PATRIOTAS VASCONGADOS Y NAVARROS

TERRITORIO

ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL

28/12/2016

Vascones y el Reino Hispano-visigodo


En 408, pueblos bárbaros conocidos como alanos, suevos y vándalos pasaron a la Hispania romana. Durante tres años camparon en libertad hasta que firmaron un tratado por el cual se establecían bajo el poder nominal de Roma en determinadas zonas y con ciertas condiciones que garantizaran la seguridad de los hispanos. Se trataba de algo provisional, Roma intentaba ganar tiempo mientras se reforzaba.

En 417, envió a sus aliados visigodos a Hispania con el objetivo de acabar con los invasores. En dos años eliminaron a los alanos y a los vándalos. Roma, impresionada por la fortaleza militar y por la posibilidad de que los visigodos se adueñaran de la península, decidió retirar la misión y establecerlos en la provincia gala de la Aquitania, en el suroeste de Francia.

En 420, Roma ya intervino directamente en la región, aunque el general comisionado para la misión, el comes Hispaniarum (conde de las España) Asterio, no consiguió un éxito definitivo. Aun así, el emperador Honorio felicitaba a los soldados acantonados en Pamplona por sus recientes victorias, al igual que establecía las condiciones concretas del hospitium, servicio al que estaban obligados los pamploneses y por el que debían alojar y sostener a sus expensas a estos efectivos militares.

mapa tribus barbaras hispania
TRIBUS BÁRBARAS EN HISPANIA

Las sucesivas intervenciones visigodas en Hispania les habían convertido en el auténtico poder fáctico. En 441 y 443, los visigodos de Merobaudes derrotaron a los bagaudas de Arecellitani, en Araciel, despoblado de las cercanías de Corella (Navarra). Los bagaudas fueron un grupo de elementos de baja posición social que agrupaba a pequeños propietarios descontentos por la presión fiscal de la administración romana, así como a colonos y a esclavos que habían huido de sus señores. Otra rebelión mayor tuvo lugar en 449, liderada por Basilio; sus efectivos se vieron incrementados por la devastación de Vasconia por el rey suevo Requiario, quien se dirigía hacia Aquitania para casarse con la hija del rey visigodo Teodorico I. Un ejército visigodo acabó con esta revuelta por la fuerza de las armas en el 454.

Cuando los visigodos derrotaron a los suevos a orillas del río Órbigo, entre León y Zamora, ya mantenían guarniciones en algunas de las principales ciudades como Sevilla, Mérida, Astorga y Pamplona como última etapa antes de los Pirineos.

Con la llega al trono del rey Eurico, en 466, los visigodos fueron ocupando el poder que les iba dejando un Imperio romano en descomposición interna y, ya en 472, controlaban todo el territorio al norte del Ebro.

Cuando el emperador Alarico II fue derrotado por el rey franco Clodoveo, en 507, el pueblo visigodo se instaló definitivamente en la Hispania romana hasta la desaparición del Reino Hispano-visigodo en 711. Durante este periodo de tiempo, los enfrentamientos entre visigodos y vascones fueron constantes, mientras que estos últimos ya hacían su presencia a ambos lados de los Pirineos.

GUERREROS HISPANO-VISIGODOS

Varias son las referencias escritas a los términos Vasconia y vascones en ese plazo de tiempo. La primera de ellas se refiere a una región del norte de Hispania de límites inciertos y que se correspondía con parte de una antigua circunscripción tributaria del Alto Imperio romano. El Anónimo de Rávena, obra bizantina de mediados del siglo VII, se refería al territorio de los vascones rodeado de montañas por tres de sus lados y por el norte, por el océano: posiblemente se refería a un establecimiento de estas gentes al norte de Pamplona, quizás englobando áreas de Guipúzcoa, Vizcaya y Huesca.

En este hábitat, San Isidoro de Sevilla caracterizó en sus obras a los vascones como pueblos montañeses errantes (montiuagi populi), situándoles en una amplia franja de terreno en las tierras altas del Pirineo. Las fuentes francas como San Gregorio de Tours, Fortunato y Fredegario siempre destacaron el carácter pirenaico de los vascones. Se trataba de poblaciones con una economía pastoril y primitiva sometida a un inestable equilibrio. Cualquier crisis de subsistencia o un desfase poblacional que presionara sobre sus escasos recursos traería consigo graves problemas, que se resolverían depredando los territorios vecinos. Los habitantes del resto de Navarra y de Álava no pueden ser tratados como vascones, al no entrar en esta caracterización de poblaciones montañosas.

MAPA DE AQUITANIA, WASCONIA Y CANTABRIA

Una vez que el poder se estableció en el Reino Hispano-visigodo, el primer acontecimiento sucedido en Navarra fue en 541, cuando los reyes francos Childeberto I y Clotario I atravesaron los Pirineos con el objetivo de tomar Zaragoza, ciudad clave en todo el territorio. Tras sitiarla sin éxito, su retirada, en muchos aspectos un preludio de Roncesvalles, fue un completo fracaso, aunque no consta la actitud de los vascones durante el desarrollo de los acontecimientos.

Esta intervención franca fue el inicio de una serie de continuos enfrentamientos en zona peninsular durante más de un siglo. En algún momento llegaron incluso a controlar la antigua Cantabria, desde la Rioja a Santander, lo que implicaba a las actuales provincias Vascongadas y Navarra como áreas inmediatas a la frontera. No se conoce el momento exacto en que se produjo esta expansión, pero si que fue durante el reinado de Sisebuto (612-621), el mérito de derrotar al duque Francio y restaurar la soberanía visigoda. La constante influencia y ocasional presencia franca está verificada por el hallazgo de varias necrópolis (Aldaieta y Alegría en Álava, Finaga y Malmasín en Vizcaya, Pamplona y Buzaga en Navarra).

En todo el valle del Ebro, Leovigildo se dedicó a eliminar los focos de poder local que estaban respaldados por los francos. Primero intervino en Cantabria en el año 574 y, siete años más tarde, sometió a los vascones fundando la plaza fuerte de Victoriacum (Vitoria), desde la que podía controlar futuras perturbaciones.

reino visigodo leovigildo expansión conquistas
EXPANSIÓN DEL REINO HISPANO-VISIGODO

Una nueva intervención visigoda se produjo en 621, durante el reinado de Suíntila cuando los vascones invadían la provincia Tarraconense, que comprendía todo el valle del Ebro y las montañas cercanas, hasta que fueron completamente derrotados y se rindieron de forma incondicional. Los vascones aceptaron el pago de tributos, entregaron rehenes y tuvieron que construir la ciudad de Ologicus (Olite) para garantizar su propio control.

