PATRIOTAS VASCONGADOS Y NAVARROS

TERRITORIO

ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL

27/12/2021

Linaje Soroa de Usúrbil


El linaje nobiliario de Soroa de la villa de Usúrbil destacó durante el siglo XVII gracias a una saga de marineros y constructores navales al servicio de las expediciones y defensas de los territorios de la Monarquía hispánica, especialmente con Felipe IV y Carlos II.

Domingo de Soroa fue vecino de la comunidad de Aguinaga, trabajó durante 1579-1600, en la labra de naos en las gradas de Urdayaga, Rutarte y Aguinaga, todas sitas en esta comunidad.

Todo indica que, aunque hizo un número bastante pequeño de unidades, fue en su tiempo uno de los constructores más notables del Oria. Su producción la integraron naos de medianas y grandes dimensiones para el comercio. Sus clientes fueron los comerciantes guipuzcoanos, especialmente los del puerto de San Sebastián. Entre los barcos que hizo estuvieron la nao que en 1579 ejecutó para los donostiarras Joanes López de Soroa y Cristóbal de Segura; y la nao de 450 toneladas que en el año 1600 hizo por encargo del capitán Miguel de Aburruza.

ESCUDOS DE ARMAS DE SOROA

Ignacio de Soroa, natural de Usúrbil donde nació en 1635, fue reputado en su tiempo como uno de los mejores fabricantes navales del Cantábrico. Ostentó el cargo de capitán de Maestranza de las Fábricas del Rey en Cantabria. Asimismo, su valía profesional hizo que fuera la persona elegida por la Corona para ir a Holanda al desempeño de una comisión técnica. Su buen quehacer en este servicio fue premiado como caballero de la Orden militar de Santiago.

Su carrera profesional la desarrolló por entero en tierras guipuzcoanas; en concreto en los astilleros del Puerto de Pasajes y el Oria, en donde era propietario de dos de estas factorías: las de Mápil y Urdayaga o Urdazaga, ambas en tierras del municipio de Usurbil.

La trayectoria del capitán Ignacio de Soroa como constructor naval estuvo caracterizada por su especialización en la manufactura de galeones de gran tonelaje; y por el importante ritmo de trabajo que mantuvo en estos años. Fue el fabricante que mayor número de buques de gran tonelaje labró entre 1662 y 1686, y uno de los constructores vascos con una de las nóminas de barcos más extensa del XVII.

Ignacio de Soroa fue uno de los constructores guipuzcoanos que se benefició, pero que también colaboró, de la expansión que vivieron los principales centros navales guipuzcoanos entre 1660 y 1683. Soroa tuvo la capacidad de saber captar la diferente demanda que se fue generando en estos años.

Hasta 1664 se dedicó a la labra de galeones para la Corona con destino a la Escuadra del Mar Océano. A partir de esta fecha y al amparo de la tímida reactivación que experimentó el comercio indiano, combinó simultáneamente la manufactura de barcos de guerra y de transportes para las Armadas de  la Carrera de Indias. Finalmente, se dedicó a hacer de forma preferente barcos mercantes por encargo de los particulares.

En 1686, terminó la labra del galeón El Santísimo Sacramento, Nuestra Señora de la Soledad y San Francisco Jabier hecho por encargo del capitán de Mar y de Guerra, Juan de Egües, para la Real Armada de la Guarda de la Carrera de las Indias.

EXPEDICIÓN AL ESTRECHO DE MAGALLANES

Joanes de Soroa fue familiar del constructor Ignacio de Soroa. Comenzó sus servicios a la Monarquía hispánica tomando parte de la expedición al estrecho de Magallanes de 1581, durante tres años. Desde 1621, fue maestre mayor de fábricas y galeones reales de Cantabria, capitán de mar y gran constructor de embarcaciones. En 1632, construyó diversos bajeles en los astilleros de Pasajes y en otros varios de los cuales fueron capitanas reales.

Otro Joanes de Soroa fue un experto fabricante de naves durante los años de 1602-1625, ostentó el cargo de maestro mayor de reales fábricas. Fabricó y dirigió la construcción de muchos galeones y capitanas para la Armada del Mar Océano y las flotas de la Carrera de Indias. Además de estas unidades, hizo varios bajeles y gabarras para algunos particulares. Rentería, Usurbil y Zumaya fueron los centros navales elegidos para llevar a efecto estas fábricas.

Fabricó una gabarra real en Pasajes para conducir a la infanta María Teresa en 1660 a la isla de los Faisanes con motivo de su boda con el rey de Francia Luis XIV.

Por último, otro Ignacio de Soroa, nacido en Usúrbil, en 1635, fue agraciado por el rey Carlos II en 1687 con merced de hábito de una de las órdenes militares y en 1690 con real carta de legitimación de sus hijos, entre quienes se halla Miguel, teniente general de artillería de los presidios de Guipúzcoa.

ASTILLERO DEL SIGLO XVII

23/12/2021

Preocupaciones del Modernismo filosófico en Ramiro de Maeztu y Miguel de Unamuno


Ramiro de Maeztu y Miguel de Unamuno forman parte de la denominada Generación del 98 que se dedicaron a la literatura y la filosofía, entre otras disciplinas de erudición. Fueron dos paradigmas de la preocupación por el estado de España, ideólogos del movimiento de la Hispanidad, afrontaron una problemática que debía conciliar fe y razón, religión y ciencia. Sus ideas evolucionaron desde el sentimiento religioso al Modernismo filosófico, incluso al Socialismo, pero un Socialismo que está intrínsecamente relacionado con el Cristianismo.

RAMIRO DE MAEZTU

En el caso de Ramiro de Maeztu, el alavés fue claro en una serie de artículos publicados en el periódico barcelonés El Diluvio, bajo el título general La teología socialista, en 1907. El Socialismo que Maeztu describió estaba lleno de preocupaciones religiosas, que de algún modo justifican la vinculación entre Teología y Socialismo. Esta relación acercaría mejor a los orígenes del Cristianismo y al fomento religioso que dio origen a la tradición cristiana acorde con el "Comunismo" que practicaron los primeros cristianos.

Las frases en que Socialismo y Modernismo se identifican aparecen muy claras en diversas partes de esos artículos. Nunca le importó que pudiera molestar a teólogos y a marxistas; al contrario, para Maeztu fue una doble ventaja:
"irritar al mismo tiempo a muchos teólogos y a muchos socialistas, a los teólogos que desearían colocar su ciencia fuera del campo de las luchas humanas, como si la teología fuese invención de monos, y no de hombres, y a los socialistas marxistas, cuyo materialismo histórico no les permite enterarse de que su movimiento, excelente como es en el fondo, no es creación de la máquinas, como ellos suponen, olvidándose de que las máquinas no han inventado nada, sino que, por el contrario, el socialismo es cosa de hombres como lo son las máquinas. El socialismo es la reunión de hombres bajo un credo y, por tanto, un movimiento religioso bajo una bandera teológica."

Aquel pensamiento coincidió con la proclamación de la denominada Condena Pontificia al Modernismo teológico, por el papa Pío X en 1907, y por la cual tomaba medidas para evitar que esta corriente dañase a la fe de los católicos. Al respecto, Maeztu dejó bien claro que:
"Si el Vaticano se ha creído obligado a condenar el modernismo en los países católicos es porque también hay en ellos teología socialista."
Y añadió que:
"En los países latinos hay teólogos innovadores o modernistas o resucitadores de la vida teológica, y hay también católicos socialistas agitadores, agrupadores de multitudes rebeldes contra el régimen social imperante; pero los teólogos van por un lado y los socialistas por otro lado."

Aquella condena pontificia sumió a Maeztu en un evidente pesimismo:
"El Papa ha dictado su sentencia. ¿Qué harán ahora? Lector: el cronista opina que se someterán, que callarán sus dudas, que se guardarán sus dudas, que se las guardarían y que seguirían practicando rutinariamente las ceremonias mágicas en que han dejado ya de creer. Las tentativas de renovación católica han tenido hasta ahora fin triste. La Iglesia de Roma es todavía demasiado fuerte cuando se la mira desde dentro. Los innovadores no tienen el suficiente arranque para abandonarla definitivamente. Y es que sus tentativas no son integrales; no surgen de la cabeza y del corazón al mismo tiempo, sino sólo de la cabeza o sólo del corazón… 
La renovación religiosa no puede hacerse desde dentro de Roma, porque los renovadores son inciertos e incompletos. La renovación no podrá hacerse hasta que la hagan hombres de tipo del reverendo R. J. Campbell, el pastor del City Temple de Londres, y es muy difícil que en la Iglesia de Roma se incuben hombres de esa fibra."

Estaba desarrollándose en Maeztu la idea de un Cristianismo secularizado en clave socialista y al estilo del propuesto por R. J. Campbell en su The New Theology, libro publicado en Londres, en 1907. Las preocupaciones de renovación social y políticas que motivaban las preocupaciones intelectuales de Maeztu en su etapa joven, encontraron en esta obra argumentos positivos para hacerlos compatibles con el Cristianismo, y más tarde, con el Catolicismo.

Fue una de las influencias intelectuales que sufrió durante su estancia en Inglaterra, y que determinaron su evolución filosófica posterior. Y estos nuevos planteamientos le suscitaron alguna esperanza en el futuro de la juventud española:
"Pero esta indiferencia religiosa de la España actual no puede prolongarse mucho. Ese país 'que quiso demasiado', según la frase magnífica de Nietzsche, no es posible que haya renunciado definitivamente a querer cosa alguna, como no sea su propia disolución. Ya hay síntomas de cambio. La ola de esteticismo, de inmoralismo y de sensualismo que ha venido sepultando a las generaciones intelectuales de Madrid ya está pasando. Ya se anuncia otra novísima generación más espiritualista, más humana y a la vez más alegre y más seria. Ya se entrevé la necesidad de una fe religiosa en que se fundamente la moral."

