto. Ese ritmo de los golpes era de gran importancia, ya que si el ritmo era demasiado lento, el hierro incandescente se enfriaba.

En el siglo XVI, Marcos Zumalabe, natural de Balmaseda, inventó un mazo más pequeño, accionado por seis levas. A partir de entonces, las ferrerías contarían con un mazo grande y otro pequeño.

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ACTIVIDADES FÉRRICAS

La extensión de las ferrerías hidráulicas durante el siglo XVII por el territorio guipuzcoano y vizcaíno se debe a ciertas condiciones como su temprana implantación (como sucede en el Goiherri), las especiales condiciones de los recursos hídricos (como en el valle del Urola), la facilidad de aprovisionamiento o la proximidad de materias primas (minas o montes).

La antigua técnica de las ferrerías de montaña no desapareció bruscamente; es más, aun en el siglo XVII, las masas de hierro que resultaban del procedimiento antiguo se llevaban después a las ferrería de agua.

A mediados del siglo XVI, Guipúzcoa y Vizcaya contaban con 300 ferrerías de agua, de ellas, 118 estaban en Guipúzcoa (80 mayores y 38 menores). Las ferrerías de Guipúzcoa producían 120.000 quintales de hierro para la península, así como para otros lugares de Europa e incluso de América y de Asia.

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FERRERÍA DE LA MIRANDOLA

En aquella época, en Guipúzcoa, había un gran número de ferrones teniendo en cuenta que la población de esta provincia era escasa, ya que 3.500 hombres trabajaban en estos talleres. Esta gran actividad se mantendría hasta mediados del XVIII, cuando el número de ferrerías se redujo a 58.

En la actualidad, existen varias ferrerías en estado de conservación-restauración donde la presencia del túnel delata enclaves que han perdido buena parte de su identidad como ferrerías: Yarza o Igartza en Beasain, Sarikola en Orio, Aranzate y Urdanibia en Irún, Ameraun en Andoain, Arrabiola en Segura y un largo etcétera, hasta completar las cifras antes expresadas, si bien no siempre el grado de conservación y expresividad de los restos será lo bastante elocuente. La cuenca del Deva o del Urola fueron zonas con numerosos enclaves ferreteros y gran actividad metalúrgica.

La fábrica de laminación de Rentería es un caso especial en la historia de la siderurgia vasca. En aquella fábrica creada por la marquesa de Iranda, unos oficiales traídos de Alemania laminaban hierro, cobre, etc. aprovechando la fuerza del agua.

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FERRERÍA DE EL POBAL

Algunas de las ferrerías trabajaban en aplicaciones militares. Se hicieron famosas como armerías las ferrerías de Soraluze, Eibar, Tolosa y Alegia. Las de Leitza, Erasun y Goizueta fabricaban clavos para la flota real. En las ferrerías de Tolosa y Banka de la comarca de Baigorri, en cambio, fabricaban cañones y balas de cañón.

Debido a la fama de habilidosos, estos ferrones rápidamente encontraban trabajo fuera de su provincia, en Cantabria, Asturias, Galicia, Aragón, así como también en Francia y Portugal. No siempre se marchaban para enseñar el oficio, ya que en el caso de Juan Fermin Gilisasti, natural de Aia, marchó a Holanda para estudiar los secretos de la fabricación de grandes anclas, al regresar comenzó a exportarlas a Portugal, Francia e Inglaterra. A finales del siglo XVIII, 18 ferrerías se dedicaban a la fabricación de anclas. Gilisasti y sus trabajadores lograron superar las técnicas del extranjero.

FERRERÍA DE URDANDEGIETA

12/12/2023

Casa-torre y linaje Pérez de Arostegi de Vergara


La Casa-torre Arostegi fue construida en estilo Renacentista en 1528 por Pedro García de Arostegi, miembro del antiguo y relevante linaje Arostegi. Está ubicada en el barrio histórico de la guipuzcoana villa de Vergara. Esta amplia y elegante casa fuerte posee una imponente fachada, realizada en piedra sillar, y un gran arco de entrada ligeramente apuntado y formado por grandes dovelas.

El arco se cerraba con una puerta tallada y decorada con motivos grutescos, datados en la primera mitad del siglo XVI: monstruos que toman formas vegetales, hombres con extremidades de aves, candilieri, medallones y motivos heráldicos. Son los grutescos, elementos decorativos renacentistas venidos de Italia e inspirados en la tradición clásico-romana.

La puerta de la casa, que se encuentra entre las mejores del Renacimiento peninsular, puede contemplarse en el interior del edificio. Aún conserva las contraventanas labradas y el color negruzco de su fachada.

FACHADA DE LA CASA AROSTEGI

La original casa solar del linaje nobiliario Arostegui estaba situada entre los dos puertos de la villa vizcaína de Bermeo. La parroquia de Santa Eufemia de Bermeo tenía entierro y estaba comunicada con su casa-torre a través de un pasadizo. Por matrimonio, esta familia pasó a Vergara, de donde desciende esta rama de los Pérez de Arostegui.

