Entre 1772 y 1773, una expedición marítima al mando del marino guipuzcoano Domingo de Bonechea partió desde el puerto peruano de El Callao a la Polinesia, descubriendo el archipiélago de Tahití. Aportaba una valiosa información hidrográfica y cartográfica de aquellas islas de océano Pacífico, mantuvo una buena relación con sus habitantes tahitianos y aseguraba la ausencia de potencias extranjeras en la zona. Sin embargo, fracasaba en el intento de inspeccionar el segundo objetivo del plan que era la isla de San Carlos (Pascua).
Ante el buen resultado de aquel viaje, Manuel de Amat y Juniet, virrey del Perú, decidió organizar una Segunda Expedición a la Polinesia, con destino único a Amat (Tahití), en 1774. Sus objetivos eran la fundación de un establecimiento con soldados y misioneros, así como la evangelización de sus habitantes y hacerlos súbditos de la Corona española, además de descubrir nuevas islas próximas a la isla de Amat.
Bonechea dispuso de dos barcos: la fragata Santa María Magdalena, también llamada Águila, en la que embarcaba el comandante getariarra Domingo de Bonechea; y el paquebote San Miguel, también llamado Júpiter, dirigido por el capitán portugalujo José de Andía Varela. Un guipuzcoano y un vizcaíno iban a ser protagonistas de esta aventura tanto científica como política y religiosa. Sus oficiales fueron el capitán Tomás Gayangos, el teniente de fragata Raymundo Bonacorsi, los alféreces de navío Nicolás Toledo y Juan de Apodaca, el alférez de fragata Juan Hervé, y los padres misioneros fueron los franciscanos Jerónimo Clota y Narciso González. También viajaban de vuelta los dos tahitianos sobrevivientes de la primera expedición, que sirvieron de intérpretes. Regresaba Máximo Rodríguez, que había aprendido algo tahitiano en aquel viaje, y se entregó a todos estos un pequeño vocabulario español-tahitiano de las palabras más frecuentes, que el eclesiástico José Amich había realizado.
La expedición llevaba una tripulación de 181 hombres, también animales, semillas y herramientas para el asentamiento y misión.
El 20 de septiembre de 1774, las dos embarcaciones partieron desde el puerto de El Callao rubo oeste, pero debido a las malas condiciones marítimas ambas se separaron. Durante el trayecto, siete nuevas islas del archipiélago de las Tuamotu fueron descubiertas. De ellas, cinco fueron por Bonechea: San Narciso (Tatakoto), Mártires (Tekojoto), San Juan (Hikueru o Melvilla), San Julián (Tabao o Motutunga) y San Blas (Faaite o Tahanea); y dos por Andía: Ánimas (Amanu) y San Diego (Makatea). Todas ellas recibieron nombres del santoral.
El 8 de noviembre, arribaba a Tahití el Júpiter, arribando cinco días después la fragata Magdalena. Ambas fueron recibidas con muestras de alegría y con cestas de fruta por los tahitianos, especialmente al saber que regresaban los dos indígenas Pautu y Tetuanui.
Tras fondear en la playa de Taiarapu en la parte oriental de la isla y ante las dificultades de mantenerse en la misma por las fuertes mareas y gran oleaje, buscaron un lugar más favorable. Bonechea prefirió fondear en la playa de la Santa Cruz de Ojatutira (ensenada de Cook), al oeste de Tautira. Consiguió un permiso de los heríes (autoridades locales) y del cacique Otu para instalar la casa-misión. Estaba basada en una casa portátil de madera, que anteriormente se despiezó y embarcó en el paquebote, que serviría como dependencia para los misioneros y el intérprete Máximo Rodríguez. Se colocó una cruz con la inscripción "CHRISTUS VINCIT" en sentido horizontal, y "CAROLUS III, IMPERATOR 1774" en sentido vertical. También se organizó la ganadería con los animales. La misión católica consiguió establecerse con éxito a finales de año.