Durante su etapa inglesa, el pensamiento de Maeztu evolucionó del Socialismo al Catolicismo, y en aquel proceso la cuestión de la filosofía Modernista tuvo una incidencia notable. Era uno más de una gran parte de la intelectualidad española de su época que abordó la necesidad de una reforma religiosa, que entró en el ámbito de su problemática a la vez que convergió con el Modernismo.

MIGUEL DE UNAMUNO

En 1909, el vizcaíno Miguel de Unamuno calificó al Modernismo como "la tendencia más vigorosa, más renovadora y a la vez más profunda que desde hace mucho haya nacido". Esta corriente tuvo que ejercer alguna influencia en su obra y pensamiento, puesto que abordó la problemática de las relaciones entre ciencia y religión, núcleo medular también del Modernismo filosófico.

Desde 1902, dejó constancia de querer escribir un libro con el título de Ciencia y Religión o Razón y Fe, y aunque nunca fue escrito de forma concreta, ideaacorde a esta dicotomía quedaron reflejadas a lo largo de su extensa erudición. Posiblemente sea su principal libro filosófico Del sentimiento trágico de la vida la obra en la que abordó como argumento central la lucha entre razón y fe, entre ciencia y religión. Era el tema que le preocupó desde inicios del siglo XX, y así lo explicó:
"Hoy viene otra, la filosofía científica, y no me cabe duda de que lo que de cristianismo vive (lo íntimo de él) arraigará en la filosofía científica moderna. Y llegará el día en que los grandes principios científicos modernos de la conservación de la energía, de la unidad de las fuerzas físicas, de la evolución de las especies orgánicas, etc., sean dogmas religiosos, fuentes de consuelo y de conducta para los hombres."

Unamuno consideraba al Evolucionismo como la doctrina científica más importante de su tiempo y una de las más importantes de todas las épocas. De hecho, en 1901, comparó la influencia y repercusión de Darwin en su época con el que obtuvo Lutero en el Renacimiento y en el ámbito específico religioso.

La crisis religiosa unamuniana es un eslabón más de una amplia y profunda crisis que estaba sacudiendo a la Cristiandad desde los tiempos de la Reforma. Para el vizcaíno, el conflicto filosófico entre ciencia y religión había desarrollado una tensión irreconciliable que se presenta como condición permanente de la existencia religiosa.

20/12/2021

Levas guipuzcoanas para la Monarquía hispánica


Los servicios militares que los tercios de la provincia de Guipúzcoa han realizado en favor del Imperio de la Monarquía hispánica durante los siglos XVI, XVII y XVIII.

1512. Batalla de Belate: Unos 3.500 guipuzcoanos armados en Tercios salieron a cortar el paso al Ejército franco-navarro en retirada tras la caída del cerco de Pamplona. Fueron derrotados en el monte Belate y 12 cañones de artillería fueron requisados como botín de guerra.

1516. Socorro de San Juan: Unos 2.500 infantes guipuzcoanos asistieron con diligencia al auxilio de la fortaleza de San Juan de Pie de Puerto, que estaba siendo amenazada por el Ejército francés.

1521. Batalla de Noain: Unos 3.500 guipuzcoanos armados repartidos en 24 compañías y al mando de su coronel Juan Manrique de Lara y el maestre de campo Juan Pérez de Anciondo, tomaron parte en la batalla de Noain contra el Ejército francés, el cual había efectuado una invasión en el Reino de Navarra.

1524. Sitio de Fuenterrabía: Unos 2.000 guipuzcoanos fueron liderados por su coronel Juan Ortiz de Gamboa para la recuperación de la plaza fuerte de Fuenterrabía, que había sido ocupada por los franceses.

1542. Guerra contra Francia: Unos 3.000 efectivos fueron reunidos mediante levas militares de la provincia y al mando de su coronel Felipe de Lazcano fueron puestos a disposición del virrey de Navarra para efectuar una incursión militar en la tierra franco-navarra de Labort.

1558. Saqueo de San Juan: Unos 3.500 guipuzcoanos participaron en la expedición militar de saqueo de la villa y del puerto francés de San Juan de Luz, nido de piratas y corsarios que ya habían mermado el comercio marítimo vascongado. Posteriormente, se estableció una leva provincial a consecuencia de haberse acercado a la frontera tropas francesas.

ROCROY, EL ULTIMO TERCIO, POR VICENTE FERRER-DALMAU

1579. Leva provincial: Unos efectivos de parecido número a los anteriores fueron organizados en la prevención y defensa a consecuencia de haberse aproximado a la frontera numerosas fuerzas del Ejército francés.

1597. Leva provincial: Unos 3.000 guipuzcoanos fueron reunidos y armados en leva militar provincial para la defensa de la villa de Irún y plaza de Fuenterrabía.

1625. Leva provincial: Unos 4.000 guipuzcoanos fueron reunidos y armados en leva militar y acantonados en la frontera francesa, en la misma Irún, durante cincuenta días. Existían sospechas de invasión francesa durante el curso de la Guerra de los Treinta Años.

1631. Viaje real a Flandes: Unos 400 marinos guipuzcoanos acompañaron al infante cardenal en el viaje que hizo a Flandes.

1632. Guerra con Francia: Varios miles de guipuzcoanos fueron armados con motivo de la Guerra con Francia, con asistencia de una parte de ella a los muros de la plaza de Fuenterrabía.

1636. Expedición a Bayona: 4.000 infantes guipuzcoanos fueron reunidos en armamento general de la provincia al mando de su coronel Diego de Sarmiento, para lanzar una expedición a la tierra francesa de Labort hasta llegar a Bayona.

1638 y 1639. Sitio de Fuenterrabía: Varios miles de guipuzcoanos fueron armados por la provincia a consecuencia de la invasión del Ejército francés, que asedio de la plaza de Fuenterrabía, y posterior resguardo de la frontera.

EL CAMINO ESPAÑOL, POR VICENTE FERRER-DALMAU

1667. Guerra con Francia: Unos 300 guipuzcoanos armados fueron reunidos en la plaza fuerte de Fuenterrabía para su defensa con motivo de la declaración de guerra con Francia y sucesiva ruptura de hostilidades.

1674. Leva provincial: Unos 600 guipuzcoanos se organizaron para el resguardo de la frontera y defensa de Fuenterrabía.

1700. Guerra de Sucesión: Unos 400 guipuzcoanos se armaron y acantonaron en la plaza fuerte de Fuenterrabía para su defensa, por temor de invasión francesa.

1719. Guerra de la Cuádruple Alianza: Unos 5.000 guipuzcoanos armados son levantados para la defensa de la provincia, a consecuencia de la entrada del Ejército francés al mando del mariscal duque de Berwik.

1793. Guerra de la Convención: Unos 4.600 guipuzcoanos fueron armados por la provincia y liderados por el coronel marqués de Santa Cruz, con motivo de la guerra contra la convención francesa, que entraron en territorio de aquella república.

16/12/2021

Palacio de los Eguía de Estella


El Palacio de los Eguía es el edificio que perteneció a la familia Eguía en la villa navarra de Estella-Lizarra. Este linaje debió asentarse en Estella en el siglo XV, cuando emparentó con los Echávarri, rico linaje local de comerciantes y burgueses. Uno de los miembros más conocido de esta familia fue Nicolás de Echávarri, obispo de Pamplona entre los años 1462 y 1468, asesinado por la facción agramontesa.

Esta casa se construyó en torno a 1538, por orden de Nicolás de Eguía, nieto de Nicolás Martínez de Eguía, que junto a su familia perteneció al bando beaumontés. En 1512, apoyaron a Fernando el Católico en la conquista de Navarra. Los Eguía se distinguieron por colaborar, desde el barrio de San Miguel, con las tropas castellanas que tomaron Estella, que era de mayoría agramontesa, y fueron recompensados por ello con diversos cargos y pensiones vitalicias.

FACHADA DEL PALACIO DE LOS EGUÍA

Este palacio renacentista presenta una fachada típica del siglo XVI, con una gran puerta de acceso con arco de medio punto separada del piso noble por una cornisa decorada con bolas de estilo Reyes Católicos. En el piso noble, se impone el enorme escudo con el escudo de armas familiares formado por vacas y calderas, enmarcado por una orla de flores y frutos esculpidos con esmero.

En el interior destaca un bello patio rectangular de dos pisos con columnas poligonales, de las cuales aparecen decoradas con motivos vegetales las del segundo piso. El conjunto finaliza con un tosco friso de yeso con grutescos de dragones o demonios alados.

ESCUDO DE ARMAS DE LOS EGUÍA

En su interior nació el famoso impresor Miguel de Eguía, quien, tras su aprendizaje tipográfico con su suegro Arnao Guillén de Brocar en Alcalá de Henares, alcanzó fama y fortuna dedicándose al negocio de la imprenta con establecimientos en Alcalá, Toledo, Valladolid y Logroño. Más tarde, hacia 1535, regresó a Estella, donde se dedicó a sus negocios, instaurando la primera imprenta de Estella en 1545.

FACHADA DEL PALACIO DE LOS EGUÍA

13/12/2021

Machinadas: Revueltas socio-económicas en la Modernidad


Durante los siglos XVII y XVIII, se dieron una serie de revueltas sociales denominadas Asonadas o Machinadas, en referencia al patrón de los ferrones, San Martín, porque las bases de estos insurrectos estaban compuestas de ferrones y campesinos. Su origen radicó en la aparición de circunstancias desfavorables como una coyuntura agraria grave, la exigencia de tributación y el deber de aportación militar.

Los fueros garantizaban la hidalguía universal, la exención fiscal de determinados productos y del servicio militar, así como la libertad de comercio. Pero se cometieron algunas infracciones en cuanto al cumplimiento de estas leyes forales, bien por parte de las Juntas Generales Provinciales o bien por mercaderes, clérigos y clase urbana. Se produjeron entonces una serie de insurrecciones entre las clases trabajadoras como los campesinos y ferrones contra la burguesía dominante de las instituciones de Gobierno Provincial como comerciantes y notables urbanos.

Estas revueltas sociales surgieron en el marco de los diversos levantamientos que tuvieron lugar en el Reino de España durante los siglos XVI, XVII y XVIII, como la revuelta de las Comunidades de Castilla y la de los Segadores de Cataluña. Fueron también las primeras luchas entre el campo y la ciudad.