El ascenso social y económico del linaje de los Pérez de Arostegui de Bermeo y la Rotalde de Vergara se produjo cuando algunos de sus miembros sirvieron a los Reyes Católicos en la Guerra de Granada y ocuparon cargos de relevancia en la Corte madrileña de los Habsburgo. Algunos de estos miembros del linaje son los siguiente:

Martín Pérez de Arostegui Vergara, llamado el Viejo de Vergara, procedía de la Casa de Arostegui de Bermeo. Fue soldado de los Reyes Católicos durante la Guerra de Granada a finales del siglo XV, falleciendo en combate. Estuvo casado con la guipuzcoana Catalina Fernández de Zaguirre, cuyo hijo es el siguiente:

Martín Pérez de Aróstegui Vergara del Zaguirre sirvió junto a su padre en la Guerra de Granada. Por los servicios militares realizados a los Reyes Católicos fueron recompensados ambos con la entrega de terrenos y la Villa de Padul (muy cerca de Granada) y Guardahortuna (Cortijo de Vergara). Fundó el título de Señor de Padul. Estuvo casado con Isabel Fernández Regidora Basurto, cuyo hijo es el siguiente:

Martín Pérez de Arostegui y Basurto recibió la herencia y títulos de la Casa de Pérez de Arostegui. Fue llamado Martín el de la Hazaña debido a la fama que ganó tras el ataque de los moriscos rebeldes del Valle de Lecrín al lugar de Padul, en 1569. Arostegui defendió la casa fuerte de Padul del asalto, donde la familia se defendió con todo lo que pudo, matando a algunos sitiadores e hiriendo a otros. Esta Casa Grande de los Arostegui conserva un blasón que contiene en el cuartel superior izquierda el escudo municipal de Vergara. Consiste en las llaves de San Pedro cruzadas con una estrella debajo de ellas y una media luna encima.
"En el año de 1569, por agosto, siendo dueño de esta casa Martín Pérez de Aróstegui de Vergara, originario de Álava de Vergara, en la provincia de Guipúzcoa, la defendió valerosamente de gran multitud de turcos, moros y moriscos, cuando el levantamiento de ellos, hallándose con sólo seis personas y durante el combate que fue desde el amanecer hasta la tarde que acaso vino el socorro mató por su persona con su escopeta de caza ocho de los mas principales que gobernaban aquella gente, lo cual fue parte para que no se perdiese este lugar y en memoria de este hecho la reedificó Antonio de Aróstegui su hijo, secretario de Estado del Rey Felipe III de este nombre. Año de 1613"

ESCUDO DE AROSTEGI EN  CASA GRANDE DE PADUL

Antonio Pérez de Arostegui y Suárez Sazo sirvió al rey Felipe III como miembro del Consejo de Guerra y como secretario de negocios de Italia, siendo el primer consejero del privado Baltasar de Zúñiga, quien tuvo toda la responsabilidad al comienzo del reinado.

En 1615, hizo de oficio de escribano y notario en el acto de entrega de las reinas cuando vino el rey Felipe III a Fuenterrabía. Asistió junto a su hermano Martín a las capitulaciones de la infanta Ana con el rey Luis XII de Francia.

Durante el reinado de Felipe IV también estuvo en la Corte como secretario real del Despacho y aún como miembro del Consejo de Guerra.

En 1611, fue caballero de la Orden de Santiago y señor de la Casa de Arostegui de Bermeo y Rotalde de Vergara.

En 1613, compró las Tercias y Alcabalas de El Padul, donde hizo un palacio, y mandó fundar un monasterio de agustinos recoletos en Granada.

Aquella casa fuerte que heredó de su padre la reconvirtió en un Casa Grande, también llamado Palacio de Padul, en estilo barroco muy severo, una especie de Palacio de Asiento, al que incorporó el Cortijo de Vergara de Guardahortuna, y fundó el Mayorazgo de Padul. Su escudo, que estuvo en el número 44 de la calle Vidacruceta, pasó a figurar en el panteón de la familia Arostegui, donde puede contemplarse. Este traslado se debió a la venta de la casa donde figuraba.

En 1623, consiguió el patronazgo de la Iglesia de San Miguel de Anguiozar, villa de Guipúzcoa. Estuvo casado con Agustina de Yurazmendi.

Murió en febrero de 1631 y fue sepultado en la iglesia de San Felipe en Madrid.


Martin Pérez de Arostegui y Suárez Sazo fue hermano de Antonio, era natural de Vergara, donde nació en 1544. En su villa tenía el suntuoso Palacio de Rotalde, que tuvo como escudo de armas dos robles verdes en campo de oro y dos flores de lis de oro en campo rojo.

Comenzó a servir en la Corte de los Habsburgo desde 1576, llegando a ser secretario real del Consejo de Guerra durante los reinados de Felipe II y Felipe III, veedor y contador de la gente de guerra, obras, fábricas y armadas en la provincia de Guipúzcoa, y después veedor general de las armadas del mar Océano.

En 1615, estuvo presente en las entregas de las Serenísimas Reinas, sirviendo al rey Felipe III, hasta Fuenterrabía, y después en el río Bidasoa en compañía de su hermano Antonio de Arostegui, que hizo de notario.

Fue coronel de los 4.000 hombres que, en 1625, tuvo la Provincia de Guipúzcoa en la frontera de Francia.

En 1623, fue caballero de la Orden de Santiago y comendador de San Coloido en Sicilia, además señor de la Casa de Arostegui de Bermeo y la de Rotal de Vergara.

Estuvo casado con la vizcaína Francisca de Elorriaga. Tanto él como su hermano Antonio murieron sin descendencia, pasando sus herencias a su sobrina Juana Suárez de Arostegui y Sazo.