A inicios de enero de 1775, Bonechea consiguió la sumisión de los caciques locales, en especial la de Otu, el más importante de los tahitianos, pasando a tomar la posesión de la isla de Amat (Tahití). El día 1, se ofició la primera misa católica de Tahití por el padre Jerónimo Clota a la que asistió Bonechea junto a toda su tripulación y centenares de nativos, incluidos los principales heríes. Este ritual religioso, fue seguido del acto fundacional el 5 de enero, en el que se reconocía la soberanía española sobre la isla y la defensa de sus naturales, quienes a su vez declaraban lealtad y obediencia al rey Carlos III.
Este convenio entre españoles y tahitianos establecido en la casa-misión fue llamado el pacto de Tautira, interviniendo en la elaboración del acta el escribano y contador de la fragata Pedro Freire de Andrade, los tres intérpretes, y los principales heríes. El documento se encuentra en el Archivo General de Indias de Sevilla. Aunque Wallis fue el primer descubridor europeo de Tahití en 1767, este marino no realizó algún tipo de acuerdo de soberanía con los caciques tahitianos.
En adelante, los franciscanos se hicieron cargo de la misión, mientras que el marinero Francisco Pérez se encargaría de organizar las huertas y la ganadería.
El 7 de enero, los capitanes Bonechea y Andía continuaron las exploraciones hacia la isla Raiatea, para inspeccionar la posible llegada de barcos ingleses.
En este trayecto, Bonechea y Andía hallaron ocho nuevas islas del archipiélago de la Sociedad: Tres Hermanos (Teturoa/Tetiaroa), Sociedad (Tupuemanu/Maiao), Hermosa (Oagine/Huahine), Princesa (Oriatea/Raiatea), otra cercana a Princesa (Tajá/Tahaa), San Pedro (Porapora/Borabora), San Antonio (Maurua/Maupiti), Pájaros (Manua/Maiao).
Pero, durante la navegación, Bonechea enfermó, regresando a Amat (Tahití) para recuperar la salud. Al llegar, los expedicionarios comprobaron que los intérpretes nativos Pautu y Tetuanui habían renegado de la fe cristiana regresando a sus anteriores costumbres, y que no se había avanzado en la evangelización del territorio.
El 26 de enero de 1775, Domingo de Bonechea y Andonaegui fallecía a bordo de la fragata atracada en la ensenada de Tautira, de forma repentina y en cumplimiento de su mandato. Fue enterrado junto a la cruz de la casa-misión, en el asentamiento de Tautira, con gran ceremonia. Moría un marino vascongado pionero de la Ilustración científica de su tiempo, y aparecía la leyenda "el Tesoro de Bonechea".
Tomás Gayangos tomó el mando de la expedición, quien decidió concluirla, regresando al Virreinato del Perú el 18 de febrero de 1775. El capitán Andía y Varela escribió que "No teniendo ya asunto para más demora en Otahiti, se determinó nuestro regreso a Lima".
Mientras tanto, el intérprete Máximo Rodríguez convivió con los tahitanos, convirtiéndose en el primer occidental establecido en los Mares del Sur. Escribió un Diario en el que reunió varios aspectos de la misión cristiana española, así como de la cultura tahitiana.
En noviembre de 1775, la fragata Santa María Magdalena volvió por tercera vez a Tahití desde el puerto de El Callao, cargado de víveres, al mando del capitán Cayetano de Lángara. Pero finalmente la misión se redujo a recoger a los franciscanos y el intérprete, quienes vivieron constantemente atemorizados y decidieron abandonar la misión evangelizadora. España ponía fin a su presencia en aquella isla paradisíaca.
En 1777, regresaba a Tahití el capitán inglés Cook, quien llegó a escribir que los tahitianos se referían a los españoles con expresiones de amistad y respeto. En su monumental historia religiosa de Tahití, el historiador Paul Hoder, escribió que "con Bonechea y Cook se acabó la era de los valientes navegantes, de los exploradores", pues luego llegarían piratas, corsarios, esclavistas, balleneros, desertores, etc.
Mientras tanto, el intérprete Máximo Rodríguez convivió con los tahitanos, convirtiéndose en el primer occidental establecido en los Mares del Sur. Escribió un Diario en el que reunió varios aspectos de la misión cristiana española, así como de la cultura tahitiana.