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REVUELTAS SOCIO-ECONÓMICAS DE LA MODERNIDAD

Las victimas de estas insurrecciones populares eran hombres poderosos con beneficios agrarios, cosecheros de vinos, propietarios rurales o inversores de negocios y clérigos como por ejemplo Domingo de Castañeda, alto funcionario de la Audiencia del Corregidor en 1632, Pedro Fernández de Castañeda, alcalde de Bilbao, y Pedro de Villela, comisario de galeones.

El primero de estos motines producidos en tierras vascas fue la Matxinada de la Sal, que tuvo lugar en Bilbao en 1634, ante el aumento del impuesto sobre la sal. Sus líderes fueron ejecutados el 24 de mayo de 1634 por orden del corregidor de Vizcaya, en los muros de la Iglesia de San Antón de Bilbao: el licenciado Morga y Sarabia, el escribano Juan de Larrabazter, y los hermanos Juan y Domingo de Bizkaigana, Martín Otxoa de Ajorabide y Juan de la Puente Urtuzaustegui.

En las aldeas se iniciaban las revueltas para dar muerte a los poderosos que no respetaban las leyes forales y derechos de las clases más desfavorecidas. Esta era la mentalidad de esta clase social y en una época preindustrial. En las machinadas de 1718 y 1766, las más graves, la insurrección se produjo por la escasez de grano de maíz ante el establecimiento de aduanas que también incrementaron el precio. Se sublevaron los comerciantes porque controlaba el tráfico de mercancías y los campesinos porque controlaba el contrabando.

Ante la brutalidad de ferrones y campesino, estas asonadas fueron durísimamente reprimidas por las instituciones de la Provincia y Ayuntamientos, pasando a garrote vil a decenas de personas, y llevando a prisión o condenando al destierro a multitud de otras.

Los amotinamientos y revueltas sociales, no se producían en defensa de los fueros, sino de las ventajas fiscales y garantías de subsistencia que contenían estos ordenamientos jurídicos. También fue una lucha entre los conservadores de la burguesía rural y clerical contra los comerciantes y clases liberales urbanas. Supuso un preaviso de lo que sucedería en el siglo XIX con las guerras de la legitimidad monárquica o cambio de régimen.

REVUELTAS SOCIO-ECONÓMICAS DE LA MODERNIDAD

Las causas de las machinadas fueron de tres tipos: económicas, políticas y sociales.

1. Económicas: la escasez de grano o la imposición de impuestos o aranceles en época de carestía podía provocar la rebelión de los campesinos, secundadas por los trabajadores de las herrerías. Así sucedió en 1739, en Azpeitia, cuando el precio del pan fue la causa principal de la revuelta.

2. Políticas: las provincias vascas disfrutaban de unos fueros reales generosos que garantizaban privilegios como la "hidalguía universal" de vizcaínos y guipuzcoanos, la exención fiscal de ciertos productos o la exención del servicio militar. El intento de rebajar o anular estas ventajas políticas, económicas y sociales también llevó a levantamientos, como el de 1731 en Irún por una leva militar, o la Machinada de 1717, uno de cuyos catalizadores fue el decreto que trasladaba las aduanas del puerto interior al puerto de mar, lo que suponía un grave perjuicio para el comercio vizcaíno.

3. Sociales: tras las guerras de banderizos de finales de la Edad Media, las mayores tensiones sociales se producían ahora entre los sectores rurales (donde los campesinos y los jaunchos compartían intereses) y la naciente burguesía, que solía aparejar el poder político provincial y real. En este contexto, las Machinadas también pueden interpretarse como levantamientos de los campesinos contra el poder de las ciudades.

matxinada sal 1634 motín bilbao revuelta aduanas vascos
PLACA MACHINADA DE LA SAL

Se produjeron machinadas en:

1634: en Bilbao, por la subida del impuesto de la sal (Machinada de la Sal)

1638 y 1639: por el intento de trasladar las fronteras interiores vascas

1718: por el intento de trasladar las fronteras interiores vascas, se quemaron los barcos aduaneros y se mató al recaudador de impuestos

1731: en Irún, por una leva de marinería

1733: en Placencia de las Armas, por la fábrica de armamento

1738: en Vitoria, levantamiento de vecinos contra los notables

1739: en Azpeitia, por la subida del precio del grano o pan

1749: en Hernani, por recortes de tierras comunales

1766: en Azpeitia y Azkoitia, sumándose pueblos de todas las provincias, para una bajada del precio del grano

1773: en San Sebastián, por la subida del impuesto de la sidra

1784: en Vitoria, por las restricciones en la venta del vino

1803: en Vitoria, contra la casa del recaudador de impuestos

1804: en Vizcaya, por la construcción de un puerto en Olabeaga y por la aprobación del Servicio Militar Obligatorio (Zamacolada)

placa machinada 1634 Sal impuesto revuelta vascos
PLACA MACHINADA DE LA SAL

10/12/2021

Sancho III el Mayor rey de Pamplona, por Luis Landa el Busto


SANCHO III EL MAYOR Y SU ENTORNO, POR LUIS LANDA

Sancho III el Mayor y su entorno. Rey de Pamplona (1004-1035)
Luis Landa el Busto, Editorial Lazkaoko Beneditarrak, Pamplona (2019), 340 páginas

En Sancho III el Mayor y su entorno, el historiador Luis Landa el Busto hace un recorrido por la vida de este rey de Pamplona al que califica de europeista y referente de una época. Es la segunda parte de la serie dedicada a este personaje histórico, siendo la primera Diálogos con Sancho III el Mayor.

DIÁLOGOS CON SANCHO III EL MAYOR, POR LUIS LANDA

05/12/2021

Lope II Díaz de Haro


Señor de Vizcaya y alférez real de Castilla que se distinguió junto a su padre Diego II López en la batalla de las Navas de Tolosa y en la toma de Baeza

Lope Díaz Haro batallas navas tolosa señor bizkaia
LOPE II DÍAZ DE HARO

Lope II Díaz de Haro, llamado "Cabeza Brava", fue el sexto señor de Vizcaya entre los años 1214 y 1236. Fue hijo de Diego II López de Haro. Se distinguió principalmente en los reinados castellanos de Berenguela y su hijo Fernando III el Santo.

Combatió junto a su padre y se distinguió en la batalla de Las Navas de Tolosa, librada en el año 1212, y en la que tomaron parte tres reyes cristianos, Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragón y Sancho VII de Navarra. Aún en vida de su padre, participó en la toma de Alicante, así como en otros asedios como los frustrados de Cáceres y Baeza.

Tomo su cargo como señor de Vizcaya en tiempos agitados, tras la muerte de su padre el 16 de octubre de 1214, pocos días después del fallecimiento del rey Alfonso VIII de Castilla, quien dejaba como heredero a su hijo de diez años Enrique I. La familia Lara se apoderó de la regencia, enfrentándose con Berenguela I de Castilla, hermana de Enrique y a quien apoyaba Lope. En 1217 fallece accidentalmente Enrique, pasando a ocupar el trono su hermana, que apoyada por varios nobles entre los que se encontraba Lope, delegaría el trono en su hijo Fernando III, coronándole en Nájera. Alfonso IX, padre de Fernando, no se conformaba con la proclamación de su hijo como rey de Castilla, comenzando a invadir el reino. Durante esta contienda, Alvar Núñez de Lara se apoderó de Nájera, siendo derrotado y aprisionado por Lope II Díaz.

El apoyo aportado por Lope en el afianzamiento de Fernando III en el trono fue premiado con el cargo de alférez real y la donación de las villas de Haro y Pedroso, además de la confirmación de la posesión que ya tenía. Tal era la buena relación con el monarca que en 1218 contrajo matrimonio con la infanta Urraca Alonso, hija del rey Alfonso IX y hermana del rey Fernando III el Santo.

En 1229, y escrito en latín, los señores de Vizcaya Lope y Urraca dieron a Orduña el fuero de Vitoria. Este territorio fue otorgado por el rey Fernando III en 1218, y el aforamiento se verificó hallándose estos señores en Orduña. Fue una villa donada juntamente con Valmaseda, que recibió su fuero y privilegio en 1234, escrito en latín impreciso y en castellano. Pero Valmaseda experimentó diversos regresos de titularidad a la corona en las frecuentes contiendas de los señores con los reyes, hasta quedar en tiempo del rey Juan II de Castilla y señor de Vizcaya, definitivamente agregada al señorío. Debió ser por esta época cuando Lope II Díaz de Haro y Urraca Alfonsa, su consorte, dieron a Bermeo que era entonces una puebla de escaso vecindario y de ningún término o jurisdicción, el título de villa y el fuero de Logroño.

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BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA, POR MORELLI

Siendo alférez real de Castilla, Lope II Díaz participó en la reconquista de varias ciudades en apoyo a Fernando III: Andujar, Priego, Martos, Losa, Quesada, Alfange, Villa Cubo, Mayarella, Chiclana, Úbeda, Baeza, Trujillo, Medellín, Montiel, y la antigua capital califal, Córdoba. En estas expediciones acompañaron al rey de Castilla algunos hidalgos vascongados: Basaburu, Mendizabal, Unceta, Arismendi, Insausti, Mallea, Isasti, Alzubide, Ayestarán, Bidarte, Lezama, Arespacoechea, Echevarría de Elorrio, Alonso Iñigo de la Torre, Fortún Sáenz de Salcedo, Arancibia y otros.

Dirigió la expedición contra los moros en la toma de Baeza el 30 de noviembre de 1227. Data desde esta famosa entrada en Baeza de Lope II Díaz de Haro con su caballería pujante el día de San Andrés, acción de la que proceden las cruces aspadas que desde entonces figuran en el escudo de armas de los Haro (y en el de otros participantes) y, posteriormente, en el blasón de Vizcaya. San Andrés había sido martirizado clavado en una cruz hincada en forma de aspas, de donde vienen, como conmemoración, las ocho aspas que pasaron a orlar el escudo de los Haro. Por su liderazgo en la toma de Baeza, además, recibió el título de "conquistador de Baeza".

