PATRIOTAS VASCONGADOS Y NAVARROS

TERRITORIO

ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL

30/08/2018

José Agustín Ibáñez de la Rentería


Literato y político ilustrado del Siglo XVIII que destacó por sus Discursos y Fábulas en verso castellano

Pensamiento político Ibáñez de la Rentería
PENSAMIENTO POLÍTICO DE IBAÑEZ DE LA RENATERÍA

José Agustín Ibáñez de la Rentería era natural de Bilbao, donde nació en 1750. Fue un profundo seguidor de la obra de Montesquieu, entre otros autores franceses. Esta amplia influencia francesa la dejó patente en sus Discursos (1780-1783), en los que hizo una defensa de las libertades municipales y del empleo del castellano frente al latín, impuesto en la enseñanza como lengua de uso.

Desempeñó varios cargos en la administración local y regional. En 1774 fue miembro benemérito de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, en la que, partidario del progreso y la reforma en la educación, se convirtió en un verdadero exponente e impulsor de la misma.

Se le nombró alcalde de Lequeitio, en 1775, e historiador de Vizcaya en las Juntas Generales de Guernica, en 1816.

Plasmó sus Fábulas en verso castellano en dos tomos de amplia variedad métrica que fueron publicados respectivamente en 1789 y 1797. Fue autor además del apólogo político El raposo (1789) y de Memorial histórico (1798).

José Agustín Ibáñez de la Rentería
FIRMA DE JOSÉ AGUSTÍN IBÁÑEZ DE LA RENTERÍA

25/08/2018

Sangre, votos, manifestaciones, por Gaizka Fernández y Raúl López


sangre votos manifestaciones nacionalismo vasco eta
SANGRE, VOTOS, MANIFESTACIONES,
POR GAIZKA FERNÁNDEZ Y RAÚL LÓPEZ

Sangre, votos, manifestaciones. ETA y el nacionalismo vasco radical 1958-2011
Gaizka Fernández y Raúl López, Editorial Tecnos (2012), 408 páginas

Sangre, votos, manifestaciones trata sobre una cuestión tan candente como polémica: el pasado reciente de ETA y su entramado civil, la autodenominada "izquierda abertzale". Relata cómo se construyó dicha comunidad incivil, cuáles fueron sus resortes discursivos y movilizadores, y responde al interrogante de por qué prendió la violencia en la Euskadi de las últimas décadas.

El prestigioso historiador José Luis de la Granja, especialista en la II República, la Guerra Civil y el Nacionalismo vasco, introduce la obra en un acertado prólogo advirtiendo el factor de intimidación que la propia existencia de ETA ha supuesto para la historiografía vasca, disuadiendo a no pocos historiadores de adentrarse en el estudio del último medio siglo de Euskadi.

Desde los años sesenta a nuestros días esta organización terrorista ha condicionado dramáticamente la vida política, social y económica de España en general y del País Vasco en particular. Sin embargo, todavía hay aspectos de la historia del nacionalismo radical que resultan desconocidos para la ciudadanía o han sido tergiversados interesadamente, de modo especial los referidos a la etapa del tardofranquismo y la Transición.

Durante esos cruciales años ETA y su entorno sociológico adoptaron la triple estrategia en pro de la independencia de Euskadi que los ha caracterizado y que da título a la presente obra:
1. sangre: el terrorismo de la banda
2. votos: los candidatos de HB, su brazo electoral, que se presentaban a los sucesivos comicios para dejar luego vacíos los escaños que obtenían
3. manifestaciones: las movilizaciones sociales, que acabaron adueñándose de las calles del País Vasco.

Según los autores de este libro, el respaldo de la izquierda abertzale al terrorismo ha sido el principal elemento diferenciador de dicho movimiento, de modo que la renuncia de ETA a las armas abrió una nueva etapa en la historia del nacionalismo vasco radical. Sin embargo, la izquierda abertzale no aceptó la renuncia a sus objetivos, ya que "las huellas del fanatismo no se borran de la noche a la mañana".

