PATRIOTAS VASCONGADOS Y NAVARROS

TERRITORIO

ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL

30/07/2022

José Antonio Muñagorri Otaegui


Político y militar realista durante la I Guerra Carlista promotor del movimiento Paz y Fueros

PRONUNCIAMIENTO DE MUÑAGORRI PAZY FUEROS

José Antonio Muñagorri Otaegui nació en Berastegi, en 1794. Se formó como escribano siguiendo la tradición familiar, tanto su padre como su abuelo lo fueron, pero se dedicó a diversos negocios, principalmente a explotar varias ferrerías el valle de Leizaran.

En 1817, trabajaba como alcalde de Berastegi y, en 1832, como contratista de las obras del camino entre Vitoria e Irurzun. Durante el período del Trienio Liberal, entre 1820 y 1823, se mantuvo al margen de la lucha política surgida entre liberales y absolutistas.

La I Guerra Carlista paralizó sus negocios, por lo que contactó con un grupo de notables exiliados en Bayona preocupados por la larga duración del conflicto y sus consecuencias en el País Vasco y Navarra. Estos notables constataban la necesidad de separar el conflicto dinástico de la lucha por los Fueros como condición previa para conseguir la paz.

Encabezó el proyecto "Paz y Fueros", que consistía en una proclama política en castellano y unos versos en euskera. Ofrecía una salida negociada, con cesiones por ambos bandos, a la situación bélica ligeramente favorable a los carlistas pero fundamentalmente estancada sin un claro vencedor. Además de las proclamas de "Paz y Fueros", puso en circulación unas coplas políticas conocidas como Bertso Berriak en las que en un euskera popular trataban de persuadir a los voluntarios vascos y navarros a abandonar la causa carlista. Acusaban al pretendiente Carlos de Borbón de no respetar los Fueros y negarse a convocar Juntas, era descrito como un aprovechado de la buena fe de los voluntarios, pero en el fondo acataba los Fueros sin convicciones, maltratando a sus milicias y apoyado por un grupo de políticos parásitos. En definitiva, intentaba convencer que daba igual cual fuese el rey legítimo, Isabel o Carlos, siempre que se respetara el tradicional el sistema foral.

El 19 de abril de 1838, Muñagorri se sublevó en Berastegi liderando su proclama e intentando formar un nuevo ejército al que pudieran unirse desertores carlistas. La iniciativa contó con el apoyo secreto del gobierno liberal de Madrid, que aportó fondos para promover el levantamiento y constituyó una Junta de notables en Bayona, con el fin de debilitar al ejército carlista. En esta junta participaron el conde de Villafuertes por Guipúzcoa, Iñigo Ortés de Velasco por Álava, Pascual Uhagón por Vizcaya, y José María Vidarte por Navarra.


abrazo Vergara Maroto Espartero
ABRAZO DE VERGARA

La llamada no tuvo gran éxito y las tropas de Muñagorri cruzaron la frontera con un escaso millar de hombres, que se limitaron a situarse en la zona de Lastaola, junto al Bidasoa, para en caso de peligro atravesar el río y refugiarse en Sara. Su única acción militar fue la conquista de Urdax a los carlistas.

El proyecto de crear una fuerza armada que recogiera a los desertores carlistas y pudiera ser decisivo en el desarrollo de la I Guerra Carlista fracasó, pero la idea de separar el conflicto dinástico de la lucha por los Fueros fue la base del Convenio de Vergara de 1839. 

La iniciativa contó con el apoyo secreto del gobierno liberal de Madrid, que aportó fondos para promover un levantamiento con el fin de debilitar al Ejército carlista. Se constituyó una Junta de notables en Bayona que contó con la participación del conde de Villafuertes por Guipúzcoa, Iñigo Ortés de Velasco por Álava, Pascual Uhagón por Vizcaya y José María Vidarte por Navarra.

Pero Muñagorri había abierto el camino para que los carlistas moderados llegaran a un acuerdo con el general liberal Espartero, poniendo fin a la guerra. Merecía, en justicia, la Gran Cruz de Comendador de la Real Orden Americana de Isabel la Católica.

En todo momento este ejército independiente no era más que una empresa alentada por el gobierno central, más que una tercera fuerza política ni liberal ni carlista, que acabó con la disolución, dispersando sus unidades entre el ejército liberal y desmantelando su campamento de Lastaola, cerca de la guarnición liberal de Irún.

Abrazo Bergara general liberal Espartero tradicionalista Maroto
ABRAZO DE VERGARA

En octubre de 1841, tomó parte en un levantamiento liberales moderados vascos contra el gobierno del regente del reino, el general Espartero. El fracasó le obligó a huir a Bayona, mientras Espartero, derogaba los Fueros como represalia. Tras quedar disuelto esta sublevación, volvió a sus negocios en su ferrería de Sumarrieta en Erasun.

El 14 de ese mes fue apresado y fusilado cerca de la ferrería de Zumarrista, por una partida de liberales exaltados al mando de Juan Ramón de Elorrio, antiguo chapelgorri ascendido a teniente por Espartero. Opuesto a la sublevación moderada liderada por el general O´Donnell, Elorrio encontró en el levantamiento político la coartada para ejecutar a su enemigo tratándose en realidad de un ajuste de cuentas personal.