FACHADA DE LA CASA AROSTEGI

Martín Pérez de Olazábal y Arostegui nació en Vergara, en 1533. Se puso al servicio del rey de la Monarquía hispánica, siendo destinado a la Flota la Guarda de de la Carrera de Indias. Casado en Sevilla con la hija de Ximeno de Bertendona. Este marino ilustre fue General de los galeones y flotas de Indias de 1588 a 1592, siendo nombrado este año vencedor de la real armada.

Escribió en unión de Diego de la Rivera un Memorial que dieron al rey Felipe II sobre la perpetuidad de la Real Armada de la Guarda de la Carrera de Indias. Hacía referencia a gálibos y demás circunstancias convenientes en los navíos que se construyeren para ella, su tripulación y artillería, así como partes donde había de navegar.

También envió una carta al rey con fecha 27 de agosto de 1588, dando parte de haber entrado el 27 en la bahía de Ocoa con la Flota de Nueva España, de que era general de Martín Pérez de Olazabal. Falleció en el mar en 1602.


Cristóbal Pérez Arostegui murió siendo gobernador en Indias.

09/12/2023

Trafalgar. La gran intriga de la épica batalla, por José Luis Corral


TRAFALGAR, POR JOSÉ LUIS CORRAL

Trafalgar. La gran intriga de la épica batalla
José Luis Corral, Editorial Planeta, Barcelona (2016), 464 páginas

José Luis Corral Lafuente es un historiador y catedrático de universidad en la Universidad de Zaragoza desde 2020. Ha dirigido diversos programas de radio y televisión de divulgación histórica y fue colaborador regular en prensa y en programas de radio y televisión. Fue asesor histórico de la película 1492: La conquista del paraíso de Ridley Scott. Es también autor de novelas históricas y obras historiográficas.

En 2013, publicó Trafalgar, una extraordinaria novela que abordó con gran maestría una de las derrotas más célebres de la historia y un momento crucial en la historia de España. El protagonista principal es el brigadier vasco Cosme Damián de Churruca y Elorza, nacido en Motrico. Además de ser un reconocido científico y militar que estuvo 30 años al servicio de la Armada, murió como un héroe en el combate de Trafalgar, el 21 de octubre de 1805, luchando contra seis navíos ingleses a la vez a bordo del San Juan Nepomuceno.

La batalla de Trafalgar no solo determinó el futuro de Europa, sino que acentuó profundamente la decaden­cia del Imperio español.

En medio de intrigas palaciegas, corruptelas y traiciones, Francisco de Faria, un joven cadete pariente de Godoy que entra a servir como guardia de corps, será testigo en 1805 de la invasión de la Península por Napoleón, del enfrentamiento contra Inglaterra y de la suerte que vivió España en esos años anteriores y posteriores a Trafalgar, unos acontecimientos que induda­blemente marcaron su propia vida.

05/12/2023

Juan Manuel de Urbina y Ortiz de Zárate


Brigadier del Regimiento de Dragones de la reina en 1760, participó en la expedición de Orán, el sitio de Castello Amare, o las batallas de Bitonto y de Camposanto.

JUAN MANUEL DE URBINA Y ORTIZ DE ZÁRATE

Juan Manuel de Urbina y Ortiz de Zárate nació en Vitoria, en 1715.

Al igual que algunos de sus hermanos, Juan Manuel siguió la carrera de las armas. En noviembre de 1731, ingresó como cadete en el Regimiento de Guardias de Infantería española, a las órdenes de Gaspar de la Torre. Permaneció en este batallón y en este rango hasta septiembre de 1734, cuando fue enviado a una compañía de Infantería que mandaba el capitán Juan Junco.

Durante estos años, Juan Manuel demostró sus habilidades militares y lealtad al rey en las diferentes situaciones de guerra en las que intervino.

Recibió su bautismo de fuego tomando parte en la expedición de Orán de 1732. Una ciudad perteneciente a la Regencia de Argel, dentro del Imperio otomano. Fue una campaña que tenía como objetivo recuperar aquella plaza en el norte de África y asegurar el control de aquellas aguas mediterráneas, a las órdenes de José Carrillo de Albornoz y de Francisco Javier Cornejo. Dio comienzo en junio de 1732 y terminó a mediados de 1746.

El regimiento en el que marchaba Urbina desembarcó en el puerto de Las Aguadas y tomó el castillo de Mazalquivir, donde se colocó una batería de artillería y una fuerte guarnición en Orán al mando del marqués de Santa Cruz.

TOMA DE ORÁN DE 1732

En 1773, estallaba la Guerra de Sucesión polaca implicando a España mediante la firma del Primer Tratado de Familia con su aliada Francia. Así pues, la Corte decidió trasladar al regimiento de Urbina junto a otros cuerpos de Infantería y Armadas al Reino de Nápoles, para mantener los intereses hispa-galos sobre aquel territorio.

En 24 de mayo de 1734, Urbina tomó parte en la batalla de Bitonto, cerca de Bari, al mando del príncipe de Belmonte, que los enfrentaría contra un Ejército de austriacos. Cerca de 4.000 austriacos cayeron o fueron prisioneros, frente a 300 aliados (españoles, franceses y napolitanos). Al día siguiente, tomaron la plaza de Bari, tomando por prisioneros al príncipe de Belmonte y otros generales.

Tras esta victoria, Urbina embarcó en su regimiento con destino a la isla de Sicilia, donde participó en el sitio de Castello Amare, en la zona de Palermo. Dado que los habitantes del Reino de Nápoles preferían la autoridad española antes que la de los imperiales austriacos, no fue muy difícil que el Ejército del infante Carlos de Borbón lograse recuperar el control de muchas plazas.