La inestabilidad volvió en los años siguientes, pues una lápida de Villafranca de Córdoba está dedicada a Oppila, un noble godo que murió en 642 durante una emboscada de los vascones cuando transportaba suministros al ejército.

En los siguientes sucesos, los vascones aparecieron como grupos turbulentos procedentes de las montañas, pero que carecían de iniciativa propia, actuando bajo el control de alguno de los pretendientes a la corona del reino visigodo. Una inestabilidad motivada por las ambiciones personales de los miembros de la alta nobleza que se disputaban el poder. Las sublevaciones eran habituales en las provincias Tarraconense y Narbonense (sureste de Francia), y los usurpadores querían contar en todo momento con quienes habían demostrado continuamente su belicosidad y buen hacer con las armas.

RELIEVE ECUESTRE DE LEOVIGILDO

En 653, un grave conflicto estalló en la provincia Tarraconense, en los momentos finales del reinado de Chindasvinto. Froy, dux de la Tarraconense, trató de canalizar todo el descontento de una parte importante de la nobleza. Contaba para ello con el apoyo de toda su provincia, así como con el de los vascones. Tras unos primeros éxitos que le llevaron a sitiar Zaragoza, los aliados fueron finalmente derrotados por Recesvinto, que acababa de suceder a su padre.

El aviso fue importante, pero no sirvió de mucho y la situación se repitió en 672, ahora con la presencia de los francos, que trataron de medrar en estas aguas cuando tuvo que desplazarse a la zona de Cantabria para efectuar operaciones contra los vascones. En éstas estaba cuando Ilderico, conde de Nimes, sublevó la provincia de Narbona. El conde visigodo Paulo fue enviado para someterlo y, efectivamente, eso hizo pero utilizó la victoria en su propio provecho. Apoyado por los rebeldes recién derrotados, a los que sumó otros nobles de la Tarraconense, y el de francos y vascones, se declaró rey y se enfrentó a Wamba abiertamente. Éste tuvo que actuar con celeridad, y en apenas siete días logró castigar a los vascones y conseguir su sumisión, tras lo cual se desplazó a la Narbonense, donde puso fin al alzamiento.

Ambos hechos parecer estar coordinados, una primera revuelta de los vascones, que se negaban a entregar los tributos debidos, llevó al rey hasta la región. Inmediatamente, y mientras tenía las manos atadas, se produjo un segundo conflicto más importante, pues ya implicaba a la nobleza goda y a elementos externos.

Provincias episcopales sedes obispales Reino Hispano-visigodo
SEDES EPISCOPALES Y PROVINCIAS ECLESIÁSTICAS

Un calco de estos acontecimientos se produjo en 710, tras la muerte de Witiza. Un sector de la nobleza visigoda eligió a Rodrigo, duque de la Bética, mientras otra facción optó por Agila II, posiblemente un hijo del difunto rey. Éste contaba con los mismos apoyos que Paulo: las siempre rebeldes provincias de la Tarraconense y la Narbonense, los francos y los vascones.

Cuando se produjo el desembarco sarraceno en Tarifa, Rodrigo se encontraba reprimiendo una rebelión en Pamplona, ciudad perteneciente a la región Tarraconense y, por tanto, al bando witizano, seguramente tras haber sometido Zaragoza. Siempre se trató de una guerra civil entre dos parte de un mismo reino Hispano-visigodo.

El bando witizano pactó con los musulmanes del norte de África una intervención bélica en la guerra civil para derrotar a las tropas de Rodrigo. A cambio, estos recibirían el botín de guerra que consiguiesen como recompensa. Y así fue como tras haber cruzado el estrecho de Gibraltar y conquistar Toledo, vencían a Rodrigo en la batalla de Guadalete. Su entrada fue imparable y dos años más tarde sitiaron Zaragoza.

GUERREROS HISPANO-VISIGODOS

20/12/2016

Sancho de Urdanibia


General de la Real Armada que estuvo 35 años al servicio de la Monarquía española durante los reinados de Felipe III y de Felipe IV, especialmente de la Flota de la Carrera de Indias

Sancho de Urdanibia general real armada española
SANCHO DE URDANIBIA

Sancho de Topalda y Urdanibia era natural de Irún, donde nació en 1585. Procedía de una poderosa y enriquecida familia nobiliaria, siendo sus padres Sancho Topalda y Magdalena de Urdanibia. Tomó el apellido de la madre, porque era un influyente linaje en Irún desde la Edad Media, que formó parte de la llamada Casa Urdanibia. Siendo joven se instaló en la ciudad de Cádiz para desarrollar en ella su Carrera como marino.

En Cádiz, fijó su residencia en la calle San Francisco, cerca de la iglesia de San Agustín, donde los vascongados de la épocas tenían su capilla.

En 1608, Sancho ya aparece como maestre en la nave de aviso Nuestra Señora del Juncal. Y en 1614, fue ascendido a como capitán, y desde entonces tuvo una relevancia importante en las misiones marítimas de la Monarquía española, especialmente en las relacionadas con el comercio americano.

En 1622, el gobernador de Salinas de Araya, situada en el Virreinato de Nueva Granada (Venezuela), solicitó a la Corte española la construcción de una fortaleza militar en la ciudad con la intención defenderse los continuos asedios que las armadas holandesas estaban realizando. Poseían una explotación de sal, un bien muy preciado en la época. Se ordenó al capitán Sancho de Urdanibia zarpar desde el Puerto de Sevilla al mando de una embarcación dotada de maestre, piloto, contramaestre, grumete, condestable, 96 soldados de infantería, 6 artilleros y 23 pajes. Cuando llegaron a Salinas de Araya, derrotaron a las embarcaciones holandesas que intentaron sitiar la ciudad, y posteriormente, construyeron la fortaleza, hoy en día en estado de ruinas.

Después de regresar a Cádiz, partió de nuevo hacia el Virreinato de Nueva España al mando de una nave de aviso. Durante la singladura, fue sorprendido por una nave holandesa a la altura de la isla Tercera (islas Azores). Era habitual encontrar en estas aguas flotas enemigas o embarcaciones de corsarios con la intención de apoderarse de los barcos que hacían la Carrera de Indias y sus mercancías, ya que la isla Tercera era un punto de repostaje en la ruta atlántica. Perteneciendo esta isla a la Monarquía hispánica, pudo repostar en su puerto durante dos semanas y reparar los daños. Pero al reanudar la marcha fue atacado de nuevo  que inutilizó el barco. Con una nave nueva adquirida en la isla, pudo terminar su misión.