Antonio Labaien dejó escrito aquel suceso:
"Elorrio era un sujeto de malos antecedentes, "txapelgorri" encallado por siete años de guerra, engreído por su ascenso a teniente. Un antiguo resentimiento hacia Muñagorri, un odio personal y afán de notoriedad le incitaron a presentarse acompañado de algunos pocos soldados en Zumarrista y sorprendiendo a Muñagorri lo mató alevosamente en el cercano alto de Pillotasoro. Una cruz incrustada en un árbol recuerda el luctuoso suceso."
detención traslado Tolosa Muñagorri Otaegui
DETENCIÓN DE MIÑAGORRI

26/07/2022

Recuperación de Lope García de Salazar por la Sociedad Bascongada Amigos del País


Lope García de Salazar es la figura importante en la que se centra todo el interés de la historia del Señorío de Vizcaya durante el tránsito de la Baja Edad Media al Renacimiento.

Fue el primero de los banderizos de su tiempo, un levantisco que se opuso a los Parientes Mayores de su tierra, como a los condestables de Castilla o al propio rey. En este último caso fue debido al nombramiento ilegal del corregidor de Vizcaya a favor de Juan Hurtado de Mendoza, que por ser desafuero logró que se anulara: "nunca cometió guerra por soberanía o contra razón, sino por guardar el honor de su linaje", como consta en su obra Las Bienandanzas e Fortunas.

Supo rendir delicado homenaje a su mujer, Juana de Butrón-Mújica, al transformar la añeja Torre de Muñatones en el exótico castillo de traza bávara y parecido al butrónida.

Tenía 67 años de edad cuando, el 9 de noviembre de 1476, moría envenenado por sus pariente en la Torre de Salazar que hay en Portugalete. En esta torre se refugió de sus hijos hasta que fue sitiada. En una posterior fuga pudo tomar la torre campanera de Santa María de Portugalete desde la que repicó las campanas en señal de auxilio a sus vecinos. Un acto inútil, ya que los Salazar impidieron el apoyo de los portugalujos hacia su progenitor, al que vilmente envenenaron en su casa-torre.

En las Bienandanzas e Fortunas, se refiere a su padre Pedro de Salazar el Cronista, siendo "preso de los que yo engendré, crié e acrecenté, e temeroso de mal bebedizo", renunció al señorío de su casa en favor de los suyos.

TORRE DE SALAZAR

Pocos meses antes de su muerte, García de Salazar había rendido pleitesía al rey Fernando el Católico en Guernica. Así lo reflejó en su pintura Francisco de Mendieta, donde el banderizo aparece besando la mano del monarca el día que este juró los Fueros de Vizcaya: Besamanos a Fernando el Católico por vizcaínos en 1476.

En el cuadro del autor de los Anales de Vizcaya, aparecen las armas y divisas de los Anuncibay, Zamudio, Castillo, Madariaga, Barrueta, Villela, Arteaga, Maceta, Butrón, Leguizamón, Sangroniz, Uriarte y Adán de Yarza. Y junto a estos Parientes Mayores, porta la estrella de la almejía ganada al moro de Toledo y la divisa:
"Son de los godos centellas,
hacer hechos más que humanos,
y merecer por sus manos,
asiento entre las estrellas."

BESAMANOS DE GARCÍA DE SALAZAR A FERNANDO EL CATÓLICO

Fue propietario del castillo de Muñatones, en la localidad de Musques, ubicado en el valle de Somorrostro. En esta instalación tuvo lugar una reunión de eruditos ilustrados de la Real Sociedad Económica Bascongada de Amigos del País. Allí se supo el descubrimiento de los restos del banderizo y cronista del siglo XV, concretamente en la ermita de San Martín de Muñatones. El examen forense le describe como un hombre de más de 70 años de edad, de gran fortaleza y altura. De hecho, en sus Bienandanzas e Fortunas, escribió que mandó hacer "a medida de su altor" las puertas de la sala de la torre mayor de su castillo que asomaban al exterior y aunque esas puertas desaparecieron, alcanzaban los dos metros y diez centímetros de altura.

Tras el hallazgo por los Amigos del País, el archivero de la Diputación de Vizcaya, Darío de Aretio, hizo la lectura de la prueba documental que demuestra como él mismo descubrió aquellos restos de Lope García de Salazar, que fue enterrado en la ermita de San Martín, junto a unas monedas de la época.

En 1944, la Comisión de Monumentos de Vizcaya obtuvo la declaración de Monumento Nacional a favor del conjunto histórico y artístico que componen el castillo, el palacio y la ermita de San Martín de Muñatones.

CASTILLO DE MUÑATONES

Este castillo fue la fortaleza guerrera más importante de las que aún perduran de la época banderiza del Señorío, formada por un doble recinto y su torre central. Fue comprada por la Diputación de Vizcaya a Mariano Mazarredo, marqués de Fregenal y descendiente de los Salazar en los que tras varios pleitos sucedió el castillo de Muñatones. Tras solicitud de la Diputación, tanto el castillo como la ermita de San Martín fueron restaurados en aquella década por la Dirección General de Bellas Artes. En el presbítero del templo se depositaron en su sepulcro los restos de Lope García de Salazar, convirtiéndose el conjunto en un santuario espiritual, histórico y artístico.