El territorio que las tropas imperiales mantuvieron quedó reducido únicamente a las plazas de Capua y Gaeta, al mando de los generales Carafa y Traun. Ambas ciudades fueron sitiadas por el infante Borbón, el conde de Clavijo y el conde de Montemar, al mando de 8.000 hombres armados entre los que estaba Urbina. Tras ocupar las islas de Ischia y Prócide, recuperaron las ciudades en agosto de 1734.

Por su destacada actuación, Juan Manuel de Urbina fue ascendiendo en el escalafón militar al grado de capitán y recibió el mando de un escuadrón de caballería del Regimiento de Dragones de la Reina, en abril de 1735.

REGIMIENTO DE GRANADEROS DE LA REINA

Tras varios años en España, en 1742, regresaba a Italia. Al año siguiente, participó en la batalla de Camposanto, donde fue herido dos veces y perdió el caballo. También tomo parte en las batallas de Plasencia y Tanaro en 1746.

Por sus servicios al Ejército español, fue recompensado con el cargo de señor del Palacio del Cabo de Armería de Echalecu, con derecho a ser solicitado en Cortes de Navarra por el estamento militar.

Dos años antes, en 1745, mediante la compra del cargo, fue nombrado coronel del Regimiento de Dragones de la Reina. En 1747, recibió el nombramiento de Fernando VI como teniente real de la plaza y Castillo de Pamplona hasta su muerte en 1774. En 1760, fue nombrado brigadier del Regimiento de Dragones.

Estuvo casado con María Gaytán de Ayala, hija del marqués de Tola y Aravaca.

Juan Manuel de Urbina murió en 1774, poco antes que su padre Bartolomé, por lo que todo su patrimonio así como el mayorazgo familiar y el título de marqués de la Alameda fueron heredados a su hijo mayor Ramón María Urbina Gaytán de Ayala. Este llegó a ser militar, alcalde de Vitoria y diputado general de Álava.

CIUDADELA DE PAMPLONA

01/12/2023

Donaciones y testamento de Sebastián Hurtado de Corcuera a Bergüenda


Sebastián Hurtado de Corcuera es un claro ejemplo de militar y administrador virreinal de origen vasco al servicio de la Monarquía hispánica en el siglo XVII. Durante su larga carrera desempeñó diversos cargos en el Imperio español, acumulando rentas y patrimonio que dejó en herencia a sus sucesores o donó a instituciones con las que se había vinculado. Pertenecía al linaje nobiliario de los Hurtado de Corcuera de Álava, cuya Casa-solar estaba ubicada en la villa de Bergüenda, al sur de la provincia.

El 7 de agosto de 1660, Sebastián Hurtado de Corcuera otorgó testamento ante escribano. En ese momento aún era caballero de la Orden de Alcántara y miembro del Consejo Supremo de Guerra del reinado de Carlos II de Habsburgo. En su fallecimiento, el 6 de agosto de 1662, los cargos administrativos que desempeñaba eran los de gobernador y capitán general de las islas Canarias y presidente de su Real Audiencia.

En su testamento estableció que, tras su muerte, su cuerpo fuese sepultado en la Capilla de los Señores Grimón, perteneciente al Convento de San Agustín de La Laguna, y envuelto en el manto de la Orden militar de Alcántara. Este convento ruinoso y abandonado alberga todavía las antiguas losas sepulcrales de su principal benefactor, Jorge Grimón, también la de los Mazuelos, y la del general alavés Sebastián Hurtado de Corcuera, ubicada bajo el arco que sostiene el coro.

CONVENTO DE SAN AGUSTÍN DE LA LAGUNA

Sebastián Hurtado de Corcuera nunca contrajo matrimonio y tampoco tuvo descendencia. Por eso, dejó en herencia a su sobrino Rodrigo Hurtado Galeote de Corcuera la Casa de Hurtado de Corcuera e Bergüenda, hijo de María Hurtado de Corcuera. En cambio, las tierras que poseía en Bergüenda y Bachicabo, heredadas de sus padres y abuelos, pasaron en poder de su hermano, el mariscal de campo Íñigo Hurtado de Corcuera, y, tras su muerte, en su hijo el capitán Pedro Hurtado de Corcuera y Toledo, y luego a la mujer de éste.

Así lo dejó en su testamento:
"Yten declaro soy dueño y Señor legítimo de la Cassa antigua y Solar de la villa de Verguenda cuias armas deel apellido de Corquera estan en un arco de tres que tiene la dicha cassa en la puerta principal en que he subcedido por muerte deel capitán Don Pdr Hurtado de Corquera mi sobrino, hijo de mi hermano mayor Don Pdr Hurtado de Corquera por no haver dejado sucesión. Y por fallecimiento de mí atento a que no tengo descendencia alguna Declaro pertenece dicho Señorío y Cassa a Don Rodrigo Hurtado Galeote de Corquera descendiente de la misma Cassa mi sobrino y nieto de doña Maria Hurtado de Corquera."

El testamento de Sebastián Hurtado de Corcuera iba acompañado de un poder notarial, en el cual otorgaba poderes a su general en las campañas de Flandes, Tomás de Nava Grimón, durante su participación en la Guerra de los Treinta Años, explicándole como debía repartir su patrimonio.

En su testamento se declaró ser:
"… dueño y señor lexítimo de la casa antigua y solar de la villa de Verguenda, cuias armas de el apellido de Corcuera están en un arco de tres que tiene la dicha casa en la puerta principal."

