Teniente de navío de la Real Armada participante en la batalla de Trafalgar y en diversas expediciones militares y científicas del siglo XVIII
FRANCISCO JOSÉ DE URIARTE |
Francisco José de Uriarte y Borja nació en el Puerto de Santa María, Cádiz, en 1753. Era descendiente directo de una señera familia vizcaína, natural de Elorrio, asentada en Cádiz durante el siglo XVIII. Su padre era Miguel de Uriarte y Herrera, caballero de la Orden de Santiago en 1767, y su abuelo era hijo de Juan de Uriarte, natural de Elorrio. Su madre Marí de Borja y Lastrero, era descendiente de la casa de Borja, duques de Gandía.
Después de su regreso fue destinado a la Escuadra del Mediterráneo en 1793, de nuevo bajo la autoridad de Lángara, con objeto de enfrentarse a las tropas de la República Francesa durante la Primera Coalición. Allí trabaría amistad con el propio Hidalgo de Cisneros. Posteriormente se le asignó a diversas comisiones de servicio para traer caudales desde el Río de la Plata.
Esta es la narración de las acciones realizadas por el Santísima
Trinidad durante las cinco horas que duró su asedio, según el informe Historia
de los principales acontecimientos marítimos de la Guerra contra la Gran
Bretaña declarada el 12 de diciembre de 1804, que guarda el Archivo del
Museo Naval de Madrid:
"El Navío Trinidad, conociendo la intención del
enemigo que se dirigía a cortar la Línea tres Navíos de tres puentes, por entre
su popa y proa del Bucentaure, maniobró para evitarlo. Al fin lo
verificó el Victory por la popa del Neptune francés, y
colocándosele al Trinidad por la aleta de estribor, y los otros dos que
lo seguían por costado de babor fue puesto el Trinidad entre dos fuegos.
En esta disposición emprendió el combate de lo más sangriento y vigoroso desde
las 12 del día [exactamente 12 y veinte]. A las 3 de la tarde se hallaba con
tantas averías que trató salir de Línea para separarse algún tanto, y evitar se
le echara encima el Bucentaure, ya desarbolado; pero no pudiéndolo
conseguir siguió batiéndose con obstinación. A las 3 y media se encontraba el
Navío sin gobierno, desarbolado de todos sus palos, inutilizada mucha parte de
su artillería y la restante sin poder hacer fuego por tener los costados
embarazados con los destrozos de su arboladura y velamen, cubiertas sus
baterías de cadáveres y heridos, y con muchas averías. Sin embargo, siguió sin
rendirse hasta las 4 de la tarde, que no siéndole absolutamente posible
aguantar más la acción, arrió su bandera por evitar la total mortandad de la
gente que sin poder hacer fuego lo estaba sufriendo (pensamos que este dato es
inexacto en la fuente que utilizamos, pues por otras fuentes consultadas,
españolas, inglesas y francesas, se nos indica que la rendición se produjo
aproximadamente pasadas las 4, acercándose más bien a las 4 y cuarto de la
tarde)."
La
destrucción de la escuadra combinada franco-española en Trafalgar trajo consigo
la destrucción de valiosos recursos humanos y técnicos y el colapso del tráfico
marítimo con los virreinatos hispanoamericanos. En última instancia, Trafalgar supuso el inicio del declive de España
como potencia marítima.
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