En 1454, escribió la Crónica de Siete Casas de Vizcaya y Castilla, a la que siguió en 1471, la obra monumental Las Bienandanzas e Fortunas, mientras estaba preso de sus hijos en el castillo de Muñatones. En sus veinticinco libros, García de Salazar trató, entre otros temas, los linajes vizcaínos y sus enfrentamientos bélicos en la Guerra de Bandos.

Según su exégesis:
"Compuse este libro e escribirlo de mi mano, e comencele en el mes de julio de año del Señor de 1471 años, e porque en el se fallaran muchas buenas andanzas e acontecimientos de Estados que los principes e gentes venidos de las cuatro generaciones, que son gentiles, e judio, e cristianos, e moros, alcanzaron, en con ellos visquieron en honra e a su plaser; otro si, obo muchos dellos que con fortuna decayeromn e fenecieron sus vidas miserablemente en mucho dolor, e trabajo, e angustia; otros si, porque yo le fice e escrebi, acompañándome la dicha fortuna, su nombre derecho debe ser Libro de las Buenas Andanzas e Fortunas, que fizo Lope García de Salazar en XXV libros, con sus capítulos, e sus tablas, e cada uno sobre si de letra colorada."
LAS BIENANDANZAS E FORTUNAS DE LOPE GARCÍA DE SALAZAR

Desde mediados del siglo XX, la figura histórica de Lope García de Salazar ha sido relanzada por la Diputación, que se encargó de editar los libros que comprende las Bienandanzas e Fortunas.

El manuscrito más antiguo es de Cristóbal de Mieres, titulado Códice de Mieres. Es una copia directa del original ya desaparecido, y se conserva en el Archivo de la Real Academia de la Historia.

La Diputación de Vizcaya obtuvo una copia de este códice y también otros manuscritos de la misma crónica, que se custodian en la Biblioteca Nacional, precedido por un interesante estudio de Darío de Areitio. Estas fuentes recomponen las Bienandanzas e Fortunas.

ESCUDOS DE ARMAS EN EL CASTILLO DE MUÑATONES

22/07/2022

La tribu atribulada, por Jon Juaristi



La tribu atribulada. El Nacionalismo vasco explicado a mi padre
Jon Juaristi, Editorial Espasa Calpe, (2002)

Este ensayo de Jon Juaristi, premio nacional de Literatura en 1998, es admirable por su honestidad intelectual, inteligencia y coraje cívico. Está construido como un diálogo intergeneracional, con el padre, símbolo de la generación que vivió la Guerra Civil y sus consecuencias inmediatas en el País Vasco, e intrageneracional, con la propia cohorte del autor, la de aquellos que combatieron desde el nacionalismo revolucionario durante el franquismo.

La tribu atribulada es una reflexión libre, sin pretensiones académicas, sobre el nacionalismo vasco y sus raíces integristas, sobre el terrorismo de ETA y las estrategias de la exclusión étnica, pero es también un análisis crítico de los mitos de la Resistencia y de las contradicciones del pacifismo y de los movimientos cívicos que enfrentaron al totalitarismo abertzale.

La obra aparece dividida en dos tratados. El primero, dedicado a la relación entre la tribu nacionalista y la Iglesia, analiza el proceso que convirtió la religión en un elemento central para la división entre los católicos vascos. A partir de una metáfora nacionalista, Iglesia vasca, representación de la comunidad nacionalista, se erige el pilar de lo que Juaristi denomina etnocristianismo, la mezcla entre religión y política que permite la transferencia de la sacralidad del catolicismo a la religión de la tribu. La segunda parte examina de la relación entre la tribu y el Estado. Lo fundamental es la indagación acerca de la actuación de una izquierda que se mantiene instalada en la cultura de la resistencia heredada de los tiempos del antifranquismo.

Esta tradición resistencialista conlleva dos fenómenos. Por un lado, la mitificación de la resistencia vasca por la contestación armada contra el régimen (realmente contra España), marcada por los hitos de Burgos (1970) y el asesinato de Carrero (1973), la única aparentemente capaz de hacer daño, singular y fácil de asociar con que era así por vasca. Durante ese periodo, ETA y PNV mantuvieron una relación simbiótica. Tras la muerte del dictador (1975), cuyo régimen estaba aislado por los fusilamientos, debido a que la organización terrorista estaba maltrecha y dividida y el PNV en plena efervescencia, fue éste quien capitalizó los dividendos del mito resistencial. De ahí que, pese a sus constantes deslealtades, el PNV todavía sea considerado por la izquierda como el componente imprescindible para alcanzar la paz. El otro fenómeno tiene que ver con la naturaleza de la progresía, que afecta a la negación de los símbolos constitucionales como la bandera. Si a esto unimos que en el imaginario resistencialista de la izquierda pervive la identificación del PP como franquista, se comprende la esquizofrenia que gravita sobre los movimientos cívicos vascos, que no alcanzan cohesión completa por la ausencia de una simbología compartida.