No quedan restos de la originaria torre medieval que fue sede del solar de su linaje, situada junto a la primitiva iglesia románica. En la primera mitad del siglo XVII, aquella casa torre fue remodelada como palacio por su hermano mayor, Pedro Hurtado de Corcuera. Debía ser una obra clasicista con pretiles y un mirador con bolas escurialenses, tres estanques y fuentes de agua.

En este complejo palaciego se incluía la Ermita de San Sebastián, que el gobernador de Canarias recibió en 1659 en una permuta con el concejo. Ostentaba el mayorazgo por el fallecimiento de su hermano mayor Pedro y su sobrino del mismo nombre, Pedro Hurtado de Corcuera y Otazu. Al no tener descendencia, Sebastián nombró heredero a su sobrino Rodrigo Hurtado Galeote de Corcuera.

SEBASTIÁN HURTADO DE MENDOZA Y ESCUDO DE ARMAS

Había fundado el Colegio de Infantes Expósitos de la villa de Bergüenda, que era una escuela de primaría para huérfanos y naturales de Bergüenda y Bachicabo, al que dotó en su testamento con 12.000 reales de plata y la hacienda de su sobrino el capitán Juan Francisco Hurtado de Corcuera. La fundación incluía un cargo de maestro al que se pagaban 1.000 reales anuales y una cátedra de Latín a cargo de un maestro de Gramática con una renta anual de 3.000 reales. Aunque el patrón de la fundación era la Casa de Hurtado de Corcuera, la administración del colegio correspondía a las casas consistoriales de Bergüenda y Bachicabo.

La obra más importante de su mecenazgo en su villa natal fue la financiación de la nueva Iglesia parroquial de Bergüenda, en estilo barroco, por valor de 19.500 reales. Sus obras de construcción comenzaron en 1659, y contó con la labra del cantero cántabro Juan de la Puente Liermo.

Además, cedió la Ermita San Sebastián a su villa natal, también llamada del Humilladero, ubicada junto a la casa torre de los Hurtado de Corcuera, en el barrio de arriba. El lote incluía un tabernáculo para el altar, dos retablos colaterales y un bulto de San Sebastián. En 1868, esta iglesia fue trasladada a su actual ubicación, junto al río Omecillo, reutilizándose los materiales en la fábrica del nuevo templo.

RETABLO DE LA CAPILLA DE SAN MIGUEL DE BERGÜENDA

Realizó una importante aportación monetaria al Hospital de Peregrinos de Bergüenda, por valor de 894 reales y 6 camas. Había sido fundado por su hermano mayor Pedro en la entrada del pueblo para el uso de peregrinos y viajeros. En la actualidad, sólo se conserva la memoria, el solar y el escudo de los Hurtado de Corcuera, reutilizado en una casa cercana.

Los cargos ejercidos en distintos puntos del Imperio español y su relación con la Corte de Madrid le permitieron acumular varias propiedades inmobiliarias en Bergüenda y una gran fortuna. En 1662, realizó una tasación de su patrimonio bajo la supervisión del licenciado Bartolomé Fernández de Orón, administrador de su herencia, cuyo valor total fue estimado en 95.687 reales. Destacan numerosas obras de arte que reflejan su vinculación al Imperio de los Austrias Menores, aunque las esculturas religiosas eran devociones de la Contrarreforma.

En el interior de la Iglesia parroquial de Bergüenda, los Hurtado de Corcuera poseían la Capilla de San Miguel, donde tenían enterramiento desde el siglo XV. Durante el siglo XVII, los hermanos de Sebastián, Pedro e Iñigo fueron enterrados dentro, así como el hijo del primero, Pedro Hurtado de Corcuera Mendoza y Otazu, caballero de Santiago y paje real. Aunque en 1658, el patrono era este último, en su propio testamento reconoció la autoridad de su tío Sebastián. No obstante, ante la muerte sin descendencia de este último, fue otro vástago de la saga quien se ocupó de refundar la capilla, por Pedro Hurtado de Gaviria y Corcuera, miembro del Consejo Real y de la Suprema Inquisición.

RETABLO MAYOR DE LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE BACHICABO

Esta capilla contaba con un retablo relicario que mandó realizar la viuda de Pedro Hurtado de Corcuera y Otazu, que en la actualidad se encuentra en la Parroquia de San Juan Bautista. En la pared del evangelio junto a este retablo se ha colocado una piedra con los escudos de armas de los Hurtado de Corcuera y Otazu Salazar. Anteriormente, hubo un Cristo crucificado de marfil de origen filipino con una gran corona de espinas, realizado por artesanos sangleyes. Fue traído por Sebastián durante su gobernación del archipiélago. También dejó legados tres cuadros de lienzo, otras piezas suntuarias de plata, tres fuentes y tres aguamaniles con esmaltes y escudos de oro con sus armas, una espada gineta de plata, de ocho bustos grandes y doce pequeños, y nueve conchas de plata.

Entre los objetos valiosos traídos de Filipinas hay ornamentos litúrgicos y ajuares de altar que sirvieron para dotar las capellanías que fundó en las parroquias de Bergüenda y Bachicabo. Destacan varias piezas con bordados que procedían de talleres artesanos del archipiélago. En honor de su linaje, trajo doce reposteros de damasco carmesí con las armas de los Hurtado de Corcuera y un estandarte real con el escudo de Felipe IV, las imágenes de Cristo, María y Santiago patrón de España y las columnas bordadas de Hércules. En previsión de sus exequias fúnebres poseía también dos paños de túmulo de la China con la cruz de Alcántara en terciopelo negro.

