LA NACIÓN FALSIFICADA, POR JESÚS LAÍNZ |
La nación falsificada
Jesús
Laínz, Ediciones Encuentro, Madrid (2006), 517 páginas
La nación
falsificada
es un compendio de sesenta ilustres personalidades y colectivos catalanes,
vascos y navarros que han pasado a la historia de España por su trascendencia e
importancia.
El
historiador cántabro Jesús Laínz analiza de forma breve pero
rigurosa la biografía de unas personas unidas y relacionadas con la historia
nacional, esclareciendo la verdadera identidad y sentimiento de comunidad histórica.
Estos personajes están ilustrados a su vez por el dibujante vizcaíno Julen Urrutia.
Así, y después de haber publicado su anterior obra Adiós, España, Laínz vuelve a dejar en
evidencia la falsificación que de la historia han estado haciendo, durante poco
más de un siglo, políticos desde tiempos de Arana y Prat de la Riba hasta los
de Arzalluz y Pujol. Son personajes y grupos que en muchas ocasiones han sido mitificados,
cuando no olvidados, por el nacionalismo vasco y el secesionismo catalán con la
intención de borrar unas huellas del pasado que les demuestra su identidad
española.
La
metodología utilizada por Laínz se atiene en todo momento a datos históricos,
sustentados en crónicas y documentos, rechazando las leyendas mitológicas y los
argumentos etnológicos tan habituales en los nacionalistas periféricos para
idear unas supuestas etnias protonacionales.
Los
dos primeros capítulos están dedicados a Sancho III el Mayor y a Wifredo el Velloso.
Aunque se reconocieron así mismo como españoles, según la historiografía
nacionalista, estos personajes fueron los fundadores del primer reino vasco en
Euskal Herria y de la primitiva Cataluña independiente.
Continúa
con personajes medievales que pasaron a la historia de la Reconquista española
como Diego López de Haro, Pedro II
el Católico, Lope Díaz de Haro,
Jaime I el Conquistador y Pedro López de Ayala.
Prosigue
con un grupo de personalidades vascongadas muy relacionadas con la expansión
marítima y territorial del Imperio español así como con la defensa militar de
las posesiones que la Monarquía tenía en Europa.
Adelantados
y colonizadores como Miguel López de Legazpi en la islas Filipinas, Pascual de Andagoya en Perú, Juan de Garay en Argentina, Bruno Mauricio de Zabala, fundador de la capitanía del Urugua, la aventura americana de la monja alférez Catalina de Erauso y el escritor del poema La Araucana Alonso de Ercilla.
Marinos
como Juan Sebastián Elcano, que dio
la primera vuelta al mundo, Andrés de Urdaneta, que descubrió el tornaviaje, Juan Martínez de Recalde y los Miguel y Antonio de Oquendo, que lucharon y murieron en las Guerras contra
Inglaterra y Holanda.
Entre
los militares de infantería que defendieron las posesiones de la Monarquía de
los Habsburgo, Laínz hace destacar a Luis de Requeses, Juan de Urbina y Juan de Urbieta, este último capturó al rey francés Francisco I en la batalla de
Pavía, Ignacio de Loyola, defensor de Pamplona frente al Ejército sitiador francés, o la saga de militares y consejeros reales de los Idiáquez, como también lo fue el escritor Esteban de Garibay.
Análisis aparte, merece el capítulo dedicado a Casanova y Villarroel. Ambos son presentados como símbolos de la defensa de la libertad catalana, arrebatada por Felipe V en la Guerra de Sucesión, como un asalto español a una supuesta Cataluña independiente. Laínz reproduce el pregón que se colocó en las calles de Barcelona durante su defensa, una arenga que concluye con las siguientes palabras, muy dolorosas para los nacionalistas:
Análisis aparte, merece el capítulo dedicado a Casanova y Villarroel. Ambos son presentados como símbolos de la defensa de la libertad catalana, arrebatada por Felipe V en la Guerra de Sucesión, como un asalto español a una supuesta Cataluña independiente. Laínz reproduce el pregón que se colocó en las calles de Barcelona durante su defensa, una arenga que concluye con las siguientes palabras, muy dolorosas para los nacionalistas:
"Se confía que, como hijos de la patria y amantes de la libertad acudirán todos a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y vida por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España."Entrados en el Siglo de la Ilustración, Laínz destaca a marinos de ciencia y guerra como Blas de Lezo, el héroe de Cartagena de Indias, el consejero real de Marina José de Mazarredo, Cosme Damián Churruca, muerto en el combate de Trafalgar, Ignacio María de Álava, también participante de esta derrota, entre los vascos. Otro marino fue el mallorquín Antonio Barceló.
Protagonistas de los sucesos y legados que dejaron los españoles en África fueron Domingo Badía, Enrique de Ibarreta, los Tercios vascongados de África o Manuel Iradier, este último fue fundador del territorio del río Muni, la actual Guinea Ecuatorial.
También se presentan una relación de hechos y defensores de la patria española frente al Ejército napoleónico en la Guerra de la Independencia de 1808-1814: los guerrilleros Francisco Espoz y Mina y Gaspar Jáuregui, la catalana Agustina de Aragón, los generales Longa y Abecia, los defensores de Gerona o la batalla de El Bruch.
Diversos foralistas y carlistas defendieron la permanencia del tradicional Régimen durante el siglo XIX, pero ante todo una España unida e indisoluble, como el general Tomás de Zumalacárregui, el literato José María Iparraguirre, Ramón Cabrera, o los parlamentarios foralistas de las Provincias vascas.
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