En el País Vasco, según sostuvo Juaristi, se estaba jugando la defensa de un orden democrático frente a un proyecto secesionista de signo etnicista y excluyente. Esa defensa implicaba abandonar los reflejos resistencialistas. La concepción de progresía del profesor arroja mucha luz para el estudio del comportamiento de la izquierda en toda España, tanto durante el franquismo y la transición como en la actualidad de aquel momento.

18/07/2022

Himnos patrióticos de los Tercios Vascongados en la Guerra de África


Durante la Guerra de África de 1859, las Diputaciones forales vascas reclutaron una División de Voluntarios Vascongados pertenecientes a las tres provincias, creados en la Capitanía General de Vascongadas para esta campaña. Estaba compuesta de 4 tercios, que fueron encuadrados en el Ejército español y a cuyo mando estaba el general Carlos María de Latorre. Esta división de voluntarios fue llamada por el nombre de Tercios Vascongados de África.

Durante su estancia norteafricana, proliferaron los cantos y versos en euskera sobre este conflicto bélico. En un verso titulado Aita arren semeai (El padre a su hijo), recuerdan los hechos de ilustres vascos, militares y marinos, que lucharon por España en sus Tercios y Armadas, y que son el modelo a seguir por sus descendientes:

Goazen, goazen, mutillak goazen Afrika'ra,
moruak jakin dezan gu ere an gerala.
Baionet zorrotzakin sartu beretara,
ekarri bear degu marroki bandera.

Pavia'ko batallan Juan de Urbieta'k
preso gelditu zuen errege frantzesa.
Euskaldunentzat au sa oroipen galanta,
iñork dudarik badu istoriyak daka.

Legorrez eta itxasoz euskaldun jendeak
daude oraiñ eta len gloriaz beteak.
Okendo ta Churruca eta Otalora'k
gerrariyak zirala badirade pruebak.

Isabel bigarrena gure Erreguiña,
Euskaldunak dizute biotzetik griña.
Onen defensarako eguin aleguiñak,
Naiz kampoan guelditu luce, luce, illak.

Don Carlos de Latorre gure jenerala,
zure mendean guaz laster peleara.
Zuk agindu ezkero noiznai listo gera,
baita jartzeko ere Tanjer´en bandera.

Vamos, vamos muchachos, vayamos a África
para que sepan los moros que también estamos allí.
Entrad en sus folas con la bayoneta afilada,
tenemos que traer la bandera marroquí.

En la batalla de Pavía Juan de Urbieta
apresó al rey francés.
Para los vascongados esto es un recuerdo hermoso.
Y si alguien tiene duda, la historia lo trae.

Por tierra y por mar los vascongados
se llenan siempre de gloria.
Oquendo y Churruca y los Otalora
lo demostraron cuando fueron guerreros.

Isabel segunda, nuestra reina
los vascongados te tienen pasión del corazón.
Nos esforzaremos en su defensa.
aunque quedemos en el campo largos, largos, muertos.

Carlos de Latorre, nuestro general,
bajo tu mando vamos pronto a la lucha.
Cuando tú lo ordenas estaremos dispuestos
incluso a poner en Tánger la bandera.

guerra áfrica tercios vascongados embarque
EMBARQUE DE LOS TERCIOS EN PASAJES

Un poema titulado Biba gure España ta español guztiak (Viva nuestra España y todos los españoles), el versolari incitaba a sus paisanos a la lucha:

Gure euskaldun maiteak,
orain da dembora,
esan biotezetikan:
Españolak gera;
gerra gustokua degu,
guztiok batera
alon, bada, multillak,
segitu aurrera!
Agur, daba, guztiok,
baguaz gerrar;
ez penarik eduki,
laister emen gera;
etortzen geranean
atera kalera,
esan biotzetikan:
Españolak dira.

Nuestros queridos compatriotas,
ha llegado el momento
de decir con el corazón:
¡Somos españoles;
nos gusta la guerra,
todos juntos
adelante, muchachos,
seguid adelante!
Adiós a todos,
nos vamos a la guerra;
no hay que tener pena,
pronto estaremos aquí;
cuando volvamos
salid a la calle,
y decid de corazón:
Son españoles.

latorre militar tercios vascongados
CARLOS MARÍA LATORRE

14/07/2022

García II Sánchez el Temblón


García II Sánchez mantuvo una alianza político-militar con el conde Sancho García de Castilla y el rey Alfonso V de León para frenar el empuje hostil del Califato de Córdoba. Se enfrento a Almanzor en la batalla de Peña Cervera, en el año 1000.

GARCÍA II SÁNCHEZ EL TEMBLÓN

García II Sánchez, hijo de Sancho II Garcés Abarca y de Urraca Fernández, fue rey de Pamplona durante un breve periodo, desde 994 hasta 1000. Fue denominado el Temblón o el Trémulo por los nervios y temblores que sufría en el momento previo a entrar en lucha armada. Continuó de la política de alianzas con los reinos cristianos hispánicos que había comenzado su padre.

Su reinado coincidió con el del califa cordobés Almanzor, de quien quiso romper cualquier relación de sometimiento. Ese fue el motivo por el que al poco de alcanzar el trono, Pamplona sufrió el asedio del Ejército califal procedente de San Esteban de Gormaz durante cinco días, en julio de 994. Solo entonces García II se vio obligado a formar un pacto de sumisión, entregando hasta cincuenta rehenes de la nobleza pamplonesa, para evitar cualquier intento de rebelión.