La Parroquia de Bergüenda conserva aún dos cálices que pertenecieron a la capilla de los Hurtado de Corcuera, uno del siglo XVI y otro clasicista de mediados del siglo XVII con la inscripción "Capilla de San Miguel de los Hurtados de Corcuera".

ESCUDO DE LA ORDEN DE ALCÁNTARA

Sebastián Hurtado de Corcuera fue gobernador y capitán general de las islas Filipinas entre 1635 y 1644. Emprendió un plan de reformas y ampliaciones defensivas militares, acompañado de obras eclesiásticas y civiles, en algunos términos financiadas con su propia renta. Y es que, aunque sufrió acusaciones de haber destruido edificios como la iglesia y el convento de Bagumbayam, realizó una importante aportación como mecenas.

En 1637, mandó construir la Iglesia de San Miguel y los Ancárgeles de Manila, bajo la advocación de los siete arcángeles, en estilo barroco. Fue un templo para uso específico de los sangleyes, inmigrantes chinos cristianizados que estaban casados con indias en Tondo. Puso esta iglesia bajo la advocación de San Miguel debido a que durante una batalla contra los musulmanes salvó milagrosamente su vida, cuando una bala que se dirigía a su cuerpo impactó en una imagen de San Francisco Javier. El santo navarro tenía gran devoción por San Miguel, el cual era el patrono de los Hurtado de Corcuera. Otra de las obras fue la Capilla Real del Tercio de Manila para los soldados.

Siguiendo el modelo de otros colegios regios de Perú y Méjico, Hurtado de Corcuera fundó el Colegio de San Felipe de Austria, en 1640. Estaba dedicada en honor de su rey Felipe IV, cuya estatua presidía el patio de armas. Fue dotado con 4.000 pesos, de los que 3.000 se asignaron a los colegiales y el resto a los maestros, que servían para veinte becas destinadas a muchachos "que fuesen españoles legítimos e hijos de conquistadores o hubieran servido sus antepasados a los señores Reyes", quedando excluidos "los infectos, mestizos e ilegítimos". La administración del colegio de niños de San Felipe fue encomendada a la Compañía de Jesús.

MAPA DE MANILA, 1671

28/11/2023

Napoleón y José Bonaparte en Vitoria


En 1808, se produjeron la invasión de las tropas napoleónicas sobre España y Portugal, las abdicaciones de Bayona de Carlos IV y Fernando VII, y el inicio de la Guerra de la Independencia española. Una serie de acontecimientos patrióticos como el Levantamiento madrileño del 2 de mayo o la victoria del Ejército español en Bailén hicieron retroceder al Ejército invasor desde Madrid y la meseta castellana hacia la zona norte central peninsular.

Una vez completada la retirada francesa al valle alto del Ebro, ocupaban la mayor parte del País Vasco y Navarra, cuyo reducto estaba formado por 65.000 militares al mando del mariscal Jourdan. Los ejércitos regulares españoles superaban en número de efectivos a los invasores en proporción de casi tres a uno y rodeaban a los ejércitos napoleónicos en el centro norte peninsular, pero carecían de un mando único, de coordinación y de un plan estratégico. Las tropas napoleónicas también estaban mal coordinadas y carecían de un plan defensivo.

NAPOLEÓN Y JOSÉ BONAPARTE EN VITORIA

Entonces, cada vez eran más las villas y ciudades que se levantaban en contra de la autoridad del supuesto e ilegítimo rey de España, José I Bonaparte, tanto en Navarra y País Vasco como en el resto de España. Por ejemplo, los funcionarios de Hacienda de San Sebastián o el cónsul español de Bayona se declararon a favor de los insurgentes, lo mismo que la Diputación de Navarra el 30 de agosto.

La capital vizcaína se alzó contra el rey intruso el 5 de agosto, pero fue recuperada el 16 en lo que fue el Sitio de Bilbao de 1808, con un coste de 1.200 militares franceses.

Se organizaron las primeras partidas de guerrilleros que actuaron desde Miranda de Ebro hasta Irún, cortando las comunicaciones francesas en una línea estratégica que partía desde Bayona hasta Lisboa, pasando por Tolosa, Vitoria, Miranda o Salamanca. El pueblo ayudaba a las guerrillas y actuaban como insurgentes, según escribieron generales y autores franceses en sus memorias: Gonneville, Reisert, Jourdan, Naylies, Girardin, Fantin, Abrantes, Blaze, etc. El propio José I llegó a reconocerlo:
"La unanimidad de los españoles es tan que no encontramos a un solo espía. Dieciséis días hace que salimos de Madrid y en este tiempo no he recibido ni una sola confidencia. Ningún español quiere servir contra los insurgentes."

ENTRADA DEL EJÉRCITO NAPOLEÓNICO EN VITORIA

En la ciudad de Vitoria, José I estableció su capitanía general, pues ya existía una fuerte guarnición militar. Permaneció desde el 23 de septiembre hasta el 11 de noviembre de 1808, intentando construir su Estado inexistente. Emitía decretos y hacía nombramientos, aunque la situación militar no fuese muy esperanzadora. Los testimonios de la época aseguran que José I no fue un gobernante cruel y corrupto, pero tampoco un carismático líder. Se ocupaba más en diseñar su futuro reino que en resolver la delicada situación del presente, cuando no a dar rienda suelta a sus placeres privados. Deseaba amar a los españoles y ser amado por ellos, especialmente por ellas. Estaba casado, pero su esposa Julia Clary vivía en Nápoles, lo que le permitía un amplio margen de acción.

