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14/04/2023

Herida, traslado y muerte de Tomás de Zumalacárregui


Uno de los acontecimientos más relevantes que hicieron cambiar el desarrollo de la Primera Guerra Carlista fue la herida de gravedad y posterior fallecimiento del teniente general Tomás de Zumalacárregui. Ocurrió durante la mañana del 15 de junio de 1835, pocos días después de poner sitio a Bilbao, el primero de los varios que sufriría la capital vizcaína durante este conflicto.

A través de su catalejo, el líder carlista se dispuso a reconocer las fortificaciones defensivas y posiciones de los liberales desde el balcón del palacio de Begoña. Era un edificio contiguo a la basílica de Begoña, cuyas vistas controlaban todo el barrio de Achuri. Y, a pesar de haber sido advertido por sus oficiales de la posibilidad de disparos desde lugares cercanos, una bala impactó en la pierna derecha. La herida no era muy grave a priori, pues aquella bala estaba alojada por debajo de la rótula, astillándole la tibia.

TRASLADO DE ZUMALCÁRREGUI

La primera asistencia fue prestada por el médico Vicente González de Grediaga quien procedió a una exahustiva exploración de la herida en el mismo lugar en que había caído. De allí fue trasladado en angarillas hasta su alojamiento en Bolueta, donde le tendió sobre un colchón, le aplicó sobre la herida una planchuela empapada en bálsamo de Malást y colocó un vendaje circular. Desde ahí fue trasladado hasta Durango, cuartel general del Ejército carlista. El traslado corrió a cargo de doce voluntarios granaderos de su ejército, que le llevaron reposando en un diván, una especie de camastro cubierto con un toldo de lona blanca para mitigar el efecto del sol y del calor. Los granaderos sujetaban el diván sobre sus hombros cruzando dos fusiles de lado a lado, y se turnaban en grupos de cuatro.

Al día siguiente, una vez en Durango, Zumalacárregui se encontró con el pretendiente al trono Carlos María Isidro, quien le envió a sus cirujanos y le aconsejó la extracción de la bala allí mismo. Fue examinado por Frederick Burguess y Teodoro Gelos. Burguess era un cirujano inglés, que llevaba varios meses actuando para el Ejército carlista y contaba con bastante reputación; Gelos era un cirujano del Cuartel Real enviado por Carlos V.

De todas formas, Zumalacárregui no se fiaba de los médicos del ejército y prefirió ser trasladado a casa de unos familiares en Cegama, donde le podría atender el curandero José Francisco Tellería, llamado Petrikilo. Este era un experto en tratar heridas de guerra a quien conoció desde su militancia en la guerrilla de Jauregui, durante la Guerra de la Independencia española dos décadas atrás.

PALACIO E IGLESIA DE BEGOÑA

Burguess se reincorporó a su unidad, pero Gelos y Grediaga acompañaron al herido hasta Cegama. Petrikilo fue avisado y alcanzó al guipuzcoano en Urretxu, donde le hizo su primera cura: quitó el vendaje, exploró la herida, dio masaje a toda la pierna y aplicó manteca en la zona afectada, aplicó una venda empapada en vino por buena parte de la pierna y luego puso otra venda más sobre la herida.

Tras ocho días de traslado, llegaron a la casa de la hermana de Zumalacárregui. Entonces, apareció una disputa de criterios entre el médico Grediaga y el cirujano Gelos junto al curandero Petrikilo. Estos últimos no hicieron caso a los consejos del primero y realizaron varios intentos fallidos de extracción de la bala. Cuando por fin lo consiguieron, el herido se encontraba ya a las puertas de la muerte.

En la madrugada del 24 de junio, su salud empeoró de forma notable, sufriendo fiebres y delirios. Horas después, el teniente general fallecía.

La causa de la muerte del líder carlista fue la infección de la herida. Tal vez, si hubiese aceptado los consejos de todos los médicos que le atendieron (Grediaga, Burguess y Gelos) de ser operado en Durango y guardar reposo allí, se hubiese salvado. Entonces, las posibilidades de haberse curado hubiesen sido mayores.

VISITA DE CALOS V A ZUMALCÁRREGUI

En la actualidad, existen tres relatos diferentes sobre lo que ocurrió durante las primeras horas tras caer herido el general, que están basados en las descripciones de testigos directos. Estos tres escritos son:

1. Memoria facultativa sobre la herida, enfermedad y muerte de Zumalacárregui; de Vicente González de Grediaga. Es el relato más completo, desde que fue tratado en Begoña hasta que falleció en Cegama, pero contiene elementos exculpatorios y contradicciones.

2. The most Striking events of a Twelvemonth’s campaign with Zumalacárregui in Navarre and the Basque Provinces; del escocés Charles Frederick Henningsen, publicado en Londres y en Philadelphia en 1836, y traducido al español. Era un capitán de lanceros al servicio de Carlos V que trabajaba como intérprete de Burguess. Su versión de los hechos difiere bastante de la de Grediaga.

3. Tio Tomas Souvenirs d'un soldat de Charles V; del francés Alexis Sabatier. Era un teniente coronel del Ejército carlista y mandaba una de las baterías situadas junto al palacio de Begoña en el que fue herido Zumalacárregui. No entra en detalles médicos, pero describe muy bien el ambiente entre el ejército y la interpretación que hicieron de los hechos sus oficiales.

TRASLADO DE ZUMALCÁRREGUI

Prestigiosos historiadores del siglo XIX basaron sus escritos en estos tres libros, incluso Benito Pérez Galdós para redactar el Zumalacárregui de sus Episodios Nacionales.

En cuanto a la evolución de la herida, varios médicos vascos se han ido ocupado de este asunto, destacando las investigaciones de Justo Gárate (1930), Ignacio Barriola (1952), Jorge Campos (1965), Julián Guimón (1968), Javier Muguruza (1980), y Javier Álvarez Caperochipi (2010).

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