Mayor general de la Armada española que participó en el combate de Trafalgar en 1805, en la Guerra de la Independencia española en 1808-1814 y en varias expediciones tanto militares como científicas, terminó siendo capitán general de Filipinas entre 1813 y 816
JOSÉ RAMÓN DE GARDOQUI Y JARAVEITIA |
José Ramón de Gardoqui y Jaraveitia era natural de Bilbao, donde nació en 1761. Procedía de una familia con larga tradición nobiliaria en el Señorío de Vizcaya, sus padres fueron Juan Bautista de Gardoqui y María Josefa Jaraveitia.
En enero de 1775, entró al servicio de la Armada española como cadete en la Academia de Guardiamarinas del Departamento Naval de Cádiz. Junto con otros oficiales vascos, como Álava, Gomendio y Salcedo, estuvo hasta 1782 en las contiendas navales del norte de África. Aquel mismo año hizo su bautismo de fuego formando parte de la Expedición militar a Argel, a bordo del navío Velasco, al mando del general navarro Pedro González de Castejón. Se trataba de una invasión combinada de tropas navales y terrestres de aproximadamente 50 navíos y más de 20.000 soldados, que pretendía tomar el puerto y su ciudad, foco de piratas berberiscos que dificultaba el comercio español por el Mediterráneo. Gardoqui ayudó de forma activa al rembarco de tropas tras fracasar la misión.
En 1776, continuó sus estudios en Ferrol con el grado de alférez de fragata. A finales de ese año, volvió a tomar parte de una expedición importante con destino a Montevideo, en el Virreinato del Río de la Plata, junto a otro alférez vascongado Ignacio de Olaeta, formada por los navíos Serio y San Agustín y la fragata Santa Gertrudis, a las órdenes de Francisco Javier Everando de Tilly. Tras llegar en marzo de 1777, se integró a una potente armada de unos 20 navíos que pretendía reconquistar algunos territorios suramericanos que habían sido invadidos por fuerzas brasileñas del Ejército portugués. Gardoqui participó en el combate de la isla Santa Catalina contra una flota lusa a bordo del navío San Agustín los días 19 y 20 de abril de 1777.
En 1779, Gardoqui se integró en la Armada al mando del general Luis de Córdova y Córdova con la que participaría en varias operaciones contra Inglaterra, durante la Guerra anglo-española de 1779-1783. Se trataba de una flota combinada hispano-gala, para interceptar los refuerzos que Londres enviaba a sus puertos de las provincias norteamericanas que había proclamado la independencia con respecto a la Corona británica. España aportaba cerca de 30 navío y 7 fragatas, y otras embarcaciones menores. Así, a bordo del navío San Agustín de 74 cañones de artillería, partió de Cádiz en la primera expedición del Canal de la Mancha, que solo consiguió apresar al navío Ardent.
En enero de 1780, Gardoqui participó en el combate del cabo Santa María, cerca de Portugal, que enfrentó a la escuadra española del general Juan de Lángara contra la inglesa del almirante George B. Rodney. Su navío San Agustín estaba al mando del capitán Vicente Doz y de Funes. El resultado fue infructuoso pues los buques ingleses consiguieron romper el bloqueo de Gibraltar y abastecer tanto a este enclave como al de Menorca.
Sin embargo, muy beneficioso fue el combate que se dio meses después en aguas del mismo cabo. El gran apresamiento del doble convoy británico de agosto de 1780 consiguió capturar 53 embarcaciones mercantes inglesas. Gardoqui estaba embarcado en el navío Miño de 54 cañones, volvió a estar a las órdenes del general Luis de Córdova, aunque la recomendación de atacar este convoy fue hecha por el capitán bilbaíno José de Mazarredo y Salazar. Por sus reconocidas actuaciones en estos combates, en septiembre de 1781, Gardoqui fue ascendido a teniente de fragata.
REGRESO TRAS EL APRESAMIENTO DEL CONVOY BRITÁNICO DE 1780 |
En noviembre 1782, embarcado en la fragata Asunción de 36 cañones de la armada del general Córdova, Gardoqui tomó parte del combate del cabo Espartel, contra la del almirante Richard Howe.
Durante los siguientes años, Gardoqui realizaría varios viajes a distintos puntos del Imperio español. El primero de ellos fue el de marzo de 1783, a bordo de la misma fragata, que tenía la misión de enviar desde Cádiz al puerto de Cavite en Manila la noticia de la conclusión de la guerra contra Gran Bretaña. Tras cumplir su cometido, regresó a Cádiz en julio del año siguiente, y en noviembre fue ascendido a teniente de navío.
En 1786, formaba parte de misión de rescate de la tesorería y otros restos del navío San Pedro de Alcántara al bordo de la fragata Asunción, y después en una comisión a Santa Cruz de Tenerife.