Siete siglos más tarde, Sabino Arana, padre del Nacionalismo vasco, atribuyó las aspas vizcaínas a la legendaria batalla de Arrigorriaga, a la que asigno de forma arbitraria la fecha de un 30 de noviembre del año 888. Un enfrentamiento mítico más que histórico entre vizcaínos y asturianos en defensa de su independencia.

escudo armas lopez haro señores vizcaya
BLASÓN DE LOPE II DÍAZ DE HARO

Fue constante enemigo del Reino de Navarra, contra el que combatió exitosamente en numerosas ocasiones. Jaime I el Conquistador recogió en sus memorias la alianza que Sancho VII el Fuerte le propuso en 1231 contra la Castilla de Fernando III, finalmente fallida tras la muerte del anciano rey navarro poco después. El Sancho VII deseaba recuperar las tierras que había perdido en el enfrentamiento contra Alfonso VIII de Castilla y Pedro II de Aragón en 1200 y las plazas que por entonces estaba perdiendo a manos del vizcaíno:
"A la sazón estaba vivo todavía el rey don Sancho de Navarra. Y el rey de Castilla le causaba daños por medio de dos Lope Díaz, señor de Vizcaya, de manera que le había quitado dos o tres de sus castillos. Y el rey de Navarra nos envió un mensaje ofreciéndonos que, si hacíamos una alianza con él, nos mostraría tal amor y tantos favores como nunca un rey hubiera hecho a otro."

Estas son las palabras que Jaime I puso en labios del rey navarro durante su encuentro en Tudela:
"Rey, puedo hablar con fundamento de los hechos de España por una cosa, porque los he vivido y he tomado parte en muchas cosas que se hicieron en mi tiempo. Ya hubo guerra entre mi padre y el rey de Castilla y, gracias a Dios, cada vez que se encontraban los suyos con los nuestros se mostraban muy aguerridos los navarros; pero nos llevaban tanta ventaja numérica, pues ellos son muchos y nosotros pocos, que eso nos perjudicaba. Pero, con la gracia de Dios, sólo con teneros como aliado me sentiré fuerte frente a ellos."

Tras el viejo rey tomó la palabra García Almoravid en nombre de los nobles navarros:
"Rey de Aragón, yo os explicaré todo acerca de esta tierra, aunque los de Navarra que están aquí saben igual o mejor el perjuicio que hace al rey don Lope Díaz de Vizcaya; pues el daño que hace al reino, al rey se lo hace. Y lo hace con sus fuerzas, que son muy grandes; además, el rey de Castilla ha mandado a sus hombres que lo ayuden, si lio precisara."

El obispo de Calahorra quiso exigir derechos a las iglesias sujetas al monasterio de San Millán de la Cogolla, conllevando pleitos que terminarían con el traslado en 1232 de la diócesis a Santo Domingo de la Calzada. Esto originó más discordias que hicieron que en 1235 Lope expulsase al obispo que huyó a Roma, trasladando la diócesis a Calahorra.

En 1234, estalló un conflicto entre el rey Fernando III el Santo y dos de sus principales magnates, Álvaro Pérez de Castro "el Castellano", señor de la casa de Castro, y Lope II Díaz de Haro, señor de Vizcaya. Este último se había sentido ofendido por el rey durante el asedio de Úbeda. Por ello, y sin contar con el beneplácito del monarca, que era tío de las hijas de Lope II Díaz de Haro, pues la esposa de este último, Urraca Alfonso de León, era hermanastra del rey, Álvaro Pérez de Castro contrajo matrimonio con Mencía López de Haro, hija del magnate agraviado por el rey, lo que provocó que el soberano despojase a Álvaro Pérez de Castro de las tenencias y tierras que le habían sido concedidas por la Corona. El conflicto se resolvió mediante la resolución arbitral concedida por las reinas Berenguela I de Castilla y Beatriz de Suabia, madre y esposa respectivamente de Fernando III el Santo.

En el 1235, Nuño Sánchez, conde de Rosellón y de otras tierras, le nombró compromisario en la cuestión que ventilaba con el rey de Aragón sobre la pertenencia de varios territorios.

Lope II Díaz "Cabeza Brava" murió en 1236, heredando el Señorío de Vizcaya a su hijo Diego III López de Haro. Después de su defunción recibió sepultura en el monasterio de Santa María la Real de Nájera.

Sepultura Lope Haro Urraca Senores Vizcaya Monasterio Santa María Real Najera
SEPULCROS DE LOPE II DÍAZ Y URRACA ANFOSO

01/12/2021

Fases de la Guerra de la Independencia española


01. TRATADOS DE SAN ILDEFONSO

Los tratados de San Ildefonso de 1795, firmados por el favorito y primer ministro Manuel Godoy en nombre de Carlos IV y la Convención Francesa, así como el posterior de 1801 con el consulado de Napoleón Bonaparte, restablecieron la alianza tradicional que durante el siglo XVIII había regido las relaciones entre la corona de España y Francia.

De acuerdo con esta alianza, el ejército español intervino en Portugal mayo de 1801, cuando el Consulado decidió forzar la neutralidad portuguesa, declarada para no romper su tradicional alianza con la corona británica, provocando la efímera Guerra de las Naranjas. Desde 1803, España ayudó económicamente y puso a disposición su Armada para la guerra naval contra los británicos, que culminaría en octubre de 1805 en la Batalla de Trafalgar.

La gravedad de la derrota de la armada hispano-francesa en Trafalgar no tuvo las mismas repercusiones en España y Francia. Napoleón, proclamado ya en 1804 empereur des Français, hubo de renunciar entonces a la invasión inmediata por vía marítima de Gran Bretaña, pero pudo equilibrar su posición con los triunfos militares sucesivos en Austerlitz, el 2 de diciembre de 1805, y en Jena, el 14 de octubre de 1806, alcanzando acuerdos de paz con austriacos, rusos y prusianos. Sin embargo, en España, la destrucción de la Armada agravó la crisis económica al no permitir las comunicaciones con las colonias americanas, mientras aumentaba el recelo de la corte hacia la política de alianza.

El fracaso de las negociaciones con el gobierno británico del primer ministro Lord Grenville indujeron a Napoleón mediante el Decreto de Berlín del 21 de noviembre de 1806 a relanzar el enfrentamiento directo con los británicos mediante la práctica de la guerra económica total del Bloqueo Continental, que ya se venía aplicando de facto tras el aumento de las tasas aduaneras, el cierre de los puertos del norte de Francia y de las desembocaduras del Elba y el Weser en la primavera de 1806.

La política del Bloqueo orientó el interés de Napoleón hacia la península Ibérica y el Mediterráneo Occidental, aumentando la presión sobre la corte de Portugal, al que se le advirtió que se sumase al bloqueo comercio a los británicos desde sus puertos, y la confiscación de los bienes y emprisionamiento de los residentes en el país. Ante la inacción portuguesa, en agosto de 1807 Napoleón encargó a Jean-Andoche Junot la organización en Bayona del Cuerpo de Observación de la Gironda con una fuerza de unos 30.000 soldados, y retomando la fórmula de 1801 para forzar a aceptar el Bloqueo a los portugueses, reclamó el apoyo de la corte española que, con este fin, envió a través del marqués de Campo Alange un ultimátum al gobierno portugués el 12 de agosto de 1807.

A partir del 25 de septiembre de 1807, los portugueses ejecutaron la expulsión de los navíos ingleses pero, anteriormente notificados de que el gobierno británico no permitiría ningún acto hostil contra sus ciudadanos en Portugal, no se realizó ninguna acción en este sentido.

Napoleón, triunfante en Europa, fija su codiciosa mirada sobre España, obligando al rey español Carlos IV, para que sea su aliado en la conquista de Portugal. Este es el pretexto que utiliza el ambicioso Emperador para invadir la Península. A esta política de Carlos IV, instigado por su favorito Godoy, se opone su hijo, el príncipe de Asturias, Fernando VII.

GODOY COMO GENERAL, POR FRANCISCO DE GOYA


02. TRATADO DE FONTAINEBLEAU

El 18 de octubre de 1807, el ejército que lidera el general Junot atraviesa la frontera apoderándose de casi todo Portugal, huyendo al Brasil los soberanos portugueses. Y pocos días después, el 27 de octubre, el representante de Godoy firma el Tratado de Fontainebleau por el cual los ejércitos francés y español se disponen a conquistar Portugal para dividirla en tres partes, una de las cuales entregaría a Godoy, valido del rey Carlos IV, al que nombraría Príncipe de los Algarves, mientras que los nuevos reinos de Lusitania y Algarves pasarían a soberanía francesa. Además, las colonias portuguesas se repartirían entre Francia y España, y rey de España sería nombrado Emperador de las Américas. Como contrapartida, España permitiría el paso hacia Portugal de 28.000 soldados franceses y a participar en la invasión con una fuerza similar.

Lo que nunca supieron las autoridades españoles fueron los planes que con respecto al noreste de España tenían previstos realizar las francesas. El traslado de la frontera pirenaica hasta el río Ebro estaba dentro de los planes de Napoleón, los cuales nunca fueron esclarecidos ante Carlos IV. Las zonas implicadas serían las Provincias Vascas, casi toda Navarra, la mitad de Aragón y la mayor parte de Cataluña. Su intención era convertir estas regiones españolas en provincias o departamentos franceses, imponiendo el francés como único idioma oficial y apartando los autóctonos, sometiéndoles al más centralista sistema político emergente. Carlomagno, mil años antes intentó lo mismo, pero no ofrecieron nada a cambio.

Continúan entrando tropas francesas en España, hasta unos 100.00 hombres, al frente de los cuales pone Napoleón a su cuñado el general Murat. Mientras parte de los ejércitos invasores ocupan el norte, un tercer ejército atraviesa los Pirineos Orientales y entra en Cataluña. Godoy, inquieto ante las numerosas fuerzas invasoras, empieza a recelar de las intenciones de Napoleón, tratando infructuosamente de salvar la situación.