Apoyados en un marco teórico que solo se deja ver lo justo y necesario para poner orden y conceder sentido a la completísima documentación manejada, los historiadores Gaizka Fernández Soldevilla y Raúl López Romo han logrado construir una rigurosa narración sobre la historia del nacionalismo vasco radical durante la segunda mitad del siglo XX, con especial detalle en los años de la Transición. Aunque afectado por algunas reiteraciones propias de un texto compuesto con ensayos inicialmente elaborados de forma independiente, el libro se lee con comodidad y cada capítulo va ampliando y profundizando la perspectiva ganada en los anteriores. 

Entre ellos sobresalen los dedicados a recorrer la evolución de los partidos y movimientos sociales imbricados en el nacionalismo radical vasco. Uno de esos temas ampliamente examinados es la deriva institucional tomada por ETA político-militar a partir de las primeras elecciones democráticas de junio de 1977, entrando en claro conflicto con sus camaradas de ETA militar y creando las condiciones de su posterior disolución. O los esfuerzos realizados por los nacionalistas vascos radicales para absorber a la extrema izquierda vasca no nacionalista.

Finalmente, el texto se cierra con una excelente pieza analítica en la que los autores aportan una explicación comprehensiva sobre las causas que permitieron que la violencia política prendiera en Euskadi.


16/08/2018

Movimiento fuerista vasco-navarro del siglo XIX


Como bien dijo Bernardino de Estella, la pérdida de la identidad y cualidad foral vasca se inició en 1789 sobre Francia y en 1839 sobre España. Incluso los primeros Borbones respetaron la identidad foral vasca, dado que el Señorío de Vizcaya y resto de provincias apoyaron a Felipe V en la Guerra de Sucesión. El Jacobinismo liberal francés fue el primero en arrasar toda idea diferencial vasca, como la bretona.

La invasión napoleónica fue otro ejemplo de lucha en común. Las Juntas Generales vascas aprobaron la guerra contra los franceses, cuando el gobierno de España no existía y tenían libertad de haber hecho otra cosa. Como en Cataluña, los vascos lucharon contra el invasor sin aceptar las posibilidades separatistas que les ofrecía. No fue solo un tema religioso, pues aunque el invasor era en parte antirreligioso, esta conducta fue más respuesta a la lucha de los sacerdotes españoles contra los franceses que a la política de Napoleón, que en aquellos años ya había pactado con el papado la paz y una alianza, entre ellas su coronación como emperador.

Pero acabada la invasión francesa se produjo la llegada de la Democracia jacobina a España, y la destrucción de las identidades. Las Cortes de las Córtes de Cádiz de 1812, democráticas y liberales, fueron las primeras en que España eliminaron los Fueros vascos y navarros, y convertían a estos territorios en provincias, siguiendo el ejemplo jacobino francés típico de aquellas Cortes masónicas.

Los liberales vascos quemaron en San Sebastián públicamente los Fueros, no lo hicieron los reyes de España, sino vascos masones y liberales. Es curioso, Francisco Espoz y Mina, uno de los guerrilleros navarros típicos que luchó heroicamente contra los franceses, primero hizo fusilar un ejemplar de esa Constitución, pero luego se pasó al bando liberal, ingresó en la masonería y lucho contra los carlistas.

ESCUDOS HISTÓRICOS DE VIZCAYA Y GUIPÚZCOA

Pero fue bien entrado el siglo XIX cuando gran parte de los vascos y navarros tomaron profundo odio al Liberalismo masón y democrático. Por ello, a la muerte de Fernando VII, tomaron partido del absolutista carlista frente al liberal isabelino. Las dos Guerras Carlistas son ejemplos de lucha por mantener el tradicional régimen absolutista y foral, pero dentro de un contexto español que jamás perdió el Carlismo vasco ni el catalán. "Religión, Rey y Fueros" eral su principal lema, siendo el rey de España, y no de Euskal Herria.

En la primera de estas guerra civiles, la boina roja vasca, txapel gorri, se extendió como un símbolo entre los carlistas, defensores del Tradicionalismo. El Pacto de Vergara, abrazo de Vergara entre los generales rivales, el isabelino Espartero y el carlista Maroto, hizo acabar esta contienda. Aun así, Isabel II tuvo que restituir los Fueros sin perjuicio de la unidad constitucional, es decir, sin contenido alguno real, como los había tenido hasta entonces.