En el 997, una expedición de saqueo por tierras de Calatayud organizada por un grupo de caballeros dio muerte al hermano del gobernador de esa ciudad vasalla del Califato. Esto consiguió que Almanzor diese orden de ejecutar a los cincuenta rehenes cristianos que permanecían presos en su palacio. Además, en 999, una nueva expedición de castigo arrasó la ciudad de Pamplona.

García II nunca se rindió, y mantuvo su alianza político-militar con el conde Sancho García de Castilla y el rey Alfonso V de León para frenar el empuje hostil de Córdoba.

En el año 1000, esta coalición estuvo muy cerca de derrotar a Almanzor en la batalla de Peña Cervera, en el valle medio del Duero, (Burgos). Finalmente, no pudieron impedir que el Ejército del caudillo andalusí se dirigiera hacia Navarra, tomando la fortaleza de Estella y el Monasterio de Santa Cruz.

Pocos meses después de esta contienda, falleció García II Sánchez, sucediéndole en el trono pamplonés su hijo Sancho III Garcés el Mayor en 1004. Durante este periodo de cuatro años, detentó la potestad regia Sancho Ramírez de Viguera, primo de Sancho II y nieto de García I Sánchez, además se reedito la alianza político-militar entre pamploneses, castellanos y leoneses para enfrentarse a las tropas de Almanzor en la batalla de Calatañazor.

GARCÍA II SÁNCHEZ EL TEMBLÓN

García II había casado con Jimena Fernández, hija de Fernando Bermúdez, conde de Cea, cuyos hijos fueron:

Sancho III Garcés fue el sucesor al trono pamplonés

Urraca Garcés fue reina de León por su matrimonio con Alfonso V

Elvira Garcés

García Garcés

10/07/2022

Marinos vascos en el Combate de Lepanto


El poderío de los otomanos fue creciente durante el siglo XVI, sus conquistas se sucedieron una tras otra ocupando el sureste de Europa hasta que, en 1529, los jenízaros fueron detenidos ante Viena por Carlos I de España y V del Sacro Imperio Germánico. En el Mediterráneo la situación era amenazante, las galeras turcas imponían su ley y las incursiones berberiscas desde Túnez, Argelia y Marruecos no respetaban ninguna costa, continuando su expansión por las islas del mar Egeo, Chipre y Malta.

Consciente de esta amenaza, en 1571, el mundo católico se unió para combatirlo. España, Venecia, Génova, los Estados Papales y la Orden de Malta se aliaron para formar la Liga Santa. La alianza tendría validez por un período de tres años, durante el cual se reuniría una gran flota para derrotar a la flota naval del sultán Selim II.

La flota aliada estaba al mando de Juan de Austria, hermano bastardo del rey Felipe II. Tenía como almirantes en la Armada española a Álvaro de BazánLuis de Requesens y Juan Andrea Doria, que reunieron 90 galeras, 24 naves y 50 fragatas y bergantines.

La flota veneciana iba capitaneada por Sebastián Veniero y estaba formada por 6 galeazas, 106 galeras, 20 fragatas y 2 naves, mientras que la flota pontificia de Marco Antonio Colonna reunía 12 galeras y 6 fragatas.

COMBATE DE LEPANTO

La Liga Santa logró reunir un total de 91.000 soldados, marineros y chusma. 34.000 soldados, 13.000 tripulaciones y 45 galeotes. Por parte española eran 20.231 los soldados: 8.160 eran españoles, 8.160 italianos y 4.987 alemanes. Además, se unieron 1.876 caballeros y aventureros. Las piezas artilleras de toda la escuadra eran 1.250.

Las galeazas eran los navíos más potentes gracias a su gran aportación artillera. Las galeras eran impulsadas por remeros profesionales o por condenados por delitos a este duro trabajo. Muchas de las galeras italianas estaban en un lamentable estado para la guerra y tuvieron que reforzarse con 4.000 infantes y 500 arcabuceros españoles en cada galeaza.

La escuadra turca, al mando de Alí Bajá contaba con 210 galeras, 63 galeotas y 92.000 combatientes, de los cuales 34.000 eran soldados, 13.000 tripulaciones y 45.000 galeotes.

COMBATE DE LEPANTO

La fuerte y poderosa flota cristiana partió de Messina el 16 de septiembre de 1571. Y avista a la flota otomana en el golfo de Lepanto, frente a la ciudad de Naupacto, en la Grecia Continental, el 7 de octubre, siendo superior en número (aproximadamente 300 naves).

El combate se decidió gracias a la superior fortaleza y al mejor armamento de las 26 naves españolas que ocupaban la batalla o centro y a la eficacia de los arcabuceros; la nave real de Juan de Austria fue embestida y abordada por la del generalísimo turco Alí, que había previsto una maniobra envolvente por el ala derecha de la flota coligada, a fin de empujarla hacia el interior del golfo y encerrarla en él.

Después de dos horas de forcejeo indeciso, los soldados de la Liga, rechazados en tres ocasiones, entraron en la capitana turca y mataron a su general. La victoria del centro fue decisiva, pues el ala derecha, mandada por Doria, sostenía una lucha desventajosa con Luchalí, que se había infiltrado hábilmente por el centro en la primera fase del combate, y que trató, con una hábil maniobra, de atacar al centro de la Liga, que se retiraba vencedor con las naves capturadas.