LA FAMILIA DE CARLOS IV, POR FRANCISCO DE GOYA


03. MOTÍN DE ARANJUEZ

Carlos IV y Godoy se trasladan al Real Sitio de Aranjuez ante la llegada de los franceses a Madrid. Un grupo de partidarios del príncipe Fernando, de nobles y de personal relacionado con la Corte ahora trasladada a este lugar se amotinan frente al Palacio Real contra el favorito del rey. La causa fue que notaron algo anormal: el constante movimiento de tropas extranjeras por el suelo español.

Carlos IV destituye a Godoy y abdica en su hijo Fernando el 19 de marzo de 1808. Cinco días más tarde, entra en Madrid el nuevo monarca Fernando VII, haciéndole los madrileños tal reconocimiento, que desde la Puerta de Atocha, por la calle de Alcalá, hasta el Palacio de Oriente, tardó seis horas.

Murat, que ha entrado con sus tropas en Madrid veinticuatro horas antes, no reconoce oficialmente al nuevo rey y convence a Carlos IV para que dirija una carta a Napoleón, negando la validez de su abdicación. Mientras tanto entretiene a Fernando VII, con la promesa que Napoleón en persona viene a verle.

MOTÍN DE ARANJUÉZ


04. ABDICACIONBES DE BAYONA

A finales de 1807, Napoleón decide que la débil monarquía de Carlos IV era ya de muy escasa utilidad y que sería mucho más conveniente para sus designios la creación de un estado satélite. Aprovechando los sucesos derivados del motín de Aranjuez y el hecho de que tropas francesas al mando de Murat habían ya ocupado el norte de España, amparándose en el Tratado de Fontainebleau, Napoleón fuerza la cesión de la corona española a su hermano, José Bonaparte, en las Abdicaciones de Bayona.

Murat convence a Fernando VII, para que salga hacia la frontera a recibir al Emperador y así, con engaños, llega hasta Bayona. Allí le proponen los franceses que renuncie al trono y, en vista de su negativa, esperan la llegada de Carlos IV, su esposa y el favorito de ambos, Godoy.

Fernando VII se da cuenta de la traición de los franceses al discutir con Carlos IV y devuelve la corona a su padre, el cual abdica en Napoleón.

ABDICACIONES DE BAYONA


05. DOS DE MAYO, EL DÍA DE LA CÓLERA

Mientras tanto la administración borbónica se encuentra descabezada y con órdenes de cooperar con los franceses. En Madrid, el ambiente es muy hostil hacia las fuerzas invasoras en una atmósfera cargada de inquietudes. Desde bien temprano del día 2 de Mayo se congregó la multitud ante el Palacio Real, en la Plaza de Oriente y al subir al coche el infantito Francisco de Paula para conducirlo a Francia, que iba llorando, alguien lanzó el histórico grito "¡que nos lo llevan!" y al momento, hombres y mujeres, rodean las carrozas tratando de impedir el viaje.

Las fuerzas del invasor disparan y la sangre de los primeros mártires de la Independencia española, abre una página gloriosa, grabada a sangre y fuego, en el libro de la Historia de España. El pueblo madrileño se lanza a la lucha contra el invasor, siendo dirigido por notables locales cuyos intereses se encuentran en peligro por las medidas revolucionarias que podría emprender el nuevo rey, con su reducido núcleo de afrancesados. De esta forma, se unen en una extraña amalgama los exhortos a la "nación soberana", como forma de deslegitimar el cambio dinástico, y la lucha por la independencia, con los temores de las clases pudientes a las clases populares en armas.

Con el levantamiento popular madrileño del Dos de Mayo de 1808, se pone de manifiesto la disociación entre la voluntad popular y el gobierno títere instaurado por Napoleón. Son la ausencia física del propio rey Fernando VII (a quien se le cree secuestrado), el resentimiento contra de la presencia militar francesa rechazada por el pueblo desde su inicio y la brutal represión del 3 de mayo, las gotas que colman el vaso y que producen la pérdida de legitimidad del poder central y la asunción de la representatividad y la voluntad popular por las Juntas regionales.

LA CARGA DE LOS MAMELUCOS, POR FRANCISCO DE GOYA


06. LUCHA EN LA PUERTA DEL SOL

Al ruido de los broncos cañones y de los dispersos tiros, se propaga como reguero de pólvora por todo Madrid, la noticia de lo sucedido en la Plaza de Oriente. Los grupos de hombres y mujeres corren despavoridos lanzando gritos contra el invasor francés: "¡A morir matando...!, ¡No más esclavos!". La soldadesca francesa los sigue ametrallando y caen más muertos y heridos ante los Caños del Peral.

Poco a poco se va rehaciendo el pueblo de su primer estupor y surgen navajas, tijeras y palos, blandidos con furia por hombres, mujeres y mozalbetes, en tanto que de ventanas y balcones cae una lluvia continua de ladrillos, piedras, muebles y calderadas de agua o aceite hirviendo.

En la Puerta del Sol, se refugian en el templo del Buen Suceso niños y ancianos, en tanto que las heroicas mujeres madrileñas y los hombres indomables, presentan la primera resistencia sería al invasor.

Aquí no mueren sólo los defensores españoles, caen también los orgullosos soldados de Napoleón, continuando la lucha durante muchas horas y aún toda la noche.

ENFRENTAMIENTOS EN LA PUERTA DEL SOL


07. DEFENSA DEL PARQUE DE ARTILLERÍA DE MONTELEÓN

Los soldados españoles permanecen confusos y pasivos, acuartelados, sin órdenes directas del rey. Sin embargo el capitán Luis Daóiz no se resigna a ver impasible como muere su pueblo; arenga a sus soldados y entonces se les une los capitanes de artillería Pedro Velarde y Rafael Goicoechea, y el teniente Jacinto Ruiz de Mendoza con treinta voluntarios más, al grito de "¡Viva Fernando VII!" "¡Viva España!".

Se refugian todos en el Parque de artillería, situado en el barrio de las Maravillas (hoy barrio de Malasaña). Con ellos se encierra los más valientes vecinos de la ciudad agrupados en dos bandos: manolos (habitantes de los barrios bajos: Rastro, Lavapiés, Puente y calle de Toledo, ...) y chisperos (vecinos de los barrios altos: Maravillas, Barquillo, San Antón, ...).

Entre todos la defensa del Parque de artillería de Monteleón; arrastran a brazo los cañones y solo tienen diez granadas. Avanza la columna francesa del general Lefranc y, cuando están a tiro, disparan los cañones a través de la puerta, para que el estrago sea mayor; aumenta el entusiasmo del pueblo y el enemigo se retira. Pero Murat manda refuerzos numerosos y aquel puñado de valientes muere luchando heroicamente.

DEFENSA DEL PARQUE DE ARTILLERÍA DE MONTELEÓN, POR JOAQUÍN SOROLLA


08. FUSILAMIENTOS DE LA MONCLOA

A pesar del heroísmo español, lleno de casos de sublime patriotismo que se desarrollan en esta gloriosa y luctuosa fecha, no le cuesta gran trabajo a Murat arrollar a la muchedumbre que invade ya calles y plazas. Las tropas francesas que tienen tomadas de antemano posiciones estratégicas, penetran por los diferentes extremos de la capital.

Mientras que la guardia imperial acuchilla a los grupos, se destacan por su crueldad los lanceros y mamelucos, que fuerzan las casas donde suponen les han hecho disparos, degollando a sus habitantes.

Murat publica un bando, ordenando el fusilamiento de todo español que sea encontrado con armas de cualquier clase, siendo así fusilados sin formación de causa, centenares de infelices inocentes, simplemente por llevar cortaplumas o tijeras; el Salón del Prado y los desmontes de la Moncloa se empapan con la sangre de los mártires de la Independencia.

El genial pintor aragonés Francisco de Goya, traslada al lienzo aquellos cuadros de horror para asombro de generaciones futuras.

LOS FUSILAMIENTOS DEL TRES DE MAYO, POR FRANCISCO DE GOYA


09. BANDO DE LOS ALCALDES DE MÓSTOLES

Tan ejemplar proclama dada contra el invasor en Madrid, pronto tiene resonancia hasta en el último rincón de España. A los viajeros que salen de Madrid, se les piden noticias sobre los antes olvidados negocios públicos, hasta en los villorrios y caseríos casi despoblados.

Se reúnen grupos para leer las cartas que llegan de la heroica villa y estrechándose unos a otros las manos, dan gritos de guerra que se extenderán por toda la nación.

En Móstoles, pueblo cercano a Madrid, su patriótico alcalde reúne a los vecinos y les arenga:
"¡La Patria está en peligro! ¡Madrid perece víctima de la perfidia francesa! ¡Españoles, acudid a salvarla!..."
Hombres y mujeres, rivalizando en entusiasmo, se arman con trabucos viejos, navajas y palos, disponiéndose a combatir al invasor al frente de su españolísimo los alcaldes Andrés Torrejón y Simón Hernández.

Y es que el pueblo hispano, siempre hidalgo, cortés y hospitalario, no ha consentido nunca que pise como invasor del suelo patrio la plantilla de ningún extranjero.

LA MUERTE DE DAOÍZ EN EL PARQUE DE ARTILLERÍA DE MONTELEÓN,
POR LEONARDO ALENZA Y NIETO


10. JOSÉ I BONAPARTE, REY DE ESPAÑA

Sucesos tan importantes se conocen pronto en Francia, y Napoleón convoca un simulacro de Cortes españolas en Bayona.

Reunidas el 15 de junio, redactan una Constitución y proclaman rey de España a José Bonaparte, a la sazón rey de Nápoles.

El rey José llega a Madrid el 20 de julio; poco después escribe a su hermano:
"No me asusta mi posición, pero es única en la historia; no tengo aquí un solo partidario."
En efecto, el pueblo español no deja de manifestar su odio.

