Guipúzcoa es una entidad física y económica, descrita por Esteban de Garibay en su Compendio historial, en el cual trató pueblo por pueblo según sus actividades productivas. Del Urola escribió:
"El rio Urola cuya denominación en lengua de la mesma tierra de la propiedad y efecto suyo, tiene el nombre, significando agua de herrenas, de la mucha abundancia que d´ellas ay en su ribera."Refiriéndose al antiguo nombre de Olearso:
"A este valle como llaman Olearso, si le dixieran Olearso, que quiere decir muchas herrenas, fuera el nombre correspondiente a la cosa, por el grande número, que en este valle y su comarca, ay de herrenas de hierro."
PUEBLO DE FERRONES, EN EL MUSEO DE SAN TELMO, POR SERT |
El hierro aparece por todas partes. En su descripción general trazó un cuadro minucioso de la producción siderúrgica de Guipúzcoa:
"Abunda esta tierra de muchas herrenas de hierro, cosa tan necesaria a la vida humana, d'el qual no solo se lleva a Castilla y Andaluzia, y a los reynos, assi de Portugal, como d'el resto de d'España toda, pero a Francia, Ynglaterra, Flandes, Ytalia, Sicilia, y otras provincias de la Europa, y también a Africa, y aun a las Indias Orientales de Asia, y a otras provincias, donde los Portugueses tienen su comercio y navegación y también al nuevo mundo, llamado comúnmente Indias Orientales.
También se labra hazerro, pero en sola la villa de Mondragon, siendo el mas fuerte, que se sabe hacer en parte alguna, en tanto grado, que aunque de espada, o otra cualquiera arma, labrada d'este metal, se tornen a hacer cinco y seis cosas, en cada una tornando al fuego, nunca pierde su rigor y fortaleza, lo que el hazero de Milan y otros hazeros no hanian; porque tornando segunda vez en el fuego, se convierten en hierro, perdiendo la fortaleza que como hazero devrian tener. A esta causa los herreros de Castilla quieren mas el hazero de Milan, porque con ser tan blando, que casi es hierro, gastan menos carbon, tiempo y trabajo, y como después lo hecho es hecho, no tiene cuenta con mas, de que una vez se venda la cosa y allá se avengan el dueño, y lo que lleva. D'este hazero se gasta en Navarra, y mucho mas en Francia, y poco en Castilla. Abunda esta tierra de diversos géneros de armas, assi offensivas, como defensivas, que en ella se labran, especialmente arcabuzes, moxquetes versos, y otros instrumentos de fuego, que mas que en otra parte se labran en Mondragon y Vergara, y mucho mas en Plazencia. Armas de bastas, con sus hierros, picas, lanças, medias lanças, dardos y dardes, azcones, y en Portugal chuças, y otras armas y herramientas sotiles de cuchillos y cosas a ello adherentes en Tolosa y Vergara…
Labrase en esta tierra mucho herraje y toda suerte de clavazón, de mucho hierro sotil, y tantas suertes d'ello, que seria largo de contarlas, y labrase en Mondragon muchas inques, bigornias, porras, maços y donde quiera, achas, açadones, arados y otros instrumentos de hierro, que seria no acabar, querer especificar todas las cosas. Las quales llevan los mercaderes por mar y tierra a diversos reynos y provincias, siendo tan necesarias, que sin ellos aun las tierras no fructificarían, por falta instrumentos con que la abrir, ny las gentes podrían fabricar, ni vivir con descanso alguno."
Garibay vivió el ambiente industrial de su villa natal, pero al mismo tiempo se dejó influir por creencias mitológicas sobre la etnografía de los vascos y el patriarca Tubal, llamando a esta economía como la ferrería mondragonesa de "Babilonia". Destacó aquella pequeña peña de forma bella y majestuosa que domina todo el ámbito del territorio, que bien pudo referirse a la torre de Babel:
"Esta notable y grande peña, que del nombre de una pequeña población, llamada Udalacha, que quiere decir peña de Udala, es una de las cosas más altas, que ay en todos los reynos de E'españa, y hermosa y fructífera, especialmente de metales, y tiene conjuncta otra muy alta peña, llamada Amboto, que las dos parecen hermanas, que nacieron para ser la una a la otra, y cerca del monte Gordeya están ambas, pero esta les excede en su fertilidad y grande abundancia de metales de hierro y hacero, el qual se labra del metal de d'esta peña, siendo el mas rezio de la Europa…"
ESCUDO FORAL DE GUIPÚZCOA |
Al margen de la historiografía mitológica de este apologista, cierto fue que otros historiadores repitieron la existencia de este único enclave minero de acero en Guipúzcoa, situado "en la montaña de Udalacha de Mondragón".
En el siglo XVIII, Bowles ofreció noticias acerca de la producción industrial de Mondragón:
"A una legua de Mondragón hay una mina de hierro barnizado, o como llaman los mineros, helado, que está en una greda roxa, y produce acero natural, cuya circunstancia es muy singular, por no haber otro semejante en el Reyno, según aseguran. Se conserva la tradición de que el hierro de esta mina se fabricaron las espadas famosas por su temple, que la Infanta Doña Catalina hija de los Reyes Católicos, regaló a su marido Henrique VIII, Rey de Inglaterra, de las quales aun hoy se hallan esparcidas algunas en Escocia, donde los naturales las estiman infinito, y las llaman André Ferrara. Las célebres espadas de Toledo, las del perrillo de Zaragoza, muy estimadas todavía, y las que se hacían en otras ciudades, que se dice que eran de hierro de esta mina, la qual da quarenta por ciento de metal: pero es algo duro de fundir. A poca diligencia se puede sacar de ella muy buen acero, porque tiene es si, como otras muchas minas, la disposición de tomar fácilmente de carbón de la fragua al flogisto necesario para hacer excelentes sables; pero sin la cementación no creo que baste para hacer buenas limas, y navajas de afeytar.
