Jesuita nacido en Idiazabal, en 1617, Miguel de Abendaño y Eztenaga enseñó filosofía en Valladolid y Soria y teología en Pamplona y Santiago de Compostela.
Escribió tres obras: un tratado de moral La perfección del estado religioso; un tratado de filosofía del derecho en la línea de Francisco Suárez El tratado segundo de pecados, con que se viola la ley; y De divina scientia et praedestinatione, escrito en latín.
DE DIVINA SCIENTIA ET PRAEDESTINATIONE, POR MIGUEL DE AVENDAÑO |
En el prólogo de De divina scientia et praedestinatione realizó un verdadero canto épico a Guipúzcoa, resumiendo de forma altamente elogiosa la doctrina fuerista guipuzcoana, con sus consabidos temas: el orgullo del solar patrio (nacer en Gipuzkoa: "Ingenti beneficio Coeli", porque "testatur eximia fides, quam prorsus incorruptam, prorsus invictam erga Dominos suos, ac Reges perpetuo servavit, quaeque optimo jure obtinuit, ut nobilisima, ac fidelissima Guipuzcoana Provincia specioso vocabulo pronuncietur"), la nobleza indiscutible de los guipuzcoanos, su heroísmo frente a los invasores ("maritima peritia" "Militari vigore"), la independencia originaria, la antigüedad del euskera remontada hasta Túbal ("primo Hispaniae fundatore"), la unión voluntaria con Castilla ("ab ipsorum spontanea electione"), la pureza continuada de la fe, la esencia incontaminada por naciones extrañas y la lealtad inquebrantable a la Corona hispánica.
Además de ser buen jesuita y mejor guipuzcoano, añadió un timbre de gloria a la Provincia: el hecho de haber nacido en ella San Ignacio de Loyola, vencedor del malvado Lutero.
SAN IGNACIO DE LOYOLA |
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