Sancho de Urdanibia combate Cabañas
COMBATE DE CABAÑAS

En 1638, en plena Guerra de los Treinta Años, la Monarquía hispánica estaba muy mermada, teniendo como enemigos a potencias como Inglaterra, Holanda y Portugal. Ese año, Sancho de Urdanibia se hallaba en el Virreinato de Nueva Granada. Desde  Cartagena de Indias tomó parte del viaje de vuelta de la Flota de la Carrera de Indias con destino a Sevilla y Cádiz. La flota estaba compuesta de 7 galeones, uno de ellos capitaneado por Sancho de Urdanibia, el galeón Nuestra Señora del Carmen. Durante la travesía por el mar Caribe encontraron presencia embarcaciones enemigas de España, pero la peor parte la encontrarían en la bahía de Cabañas (isla de Cuba), cuando fueron atacados por una imponente armada holandesa. Esta flota, compuesta de 24 naves, había partido de Brasil al mando de Cornelius Jol, alias Pie de palo.

Sancho participó en el combate de Cabañas, primero en una defensa y posteriormente intentando el contraataque. Después de ocho horas de dura lucha, los contendientes establecieron una tregua para reparar los desperfectos de las naves. De vuelta al ataque, el barco de Sancho quedaba inutilizado y para que no caiga en poder enemigo, ordenó quemarlo y su tripulación trasladada a otros galeones.

En 1640, de nuevo en el Departamento marítimo de Cádiz se hizo cargo de la Flota de la Carrera de Indias. Al salir de la bahía gaditana, sufría el acoso de una potente armada francesa de 36 naves. Pero pudo esquivarlos y tras semanas de intense persecución, consiguió llegar al destino americano sin abrir fuego contra sus perseguidores. Este fue el último viaje de Sancho de Urdanibia a América.

hospital Sancho de Urdanibia palacio Euskaltegi Municipal Sala Exposiciones Menchu Gal
PALACIO DE SANCHO DE URDANIBIA EN IRÚN

De nuevo en Cádiz, la Monarquía ordenó a las naves dirigirse a Cataluña para frenar el ataque francés. Sancho de Urdanibia participó en la defensa de Barcelona de 1642. Al término de la misma fue ascendido a almirante general por el rey Felipe IV. Era la culminación a una exitosa y sufrida carrera de 35 años al servicio de la Real Armada española, salvaguardando las mercancías de la Flota de la Carrera de Indias y entablando combates contra embarcaciones corsarias y armadas enemigas de la Monarquía hispánica.

Tras regresar a Cádiz, moría dos años después, en 1644. Su cuerpo fue enterrado en el convento gaditano de San Francisco.

En su testamento, fechado  el 23 de septiembre de 1644, dejó en herencia una dote monetaria para la reconstrucción del hospital de Santa Margarita de Irún, destruido por las tropas francesas en 1638. Hoy en día, el renombrado hospital Sancho de Urdanibia, es el palacio Sancho de Urdanibia, sede del Euskaltegi Municipal y de la Sala de Exposiciones Menchu Gal. En la fachada principal se halla el escudo del linaje nobiliario de Urdanibia.

También legó varias aportaciones caritativas en Cádiz, para la fábrica y reforma de gran número de iglesias y conventos de la ciudad, siendo la más significativa la dote a la iglesia de San Agustín. En su fachada principal existe una obra esculpida en mármol con la inscripción:
"Esta portada mando hacer el General Sancho de Urdanivia que Dios haya. Años 1647"
palacio urdanibia escudo armas iglesia
ESCUDO DE ARMAS DE SANCHO DE URDANIBIA

12/12/2016

Los vascos y el Pacífico. Homenaje a Andrés de Urdaneta




Los vascos y el Pacífico. Homenaje a Andrés de Urdaneta
José María Unsain, Museo Naval de Donostia

Desde la expedición de Fernando de Magallanes para llegar a las islas de las Especias (Molucas), la presencia de vascos ilustres en la historia de las tierras bañadas por el océano Pacífico ha sido notable. Los vascos y el Pacífico. Homenaje a Andrés de Urdaneta, presenta una relación de navegantes, religiosos, militares, empresarios, etc. desde el siglo XVI hasta el XX, marcando un especial interés en la figura del ordiziarra Andrés de Urdaneta.

Escrito por José María Unsain y publicado por el Museo Naval de Donostia, el libro reúne 280 imágenes de archivos públicos y particulares. Supone una extensión de los talleres pedagógicos de que se realizaron y de la exposición que el museo inauguró con motivo del 500 aniversario del nacimiento del cosmógrafo guipuzcoano.

Está estructurado en 7 capítulos, cada uno de ellos redactado por un experto en el tema:

Francisco Mellén, vicepresidente de la Asociación Española de Estudios del Pacífico, narra en el primer capítulo las primeras navegaciones por el Pacífico en el siglo XVI, en las que destacaron navegantes vascos como Juan Sebastián Elcano, Miguel López de Legazpi, Andrés de Urdaneta, etc.

Susana Trachuelo, historiadora, en el capítulo En torno al navegante Andrés de Urdaneta: recorrido vital de un científico del siglo XVI, analiza la figura polifacética del ordiziarra (navegante, científico, astrónomo, religioso, soldado, diplomático, juez ordinario, escritor, minero...), así como la gran hazaña por la que ha pasado a la historia: ser el descubridor, tanto intelectual como material, de la ruta del Tornaviaje.

José Luis Casado Soto, del Museo Marítimo del Cantábrico, escribe un capítulo sobre los barcos cantábricos en la conquista del Pacífico.

Manel Ollé, historiador, se centra en la figura clave de Domingo de Salazar, de Labastida (Álava), que fue el primer obispo de Manila, defensor de los pobladores austronesios y chinos de Filipinas.

Carlos Rilova, de la UPV, analiza la figura de Manuel de Agote, que fue agente de la Real Compañía de Filipinas entre 1779 y 1797.

Carlos Madrid Álvarez-Piñer, historiador, está dedicado a viajeros, emprendedores y empresarios vascos en Filipinas.

José María Unsain, editor y coordinador de esta obra, finaliza la misma elaborando un exhaustivo y ordenado relato gráfico que narra, desde sus orígenes hasta nuestros días, esta importante presencia vasca en aquellas tierras del Imperio español.

10/12/2016

Origen babélico del Eusquera por Baltasar de Echave


Natural de Oikina, en Zumaya, donde nació en 1548, Baltasar de Echave fue oidor de la Real Audiencia de Méjico en 1606, en el Virreinato de la Nueva España. Además, fue pintor, escritor y hombre de leyes.

En su obra Discursos de la antigüedad de la lengua cántabra Bascongada, publicada en México en 1607, identificó el eusquera con el idioma que habló Túbal desde la dispersión de la torre babélica, una identificación que ampliaba a los usos y costumbres, incluida la vestimenta. Para Echave, esta lengua era una especie de "matrona venerable y anciana", quejándose de que siendo esta la primera que se habló en España, la hayan olvidado sus naturales y admitido otras extrañas.