En Vitoria se instaló en el Palacio de Montehermoso, una mansión perteneciente a estos marqueses. El inmueble había sido restaurado, disponía de una estupenda biblioteca y un hermoso jardín, era la mejor casa residencial de toda Vitoria. Había sido construido en 1524, en un estilo gótico-renacentista, a iniciativa del licenciado Hortuño Ibáñez de Aguirre, miembro del Consejo Real de Castilla y de la Inquisición, y su esposa María de Esquível y Arratia.

El erudito y estadista prusiano Wilhelm von Humboldt, hermano del científico hispanista Alexander von Humboldt, comprobó la importancia de la biblioteca del palacio que albergaba una gran cantidad de obras, entre las que se hallaban todas las de la Ilustración. Refiere Humboldt que en sus estantes encontró "el Diccionario de Música de Rousseau con el título oculto: así se persigue lo más inocente si lleva ese apellido".

PALACIO DE MONTEHERMOSO

El conde Louis Stanislas de Girardin, secretario real de José I, escribió en sus Memorias que un día de agosto, José I vio en su cuartel residencial a una criada de piel morena, pelo y ojos negros, y unas facciones corporales que le cautivaron de sobremanera. Fue tal su entusiasmo por doncella alavesa que envió a su criado y alcahuete, un italiano llamado Cristóbal, para que le ofreciese 200 napoleones a cambio de hacerle una visita personal. El tesoro napoleónico había acuñado unas monedas de oro y plata con valores faciales que oscilaban desde 40 francos hasta 1 solo, que eran llamadas napoleones por la efigie que llevaba en relieve. Un napoleón de oro de 20 francos equivalía a unos 70 reales españoles; y un napoleón de plata de 5 francos equivalía a unos 18 reales. Suponiendo que se tratase de esta última moneda y de menor valor, el rey intruso estaba ofreciendo 3.600 reales a la joven a cambio de prostituirse una sola noche y perder la virginidad.

El criado Cristóbal explicó a la criada de los marqueses de Montehermoso tanto la invitación como la oferta económica. Ella pertenecía a una cultura que reprimía cualquier interacción sexual antes del matrimonio, debido a la exigencia de llegar virgen a la noche de bodas. Ante tal proposición indecente, consultó el asunto con su señora marquesa, la cual estuvo siempre presente. Y esta aconsejó que aceptase, posiblemente para beneficio propio siendo el demandante el mismísimo rey.

Al día siguiente, no hubo audiencias en el palacio real ni despachos con los ministros, pues había puesto sus placeres privados por encima de los asuntos de estado, y tampoco es que fuese su noche de bodas o descanso vacacional, sino solo una diversión ocasional. Por la tarde, toda la ciudad sabía de aquella caprichosa aventura, mientras que la marquesa de Montehermoso se quejaba ante sus amigas del bajo nivel demostrado por el rey por haber elegido a una criada, teniendo un abanico de mujeres aristócratas y empoderadas a su disposición. Comentó "que le extrañaba que no hubiese escogido una persona de más alto rango".

José I supo de aquellos rumores y decidió también hacer una visita personal a la marquesa. Esta polémica mujer se llamaba María del Pilar Acebedo y Sarria, natural de Tolosa, era condesa tercera de Echauz y quinta del Vado, y marquesa consorte de Montehermoso. Era algo madura pero bella señora, y aún más culta. Se había educado en un ambiente liberal e ilustrado, siendo sus familiares miembros de la Real Sociedad Económica Vascongada de Amigos del País. Sabía hablar en francés e italiano, se dedicaba a escribir versos, pintar miniaturas o tocar la guitarra. Con una mentalidad tan abierta en cuestiones amorosas de la época, se rumoreaba que había tenido idilios extramatrimoniales en otras ocasiones.

A los días siguientes de aquella cena a tres entre José y ambos marqueses, los vecinos de Vitoria cantaban:
"La Montehermoso tiene un tintero
donde moja su pluma José Primero."
Su cornudo marido era Ortuño de Aguirre y Zuazo, marqués de Montehermoso, un hombre alto y fuerte, ilustrado anticlerical, enemigo de la Inquisición, y miembro de la Real Sociedad Económica Vascongada. El marqués nunca mostró aparente reparo en que su mujer fuese la amante oficial del rey. Se convirtió en uno de los primeros afrancesados y fue recompensado con el trato de grandeza de España, el cargo de gentilhombre de la real cámara y el hábito de caballero real.

MARÍA DEL PILAR ACEBO Y SARRIA Y ORTUÑO DE AGUIRRE Y ZUAZO

El colmo llegó cuando José I decidió comprar a los marqueses su mansión palaciega por 300.000 francos, cuando no había dinero para mantener a su Ejército con víveres. Dentro del mismo, consultó por la compra a Girardin, su cortesano de confianza "¿Os parece mucho?", respondiéndole que el valor del inmueble "No los vale, ni con la marquesa dentro". A José I le molestó aquella respuesta y castigó a Girardin enviándole a Francia.