En 1787, fue elegido para formar parte de la segunda Expedición Geográfica e Hidrográfica al estrecho de Magallanes y la Patagonia, a bordo del paquebote Santa Casilda, junto al Santa Eulalia, al mando del almirante y científico Antonio de Córdova. Esta comisión debía levantar planos de los accidentes geográficos y costas de tal área meridional del Virreinato del Río de la Plata, completando los resultados cartográficos e hidrográficos de la primera expedición realizada en 1785-1786. Los objetivos de este tipo de expediciones ilustradas enviadas a los territorios virreinales del Imperio español tenían un carácter geoestratégico, comercial y científico. Era de vital importancia asegurar el transito mercante a través del cono sur de la América meridional en la ruta que conectaba los océanos Atlántico y Pacífico.
La expedición zarpó desde Cádiz en octubre de 1788 y regresó en mayo de 1789. Gardoqui pudo demostrar sus habilidades y conocimientos científicos en la labor de cartografiar las costas de la Tierra del Fuego, desde el cabo Lunes hasta el océano Pacífico. A raíz de esta singladura, fue ascendido a capitán de fragata en 1991, en la cual trabó contacto con el marino guipuzcoano Cosme Damián de Churruca y con Dionisio Alcalá Galiano. El conocimiento entre los marinos ilustrados comenzaba a ser cada vez más estrecho.
Tras realizar una comisión de corso por el Mediterráneo, atravesó el Atlántico hasta llegar al Virreinato de la Nueva España. Allí permanecería desde 1793 hasta 1796, los tres años obligatorios en funciones de vigilancia y operaciones especial, por aguas de Tierra Firme y en la isla de Cuba. Al regresar fue ascendido a capitán de navío, el último grado de la escala de oficiales de mar, y consiguió licencia para descansar en su Bilbao natal una temporada.
JOSÉ MARÍA DE ÁLAVA, JOSÉ DE MAZARREDO Y COSME DAMIÁN DE CHURRUCA |
En febrero de 1797, José de Mazarredo, general de la Armada del Océano, le entregaba el mando del navío Mexicano de 118 cañones y tres puentes de la flota de Domingo de Nava, que estaba atracada en el puerto de Cádiz. Estaba inmerso en la Guerra de la Segunda Coalición, que enfrentaba a las armadas aliadas española y francesa contra la británica. Toda esta armada sufría el sitio del almirante Horatio Nelson tras la derrota del cabo de San Vicente. A las órdenes de Mazarredo y junto a Federico Gravina, Antonio de Escaño y Cayetano Valdés, ayudó a repeler el ataque inglés sobre Cádiz en julio de 1797. En la defensa de Cádiz, Gardoqui combatió junto a un amplio grupo de almirantes vascos, en la cual representó un exponente clave de coordinación, calidad de mandos y ejecución táctica en la defensa de un puerto. Nelson nunca tuvo oportunidad de desgastar la resistencia de los marinos ilustrados.
Un fuerte temporal en febrero del año siguiente hizo dispersar a las naves sitiadores y Gardoqui se lanzó a la captura de aquella flota británica.
En mayo de 1799, Gardoqui accedió al mando del navío Reina María Luisa del mismo porte que el anterior en la Comandancia Naval de Cartagena. Desde ese puerto, llegó a Cádiz para unirse a la flota francesa del almirante Eustace Bruix, que, junto a la armada de Mazarredo, tomaba parte de la campaña de Brest. Esta flota combinada esperaría a la orden del cónsul francés Napoleón Bonaparte para lanzar un ataque anfibio sobre la costa sur de Inglaterra. Pero, tras la Paz de Amiens, en 1802, la flota española regresó al Departamento Naval de Ferrol.
En agosto de 1803, se presentó en el Departamento Naval de Cádiz para ejercer las funciones de mayor general, al mando de las unidades más grandes de la Armada. En diciembre de 1804, se declaraba la Guerra de la Tercera Coalición, nuevamente entre las aliadas España y Francia contra el habitual rival Gran Bretaña. Gardoqui renunciaba a su cargo administrativo en el departamento para subir en el navío Santa Ana, de 112 cañones y 3 puentes, en febrero de 1805, a las órdenes del teniente general Ignacio María de Álava como capitán.
El 20 de octubre de 1805, Gardoqui partió en el Santa Ana formando parte de la flota combinada del teniente general Gravina y el vicealmirante Villeneuve para romper el bloque de la flota británica del almirante Nelson. Al día siguiente, ambas armadas se enfrentaron en el combate de Trafalgar.
Al comienzo de la batalla, el navío Santa Ana ocupaba el centro-sur de la línea que formaba la flota combinada. Gardoqui estaba encargado de dar las órdenes pertinentes a su capitán Álava para aguantar por mura de babor.
El primer ataque del Royal Sovereign de Collingwood a las 12 del medio día fue continuado por el Belleisle, el Mars y el Tonnant. Desde el Santa Ana, Ignacio María de Álava daba órdenes para situarse delante del gigante inglés para cortarles el rumbo. No importaba poner toda la mura de babor en riesgo frente a la quilla enemiga. Tras observar las intenciones de Collingwood, el capitán Boudouin del navío francés Fougueux decidió auxiliar al Santa Ana, interponiendo su proa también sobre el avance del Sovereign. Sin embargo, el vicealmirante Collingwood, empujado además por el resto de sus buques, se dirigió a partir en dos el palo del bauprés del navío francés. Ante el riesgo, Boudouin hizo virar de nuevo al Fougueaux, colocando al navío británico prácticamente borda con borda con el Santa Ana.