BALTASAR DE ECHAVE

Describió la llegada de los primeros pobladores a Iberia tras el Diluvio Universal con los hijos de Noé, así como la llegada de la primera población a un poblado que fue Colibre, en Cataluña. Etimológicamente hizo derivar Colibre de Ulibarri.

Además, asimiló vasco a lo auténticamente español, pues la toponimia peninsular es en gran parte vasca, especialmente la gallega. Echave demostró al dominico Hernando de Ojea la raíz vasca de los pueblos de Galicia, prueba de que el eusquera era la primitiva lengua hablada en toda España. También la lengua castellana es derivada del eusquera, citando vocablos derivados como prueba evidente: izquierdo, ama, aldea, teta, etc. Además, añadía que los vascos no han sufrido mezclas extranjeras, ni de romanos, ni de godos, ni de judíos, ni de moros y siguen siendo puros en la línea sucesoria de Túbal.

Continuó con los reyes siguientes a Túbal (así el rey Ydumbeda, Brigo y Beto), señalando aquellas poblaciones que fundaron. Describió los lugares españoles y franceses con toponimia cántabra y vascongada, y concretó los pueblos de Galicia que disponen de nombres cántabros.

CAMPIÑA, POR JENARO URRUTIA

Echave relató las grandes revoluciones que padeció España con la llegada de los cartagineses y romanos, señalando que en estas circunstancias Cantabria siempre conservó su libertad. Señaló las guerras romanas contra los cántabros, asturianos y gallegos. Localizó la guerra cántabra de Otaviano en tierras de Guipúzcoa reinterpretando los topónimos de Beyçama, Menduria, Erregil, Yçurun, etc.

Defendía que los vascos no habían sufrido mezclas extranjeras y que seguían siendo puros como etnia en la línea sucesoria de Túbal. En resumen, los vascos serían los únicos que podían titularse como auténticamente españoles.

Basaba la radical nobleza de los vascos en tres aspectos:
1. Ser gentes no dominadas por nadie y depositarias del legado fundacional de las Españas primitivas.
2. Considerarse la primera en las Españas y anterior a los mismos monarcas.
3. Hacer apología del gobierno patriarcal vasco, tan dispar del romanista, propio de los reyes vascones, herederos de Túbal.

DISCURSO DE LA ANTIGÜEDAD DE LA LENGUA CÁNTABRA BASCONGADA

06/12/2016

Vascos en el ascenso del Condado de Castilla


Fernán González, primer conde de Castilla, era euskaldun, prueba de ello es que era amigo íntimo del rey García I Sánchez de Pamplona, casando con sus hermanas. Tuvo a sus órdenes a muchos vascones, que fueron incorporados a la repoblación de tierras conquistadas. El Condado de Castilla se fundaba de la matriz vasco-cántabra, unida a la raíz goda. Castilla se formó durante las continuas luchas contra los musulmanes de Córdoba y los muladíes de Muhammad ben Lope, nieto de Muza, el llamado "Tercer rey de España".

Desde la fundación del Condado de Castilla siempre ha existido una enorme relación entre los castellanos y los vascones de las tierras de Guipúzcoa, Vizcaya y Álava. En las tres provincias vascas la anexión política a la emergente potencia castellana estuvo íntimamente unida al largo curso de demarcación territorial, reorganización económico-social y cristalización institucional, efectuados en un marco de conveniencia mutua para los reyes de Castilla y diferentes grupos sociales de los territorios vascongados. Estos tres territorios dependieron a partir del inicio del siglo IX, primero del Reino de Asturias y luego del de Navarra y de Castilla alternativamente, y siempre lucharon a su favor. No hubo sublevaciones ni reclamaciones de independencia durante este tiempo.

FERNÁN GONZÁLEZ

El Condado de Castilla se formó en el siglo IX como un grupo de tierras fronterizas que servían de muro de contención frente a las embestidas islámicas mediante un gran número de castillos y ciudades amuralladas. Los castillos y sus tierras aledañas fueron poblados por cántabros y vascones que se extendieron desde el año 800 por las deshabitadas tierras situadas entre las cabeceras de los ríos Ebro y Duero.

Los vascones provenientes de los territorios de Álava y Guipúzcoa fueron una parte importante de los guerreros castellanos que en este siglo consiguieron establecer un primer impulso político y militar al Condado de Castilla, primero en la independencia con respecto al Reino de León, y después en la expansión territorial por la meseta.

A mediados del siglo XIII, un monje del Monasterio de San Pedro de Arlanza escribió en versos alejandrinos el Poema de Fernán González, en el que dedicaba a la mitológica, pero muy épica, batalla de Hacinas 281 versos de los 740 de que consta el poema. Según el poema épico de esta legendaria batalla acontecida sobre tierras burgalesas, en 939, el primer conde de Castilla y también conde Álava, Fernán González, contó con la colaboración del señor de Vizcaya, Lope Iñiguez, "Lope el Vizcaino", a su hijo Íñigo López muerto durante una de sus campañas, y a alaveses de Treviño, que encabezaban la columna central de las tres que componían un supuesto Ejército cristiano de 450 caballero y 15.000 soldados.
"Fue dado por cabdillo don Lope el Vizcaino, bien rico de manzanas, pobre de pan e de vino. Con él fueron contados fijos de don Laíno, e otro de la montaña que dicien don Martino, había ahi de burgoñeses, otrosí de treviñanos, de Castilla la Vieja hobo ahi buenos castellanos, que muchos buenos fechos ficieron ahi por sus manos."

mapa castilla medieval fundación
GÉNESIS DEL CONDADO DE CASTILLA

04/12/2016

La batalla de Cartagena de Indias, por Francisco Javier Membrillo Becerra




La batalla de Cartagena de Indias
Francisco Javier Membrillo Becerra, 320 páginas, 35 ilustraciones y 18 gráficos a color, 13 tablas con cientos de gráficos, 307 notas a pie explicativas, y una relación nominal de 148 participantes.

En octubre en 1739, con la excusa del incumplimiento de los acuerdos comerciales obtenidos en América por el Tratado de Utrech, Inglaterra declaró la guerra a España y ello le dio la excusa para intentar la conquista de las posesiones españolas en el Nuevo Mundo, sus yacimientos de oro y plata, y a liderar el comercio con dicho continente.

Tres escuadras británicas (con mayor número de navíos, en su conjunto, a la Armada Invencible española que intentó la conquista de las islas Británicas 200 años antes) con un importante contingente terrestre se disponen al asalto, desde las fachadas marítimas atlánticas y pacíficas, a los enclaves españoles americanos.