La inmediata intervención de Juan de Cardona, y la posterior de la reserva mandada por el marqués de Santa Cruz, obligaron a huir a los turcos hacia la costa de Morea. Barbarigo el jefe veneciano, que mandaba el ala izquierda, resultó muerto, pero la ayuda de la reserva y el arrojo de los venecianos permitieron su triunfo sobre la derecha otomana y la muerte de Siroeco, que iba a su frente.

COMBATE DE LEPANTO

En la batalla, que duró cinco horas, murieron aproximadamente 35.000 hombres, 12.000 de los cuales eran de la Liga, y fueron capturados por ésta unas 130 naves turcas y 8.000 hombres, habiendo perdido los coligados 17 galeras. En Lepanto se frenó la expansión turca en el Mediterráneo, por otra parte, los intereses españoles se desplazaron hacia el norte de Europa.

No podía faltar la presencia de marineros y soldados vascos en la contienda. La victoria tuvo un fuerte impacto en tierras vascongadas, pues después de varios siglos aun perduran las muestras de entusiasmo mediante los celebres "errebombillos", Alarde de Elorrio, que se celebraban año tras año el primer domingo de octubre, conmemorando festivamente de una manera muy tradicional el histórico suceso, que avalan una activa participación en el combate de gentes oriundas de Elorrio.

Se han comprobado la existencia actual de calles con el nombre glorioso de Lepanto en varias poblaciones vizcaínas: Baracaldo, Guecho, Portugalete, Santurce, Lejona y otras.

Ahora bien, la intervención de los marinos vascos en Lepanto fue muy reducida y modesta en comparación a la de otros grupos nacionales, especialmente los de la ribera mediterránea desde Cataluña hasta Andalucía. Eso fue debido a la imposibilidad de atender a la vez los dos teatros estratégicos del momento: el Atlántico y el Mediterráneo. Quedaron la mayor parte de los marinos guipuzcoanos y vizcaínos al servicio de las naos oceánicas para el tráfico de Indias o para reforzar la presencia naval española en los Países Bajos.

COMBATE DE LEPANTO

Alguno de los marinos y soldados que intervinieron de forma destacada en la preparación de la escuadra y en el desarrollo del combate fueron:

Domingo Zavala y Armendia, natural de Villafranca de Oria, fue contador mayor del rey y consejero de Hacienda de Felipe II. Tomó parte en el combate como capitán de cuatro galeras. Enfrentándose a cinco galeras turcas consiguió prender tres, recibió varias heridas y salvó la vida al lugarteniente de Juan de Austria, Luis de Requesens. En premio de su arrojo, Su Santidad le concedió dos jubileos para su villa natal. Murió en su palacio de Zavala en 1614.

Juan Pérez de Elizalde, natural de Tolosa, fue el marino arquetipo de entrega y abnegación a la Corona hispánica, allá donde fueren requeridos sus servicios. Su prestigio como marino veterano está avalado por sus cuarenta y dos años de servicio a su patria. Fue secretario de la gobernación de estado en Milán. Participó en varias de las guerras sostenidas por España en el siglo XVI: Flandes, Italia, Portugal, Malta, Goleta, Orán, Peñón de Vélez y Guipúzcoa y, en 1571, en Lepanto. En premio de sus servicios, recibió por armas las águilas imperiales, presentes en la fachada de su casa en el paseo de Belate.

Miguel de Eleizaldenatural de Tolosa, capitán de mar, compuso un libro de aritmética y geometría.

Juan Ibáñez de Aulestia y Mendirichaga, de Murelaga, general de marina.

Antonio de Alzate, de Fuenterrabía, constructor de la nao capitana real en la que navego Juan de Austria, y capitán de la nao soberana del Papa.

Juan Núñez de Palencia, de Fuenterrabía, capitán de soldados.

Francisco de Ibarra, de Eibar, contador mayor de galeras.

Ruiz de Galarza, de Anzoula, muerto en combate.

Marcos de Isaba, de Isaba (Navarra), mandó una compañía de 178 hombres que perteneciente al tercio de Miguel de Moncada.

COMBATE DE LEPANTO

Góngora y Torreblanca escribieron de Marcos de Isaba:
"En esta batalla, uno de los más valientes capitanes, que más se señalaron, fue don Marcos de Isaba, tan celebrado en la Austriada del Regidor de Córdoba, pues teniendo el Ochaliren las galeras de Malta, y degollada gran parte de los comendadores, les embistió y peleó tan valerosamente con este famoso capitán, que en breve rato se la volvió a ganar y rescatar y en particular la capitana de ellas con el general Jofre Justiniano, que sólo con otro comendador habían dejado con vida, con muerte de muchos genízaros, que son los nervios del poderoso brazo del turco, e hizo en aquel tan sangriento día otros hechos heroicos y notables, y después de muy grandes servicios, fue a Castellano de Capúa en el reino de Nápoles."