Constantemente le llaman "Pepe Botella" y circulan dibujos caricaturescos y letrillas alusivas; es sabido que José Bonaparte no bebía. A España llegó animado de buenos propósitos y en contra de su voluntad. Dándose cuenta de la razón del pueblo español, escribe a Napoleón:
"Tengo por enemiga a una nación de doce millones de habitantes, bravos y exasperados hasta el extremo... Todo lo que se hizo aquí el 2 de mayo, es odioso....; No se ha tenido ninguna consideración para este pueblo.... No, señor: Estáis en un error, vuestra gloria se hundirá en España..."

CARICATURA A PEPE BOTELLA


11. ASTURIAS, CUNA DE INDEPENDENCIAS

El rey "Intruso" entra en Madrid el 21 de julio de 1808. Cuatro días después se hace la proclamación entre la indiferencia del pueblo.

El movimiento popular, iniciado por los sucesos del 2 de mayo y el manifiesto del Alcalde de Móstoles, se propaga a Extremadura y Andalucía, pero por coincidencia histórica cabe a Asturias, la gloria de iniciar articuladamente el movimiento.

En Oviedo se hace el levantamiento el día 9 de mayo, apoderándose el pueblo de la casa de armas donde hay 100.000 fusiles; los estudiantes de la Universidad son de los primeros en armarse; las tropas fraternizan con el pueblo; las autoridades se ponen a la cabeza del movimiento y declaran solemnemente la guerra a Napoleón.

El 24 de mayo se había constituido su primera Junta Nacional, denominándose después Junta Suprema de Gobierno para organizar el alzamiento. Se proclama soberana, contra un poder central en principio legítimo (Fernando VII había exigido al abandonar España obediencia a la autoridad de los franceses) y declara formalmente la guerra a Francia, conocida como Guerra de la Independencia española, guerra al francés o guerra peninsular. Se organiza un ejército y se envían a Londres dos comisionados para pedir el auxilio de Inglaterra.

Como respuesta, las autoridades envían al Principado un batallón del Regimiento de Hibernia y un escuadrón de carabineros reales desde Bilbao y Valladolid, respectivamente, para apaciguar la rebelión, aunque sin éxito ya que que aún son tropas españolas.

SOLDADOS IMPERIALES FRANCESES EN ASTURIAS


12. LA SUBLEVACIÓN DE LAS JUNTAS PROVINCIALES

El ejemplo de Oviedo fue seguido por Santander, Coruña, Cádiz y Sevilla con la mayoría de las ciudades no ocupadas por Francia. A la sublevación asturiana se irán sumando sucesivamente el resto de las Juntas: Cantabria el día 27, Galicia el 30, León el 1 de junio, etc. Significó un grave revés para los deseos de conquista pacífica y con pocos costes de Napoleón, puesto que aísla a los cuerpos expedicionarios de Portugal, Barcelona, Madrid o Vitoria.

Para evitar ser copados, Napoleón exige a sus generales que eliminen la resistencia, pero los resultados no son los esperados. La victoria de Bessiers en Medina de Rioseco no acaba con la rebelión de Zaragoza, que pronto contagia a Logroño.

En Cataluña, las tropas francesas son derrotadas dos veces en el Bruc, mientras que la sublevación de Gerona, liderada por Juan Clarós entre otros, corta las líneas de suministro con Francia.

En Oporto, las tropas españolas devuelven la autoridad a las instituciones portuguesas y prenden a sus hasta entonces aliados franceses.

SUBLEVACIÓN DE LA JUNTA ASTURIANA


13. CATALUÑA Y VASCONGADAS FIELES Y LEALES

El 19 de julio, la Junta Suprema de Cataluña afirma, en su proclama a los gerundenses:
"Ninguna clase, ningún estado puede eximir de tomar las armas y organizarse debidamente para repeler la agresión que sufren los derechos del Altar y del Trono, los intereses de la Nación española, su dignidad e independencia."
La Junta de Cataluña acuerda formar un ejército de 40.000 hombres, llamando a quinta a todo aquel que tenga entre 16 y 40 años de edad, y que se mantuvo hasta 1814, derrochando patriotismo en sucesos como la batalla del Bruc o el sitio de Gerona. Baste recordar, por ejemplo, que en la bandera de Igualada aparecía una flamante "Viva España".

No en vano, en la lucha contra los franceses destacarán catalanes como Josep Manso, Joan Clarés, Francesc Milans del Bosch o Manuel Llauder, quien después de participar en la defensa de Gerona, llegó a ser capitán general de Cataluña y ministro de la Guerra.

Entre el conjunto de esas proclamas, los vascos se muestran especialmente patriotas, ansiando la desaparición de localismos, en pro del único calificativo de españoles. La Proclama de los Vascongados a los demás españoles afirmaba:
"Españoles: Somos hermanos, un mismo espíritu nos anima a todos, arden nuestros corazones como los vuestros en deseo de venganza, y con dificultad contienen nuestra prudencia y patriotismo hasta mejor ocasión nuestros indómitos brazos, ya que quisieran derramar sobre el enemigo la muerte que nuestros generosos pechos saben arrostrar intrépidamente. 
Aragoneses, Valencianos, Andaluces, Gallegos, Leoneses, Castellanos, etc., todos nombres preciosos y de dulce recuerdo para España, olvidad por un momento estos mismo nombres de eterna memoria, y no os llaméis sino españoles..."
A pesar de que Napoleón intentó anexionar Cataluña, Aragón y Navarra a Francia ofreciéndoles una gran autonomía, fue en estas regiones donde con más encarnizamiento se luchó contra él.

Según Jaime Balmes:
"Ni en Cataluña, ni en Aragón, ni en Valencia, ni en Navarra, ni en las provincias Vascongadas se alzó el grito a favor de los antiguos fueros. Independencia, Patria, Religión, Rey, hé aquí los nombres que se vieron escritos en todos los manifiestos, en todas las proclamas, en todo linage de alocuciones; hé aquí los nombres que se invocaron en todas partes con admirable uniformidad. 
Cuando la monarquía había desaparecido, natural era que se presentasen las antiguas divisiones, si es que en realidad existían; pero nada de eso; jamás se mostró más vivo el sentimiento de nacionalidad, jamás se manifestó más clara la fraternal unidad de todas las provincias. Ni los catalanes vacilaban en acudir al socorro de Aragón, ni los aragoneses en ayudar a Cataluña, y unos y otros se tenían por felices si podían favorecer en algo a sus hermanos de Castilla (...) españoles, y nada más que españoles eran... " 

CARTEL DEL CONGRESO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN CATALUÑA


14. VICTORIA DE BAILÉN

Poco a poco, se van organizando las fuerzas españolas y en tierras de Andalucía, se cubren de gloria luchando contra el invasor.

El general francés Dupont sale de Toledo con sus fuerzas, dirigiéndose a Cádiz. Derrota a los españoles que se le oponen en el Puente de Alcolea y entra en Córdoba entregando esta ciudad al más horroroso saqueo y a las violencias más escandalosas.

Mientras tanto los españoles, bajo el mando supremo del general Castaños, resuelven atacar al enemigo. El general francés sale de Andújar al anochecer del 18 de julio, deseoso de ocultar sus movimientos y salvar el inmenso botín del saqueo de Córdoba y Jaén. Castaños le corta el paso y tiene lugar la célebre batalla de Bailén en que fueron abatidas las águilas napoleónicas por vez primera el 19 de julio de 1808.

Tres días después se firmó la capitulación de Bailén, entregando los franceses banderas y 20.000 prisioneros de guerra así como vasos sagrados, robados a su paso por Andalucía.

Cádiz también resiste al ataque inicial de los franceses, vencidos también en la batalla de la Barrosa, en Chiclana de la Frontera.

LA RENDICIÓN DE BAILÉN, POR JOSÉ CASADO DEL ALISAL


15. PRIMER SITIO DE ZARAGOZA

Con la gran derrota infligida a los franceses en Bailén, queda tan comprometida la situación de la Corte del rey José, que este decide marcharse de Madrid y retirarse con sus tropas hacia el Ebro, en espera de los refuerzos que le envía el Emperador.

Zaragoza ha sido sitiada por el general francés Lefebvre, que amenaza con pasar a cuchillo a todos sus habitantes si no se rinden; los valerosos aragoneses contestan negativamente y se aprestan a realizar la heroica defensa que los inmortalizará. Y cuando tras una pieza de la artillería española caen todos los hombres, surge la heroína famosa.

Es una mujer del pueblo, Agustina de Aragón, pues con este nombre pasó a la historia, la que prende valerosamente la mecha del cañón que contiene a los asaltantes.

Una jota bravía brota de los enardecidos pechos:
"La Virgen del Pilar dice
que no quiere ser francesa,
que quiere ser capitana
de la tropa aragonesa."

Y también la nobleza, representada por otra mujer heroica, la condesa de Bureta, se bate contra el invasor. La valerosa condesa, patriota infatigable y exaltada, se la ve muchas veces despreciar el fuego incesante, llevando provisiones y municiones a los combatientes y socorriendo a los heridos. Ante su casa, forma dos baterías en la calle y espera a los franceses, resuelta a combatirles hasta la muerte. Esta gallarda mujer, de altivo porte y esbelta figura, arenga al paisanaje, empuña las armas y cuanto más rugen los cañones enemigos, más se agiganta su figura.

En estas gloriosas jornadas, los baturros dan generosamente su sangre en defensa de la independencia patria y cuando no tienen piedras ni sacos terreros para taponar las brechas que en las murallas hace la metralla enemiga, cierran con cadáveres de sus propios hermanos caídos.

Ante las amenazas de capitulación, contesta el general Palafox "¡Guerra a cuchillo!". Y el 31 de agosto los franceses levantan el sitio de Zaragoza, que les costó más de 3.000 bajas.

AGUSTINA DE ARAGÓN, POR AUGUSTO FERRER-DALMAU


16. LA JUNTA SUPREMA CENTRAL EN ARANJUEZ

José Bonaparte marcha de la capital de España, a consecuencia de la batalla de Bailén y de las sucesivas derrotas de los franceses.