La Batalla de Cartagena de Indias narra, etiológicamente, el desarrollo secuencial y pormenorizado de los acontecimientos en los que se implicaron los diversos contendientes (españoles, colombianos, británicos, norteamericanos y franceses), desde comienzos del siglo XVIII hasta la batalla principal en que se decidió el futuro del conflicto en la ciudad de Cartagena de Indias durante 1741. Frente a ella se presentaron los británicos, con unos efectivos de entidad similar a los que más de 200 años después Inglaterra desplazó a aquel continente con ocasión de la guerra de las Malvinas contra Argentina, y de los que formaba parte un regimiento de colonos norteamericano que tenía entre sus filas al capitán Lawrence Washington, hermano del primer presidente de EEUU, para enfrentarse a un reducido grupo de 2.700 españoles y colombianos y siete navíos que la defendían , así como muestra en toda su plenitud el fuerte carácter y las diferentes formas de ejercer el Mando de las tropas del virrey de Nueva Granada Sebastián de Eslava, el del tuerto, cojo y manco marino español Blas de Lezo, y el del vicealmirante y a la vez diputado del parlamento inglés Edward Vernon, actores principales de los hechos.

El Archivo General de Indias, la Escuela de Estudios Hispanoamericanos, ambas en Sevilla, y una numerosa bibliografía que es completada con abundantes ilustraciones, gráficos, datos, notas ampliatorias y una relación de los participantes españoles y británicos más representativos, son la base de la obra y sacan a la luz, con rigor histórico, lo que de verdad precedió y sucedió en la bella ciudad colombiana y que debido, en principio, a una autocensura británica y, posteriormente, a achacar a la fiebre amarilla la exclusividad de lo acontecido, tesis que el autor desmonta en la obra, ha permanecido arrinconada en la Historia de España, Inglaterra, EEUU y Francia, y que solo Colombia y la Armada Española han sabido conserver.

02/12/2016

Crisis conciliar y cambio social


La Iglesia navarra se transformó radicalmente en la década de 1960, al compás de profundos cambios socioeconómicos, políticos y eclesiásticos, que modificaron no sólo la realidad navarra, sino el entorno español e internacional. A raíz del Plan de Promoción Industrial de 1964, Navarra, que era una sociedad esencialmente agrícola y rural, conoció un acelerado proceso de industrialización y urbanización, que cambió buena parte de sus fundamentos socioeconómicos y políticos. Las nuevas realidades sociales plantearon nuevos retos a la Iglesia, en especial en el terreno de las relaciones laborales y del movimiento obrero, parte del cual se desarrolló con su colaboración. En el contexto nacional el régimen de Franco entró en crisis y se comenzó a plantear su sustitución por un sistema democrático.

FRESCOS DE LA ADORACIÓN DEL CORDERO EN EL ÁBSIDE
DE LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE ARTÁIZ

Estas transformaciones coincidieron con el proceso de reforma abierto por el Concilio Vaticano II (1962-1965), que puso en tela de juicio buena parte de las pautas de comportamiento de la Iglesia preconciliar. La reforma litúrgica, el replanteamiento de la disciplina eclesiástica, etc. dieron pie a otras controversias de mayor calado.

En Navarra el Seminario Diocesano entró en crisis (1967-1968) y quedó reducido a la mínima expresión. El clero vivió una crisis de identidad, que provocó abundantes secularizaciones. Además se desmantelaron numerosos grupos y asociaciones religiosas. Mientras tanto proseguían las modificaciones en la organización de la diócesis, que se fueron sucediendo tanto en los arciprestazgos como en las zonas pastorales a partir de 1969-1971.

Eran los cambios que supusieron el cierra de una etapa histórica y la apertura de otra, en la que se inserta el presente que hoy vivimos.


25/11/2016

Presencia navarra en la Jerarquía eclesiástica española


La práctica de designar eclesiásticos nacidos fuera de Navarra para ocupar las diócesis de Pamplona y Tudela siguió ejerciéndose en los siglos XIX y XX, con independencia de los regímenes políticos que se sucedieron en España durante ambas centurias. La mayoría mantuvieron el privilegio de designación o presentación de obispos, al que renunció el rey Juan Carlos I en 1976. Durante el siglo XIX dos obispos navarros rigieron la sede de Pamplona durante 24 años (José Javier de Uriz, 1815-1829 y Pedro Cirilio de Uriz, 1861-1879) y otro la de Tudela apenas un año (Juan Ramón de Larumbe, 1817-1818). Por contra, obispos nacidos fuera de Navarra rigieron ambas diócesis durante 226 años, 176 en Pamplona y 50 en Tudela, que a partir de 1851 no volvió a tener obispo propio.

Esta situación fue compensada con creces por los 32 navarros que ocuparon 33 sedes episcopales del resto de España (cinco de ellas arzobispales) durante 490 años, cifra que duplica ampliamente la inversa. 9 de ellos lo hicieron durante el siglo XIX por espacio de 102 años. Pudieron ser más, pero la proclividad hacia el carlismo de parte del clero navarro dificultó la promoción de clérigos navarros al episcopado. A pesar de que esta inclinación siguió presente en el sector del mismo durante la primera mitad del siglo XX, la pujanza de la Iglesia local y su peso en el ámbito nacional se hicieron sentir decididamente, haciendo inevitable el nombramiento de abundantes obispos navarros, hasta el punto de superar por cinco en el siglo XX la cifra alcanzada en el siglo XVIII, con la particularidad de que ahora han sido episcopados mucho más largos que los de entonces. En total, en la vigésima centuria 22 navarros han regido diócesis españolas durante 388 años. Abundaron sus designaciones en el primer cuarto de siglo y en sus dos décadas centrales. Uno de ellos, Eustaquio Ilundaín, arzobispo de Sevilla (1920-1937), alcanzó la púrpura cardenalicia en 1925, dignidad que también recayó en 1959 en Arcadio Larraona, un canonista navarro que pertenecía a la congregación claretina y era profesor en Roma. En 1969 el arzobispo de Pamplona, Arturo Tabera, fue nombrado cardenal, hecho que no se producía desde 1390, cuando fue designado Martín de Zalba.