La respuesta inicial de gran parte de los vascos y navarros ante la idea del centralismo uniformador y la filosofía jacobina liberal y masónica, su igualitarismo forzado, fue el Fuerismo. No todos fueron foralistas carlistas, en las ciudades el fenómeno de la industrialización, los ideales liberales, democráticos e ilustrados fueron defendidos por una burguesía naciente.

Los fueristas trataban de hacer comprender a un gobierno de masones que la política represiva centralista solo llevaría al desastre. De igual manera que los catalanistas federalistas, no odiaban a España ni pedían separatismo alguno hasta casi en año 1900.

MONUMENTO A LOS FUEROS DE NAVARRA

En 1834, se produjo la escisión de los liberales, que dio origen a los progresistas y los moderados. Estos últimos mantendrían su liderazgo con Isabel II y mantuvieron posturas intermedias y moderadas entre los postulados extremistas de los liberales progresistas y los contrarrevolucionarios carlistas.

Para Jon Juaristi, el Liberalismo moderado estaba representado en Vascongadas y Navarra a través de los fueristas. Mientras que García-Gallego y Miranda Rubio defienden que la Ley Paccionada de 1841, es decir, la ley que adecua la ley foral navarra y vascongada a la unión constitucional, no solo fue construcción de los fueristas o liberales moderados, sino que fue impulsada principalmente por los progresistas, su sector más radical. En consecuencia existió una defensa de los fueros navarros y vascongados por parte de los liberales.

Pero, los liberales moderados, así como los carlistas, promovían la plena reintegración (que no adecuación) de los fueros que habían estado vigentes hasta 1841, incluso el general Leopoldo O'Donell hizo bandera de ellos en el alzamiento que protagonizó ese año. No obstante, la complejidad de la historia política llevó a que, en ocasiones, los progresistas navarros asumiesen posiciones parecidas a la de los liberales moderados. Y en sentido contrario, cuando los moderados tuvieron en sus manos el poder, teniendo que asumir responsabilidades de gobierno, abandonaron su discurso de reintegración plena y llegaron a claudicar en favor de los acuerdos de la Ley Paccionada de 1841.

En la Restauración de 1874, se produjo otra escisión de los liberales, en este caso los liberales moderados se dividieron en transigentes e intransigentes, por diferencias frente a la ley modificadora de los fueron de 1876. Los transigentes aceptaban el nuevo modelo, aunque luchaban por algunas condiciones fiscales, mientas que los intransigentes condenaban la abolición foral y luchaban contra esa Revolución liberal.

En 1876, el Movimiento fuerista eclosionó como el conjunto de iniciativas políticas y culturales impulsadas por los liberales moderados intransigentes vascos y navarros. Estaban englobados en dos sociedades: la Asociación Euskara de Pamplona, llamados euskaros; y la Sociedad Euskalerria de Vizcaya, formada por euskelerríacos. Centraron su actividad en la promoción cultural y propagandística de la denominada "cuestión vasca".

Destacaron por su carácter romántico, por la exaltación del ruralismo, por destacar el componente vasco como signo de identidad común a las "cuatro provincias hermanas", y por superar la diferencias entre progresistas y carlistas. En la concepción fuerista, el medio rural era la máxima expresión de las virtudes de un pueblo, en contraposición a la pérdida de estereotipos en las nacientes ciudades industrializadas.

Los principales estereotipos del Romanticismo fueron:

1. la supresión de leyes (fueros), que parecían venir desde el fondo de la historia

2. el retroceso de una lengua milenaria envuelta por el misterio y la leyenda sobre su origen

3. una geografía montañosa "enrizada de rocas y precipicios y velada por nieblas" y una costa "azotada por olas"

4. la ruralización en decadencia frente a la industrialización y crecimiento demográfico de las ciudades

SOLDADOS Y BANDERAS CARLISTAS

El Carlismo era un resumen de todos los tópicos de la literatura romántica, que tanto influenció al Fuerismo. Su aspiración era la vuelta de Antiguo Régimen absolutista, fruto los valores y tradiciones tópicos y típicos de España, y que contemplaba la restauración de todos los fueros tradicionales frente a la armonía constitucionalista. De esta idea general a toda España, se particularizó el Fuerismo hacia el mantenimiento de los valores tradicionales de la sociedad vasca.