DOMONGO DE ZAVALA EN EL COMBATE DE LEPANTO


06/07/2022

El brujo volador de Bargota


El llamado Brujo de Bargota reúne buena parte de los tópicos que caracterizan a la brujería medieval. Johanes de Bargota nació en esta localidad navarra o, tal vez, en la riojana Rincón de Soto. Tras estudiar en la Universidad de Salamanca, se estableció como clérigo en Bargota, mezcló la ciencia con la magia, la prestidigitación y la nigromancia.

La leyenda cuenta que podía desmembrar la cabeza del cuerpo, lo que hizo una vez en una fonda de Pamplona durante unos Sanfermines, o que se trasladaba volando.
Para asistir a la corrida de toros en homenaje a la boda real entre Felipe III y Margarita de Austria, que se celebró el 18 de abril de 1599, exclamó:
"¡Nube del mes de abril, llévanos a Madrid!"
Otro día de agosto llegó a la iglesia antes de la misa y ante la presencia de todos se sacudió la nieve que llevaba en su capa mientras exclamaba:
"¡Ay, qué diablos… cómo nieva en los Montes de Oca!"

ESCULTURA DEL BRUJO DE BARGOTA

La Cofradía de Arcabuceros de Torralba le denunció y fue acusado de brujería además de ser sospechoso de la muerte del Conde de Aguilar, por lo que fue encerrado y juzgado por el Tribunal de la Inquisición de Logroño, en 1610. Al parecer, este personaje debió crearse un papel y lo mezclaba con diversos trucos, puesto que en su proceso entregó al vicario libros y objetos de magia como dos cabezas de goma con notable perecido a sí mismo. Salió del trance tras un año de prisión y otro de llevar el sambenito, un capote amarillo con lenguas de fuego que se ponía a los condenados y reconciliados. Y dicen que volvió a Bargota arrepentido.

En la actualidad, Bargota forma parte de la Ruta de la Brujería y rememora su figura con la Semana de la Brujería.


CARTEL DE LA SEMANA DE LA BRUJERÍA EN BARGOTA

03/07/2022

Ascenso de una nueva oligarquía socio-económica vasca en la Modernidad


A finales de la Edad Media y principios de la Edad Moderna, se produjo la caída política de los antiguos parientes mayores que ocuparon el poder durante la Alta Edad Media y que propiciaron las Guerras de Banderizos. Durante este tiempo, se generó un cambio de orden político y económico a favor de los nuevos linajes vascos que se elevaron sobre la base del servicio a la Monarquía española, que supuso una renovación de las elites locales y provinciales.

Pero no se trató de una sustitución radical de los antiguos linajes al frente del poder político y económico, muchos se adaptaron al cambio y aprovecharon las oportunidades de mantener mejores posiciones e influencias entroncando con las familias de las nuevas elites y participando en los nuevos círculos de poder al servicio de la Corona. Así, por ejemplo, durante ese período de tiempo, en San Sebastián, los Berastegui, descendientes de parientes mayores rurales, entroncan con los Engómez y Montaot, principales comerciantes de la villa; o los Butrón-Múxica con los Idiáquez.

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HIDALGOS VASCOS

En estos procesos de cambio social y de construcción política y económica no se dieron siempre de forma pacífica, ya que los intereses de los líderes de las nuevas actividades chocaron con los intereses establecidos de los viejos linajes y su actividad tradicional. Así, entre 1578 y 1582 hubo una serie de conflictos por el control del gobierno municipal de San Sebastián. Un choque de intereses entre, por un lado, las elites emergentes dedicadas a las nuevas economías y formados por Miguel de Oquendo y sus amigos y capitanes de mar, que dirigían la preparación de una armada para la campaña de las Azores. Del otro lado, el círculo familiar de Juan López de Aguirre y sus primos, Martín de Santiago, el alcalde de la villa, y Esteban de Santiago, eran miembros de la oligarquía cargohabiente de San Sebastián a lo largo del siglo y principales hombres de los tradicionales negocios (expediciones a Terranova y comercio con el Norte de Europa) que se vieron perjudicados por las exigencias de la nueva economía de guerra.

En aquellos enfrentamientos, unos y otros contaron con sus parientes, socios y dependientes, llegando a movilizar a sectores populares. Aquel conflicto fue ganado por Miguel de Oquendo y sus capitanes de mar, que ocuparon alcaldías y regidurías durante las últimas década del siglo XVI y el primer tercio del XVII, mientras que Juan López de Aguirre y sus parientes perdieron sus posiciones en el gobierno municipal.

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HIDALGOS VIZCAÍNOS

Un factor muy importante fue el gran aumento de población en los territorios vascos a principios del siglo XVI, esto originó un aumento de la demanda que provocó un incremento de la renta de la tierra. Los prebostazgos mayorazgos formados por talleres artesanales, huertas y casas de labranza, ferrerías, astilleros, etc. fueron patrimonio de las familias de mercaderes dedicadas al floreciente comercio ultramarino.

Durante los siglos XVI y XVII, se generó una nueva clase social dominante, basada en prebostes rurales o propietarios de varios centros de producción. Esta nueva oligarquía fundaba prebostazgos y mayorazgos, acaparando una gran cantidad de terrenos, huertas de labranza, ferrerías o astilleros, y en los casos más elevados se apropiaron de señoríos y obtuvieron títulos nobiliarios.