SEMINARIO DIOCESANO DE PAMPLONA

La relación de los obispos navarros de los siglos XIX y XX refleja la dimensión del hecho y su presencia en la mitad de las diócesis españolas:

Almería
Rosendo Álvarez Hernández (1989-2002)

Ávila
Rafael de Múzquiz (1799-1801)
Ramón Fernández de Piérola (1887-1890)

Barcelona
Pedro Martínez de San Martín (1832-1849)
Manuel Irurita Almándoz (1930-1936)
Miguel Díaz Gómara, adm. apostólico (1939-1942)

Barbastro
Nicanor Mutiola e Irurita (1928-1935)

Bilbao
Pablo Gúrpide Beope (1955-1968)
Antonio Añoveros Atáun (1971-1978)

Burgos
José Cadena y Beope (1955-1968)
Luciano Pérez Platero (1944-1963)

Cádiz
Antonio Añoveros Atáun (1964-1971), aux. desde 1954

Calahorra
Miguel José de Irigoyen y Dolarea (1850-1952)

Cartagena
Miguel de los Santos Díaz Gómara (1935-1949)
Javier Azagra Labiano (1978-1998), aux. desde 1970

Ciudad Real
Emeterio Echeverría Barrena (1943-1954)

Gerona
Juan Agapito Ramírez de Arellano (1798-1810)

Hueva
José María Zarandia y Endara (1851-1861)
Javier Osés Flamarique (1977-2001), aux. desde 1969

Jaca
Rosendo Álvarez Hernández (1985-1989)
José María Conget Arizaleta (1990-2001)

Lérida
Jerónimo María de Torres (1783-1816)
Manuel Villar y Olleta (1816-1861)
Pedro Cirilio de Uriz y Labairu (1850-1861)
Manuel Irurita Almándoz (1927-1930)

Lugo
Antonio Ona de Echeve (1960-1979), aux. desde 1956

Málaga
Antonio Añoveros Atáun (1952-1954)

Mondoñedo
Jacinto Argaya Goicoechea (1957-1968)

Orense
Pedro José Zarandia y endara (1847-1851)
Eustaquio Ilundáin Esteban (1905-1920)

Osma
Miguel de los Santos Díaz Gómara (1924-1935)

Oviedo
Francisco Javier Baztán y Urniza (1905-1920)
Manuel Arce Ochotorena (1938-1944)

Plasencia
Juan Pedro Zarranz Pueyo (1946-1973)

San Sebastián
Jacinto Argaya y Aldunate (1968-1979)

Santiago de Compostela
Rafale Múzquiz y Aldunate (1801-1821)

Segovia
José Cadena y Eleta (1901-1905)
Luciano Pérez Platero (1929-1944)

Sevilla
Eustaquio Ilundáin y Esteban (1920-1937)

Sigüenza
Pablo Gúrpide Beope (1951-1955)

Tarazona
Santiago Ozcoidi y Udave (1907-1916)
Nicanor Mutiloa e Irurita (1935-1946)
Miguel José Asurmendi Aramendía (1990-1995)
Carmelo Borobia Isasa (1995-...)

Tarragona
Manuel Arce Ochotorena (1944-1948)

Valencia
Jacinto Argaya Goicoechea, aux. (1952-1957)
José María García Lahiguera (1969-1978)

Vitoria
Ramón Fernández de Piérola (1890-1904)
José Cadena y Eleta (1905-1913)
Miguel José Asurmendi Aramendía (1995-...)

Zamora
Miguel José Irigoyern y Dolarea (1848-1850)
Manuel Arce Ochotorena (1929-1938)

Zaragoza
Miguel de los Santos Díaz Gámara, aux. (1920-1924)
Carmelo Borovia Isas, aux. (1990-1995)

MONSEÑOR FRANCISCO PÉREZ GONZÁLEZ,
ARZOBISPO DE PAMPLONA Y OBISPO DE TUDELA

La fluida comunicación y el intercambio existente entre Navarra y el resto de España en la provisión de sedes episcopales se han demostrado como un sistema eficaz, que hace buena la dimensión universal de la Iglesia y, si bien exige de los designados un esfuerzo de inserción en su respectiva diócesis, les proporciona una mayor imparcialidad en el ejercicio de su autoridad episcopal. Además, ha sido beneficioso para los clérigos navarros, que han ejercido el ministerio episcopal con ventaja en el resto de España. Por ello, resulta sorprendente la postura del nacionalismo vasco, tanto en sus organizaciones políticas como en un sector minoritario del clero navarro, que durante la II República y en las últimas décadas del siglo XX ha reclamado la designación de obispos navarros para las sedes episcopales de Navarra, sin exigir en paralelo la dimisión de los obispos navarros ejercientes en otras diócesis, españolas o extranjeras.

21/11/2016

Carpeta "Blas de Lezo", por Augusto Ferrer-Dalmau




La Carpeta “Blas de Lezo” es una lujosa carpeta que contiene cuatro bocetos preparatorios de la escultura que el pintor y escultor Augusto Ferrer-Dalmau realizó en homenaje al teniente general de la Armada española del siglo XVIII, Blas de Lezo. Esta estatua fue donada al Museo Naval de Madrid, que en la actualidad expone. Los bocetos están firmados por el propio autor. 
 
Esta carpeta es una edición limitada de Ediciones & Escultura Histórica que publicó en 2014, que además incluye el catálogo de la Exposición Blas de Lezo del Museo Naval realizada el mismo año.

 

17/11/2016

Fuenterrabía, "muy Noble, muy Leal, muy Valerosa y muy Siempre Fiel"



En 1638, el rey Felipe IV otorgó a la ciudad de Fuenterrabía (Hondarribia) el título de "Muy noble, muy leal, muy valerosa y muy siempre fiel", por la heroica resistencia ofrecida al Ejército francés durante el asedio de mismo año, en el ámbito de la Guerra de los Treinta Años.

15/11/2016

Escultura de Juan de Garay en Santa Fe, por J. Domingo Pérez Torres



La escultura a Juan de Garay de la ciudad de Santa Fe de Argentina se encuentra ubicaba a pocos metros del Parque Arqueológico de la ciudad. Fue inaugurado el 15 de noviembre de 1980. 

La estatua tiene más de tres metros de altura, la escultura fue realizada por escultor y restaurador J. Domingo Pérez Torres, mientras que el pedestal lo fue por la Municipalidad de Santa Fe.



11/11/2016

Ortuño Urtíz de Urcullu


Expedicionario del descubrimiento del océano Pacífico en 1513 a las órdenes del capitán Vasco Núñez de Balboa

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ORTUÑO URTÍZ DE URCULLU

Ortuño Urtíz de Urcullu nació en la villa vizcaína de Baracaldo, por lo que también fue conocido como Ortuño de Baracaldo, costumbre bastante generalizada entre las personas que se trasladaban a América, que cambiaban su apellido paterno por un topónimo del pueblo del que procedía. Sus padres fueron Juan Urtíz de Urcullu y María López de Urcullu, que vivieron en la segunda mitad del siglo XV en el lugar de Urcullu, del que tomaron el apellido, situado en el valle de Baracaldo, y tuvieron cinco hijos: Juan, Sancho, Ortuño, María Sáez, y Juana.

Casado con Marina de Iguliz, tuvo un hijo, también llamado Ortuño, conocido por el apellido materno: Ortuño Iguliz de Urcullu. Este se dedicó al comercio naviero, sobre todo en la ruta que naos de Somorrostro, Portugalete y Sestao hacían en el siglo XVI dos veces al año desde las aguas del Ibaizabal hasta Flandes o Sevilla.