En la concepción fuerista, el medio rural representaba la máxima expresión de las virtudes de un pueblo o etnia. En contraposición, el Liberalismo y la abolición foral representaban el peligro de la naciente industrialización, pues la emigración del campo a la ciudad estaba atrayendo pobreza, vicios e irreligiosidad, en definitiva, la pérdida de los valores tradicionales vascos.

En 1877, se reunían Juan de Iturralde, Arturo Campión, Esteban Obanos, Nicasio Landa, Aniceto Lagarde, Florencio de Ansoleaga, Antero de Irazoqui, Fermín Iñarra, Salvador Echaide, Estanislao Aranzadi y Hermilio de Olóriz con la finalidad de establecer una sociedad para fomentar el Fuerismo.

Y en 1878, Juan de Iturralde y Arturo Campión fundaban la Asociación Euskara de Navarra con el objeto de conservar y propagar la lengua, literatura, legislación e historia vascas y navarra. Esta sociedad fue la materialización del Movimiento fuerista en Navarra. Iturralde era nombrado secretario, presidente de la sección de Etnografía, Historia, Arte y Legislación, y director de la Revista Euskara. Más tarde entraría a formar parte posiblemente su literato más influyente, Francisco Navarro Villoslada.

Entre los literatos de esta escuela se repiten machaconamente los tópicos raciales, cristianos e identitarios, mitos y leyendas fueristas tan característicos de su movimiento romántico. Sin embargo, en ningún caso hablan de ruptura con España.

Años más tarde, entre 1893 y 1899, el ministro de Hacienda, Gamazo, intentó imponer uniformidad fiscal en toda España, eliminando la foralidad peculiar de Navarra. Esto hizo surgir un Foralismo navarro encabezado por Hermilio de Olóriz y Gregorio de Iribar y Sanchez.

En 1910, próxima la celebración del aniversario de la batalla de las Navas de Tolosa, Campión, Altadill y Oloriz, diseñaron el escudo y la actual bandera de Navarra, que ese mismo año aprobó la Diputación.

El Congreso de Oñate de 1918 fue un evento de gran relevancia promovido por las instituciones públicas, y que contó con la participación tanto de obispos de las diócesis de Vitoria, Pamplona y Bayona, como del rey Alfonso XIII.

El congreso acordó la creación de una universidad vasca para institucionalizar académicamente la actividad cultural y científica vasca y la fundación de la institución académica permanente de la Sociedad de Estudios Vascos que contaba con un sólido fundamento socio-político. Alfonso XIII fue nombrado presidente de honor de esta sociedad; Arturo Campión, presidente honorario; Julián Elorza, presidente efectivo; y Ángel Apraiz, profesor de la Universidad de Salamanca, secretario general.

EL INTELECTUAL Y EL CURA, POR AURELIO ARTETA

Sellos de edificios vascos y navarros


Serie de sellos conmemorativos de edificios relacionados con la historia del Reino de Navarra y las Provincias Vascongadas, emitidos por Correos España.

MONASTERIO DE LEYRE

CASTILLO DE JAVIER

BASÍLICA DE SAN IGNACIO DE LOYOLA

UNIVERSIDAD DE OÑATE

CASTILLO DE OLITE

CASTILLO DE BUTRÓN

IGLESIA DE SANTA MARÍA DE EUNATE

IGLESIA DE SANTA MARÍA
DE LA ASUNCIÓN DE LEQUEITIO

IGLESIA SEÑORA DE SANGÚESA

IGLESIA SANTA MARÍA DE TAFALLA

PUENTE DE PORTUGALETE

ESTACIÓN FERROVIAL DE IRÚN

PUERTA DE CASTILLA EN TOLOSA

PUERTA DE SANTA MARÍA DE FUENTERRABÍA

FARO DE IGUELDO EN SAN SEBASTIÁN

10/08/2018

Pedro de Ursúa


Teniente de gobernación de Santa Fe de Bogotá, fundador de las ciudades de Pamplona y Tudela del virreinato de Nueva Granada (Colombia) y líder de la expedición del Dorado por el río Marañón (Amazonas)

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PEDRO DE URSÚA Y EL VIRREINATO DE NUEVA GRANADA

Pedro de Ursúa Díaz de Aux y Armendáriz era natural de Baztán, al norte de Navarra, donde nació en 1526. Era hijo de hidalgos locales, pero sin llegar a pertenecer a la más alta nobleza, tenía su casa-palacio en Arizkun.