Las Juntas Provinciales acuerdan entonces constituir una Junta Suprema Central gubernativa del reino, constituida por dos diputados de cada provincia. Al frente de ella ponen al anciano y respetable conde de Floridablanca, instalándose en el real sitio de Aranjuez; se celebra la primera reunión el 25 de septiembre de 1808.

También en Madrid se celebra en 1º de octubre, un consejo de generales, dividiendo en cuatro los ejércitos españoles: uno en Vascongadas y norte de Castilla, a las órdenes de Blake; otro en Cataluña, mandado por Juan Manuel Vives; un tercero para el Centro, dirigido por Castaños y el cuarto para Aragón, al mando de Palafox.

Mientras Fernando VII permanece en cautiverio, acuerdan que el poder de la asamblea es soberano, procediendo la nueva Junta a ordenar la vida económica y militar del país.

ALZAMIENTO DE VALDEPEÑAS


17. NAPOLEÓN BONAPARTE ENTRA EN ESPAÑA

Viendo los hechos adversos para el ejército francés en la península Ibérica, Napoleón en persona decide ponerse al frente de sus más aguerridas tropas y el 8 de noviembre entra en España con 250.000 hombres, vencedores en las principales ciudades europeas, la Grande Armée. Se trata de un ejército veterano, acostumbrado a los movimientos rápidos y a vivir sobre el terreno, que arrolla rápidamente la resistencia española y a los ejércitos ingleses desembarcados en la península, comandados por el general John Moore.

Avanza desde la línea del Ebro y en una rápida campaña de tres semanas, el ejército francés derrota a las fuerzas españolas tan ligeramente formadas en Espinosa, Burgos y Tudela, avanzando camino de la capital de España.

El 20 de noviembre de 1808 se produce la batalla de Espinosa de los Monteros y el 30 la batalla de Somosierra, y aunque las tropas españolas, bien situadas, causan muchas bajas al enemigo, éste, superior en número y más organizado militarmente, pasa por la sierra del Guadarrama.

LA BATALLA DE SOMOSIERRA, POR LOUIS-FRANÇOIS LEJEUNE


18. EL EMPERADOR EN MADRID

Sin perder tiempo, Napoleón dirige el ataque contra la capital de España con gran lujo de precauciones. La villa matritense no está fortificada y su guarnición se reduce a unos 500 soldados. Las huestes napoleónicas toman con facilidad el parque del Retiro y poco después, el día 4 de diciembre, capitula Madrid.

Como si fuese rey de España, Napoleón expide decretos desde Chamartín, creando con esto a José Bonaparte, que está en el palacio de El Pardo, una situación desairada.

El 20 de diciembre entran en Madrid con gran pompa, el Emperador y su hermano José. A las pocas horas, ya instalado el rey José en el Palacio Real, sale Napoleón de la capital, convencido de tener una España esclavizada y vencida.

Después de la entrada del emperador en Madrid, tras las tremendas derrotas de Uclés el 13 de enero de 1809 y de Ocaña en noviembre de 1809, la Junta Central, al cargo del gobierno de la España no ocupada, abandona la Meseta para refugiarse, primero en Sevilla, y luego en Cádiz, la cual resiste a un largo y brutal asedio. Desde ahí, la Junta Central asiste indefensa a la capitulación de Andalucía.

A pesar de ello, aún tiene Napoleón que batir fuerzas a los ingleses que hay en la península, cortándole por poco el paso a Francia.

Napoleón se disponía a partir en persecución del cuerpo expedicionario británico de Moore, cuando tuvo que salir hacia Francia con urgencia porque el Imperio Austríaco le había declarado la guerra el 6 de enero de 1809. Bonaparte se ha visto obligado a salir tan precipitadamente por la actitud de Austria, que según noticias recibidas, hacen necesaria su presencia en París.

Dejó la misión de rematar la guerra en el noroeste en manos del mariscal Soult, que ocupó Galicia tras la batalla de Elviña y luego giró al sur para atacar Portugal desde el norte, dejando el cuerpo del Ney en su retaguardia con la misión de colaborar en la ocupación de Asturias.

Sin embargo, la resistencia popular, apoyada por los suministros de armas de la flota inglesa, hizo imposible la pacificación de Galicia, que tuvo que ser evacuada tras la derrota de Ney en batalla de Puentesampayo, en junio de 1809. Galicia y Valencia permanecieron libres de tropas francesas, aunque Valencia terminó capitulando en enero de 1812.

NAPOLEÓN EN MADRID


19. SEGUNDO SITIO DE ZARAGOZA

Más de 36.000 hombres con sesenta cañones, bajo el mando de los mariscales franceses Moncey y Morlier atacan nuevamente a Zaragoza, defendida por los bravos aragoneses a las órdenes de Palafox.

Después de un mes de infructuosos ataques, el general Lannes organiza el ataque y después de haberse apoderado del Monte Torrero, el día 1º de febrero de 1809 penetran los franceses en la ciudad, luchando durante tres semanas calle por calle y casa por casa, se ataca al enemigo desde tejados y ventanas.

Se producen innumerables casos de heroísmo, pero el hacinamiento de los defensores y la escasez de víveres, producen el hambre y la peste.

La hermosa ciudad, que contaba al empezar el sitio con más de 55.000 habitantes, ya sólo tiene 18.000 y de éstos, 14.000 enfermos.

Ya sólo quedan 4.000 combatientes. El mismo Palafox, está enfermo; humanamente ya no hay posibilidad de resistencia y el 20 de febrero capitulan. Cuando entran los franceses, aquello no es una ciudad, ¡es un vasto cementerio!

ASALTO DE LAS TROPAS FRANCESAS AL MONASTERIO DE SANTA ENGRACIA,
POR LOUIS-FRANÇOIS LEJEUNE


20. SITIO DE GERONA

Había pasado un año desde la fecha gloriosa del 2 de mayo de 1808 y aún no está abatido el león hispano. A Gerona, ciudad sitiada por dos veces inútilmente, trata de asaltarla por tercera vez el general Saint-Cyr, con 30.000 hombres y gran lujo de artillería. Cuentan los sitiados para su defensa con la protección de San Narciso, patrón muy venerado de la ciudad, con la fidelidad a su general Álvarez de Castro y con quince mil corazones de bravos españoles dispuestos a la lucha.

A ninguna intimidación quiere escuchar. Una granada abate la bandera que tremola en lo alto, pero un valiente apellidado Montoro la enarbola de nuevo, entre una lluvia de balas. Todo el verano atacan los franceses sin conseguir entrar.

Es asombrosa la entereza y sangre fría del general Álvarez de Castro y de los gerundenses; pero el hambre unido también a la epidemia, va diezmando a los héroes.

Más de 20.000 hombres perdieron los franceses, hasta ocupar la plaza el 10 de diciembre de 1809. Álvarez de Castro fue apresado y hay indicios de muerte violenta.

LA DEFENSA DE GERONA, POR CLAUDIO CASTELUCHO DIANA


21. LOS INGLESES EN ESPAÑA

Inglaterra ayuda a España en esta guerra de invasión. Desde Portugal entra en nuestro país un ejército bajo el mando del general inglés John Moore con intención de llegar a Madrid, pero en continua lucha con los soldados de Napoleón, es obligado a replegarse hasta La Coruña, donde después de encarnizada batalla, consigue Moore reembarcar a las fuerzas británicas para su patria, pereciendo Moore en esta empresa en enero de 1809.

Nuevamente se internan los ingleses en Portugal a las órdenes del general Wellington, al comenzar el año 1810, consiguiendo tomar la línea del Tajo.

En tierras portuguesas luchan los ingleses contra los soldados de Bonaparte, a los que manda el general Massena, siendo Coimbra y Torres-Vedras escenario de estas batallas, en septiembre de 1810.

Lord Wellington que reúne 130.000 hombres, entre su ejército y las milicias españolas y portuguesas, persigue al general Massena que se ve obligado a retirarse de Portugal hasta las Fuentes de Oñoro, donde nuevamente se abaten las águilas napoleónicas.

EJÉRCITO INGLÉS DE WELLINGTON EN ESPAÑA


22. LA GUERRA DE GUERRILLAS

Los franceses encuentran la resistencia de las fuerzas regulares y las tropas inglesas, pero además hay un factor primordial en la historia de la guerra de la Independencia: los guerrilleros.

Los guerrilleros pertenecen a diversas clases sociales y se agrupan por partidas al mando del más experto y audaz. Resucitan el ataque por sorpresa que ya fue empleado en otras épocas por el indómito pueblo español, favorecidos por el abrupto y quebrado terreno peninsular; acechan los movimientos del ejército enemigo, atacan avanzadas, asaltan convoyes y correos y tras causar pérdidas a los franceses, desaparecen por el desigual terreno que conocen mejor que los invasores, a los que desesperan y traen constantemente en jaque.

Así se inmortalizaron en Navarra, Javier Mina y su sobrino Francisco Espoz y Mina; en las montañas de Burgos, el cura Jerónimo Merino; en Salamanca, Julián Sánchez El Charro; en La Mancha, el médico Juan Palarea; en Cataluña, el barón de Eroles, Francisco Miláns del Bosch y tantos otros que supusieron enaltecer a la patria.

LA COMPAÑÍA DE SANTA BÁRBARA, POR RAMÓN MARTÍ I ALSINA


23. LOS GUERRILLEROS

Fueron los guerrilleros tal pesadilla para los invasores, que el general francés Soult expidió en Andalucía este decreto:
"No hay ningún ejército español fuera del de S.M. católica Don José Bonaparte. Así que todas las partidas que existan en las provincias, cualquiera que sea su número y cualesquiera que sean sus comandantes, serán tratadas como reuniones de bandidos y los individuos de ellas cogidos con las armas en la mano, serán fusilados y sus cadáveres expuestos en los caminos públicos."
Los guerrilleros hostigan cada vez más a los franceses.

Entre los más destacados guerrilleros está el navarro Francisco Espoz y Mina, que tiene 30 años y combate al lado su tío Javier; en cuarenta y tres acciones de guerra vence a los más famosos generales franceses.