Ortuño Urtíz de Urkullu fue uno de los primeros españoles en navegar a Indias, hacia donde partió en 1508, en los inicios del descubrimiento y colonización del Nuevo Mundo. Allí pasó a la historia por ser uno de los expedicionarios que acompañaron al capitán Vasco Núñez de Balboa en la expedición a través del istmo de Panamá que supuso el descubrimiento del océano Pacífico (Mar del Sur) en 1513. También fue uno de los primeros vecinos de la ciudad de Panamá, que fundó Pedrarias Dávila el año 1519.

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MAPA DE LA EXPEDICIÓN DE NÚÑEZ DE BALBOA

Urtíz de Urcullu permaneció durante treinta y tres años en América sin volver a su tierra natal. Allí mantuvo relación con una india y tuvo un hijo al que llamó Juanico de Baracaldo. Murió en la ciudad de Panamá, del Virreinato de la Nueva España, en 1529.

El cronista Gonzalo Fernandez de Oviedo y Valdéz en su Historia general y natural de las Indias, islas y Tierra Firme del mar océano lo incluyó en la relación de hombres que formaban parte de la expedición con el nombre de "Ortuño de Baracaldo; vizcaíno". Siglos más tarde, en 1845, lo citaba Manuel José Quintana en su obra Vida de los españoles célebres, que hacía referencia a la Historia General del cronista Fernandez de Oviedo. Otras Fuentes han citado a Ortuño como Antonio, Urtún, Ortún, Furtún, Hurtún, etc. Por ejemplo, el escribano real Andrés de Valderrábano lo citó como Antonio de Baracaldo.

10/11/2016

Etimología intepretativa y la defensa de la Hidalguía Universal de Andrés de Poza


Erudito, lingüista y jurisconsulto, hijo de judío converso y de vizcaína, Andrés de Poza Yarza nació en Lendoño de Abajo, Orduña, en 1530. Estudió en la Universidad de Lovaina y, en 1570, se graduó en Derecho por la Universidad de Salamanca. Sirvió en el ejército de la Monarquía hispánica en Flandes durante 1574-79, a las órdenes de Luis de Requesens.

Esta figura ha sido estudiada por J. Juaristi en su libro El hábito no hace al vasco, publicado en 1992, introduciéndole en el contexto cultural de la época y conectándole en la corporación de burócratas castellanos y vascos al servicio de los Austrias mayores.

Le apasionaban, además, las Ciencias Matemáticas, Astronomía y Náutica, lo que le permitió trabajar de profesor náutico en Bilbao y desempeñar una cátedra en la Escuela Náutica de San Sebastián. En cosmografía llegó a ser un erudito. Condenaba el uso de cartas planas, explicando el error a que daban origen. Enseñó la manera de calcular la longitud por medio de la distancia a la luna o a las estrellas zodiacales.

Estudió en Salamanca y luchó en Flandes, era una autentico polígrafo, conocedor de varios idiomas: flamenco, latín, italiano, inglés, francés, vascuence y castellano; y en parte el hebreo y el griego. Su curiosidad intelectual fue infinita, llegando a ser un escritor afamado.

CALLE LICENCIADO POZA EN BILBAO

Al regresar se estableció en Bilbao, y ejerció como jurista, abogado del señorío de Vizcaya y consejero municipal tras haber escrito su obra fundamental y más conocida De la antigua lengua, poblaciones y comarcas de las Españas (1587), un tratado de 17 capítulos sobre el vascuence o antigua lengua de España. En ella escribió sobre el asentamiento de Bilbao y de sus gentes, y contiene uno de los primeros catálogos de las lenguas románicas en el ámbito de la lingüística europea, anterior incluso al establecido por el célebre humanista francés Escalígero. Fue el primer libro impreso en Vizcaya, por Matías Mares, el primer impresor del Señorío. También escribió un Tratado de Hidrografía, editada en Bilbao.

Por encargo de las Juntas de Vizcaya escribió De nobilitate in proprietate. Ad Pragmaticas de Toro et Tordesillas, en 1589, en el que defendía la universalidad de la nobleza vizcaína contra las amenazas del fiscal de la Real Chancillería de Valladolid, Juan García de Saavedra.

Poza aportó la tradición cabalística al conocimiento, revirtiendo sobre la cultura vascongada una experiencia onomástico-interpretativa que la ha marcado durante siglos: el Etimologismo. Gracias al amplio conocimiento en idiomas, su trabajo consistió en explorar el lenguaje, tomando los nombres de las cosas para, desde los signos, indicaciones y marcas de los mismos, determinar la naturaleza de las cosas, es decir, la interpretación. Su método fue también generacionista, la búsqueda de lo originario desde "las semejanzas", pero dentro de la exclusiva experiencia del lenguaje. Y llegó a relacionar el vascuence con el hebreo, tanto en calidad como en competencia filosófica y "sustancial".

LAUBURU SOBRE PIEDRA

En su obra De la antigua lengua, hizo su peculiar reinterpretación etimológica, y apropió para los vascos el nombre de Asturias y el de Cantabria, remarcando su carácter montañoso e inaccesible a las invasiones de romanos, griegos y cartagineses. Para Poza, el carácter indómito de los vascos quedó patente en la oriundez de su lengua, que resistió a las muchas oleadas de gentes extranjeras, pero esta antigüedad del vascuence era defendida desde las tesis tubalianasla "lengua materna... que desde el patriarca Túbal" estaba allá, pero que "sólo lo vascongado se ha conservado".

Para Poza, como el hebreo, el vascuence también era de origen babilónico, uno de los 72 idiomas originados de la división de las lenguas durante la construcción de la torre de Babel. La lengua vascuence surgió entre los habitantes de la llanura de Senaar, con Túbal a la cabeza.

Consideraba que los nombres de Túbal y de sus hijos eran de origen hebreo, sumándose a la tesis de Garibay que convierte a Túbal en el primer rey de España, lo sitúa en la hipótesis pirenaica mediterránea. Admitía que los nombres de algunos reyes de la España primitiva eran caldeos, así como los de algunas de las ciudades que aquellos fundaron. Túbal y sus descendientes conservaron algo de onomástica y de la toponimia caldea.

HYDROGRAFÍA Y DE LA ANTIGUA LENGUA POR ANDRÉS DE POZA

Como todas las lenguas babélicas, el eusquera participaba de algunas de las cualidades de la lengua primera, la infundida por Dios en Adán: lengua adánica. Por ejemplo, en la alta filosofía o sabiduría infusa, que permite que todos los vocablos revelen la naturaleza o esencia de las cosas que designan. Poza se basaba en el Crátilo de Platón, el diálogo en que Sócrates discutía con Hermógenes acerca de si las palabras significan por naturaleza o por convención. Para Poza, la cuestión no tenía duda: la lengua adánica y las lenguas matrices significaban por naturaleza. Las demás, derivadas de ella, lo hacían por convención. Según Poza, el vascuence no había perdido el nexo natural entre la palabra y la cosa.