A los veinte años llegó a Cartagena de Indias, donde su tío el juez de residencia Miguel Díaz de Armendáriz lo apadrinó. En 1545, con veintitrés años, fue nombrado teniente de gobernación de Santa Fe de Bogotá por su tío.

Nombrado justicia mayor de Santa Marta, Ursúa se destacó en la pacificación de los panches al suroccidente de Santa Fe. Desde entonces, marchó en expedición por el norte del virreinato de Nueva Granada, fundando la villa de Pamplona, en la región de Norte Santander, en 1549.

A su regreso a Santa Fe, en 1550, la recién fundada Real Audiencia lo encargó de pacificar el país de los muzos. Derrotados los muzos, Ursúa fundó la ciudad de Tudela, la cual fue destruida por los indios derrotados poco tiempo después. Después, derrotó a los tayronas.

Fue renombrado justicia mayor en Santa Marta a servicio del nuevo virrey del Perú, Andrés Hurtado de Mendoza. El objetivo de este cargo era el de pacificar a los tayronas de la sierra de los Tayrona y, más tarde, en Nombre de Dios, con el fin de reprimir una rebelión de cimarrones. Esta última tribu fue derrotada y su Bayano apresado para ser juzgado en España.

Tras el éxito de la expedición, Ursúa acompañó a Hurtado de Mendoza a Lima, consiguiendo el beneplácito del virrey para, por fin, poder iniciar una expedición en busca de "el Dorado".

Ursúa organizó una expedición para encontrar el tan codiciado metal por el río Marañón, el actual Amazonas, descubierto años antes por Francisco de Orellana. Durante esta expedición, en la cual Ursúa partió acompañado de su amante Inés de Atienza, encontró la muerte, en 1561. El móvil estuvo en una conspiración dirigida por un compañero de expedición: Lope de Aguirre. Este expedicionario guipuzcoano continuó como líder de la incursión por el Amazonas, proclamándose en rebeldía contra la corona Española.

pedro ursúa retrato casa baztán arizkun
RETRATO DE PEDRO DE URSÚA Y CASA-PALACIO EN ARIZKUN

Según escribe Toribio de Ortiguera sobre Ursúa:
"Galán, gentil hombre y bien traído; de mediana estatura, bien proporcionado, aunque un poco adamado; la barba taheña y bien puesta: de muy buena y afable conversación; muy inclinado a cosas de misericordia y caridad, grande amigo de soldados y de conquistas y de descubrimientos de indios."

08/08/2018

Linaje Arriarán de Ichaso


La saga de los Arriarán aparecen como señores de su solar nobiliario en la villa guipuzcoana de Ichaso. Entre otros patriotas marinos y militares aparecen:

ESCUDO DE ARMAS DE ARRIARÁN

Lope López de Oria sirvió al rey de Castilla Enrique II y consiguió el privilegio para la fundación de Ichaso en 1367.

Lope García de Arriarán sirvió al rey de Castilla Juan I, siendo el primero de este apellido en ser señor de Arriarán en 1379.

García Pérez Arriarán y Lope López Arriarán fueron ambos capitanes de los Reyes Católicos en el final de la Reconquista frente al Reino de Granada y en las Guerras de Italia frente a Francia, donde se encomendó al segundo el mando de una armada en 1512. 

Martín López de Arriarán concurrió con sus armas, criados y allegados a la conquista del Reino de Navarra en 1512 y a la batalla de Noain.

Juan García Arriarán fue capitán en la toma de Orán.

Cristóbal López de Arriarán, hijo de Juan García Arriarán, fue almirante que murió en la toma de Trípoli en 1510.

ESCUDO DE ARMAS DE ARRIARÁN