Al frente de su partida, toma varias plazas, imponiendo una contribución de 100 onzas de oro mensuales a la aduana francesa de Irún. Cuando muere en 1836, su viuda recibe el título de Condesa y el nombre del general Espoz y Mina se inscribe en el Congreso de los Diputados, entre otros héroes de la libertad.

Un guerrillero aventaja a todos en fama: Juan Martín Díaz, conocido por el sobrenombre de "el Empecinado". Nacido en Castrillo de Duero (Valladolid), tenía 33 años al estallar la guerra. Antes luchó contra Francia en el Rosellón. Su fortaleza física, hermana con su corazón generoso y amor a la libertad. Empezó formando una guerrilla de media docena de convecinos equipados y armados por él mismo. Con ellos interceptaba correos, combatía y hacía prisioneros.

Sorteando mil peligros, llevó unos pliegos importantísimos al general inglés Moore. Recibió mil duros de recompensa por este servicio, los que dedicó a comprar caballos y monturas para aumentar su guerrilla. Con ella se convirtió en el adversario más temible de los franceses.

Por sus muchas hazañas, fue nombrado general por la Regencia. Más tarde fue perseguido por pedir a Fernando VII que restableciera la Constitución. Cuando en 1825 le conducían al cadalso, rompió sus ligaduras, muriendo en lucha contra sus verdugos.

ENFRENTAMIENTOS ENTRE GUERRILLEROS ESPAÑOLES Y SOLDADOS FRANCESES


24. RESISTENCIA GADITANA

Durante el año 1810 nuevas desgracias amenazan a España. Napoleón, después de vencer a los austríacos, envía más refuerzos a sus ejércitos de la península. Con estos refuerzos, el rey José manda al general Soult hacia Andalucía. Con poca resistencia toman Sierra Morena, entran en Sevilla y sitian a Cádiz. A la población gaditana se le unen las fuerzas españolas de Extremadura y 5.000 hombres, entre ingleses y portugueses que envía el gobernador de Gibraltar. Los gaditanos forman una milicia de 8.000 voluntarios. Cádiz es protegida desde el mar, por las escuadras inglesa y española.

El día 6 de marzo, un gran temporal causa a los españoles la pérdida de varios navíos, uno de ellos inglés. Los franceses disparan contra los náufragos arrojados a la costa y les incendian los buques. A sus peticiones de rendición, las valerosas mujeres cantan:

"Con las bombas que tiran los fanfarrones
se hacen las gaditanas tirabuzones"

JURAMENTO DE LAS CORTES DE CÁDIZ EN LA IGLESIA DE SAN FERNANDO,
POR JOSÉ CASADO DEL ALISAL


25. CONSEJO DE REGENCIA EN CÁDIZ

Resuelve la Junta Central trasladarse a la isla de León. Se nombra un Consejo de Regencia constituido por el obispo de Orense Pedro de Quevedo y Quijano, el consejero de Estado Francisco de Saavedra, el general Castaños, el marino Antonio Escaño y el mejicano Miguel de Mendizábal.

Toda España, desde los Pirineos hasta Cádiz, se halla nominalmente en manos del rey José, pero el pueblo se resiste y la guerra toma aspecto feroz.

Napoleón sólo concede beligerancia a los soldados de profesión y en vez de respetar el sentimiento patriótico de la nación que lucha por su independencia, trata a las tropas irregulares con bárbara crueldad y las mujeres son ultrajadas.

A los motivos personales, se une un sentimiento religioso, por haberse apoderado el emperador de los Estados Pontificios y haberse llevado prisionero a Francia al papa Pío VII. Por estas causas, las guerrillas aumentan y el rey José, acaba siendo sólo dueño de las plazas ocupadas por tropas francesas.

TEATRO DE SESIONES DE LAS CÓRTES DE CÁDIZ


26. PROCLAMACIÓN DE LAS CORTES DE CÁDIZ

Grande es la alegría del pueblo al saber que en Cádiz se han proclamado las Cortes generales extraordinarias el 24 de septiembre de 1810. Los diputados se reúnen este memorable día, en el Salón del Ayuntamiento de la Isla de León. Antes de iniciar la asamblea, se dirigen presididos por los regentes, a la Iglesia Mayor, donde oyen la misa del Espíritu Santo.

Los diputados prestan su juramento solemne con calma majestuosa:

-"¿Juráis- se les pregunta- defender la religión católica, apostólica y romana, la integridad del territorio nacional, el trono de Fernando VII y el desempeño fiel de vuestro cometido?.

- ¡Sí juramos!- responden con nutrida voz.

- Dios os lo premie si así lo hiciereis y si no os lo demande."

Así nace la aurora de la moderna libertad española, en medio de una guerra contra un país extranjero, estando las Cortes rodeadas de baterías enemigas que no cesan de hostigarlas.

LA PROMULGACIÓN DE LA CONSTITUCIÓN DE 1812, POR SALVADOR VINIEGRA


27. LA GUERRA EN 1811

En calamitosos días abren sus sesiones los representantes del país y hasta el 20 de febrero de 1811 no se trasladan a Cádiz. Los franceses bombardean la plaza sin cesar.

El general Castaños, ayudado por los ingleses, vence a las huestes de Napoleón en Extremadura. Este triunfo, unido a la ocupación por sorpresa del castillo de Figueras, levanta las caídas esperanzas.

Es muy brillante la defensa hecha por los españoles de la ciudad de Tarragona, en mayo de 1811. Bombardeada intensamente por el enemigo, los sitiados contestan con nutrido cañoneo y ametrallan a los asaltantes.

Los buques ingleses aumentan el horror de las sangrientas jornadas, descargando contra los franceses, terribles andanadas.

Muchos de los que bizarramente pelean, se ven acometidos por la espalda y mueren. Más de 4.000 habitantes perecen en la tenaz resistencia de Tarragona, siendo la Catedral el último reducto y el 28 de junio la ciudad cae en poder francés.

BATALLA DE SALAMANCA


28. LA GUERRA EN 1812

La guerra en España tuvo importantes repercusiones en el esfuerzo de guerra de Napoleón. Un aparente paseo militar se había transformado en un atolladero que absorbía unos contingentes elevados, preciosos para su campaña contra Rusia. La situación era, en cualquier caso, tan inestable que cualquier retirada de tropas podía conducir al desastre. Mientras tanto, los guerrilleros viendo que las operaciones de los ejércitos tenían poca fortuna, mientras que las partidas combatían con buen éxito, intensificaron sus acciones de guerra por sorpresa.

En enero y febrero de 1812, capitularon Valencia, Peñíscola y Denia, mientras que Tarifa resistía y Wellington tomaba Ciudad Rodrigo.

Las Cortes promulgan en Cádiz la primera Constitución que fue aclamada con entusiasmo por el pueblo el 19 de marzo. Se convocaba a la nación a elecciones para Cortes ordinarias en el año de 1813.

En julio de 1812, Wellington al frente de un ejército anglo-portugués y operando desde Portugal, consiguió tomar Badajoz y la victoria en la batalla de Ciudad Rodrigo. También derrotó completamente a los franceses en la batalla de los Arapiles, cerca de Salamanca, expulsándoles del Oeste y amenazando Madrid; en esta batalla capturó a 7.000 prisioneros y haciendo otros tantos muertos y heridos, entre ellos tres generales.

El día 12 de agosto llegaba victorioso el general inglés hasta Madrid, obligando a evacuarlo precipitadamente al rey José que se retiró a Valencia.

BATALLA DE LOS ARAPILES


29. DERROTA FRANCESA EN VITORIA

Wellington es nombrado por las Cortes "general en jefe de las fuerzas españolas" y se le concede el título de duque de Ciudad Rodrigo.

Las fuerzas del rey José que salieron de Madrid, se unen a las del general Soult, comprometiendo la situación de Wellington. Este general marcha a Portugal para rehacer su ejército, circunstancia que aprovecha el Rey José para entrar nuevamente en Madrid el 2 de noviembre de 1812.

Napoleón no puede enviar refuerzos debido a la desastrosa campaña que sus diezmadas tropas luchan en Rusia.

Las tropas anglo-españolas obliga al rey José a retirarse de Valladolid en marzo de 1813, y sucesivamente a Burgos, Miranda de Ebro y Vitoria en junio.

Perseguido de cerca el rey "intruso" tiene que aceptar la batalla de Vitoria el 21 de junio de 1813, siendo derrotado y obligando al rey a cruzar la frontera precipitadamente. Cae en poder de los españoles el equipaje del rey, sus papeles íntimos y un inmenso botín, procedentes del saqueo francés.

BATALLA DE VITORIA


30. LOS FRANCESES SE RETIRAN DE ESPAÑA

El general español Freire derrota a los franceses en la batalla de San Marcial el 31 de agosto; el mismo día toman San Sebastián los anglo-portugueses. Wellington toma Pamplona el 31 de octubre de 1813 y penetra después en territorio francés.

Napoleón trata entonces con Fernando VII, su prisionero de Valencey, para devolverle el trono de España, firmando un vergonzoso tratado de paz, que las Cortes ordinarias reunidas en Madrid a principios de 1814, rechazan el acuerdo firmado, por medio de decreto y manifiesto con fecha 2 de febrero. La firma del tratado de Valençay por el que se restituía en el trono a Fernando VII, el deseado, como monarca absoluto, fue el comienzo de un tiempo de desilusiones para todos aquellos que, como los diputados reunidos en las Cortes de Cádiz, habían creído que la lucha contra los franceses era el comienzo de la revolución española y también el inicio de la Guerra de Independencia Hispanoamericana.

El 6 de febrero abdica Napoleón en Fontainebleau. Se pacta la suspensión de hostilidades entre Wellington y los franceses Soult y Suchet, en los días 18 y 19 de abril de 1814, obligándose a devolver a España todas las plazas ocupadas.

España acabó siendo la perdición de Napoleón. El propio Napoleón Bonaparte lo reconoce:
"Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses… esta maldita guerra me ha perdido."
LA BATALLA DE SAN MARCIAL, POR AUGUSTO FERRER-DALMAU