Pero Álava y Gardoqui habían conseguido ubicar la nave en mejor posición gracias a los minutos ganados por el Fougueaux. La primera andanada del Santa Ana retumbó todo el escenario bélico, deshaciendo gran parte de las defensas del Sovereign de 100 cañones hasta destrozar varios tablones de su enorme primera cubierta. De inmediato, el buque inglés comenzó a descargar sus propios cañonazos, iniciando la desarboladura del barco de Ignacio María de Álava, al que se le derrumbó el palo de mesana. El ruido ensordecedor, el olor a carne quemada y a pólvora, los gritos de socorro de los heridos y las órdenes desenfrenadas de los mandos se mantuvieron durante varias horas.
Sobre las 2 de la tarde, Álava caía gravemente herido en la cabeza, perdiendo el conocimiento. Inmediatamente, Gardoqui lo trasladó a un lugar seguro dentro del navío y continuó lanzando a su tripulación contra la marinería británica. Fue un combate brutal, resultado herido hasta Gardoqui en torno a las 2 y media. Pero el Sovereign estaba ya desarbolado y sin posibilidad de maniobra. El propio Collingwood tuvo que abandonarlo en la fragata Euryalus, quedando la nave al mando del capitán Rotheram.
Sin embargo, el Santa Ana, ante su evidente falta de altos mandos y en condiciones de devastación, no tuvo más remedio que rendirse en torno a las 3 menos cuarto de la tarde. Álava y Gardoqui fueron hechos prisioneros, pero por poco tiempo, ya que el navío fue recapturado el día 23 por la flotilla de salvamento de Cádiz. El vicealmirante Álava y el capitán Gardoqui desembarcaron con grandes contusiones y el orgullo tocado, pero vivos. El navío Santa Ana fue llevado al Arsenal de La Carraca, donde se reparó y quedó totalmente preparado para combatir de nuevo. Con respecto al Royal Sovereign, entró en Gibraltar días después, casi para el desguace, remolcado por varios buques. De los 1.102 marinos que tenía el Santa Ana, tuvo 99 muertos y 141 heridos. Evidentemente, paró al titán inglés con un coste muy alto.
En noviembre de aquel año, Gardoqui fue ascendido a brigadier, primer grado en la escala de los generales marinos, por méritos propios. Además, quedaría al mando de su navío Santa Ana, casi la totalidad de los siguiente dos años hasta que se ocupó de la comandancia del Arsenal de La Carraca en noviembre de 1807.
COMBATE DE TRAFALGAR |
Al iniciarse la Guerra de la Independencia española, en 1808, la tradicional alianza política y militar española con Francia cambió hacia Inglaterra. Su primer gran hecho de armas fue la toma de la Escuadra francesa del almirante Rosilly, que estaba formada por los restos de la flota que combatió en Trafalgar tres años antes y que estaba atracada en el puerto de Cádiz. A las órdenes de su veterano jefe y amigo Ignacio María de Álava, estuvo al mando de una de las baterías que capturaron los navíos de la flota napoleónica, entre los días 9 y 14 de junio.
En 1809, fue nombrado subinspector y comandante del Arsenal de La Habana, en la gobernación de Cuba, con el rango de mayor general, donde estuvo hasta septiembre de 1812. Se dedicó a actualizar instrucciones y manuales náuticos y a revisar y recuperar algunos buques.
En marzo de 1813, fue nombrado gobernador y capitán general de las islas Filipinas y comandante de Marina del apostadero de Cavite, por recomendación del general Álava, y, en septiembre, tomó posesión de los cargos. Realizó una gobernación de carácter ilustrado y reformista en varias áreas administrativas.
En noviembre de 1814, fue ascendido a jefe de escuadra, momento en que ya había concluido la Guerra de la Independencia. Pero esto suponía volver a tradicional rivalidad con Gran Bretaña, por eso comprobó la llegada de tres fragatas inglesas en la isla de Joló y el asentamiento de barcos mercantes en Mindanao y Borneo. Durante su gobernación, la Junta Suprema Central autorizó el comercio directo entre Manila y los puertos marítimos de los virreinatos españoles de América. Pero la supresión del monopolio mercantil de la Carrera de Indias del mar del Sur fue intrascendente debido a los procesos de emancipación que empezaron a surgir en aquellos territorios.
En abril de 1816, fue nombrado caballero de la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo por sus más de 40 años de servicio a la Real Armada española, desde 1775 hasta ese mismo año. En diciembre, José Ramón de Gardoqui y Jaraveitia moría en San José de Novatas, cerca de Manila, a los 61 años de edad, sin poder regresar a su tierra natal. Las reformas administrativas que desarrolló fueron ampliamente reconocidas.
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