Capitán de infantería en el Tercio de Idiáquez que sobresalió en la batalla de Nordlinghen, en 1635, en la Guerra de los Treinta Años
LOPE OCHOA ORO DE ITURRALDE |
Lope
Ochoa de Oro Iturralde es natural de la guipuzcoana villa de Mondragó- Arrasate,
donde nació en 1615. Cursó estudios en la Universidad de Alcalá de Henares,
graduándose en artes, y en la de Oñate en teología, en 1639. En esta misma
villa fue elegido colegial de la Universidad Sancti Spíritus, consiguiendo
cátedra de prima y vísperas de teología, de artes y de filosofía natural.
Su
vida siempre estuvo vinculada a Ejército del Imperio español, militando durante
cuarenta y ocho años. Comenzó
en la Real Armada española, y llegó a capitanear la nao Soledad.
Posteriormente,
pasó a combatir enrolado en los Reales Tercios de Infantería, en el marco de la
Guerra de los Treinta Años, entre España y los aliados Inglaterra y Países
Bajos. Así, estuvo en los estados Italia, Lombardía y Flandes, a donde condujo
desde Gibraltar tres mil infantes, tomando parte de sucesivas batallas.
Consiguió
la gloria militar en la batalla de Nordlinghen, en 1635, donde le encomendaron
la defensa de una posición estratégica, cima de una colina. Estaba integrado
en el Tercio de Idiáquez, como capitán. En los quince asaltos que efectuaron, los
protestantes fracasaron, pereciendo muchos efectivos católicos. Durante la defensa, una bala de cañón alcanzo el brazo derecho de Lope Ochoa. Pero, pudo mantenerse en lucha contra los protestantes, dirigiendo a sus soldados hasta la victoria final.
"Allí peleó como esforzado capitan Lope Ochoa de Oro Iturralde; cuando más empeñada estaba la contienda una bala de cañon le llevó el brazo derecho, pero él con valor heróico y abnegacion sublime, pidió una pica, y blandiéndola bizarramente en la mano izquierda, alentó á los suyos, y mantuvo su puesto, no cesando de luchar hasta que la indecisa victoria laureó, al fin, á los ejércitos católicos, y pudo ver tendidos en tierra diez y seis mil infantes y seis mil ginetes enemigos, tomadas noventa piezas de artillería y doscientas banderas, y prendidos gran número de capitanes, entre ellos Gustavo Horne, que estaba confuso y hecho mármol."
Según
un testigo presente: "El valeroso tercio de Idiáquez, tan probado en Flandes, mostró
con experiencia el coraje invencible de España."
El
general del ejército de los aliados católicos, el Infante Cardenal, pudo comprobar
este hecho y recompensar a Lope Ochoa con tres escudos de sobresueldo al mes y
la pensión de doscientos ducados. Además, emitió una misiva a su hermano el rey
de España, Felipe IV de Habsburgo, para recomendarle en un cargo acorde a su
mérito demostrado. La carta expresaba la siguiente frase:
"Yo lo suplico á V. M. muy encarecidamente, pues en sus servicios caerá muy bien esta merced y yo la estimaré en mucho, por el valor y particular demostración con que se señaló ante mis ojos."
En
enero de 16356, el mondragonés recibió la orden para regresar a España al ser nombrado
veedor general de las Reales Fábricas de Armas de Guipúzcoa y Vizcaya, con una
renta de doscientos ducados.
REAL TERCIO DE IDIÁQUEZ EN CIUDAD FLAMENCA |
En
agosto de 1641, fue nombrado capitán de Infantería, cargo que desempeñó hasta
su muerte.
En
julio de 1642, una real cédula le asignaba una pensión de doscientos ducados al
año en merced de los resultados que estaba consiguiendo a las fábricas de
armas.
Según
la Real Cédula expedida el 28 de julio de 1642, se disponía a entregarle esa
merced "teniendo consideración a sus servicios, sin que sea esto de consecuencia para otro, pues habrá
pocos de este exemplo".
Estuvo
casado con Jerónima de Bértiz, de cuyo hijo fue el capitán Francisco de Oro
Iturralde, quien siguió la carrera militar tomando parte en la revuelta de
Cataluña, muriendo en el sitio de Barcelona. Después, casó en Mondragón con Ana
de Córdoba, teniendo por hijo a Lope Nicolás de Oro Iturralde, religioso
franciscano, que profesó en la Universidad de Salamanca en 1657.
Como ocurría en otros muchos casos, militares y gobernantes desplazados en guerras y administraciones del Imperio de la Monarquía hispánica dedicaban los últimos años de su vida, ya retirados de servicio, al gobierno de sus villas natales. Este fue el caso de Lope Ochoa al ejercer el cargo de alcalde de Mondragón.
Este tipo de caballeros fue elogiado por Zorrila en la figura de Pedro Ruiz de Alarcón, y que bien muestra un paralelismo a la persona de Lope Ochoa. Le dedicó estos versos:
Muchos años por su patria
el buen viejo peleó.
Cercenado tiene un brazo,
mas entero el corazón.
Murió
en 1646, en su casa solariega de Mondragón y enterrado en la capilla de San Pedro
de la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Mondragón. En este templo
solían enterrar a sus antepasados desde que el primer Lope Ochoa y su mujer Catalina
de Arcaraso Guesalibar fundasen el linaje.