La misma estructura territorial de las diócesis de Pamplona en la Edad Media obligaba a relaciones múltiples a ambos lados de las fronteras. La geografía diocesiana respondía normalmente a viejas divisiones administrativas de época romana y visigoda, que no siempre se identificaban con las cambiantes fronteras de los reinos cristianos. Trataba de acomodarse a ellas, pero de forma serena, dejando que las modificaciones de las fronteras políticas arraigaran antes de adaptar a ellas las eclesiásticas. Y esto no siempre era fácil, puesto que entraban en juego intereses políticos contrapuestos. Teniendo en cuenta estos presupuestos, se entiende que buena parte del territorio navarro, pero no todo él, estuviera incluido en la diócesis de Pamplona, que se desbordaba por tierras del Reino de Castilla (Guipúzcoa) y de Aragón (Valdonsella y Cinco Villas).
A su vez, territorios navarros estaban incluidos en las diócesis de Bayona (tierras al norte de Velate), de Calahorra (en el suroeste de Navarra, Zúñiga y Amescoa Alta), de Tarazona (la Ribera Tudelana) y de Zaragoza (Cortes).
La incorporación de Ultrapuertos desde finales del siglo XII afectó de nuevo a territorios de Bayona, así como a la diócesis de Dax. Todos estos obispos se convirtieron en miembros de la curia regia, aconsejaron a los soberanos navarros y se hicieron presentes en la vida del reino, máxime cuando a partir del siglo XIII participaron en las reuniones de las Cortes. Sin mengua del carácter preponderante que tenía la autoridad del obispo de Pamplona, la presencia y la actuación de los restantes hacía más compleja y diversa la vida religiosa y política de Navarra.
TERRITORIOS DE LA DIÓCESIS DE PAMPLONA, SIGLO XIII-XV |
TERRITORIOS DE LA DIÓCESIS DE PAMPLONA, SIGLO XVI-XVIII |
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