Lo cierto es que Louis Stanislas de Girardin, en sus Memorias, tuvo una buena opinión de ella:
"Era una mujer que sin estar en la primera juventud todavía era extremadamente agradable; elegante, bien formada, hablaba perfectamente italiano y francés, cantaba agradablemente, tañía la guitarra, recitaba poemas en todas las lenguas y pintaba retratos en miniatura con gran destreza. A todos estos talentos, ella añadía el conocimiento del mundo y un espíritu coqueto."

José I convirtió el Palacio de Montehermoso en sede de su provisional Corte. El 11 de noviembre abandonó Vitoria con destino a Madrid, pues el Ejército napoleónico se había reforzado con un nuevo contingente enviado por el emperador Napoleón Bonaparte, que pasaba por Vitoria sin que se entrevistara con su hermano José. Las crónicas vitorianas de la época no describen un posible abrazo entre ambos hermanos frente a la fachada del palacio, como quedó plasmado en la pintura Chateau Royal que realizaron Benjamín Zix y Constant Bourgeois. Aquel pequeño óleo pretendía idealizar el encuentro alavés por orden del rey. Este preparó el hospedaje al gusto del emperador, reunió algunos libros de la biblioteca sobre temas militares que gustaba leer, y sobre una mesa de malaquita el coronel Ladvenat puso los Comentarios de César y el Poema del Cid.

Pero en realidad, atravesó Vitoria, instalándose en las afueras, en una casa de campo junto al Prado, la noche del 5 de noviembre de 1808. En aquella simple residencia, celebraron Consejo de generales de cuyos acuerdos y estrategias tomadas por el genio militar resultaron las derrotas para las armas españolas en Guipúzcoa, en Burgos, en Tudela, en La Coruña, en Uclés y en Zaragoza.

CHATEAU ROYAL DU MONTEHERMOSO

José Bonaparte era el hermano mayor de Napoleón. Por encima de cualquier posible divergencia les unió siempre una fuerte amistad y un claro sentido de la lealtad familiar. Pero en el fondo, José estaba celoso de su hermano menor que le trataba como un subordinado, mientras que Napoleón consideraba que se daba demasiada importancia por ser el primogénito. Tampoco coincidían totalmente en sus ideas políticas ya que José era más proclive a buscar la paz con Inglaterra y había participado muy activamente en las negociaciones del Tratados de Amiens de 1802.

Cuando Napoleón supo que había vendido Luisiana a los Estados Unidos, le arrojó un tintero a la cabeza y destrozó los muebles del despacho en un ataque de ira. Tampoco le perdonó que, tras la derrota de Bailén, José se pusiese en fuga, abandonando la Corte de Madrid. Le consideraba un hombre apacible y placentero, nada marcial y estratega como él. En sus Memorias lo describió así:
"Si hubiera nacido un siglo antes hubiera sido un gentil abale cortesano. Gusta de las mujeres, de los perfumes y de la música. La lucha es ajena a su condición. Mi campaña española fracasó porque mi hermano José estuvo siempre de parte de mis enemigos, no por traición á mí, sino por debilidad."
Otro de los hermanos, Luciano Bonaparte, admitió que en algunas ocasiones José llegó a disparar tiros de pistola contra retratos de su imperial hermano, Napoleón.

José había trabajado como abogado en Córcega y como juez en Ajaccio, pero tras la proclamación de Napoleón primer cónsul de la Convención francesa, fue nombrado rey de Nápoles, en un claro ejercicio de nepotismo familiar. En Sicilia tuvo que hacer frente a un ejército formado por tropas anglo-napolitanas y guerrillas locales apoyadas por el pueblo y el clero. Tras dos años de lucha, los Bonaparte se impusieron, y Napoleón transfirió a su hermano hacia España pocos meses después.

Los reinos de España, Portugal, Nápoles, Holanda, Westfalia, Etruria, etc., eran demarcaciones territorial de un enorme imperio continental. El Imperio napoleónico de Bonaparte fue tan sólo una reminiscencia del Imperio carolingio que un milenio antes había intentado perpetrar Carlomagno, fracasando en ambas ocasiones. No imaginaron que la emboscada de Roncesvalles de 778 se repetiría en la batalla de Vitoria de 1813. En este juego de geoestrategia y poder, los hermanos de Napoleón actuaban como funcionarios administrativos a los que desplazar de un cargo a otro según las necesidades políticas de cada momento.

 NAPOLEÓN CRUZANDO LOS ALPES, POR JAQUES-LUIS DAVID

Tras instalar su Corte en Madrid, José I no volvió a pernoctar en su palacio vitoriano hasta el 4 de mayo de 1811, durante el viaje que hizo hacia París para asistir al bautizo del hijo de Napoleón, en compañía de los marqueses. Mientras María de Acedo se quedaba en Vitoria, Ortuño de Aguirre acompañó al rey, pero falleció en París, el 8 de junio de 1811. Después, permanecería en el palacio desde el 20 de junio al 5 de julio, antes de regresar a Madrid.

En marzo de 1813, ante el temor de que el ejército aliado inglés, portugués y español ocupase Madrid, José I abandonó la Corte. El 19 de junio, llegó a Vitoria con sus servidores, incluida la marquesa viuda.

El 21 de marzo, tuvo lugar la Batalla de Vitoria, la última importante de la Guerra de la Independencia española. Las tropas imperiales fueron derrotadas por el ejército aliado, comandado por el general inglés Arthur Wellesley, duque de Wellington, y el general alavés Miguel Ricardo de Álava y Esquivel. José y su séquito, incluida María de Acebedo, abandonaron Vitoria para siempre camino de Francia.