Alonso
de Ercilla fue poeta y soldado, famoso por escribir el poema épico
La Araucana
ALONSO DE ERCILLA |
Alonso
de Ercilla y Zúñiga nació en Madrid, en 1533, pero pertenecía a
una familia de origen vizcaíno natural de Bermeo. Su padre, fue
Fortún García de Ercilla, miembro del Consejo de Órdenes y miembro
del Consejo Real, y de Leonor de Zúñiga, dama de la emperatriz
Isabel de Portugal.
Ercilla
nunca perdió sus orígenes aristocráticos y vizcaínos, a los
cuales recordó con orgullo en uno de sus poemas.
"Mira
Poniente, a España y la aspereza
de
la antigua Vizcaya, de do es cierto
que
procede y se extiende la nobleza
por
todo lo que vemos descubierto;
mira
a Bermeo cercado de maleza,
cabeza
de Vizcaya, y sobre el puerto
los
anchos muros del solar de Ercilla,
solar
antes fundado que la villa."
Su
alto linaje nobiliario le sirvió para que, desde
muy joven, estuviese
junto a su madre y sus hermanas en la Corte del emperador Carlos V.
Allí estuvo trabajado
como paje del príncipe Felipe, adquiriendo una educación
renacentista y aprendiendo varios idiomas. Acompañó
al futuro rey de España en sus viajes por Italia, Alemania,
Inglaterra y otros países europeos.
En
1555, estando en Londres, en los desposorios del príncipe Felipe con
María de Tudor, se recibieron noticias de graves desórdenes en el
Virreinato del Perú y la Gobernación de Chile. Decidió pasar
a América y enrolarse en la armada que
partió a
Perú, para doblegar una insurrección de los indios araucanos
(mapuches). Al
mando de la expedición estaba el
recién nombrado gobernador y capitán general de Chile, García
Hurtado de Mendoza.
En
la Gobernación de Chile estuvo diecisiete meses, entre 1557 y
1559, tomando parte de varios
enfrentamientos contra
los araucanos. Estos indios estaba liderados por el cacique
Caupolicán, que había derrotado a Pedro de Valdivia y tomado varias
fundaciones españolas en aquel territorio.
En
este tiempo escribió una obra literaria por la que pasó a la
historia, La Araucana. Se trata de un poema épico de exaltación
militar compuesta
en octavas reales y dividida en
37 cantos, donde narraba los hechos más significativos de la
expedición de la conquista de Chile, como
las batallas
en las que participó: Lagunillas, Quiapo y Millarapue, o la derrota
de los
caciques
Caupolicán, y
Lautaro,
protagonistas
del poema.
Para su escritura aprovechó materiales como cueros, trozos de cartas
y cortezas de árboles.
De
su participación en aquella cruenta contienda, dejó escrito un
inmortal testimonio en sus épicos versos:
"La
rabia della muerte y fin presente
crió
en los nuestros fuerza tan extraña,
que
con deshonra y daño de la gente
pierden
los araucanos la campaña.
Al
fin dan las espaldas, claramente
suenan
voces: ¡Victoria! ¡España! ¡España!"
En
1558, el virrey Mendoza fundó la ciudad de Osorno. Durante
las celebraciones de su fundación, Ercilla fue detenido y
enjuiciado a la pena de muerte por el virrey debido a un conflictivo
incidente con otro compañero de expedición y rival suyo, Juan de
Pineda. Por la intervención de personas influyentes no se ejecutó
la pena, pero aún permaneció en prisión unos meses hasta que fue
desterrado. Ercilla
narró este controvertido asunto en su épico poema:
"Ni
digo cómo al fin por accidente
de
mozo capitán acelerado
a
plaza fui sacado injustamente
a
ser públicamente degollado;
ni
la larga prisión impertinente
do
estuve tan sin culpa molestado
ni
mil otras miserias de otras suerte,
de
comportar más grave que la muerte."
Pero
más que como político y guerrero, Ercilla pasó a la historia como
autor de uno de los poemas épicos más grandes de la lengua
española. Miguel de Cervantes llegó a escribir que La Araucana era
considerada como una de las mejores obras épicas en verso castellano que haya producido España y fue
salvada de la quema de libros de la biblioteca del Quijote en aquel
capítulo.
El
gran historiador, filósofo y crítico literario Marcelino Menéndez
Pelayo escribió que:
"No hay literatura en el mundo que tenga tan noble principio como la de Chile, la cual empieza nada menos que con La Araucana, obra de ingenio español, ciertamente, pero tan ligada con el suelo que su autor pisó como conquistador, y con las gentes que allí venció, admiró y compadeció a un tiempo, que sería grave omisión dejar de saludar de paso la grave figura de Ercilla."
También
formó parte de la expedición que partió desde Panamá para
arrestar a Lope de Aguirre por su sublevación ante el rey Felipe II
y muerte del adelantado Pedro de Ursúa.
Pero,
en 1563,
estuvo de regreso a España. Fue
nombrado caballero de la Orden de Santiago, miembro de la Corte, y
estuvo cumpliendo
varias misiones diplomáticas en Cortes europeas.
En
1569, publicó la primera parte de su gran obra literaria La
Araucana, dedicada a su rey Felipe II.
En
1570, casó con María de Bazán, mujer muy acaudalada, con una dote
matrimonial de más de ocho millones de maravedíes. Instalado en
Madrid, nueva sede real de la Monarquía española, terminó de
imprimir las partes segunda y tercera de su obra, en 1578 y 1589.
En
1594, falleció en Madrid, a los 61 años de edad, pero su sepulcro
se ubica en el convento de San José de Ocaña, Toledo.
Además
de la conquista de Chile, escribió poemas épicos sobre otras
glorias del Imperio español de su tiempo. Sobre la batalla de Lepanto, en la que participó "la flor de juventud y gallardía de
la nación de España", escribió versos de fuerza e inspiración
extraordinarias. Las
primeras palabras que ponía en la voz del general Juan de Austria al
avanzar sobre la armada turca fueron las siguientes:
"… Oh
valerosa compañía
muralla
de la Iglesia inexpugnable,
llegada
es la ocasión, éste es el día
que
dejáis vuestro nombre memorable!
¡Calad
armadas y remos a porfía,
y
la invencible fuerza y fe inviolable
mostrad
contra estos pérfidos paganos
que
vienen a morir en nuestras manos!
Que
quien volver de aquí vivo desea
al
patrio nido y casa conocida,
por
medio desa armada gente crea
que
ha de abrir con la espada la salida;
así
cada cual mire que pelea
por
su Dios, por su Rey y por la vida,
que
no puede salvarla de otra suerte
si
no es trayendo al enemigo a muerte."
El
enfrentamiento clave de la batalla ocurrió, como era costumbre en
aquella época, entre las naves capitanas de ambas escuadras. Así
describió Ercilla el abordaje a la nave capitana otomana por parte
de la comandada por Juan de Austria y su almirante Requesens:
"Mas
la real cristiana, aventajada
por
el grande valor de su caudillo,
a
puros brazos y a rigor de espada
abre
recio en la turca un gran portillo
por
do un grueso tropel de gente armada,
sin
poder los contrarios resistillo,
entra
con un rumor y furia extraña,
gritando:
¡Cierra! ¡Cierra! ¡España! ¡España!"
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