En noviembre de 1775, la fragata Santa María Magdalena volvió por tercera vez a Tahití desde el puerto de El Callao, cargado de víveres, al mando del capitán Cayetano de Lángara. Pero finalmente la misión se redujo a recoger a los franciscanos y el intérprete, quienes vivieron constantemente atemorizados y decidieron abandonar la misión evangelizadora. España ponía fin a su presencia en aquella isla paradisíaca.
En 1777, regresaba a Tahití el capitán inglés Cook, quien llegó a escribir que los tahitianos se referían a los españoles con expresiones de amistad y respeto. En su monumental historia religiosa de Tahití, el historiador Paul Hoder, escribió que "con Bonechea y Cook se acabó la era de los valientes navegantes, de los exploradores", pues luego llegarían piratas, corsarios, esclavistas, balleneros, desertores, etc.
Andía y Varela dejó escrita una Relación del viaje hecho a la isla de Amat sobre la geografía de la isla, el clima, la fauna, la flora, y cultivos agrícolas que pudieran aprovecharse. Reunió informaciones de carácter antropológicos sobre el origen de los primeros pobladores llegados de las islas y tierras asiáticas. Sobre la fisionomía de los tahitianos describió que eran:
"... corpulentos por lo general y bien formados; en el color y cabello hay mucha variedad: unos parecen zambos, otros indios, otros mulatos, otros cuarterones y otros más blancos...; las mujeres son cortas en número, respecto de los hombres; pero por lo general altas, de bellos cuerpos y que no tienen que envidiar en hermosura a las de otros países; son muy cariñosas y de atractivo grande."
Destacó la habilidad que tenían los indígenas en la navegación, pues estos pilotos a los que llamaba "tatete" en idioma tahitiano utilizaban canoas para pescar y desplazarse entre islas, conocimientos que "de aquí pudiera sacar el Rey mucha y buena gente de mar".
Los tahitianos demostraron realizar pronósticos meteorológicos muy acertados:
"... viento, calma, aguas, sol, mar y otras cosas que nunca salieron erradas, conocimiento digno de envidiarse, pues, a pesar de cuanto han observado y escrito nuestros pilotos y los cosmógrafos sobre este asunto, no lo han conseguido."
Domingo de Bonechea pasó a la historia por haber intentado incorporar Tahití al Imperio español. Sus dos expediciones visitaron y reconocieron veintiuna islas, aunque algunas fueron descubiertas anteriormente por los navegantes Quirós, Wallis, Bougainville y Cook, en cambio, otras tantas fueron descritas por primera vez.
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ARCHIPIÉLAGO DE LA SOCIEDAD Y DE TAHITÍ |
En la Descripción de las islas del océano Pacífico, reconocidas últimamente de orden de S.M., el marino científico Bonechea recopiló valiosas informaciones sobre sus dos expediciones de 1772 y 1774. Incluyó las islas que Pedro Fernández de Quirós había descubierto en 1606, cuyos nombres aparecen escritos en topónimo español: San Narciso, Ánimas, San Simón y Judas, Mártires, San Juan, San Quintín, Todos los Santos, San Cristóbal, Amat (considerada la más grande y más poblada), Santo Domingo, Tres Hermanos, Pelada, Paxaros, Hermosa, Princesa y Tajaa, San Pedro, San Antonio y Santa Rosa.
Además, sentó el precedente que llevaría después a marinos ilustrados como Dionisio Alcalá Galiano, Alejandro Malaspina o Cosme Damián de Churruca a emprender nuevas expediciones científicas por los océanos.
El conjunto de los mapas y cartas levantados por las dos expediciones de Domingo de Bonechea fueron expuestos al público, por primera vez, en la Exposición Mundial de Brisbane (Australia), en 1988.
En la actualidad, el Archivo del Museo Naval de Madrid conserva varias cartas náuticas, descripciones y noticias manuscritas sobre las islas que descubrieron o que ya formaban parte de la geografía conocida.
De la segunda expedición existe un Diario de navegación que de orden de S. M., comunicada por el Excmo. Sr. Don Manuel de Amat, Virrey, etc., del Perú, hizo a la isla de Amat y sus adyacentes el capitán de fragata D. Domingo de Boenechea, comandante de el Águila y el paquebote Júpiter con el fin de restituir a su patria,...
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ISLA DEL ARCHIPIÉLAGO DE TAHITÍ |
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