Las célebres espadas que he referido eran comúnmente, o largas para el trage de golilla, o anchas que llamaban de arzón, para montar a caballo; y se puede presumir, que como a principios de este siglo se abandonó de repente dicho trage, empezaron a venir de fuera espadines guarnecidos, como los que se llevaban con el trage que se empezó a usar, de que provino la decadencia de las fabricas, y al fin su total ruina perdiéndose al mismo tiempo la práctica del temple. Sobre el modo con que los hacían, hay variedad de opiniones. Dicen algunos que solo se templaban durante el invierno; y que quando sacaban la hoja de la fragua por la ultima vez, la cibraban con mucha velocidad en el ayre por tres veces en un día muy frio. Otros dice, que ponían a caldear las hojas hasta que tomasen el color que los artistas llaman cereza, y que en aquel punto las ponían por dos instantes en una tina honda llena de aceite o de grasa, las pasaban inmediatamente a otra de agua tibia durante el mismo tiempo, y luego las dexaban enfriar en la fría, haciendo todo esto en los mas riguroso del invierno. Hay, por fin, quien dice que aquellas hojas se hacían de este acero natural de Mondragon, poniendo una lista de hierro común en el medio para que fuesen mas flexibles, y que después las templaban a lo ordinario, pero en invierno. Estas son las opiniones que corren sobre las espadas del hierro de Mondragon, las quales a la verdad son excelentes."
Este texto quiere decir que la industria espadera en la Edad Moderna era muy productiva. Las relaciones de Mondragón con Toledo y la de esta ciudad armera con Éibar, explican que en la lista de marcas de espaderos toledanos aparezcan bastantes nombres vascos como los Aguirre, Arechiaga, Lagaratea, Leizalde, Lezama, Orozco, etc.
De todas formas, eran las ferrerías comunes las que daban mayor vida al término, como a otros muchos de Guipúzcoa y Vizcaya. Pronto se estableció una asociación entre la naturaleza del hierro, la del país que lo producía y la de las personas que nacían en el país y trabajaban el mineral. El gran dramaturgo Tirso de Molina aludió a esta en un famoso pasaje de la primera escena de La prudencia en la mujer, en que el señor de Vizcaya, Diego López de Haro, terminaba diciendo:
"El hierro es vizcaíno, que os encargo. Corto en palabras, pero en obras largo."
De esta época llegaron otras tantas exageraciones, incluso reiterando a la famosa peña por su acero.
Lope Martínez de Isasti enumeró hasta 80 ferrerías grandes en Guipúzcoa, y se refirió a 37 martinetes más pequeños, todos de agua, más 2 ferrerías grandes, en reparación, y 2 ingenios para labrar acero "con que se hacen espadas y alfanjes"; y en Mondragón, se instalaron 3 ferrerías grandes (las de Legarra, Guesalibar y la Magdalena) y 3 martinetes (Guesalibar, Uribar y Arrazas) de particulares.
En la época de Esteban de Garibay, e incluso antes, las ferrerías mondragonesas eran objeto de tratos y especulaciones a las que se refiere en sus memorias. Pero, como el mismo Martínez de Isasti indicó, Garibay en su Compendio historial consideró que las ferrerías de altura habían sido las más antiguas y por ellas llegó a establecerse la conexión con la forja de Tubal, el de la descendencia de Caín, no el primer "poblador de España". Así, la idea de la existencia de una técnica antigua giró sobre la conciencia de casi todos los primeros historiadores "lingüistas" vascongados, fundiéndose sobre un elemento antiguo del paisaje una especulación histórico-etnográfica.
También Baltasar de Echave, seguidor de Garibay, desarrolló esta idea mitológica de la bajada de los ferrones de las alturas montañosas a los cauces fluviales:
"Las espadas que usaban en aquel tiempo los nuestros, eran pocas y ruynes, a causa de no averse hallado hasta entonces, el modo de labrar el hierro con la particularidad que algunos años después se dieron. Como se puede notar de tantos sitios, y lugares que en mi lenguage nombramos en estas Provincias con Oleo. Que es herreria, como Olaçaval, Olaverria, Çuazola, Gaviola, Mendiola, Egurrola, Balçola, y Loiola con otros infinitos que sería cansancio referirlos, todos los mas de los quales fueron casas de fundición, donde a mano se labrava el hierro, y no con la curiosidad y fuerça del agua, con que en nuestro siglo se usa con tantas ventajas, y provecho, a cuya grangeria baxaron a las riveras de los nos, muchos mas de los nuestros, que lo avian hecho por mandado del Emperador Romano, donde an venido a luzir, por este camino muchas familias, que antiguamente eran muy ordinarias y comunes."
Era evidente que en el siglo XVI, la ferrería constituía un signo de potencia económica. También se sabía que las ferrerías habían sido causa de tensiones y disgustos que procuraron remediar las ordenanzas de la Hermandad de Guipúzcoa.
MURAL DE LA INDUSTRIA DE MONDRAGÓN |