La inversión más acusada en estos centros de producción se produjo, poco a poco, entre quienes habían formado un capital fuera de las tierras vascas, tanto dentro de España como en las tierras descubiertas en América: contadores de hacienda, secretarios y consejeros reales, gobernadores, administradores de rentas, financieros, militares, marineros, mercaderes, etc. Esta emergente clase social, que controló la economía y la política, consiguió su fortalecimiento local logrando posiciones de poder en la burocracia real, en la Corte austracista de Madrid y en sus diversas instituciones a su servicio. Ejercieron cierta función de "centralidad" con respecto a unas provincias en vías de formación, que no eran aún sino un agregado heterogéneo, y muchas veces contradictorio, de comunidades locales que configuraban un "espacio político policéntrico formado por agregación".

BILBAO, SIGLO XVI

Estos oligarcas consiguieron una importante capacidad de arbitraje en la resolución de conflictos entre villas. También obtuvieron cargos en la Corte y en las Provincias para sus allegados y deudos, contribuyendo a la configuración de una red clientelar de linajes dominantes en las Provincias Vascas.

Desde estas posiciones, se promocionaban a amigos y allegados en cargos provinciales al servicio del rey, como superintendentes de fábricas y plantíos de Guipúzcoa, superintendentes de las fábricas de Cantabria, o tenedores de los bastimentos y astilleros reales, y que estuvieron relacionados con ventajosos negocios particulares que prosperaron al arrimo de la Corona. Fueron los casos de los Idiáquez, Zuazola, Garibay, Aróstegui, Amézqueta, Echeberri, Ipeñarrieta, Araiz, Zárate, Gaztelu, Martínez de Ondarza, López de Recalde, Pérez de Ercilla, Bamboa, Berástegui, Arriola, Aliri, Insausti, Oquendo, Eraso, etc. Personajes que aunque establecidos en la Corte, personalmente o mediante familiares y amigos, mantuvieron su palacio, bienes y capital, ostentaron cargos honoríficos como secretarios de las Juntas Generales y de las Diputaciones, y gozaron de estrechas relaciones clientelares a través de fieles mediadores.

Un caso paradigmático de estas relaciones de interés fue la vinculación entre el consejero real Juan de Idiáquez y su administrador en San Sebastián, Domingo de Echeberri. La cuenca del Deva, canal de transporte de la lana castellana hacia los puestos marítimos consiguió el control de los Idiáquez; la saga de los Idiáquez se convirtió en la cúspide de una trama clientelar entre la provincia y la Corona. Su prestigio fue tan inmenso que fueron solicitados continuamente por las villas guipuzcoanas para conseguir privilegios y favores reales, o para defender los intereses frente a otras.

El prebostazgo de San Sebastián correspondió a los Engómez, familia de mercaderes gascones. El prebostazgo de Fuenterrabía, desde donde se exportó el hierro navarro a Burdeos e Inglaterra, estuvo en manos de los Benesa, una familia de marinos y mercaderes muy poderosa. Todo esto sirvió para caracterizar el advenimiento de una nueva clase burguesa.

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CASAS DE URDINOLA

Un gran ascenso de este nueva oligarquía señorial vasca fue aportada por la figura del indiano. Aquel emprendedor o aventurero que marchó a las Indias en el siglo XVI, consiguieron una fortuna en aquellas empresas del Virreinato del Perú o de la Nueva España y regresó a sus tierras de origen donde lo invirtieron. Fueron muchos los vascos que utilizaron su condición de hidalguía universal para llegar al Nuevo Mundo, siendo ejemplo de aquellos indianos vascos Martín García de Loyola o Francisco de Urdinola.

Martín García de Loyola, hermano de San Ignacio, regresó a Guipúzcoa después de hacer negocios en los virreinatos del Imperio español, comprado varios caseríos y tierras, en Azpeitia, Urrestilla y Beizama, y fundó el mayorazgo de Loyola.

Francisco de Urdinola, militar, administrador y comerciante, es otro notable ejemplo del ascenso socio-económico de esta elite indiana. A principios del siglo XVII, regresó para comprar la torre que consideró como origen de su familia, la casa de Urdinola, con sus centros de labranza, el caserío de Gabiria y las tierras de Laransadi y Elizquibe.

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HIDALGOS ALAVESES

De un modo general, las familias gobernantes de las villas a lo largo de los siglos XVI y XVII fueron aquellas que se hallaban vinculadas a las riquezas de la Corona y del imperio colonial. Esta vinculación, más o menos estrecha, sirvió para reforzar la articulación política de las villas y provincias en el seno de la Monarquía.

Las relaciones en la corte y en las elevadas instancias civiles y eclesiásticas, el control y dirección de economías pujantes a la sombra de la Corona, los cargos y honores al servicio del rey y el control de los cargos municipales y eclesiásticos fueron elementos importantes de la hegemonía en las villas de estas nuevas elites.

El prestigio y la influencia de estas nuevas élites se alimentaron también mediante su política de donaciones, fundando conventos, financiando iglesias y retablos, creando capillas, otorgando donativos a hospitales, a fundaciones asistenciales y a maestros de escuelas.

HIDALGOS VIZCAÍNOS