Mediante el Etimologismo de los nombres eusquéricos de Dios, del sol o de la luna, dedujo que la lengua vasca "no es menos sustancial y filosófica que las más elegantes de Europa".

La aportación más importante de Poza a la mitología vizcaína fue la idea de que el eusquera contiene ya en su vocabulario ancestral la revelación cristiana del misterio de la trinidad. Basándose en los procedimientos de la Cábala, analizó la palabra vasca que designa a dios, Jaun o Iaun, en tres elementos distintos: I (tu), a (aquel) y on (bueno), concluyendo en que, desde Túbal, los vascos sabían ya que Dios eran el sumo bien, un solo dios y tres personas distintas.

ÁRBOL DE GUERNICA

Poza abordó la cuestión de la hidalguía universal de los vascos, aclarando si surgió durante la potestad regia o fue precedida a la Monarquía hispánica. Para ello, empleó su habitual método, el estudio etimológico de las palabras, tomando los términos de "infanzonazgo" e "infanzón", que existían ya desde los godos. Al no ser estos términos de origen vascongado, concluyó que en estas tierras jamás entraron los godos, y por ello la naturaleza nobiliaria de los vascos era anterior al establecimiento de régimen estamental de nobles y vasallos establecido por los godos, e incluso al de los romanos. Infirió que:
"La nobleza de Vizcaya no tiene origen ni principio alguno, y de ellas se puede decir... que realmente ha conservado su libertad, su lengua y su hábito desde el patriarca Túbal a esta parte."
Sin explicar la intervención de los reyes castellanos en la concesión de hidalguía de las villas y la posterior extensión de estas a toda la población, Poza prefirió insinuar que fue el propio rey quien se sometía a sus gentes, contando la mitológica batalla de Arrigorriaga en el 870, cuando los vascos en Padura eligieron como señor a Zuria, y no a Alfonso de León.

Las Juntas vizcaínas reunidas en Guernica confiaron en el licenciado Andrés de Poza para la defensa de la hidalguía universal de los vizcaínos, tras haber leído recientemente su alegato filológico. Poza describió en su De hispaniourum nobilitate et exemtione la supuesta condición de limpieza de sangre, y su aplicabilidad de la Pragmática de los Reyes Católicos dada en Córdoba en 1492.

FUERO NUEVO DE VIZCAYA

Fue elegido para responder de manera contundente a las amenazas de supresión hechas por el fiscal de la Chancillería de Valladolid, Juan García de Saavedra, en 1588. Pero la polémica ya había servido en tiempos de Carlos V, al consultar éste a todas las Chancillerías acerca de si los vizcaínos debían ser considerados todos nobles.

El fiscal planteaba una cuestión básica: ¿cómo van a ser en un mismo territorio todos a la vez hidalgos?, si hidalgos los hay porque existen pecheros junto a ellos, pero debajo de ellos, evidentemente.

Para responder a esa cuestión, Poza escribió, por encargo de las Juntas, De nobilitate in proprietate. Ad Pragmaticas de Toro et Tordesillas. Su idea básica establecía que, en virtud de las leyes de Toro y Tordesillas, promulgadas en 1398 y 1403 por el rey castellano Enrique III, no concedería a los vizcaínos la posterior pragmática que los Reyes Católicos promulgaron en Córdoba. Y luego, refiriendo sobre el contenido del Fuero Nuevo de Vizcaya, redactado para reformar el anterior en fechas todavía recientes, en 1527, mostraba la calidad misma de la hidalguía vizcaína que justificaría el que sus habitantes fuesen de por sí propietarios de nobleza.

Su texto dialoga con el fiscal, pero en un diálogo sin salida, precisamente porque sólo busca razonabilidad a unos supuestos "históricos" que considera intocables.

Para Poza la nobleza de los vizcaínos es conferida por ser ellos mismos originarios y autóctonos, de solar conocido en frases como:
"Las pragmáticas de 1398 y 1403, dadas ambas por el rey Enrique III, en Toro y Tordesillas repectivamente. En ellas se afirma que al entablar el proceso de probanza, todos fechen, salvo los notorios hidalgos de solar conocido. Luego la hidalguía corresponde en propiedad al solar conocido, indicativo de por sí de la nobleza del litigante."
Mientras que para el fiscal, el término de hombre noble con posesión de "casa de solar" corresponde al señor con vasallos solariegos que puebla sus propias tierras:
"Son casas fortificadas, con escudero de armas y voz y apellido de solar de casa.... las leyes de Erique III, al hablar de solar conocido se referían a esa realidad y, si así es en Vizcaya, hay también ahí señores con vasallos. Luego no puede ser general la hidalguía."
Poza, por lo tanto, distinguía dos tipos de hidalguía en Vizcaya, la nobleza real o urbana y la nobleza de tierra llana o infanzonía. La nobleza señorial que estaba formada por los Parientes mayores, de solares reconocidos de voz, apellido, linaje, armas, hazañas y antigüedad inmemorial e historial, es decir, la nobleza espléndida. Por otro lado, la infanzonía era la clase baja, que ya en el siglo XVI había adquirido su caserío o solar conocido, aunque su dedicación socioeconómica fuese la agricultura, pesca o ganadería.

ENTRANDO EN LA IGLESIA, POR JOSÉ ARRUE

Pero lo que ocultaba Poza es que aquellas gentes vizcaínas que ahora eran de solar conocido y casa propia, durante el Medievo tuvieron que pechar a la nobleza cuando aún no existía o estaba en proceso de formación la red de villas aforadas que liberaban a estos vasallos de los señores feudales.

Su argumento fue una metáfora del árbol como casa, consistente en tomar el Fuero Nuevo de 1527 (corrección del Viejo de 1452, aprobados ambos por el monarca) y examinar determinados títulos de transmisión patrimonial de la propiedad. Utilizó la semántica de ese régimen de trasmisión, que es la del árbol enraizado en el solar conocido de cuyas raíces surgió la sabia nueva generación tras generación. Y así, infirió la secular vinculación de las gentes al suelo, "los de aquí", los autóctonos que brotan por sí mismos del suelo, y no son plantados como gentes extranjeras venidas de otras partes. Para Poza, la imagen del árbol posibilita la esencia rural de Vizcaya, pues toda ella es una casa infanzona por sus hundidas raíces en el suelo. Posteriormente a este hecho, apareció la ley para reglamentar esta circunstancia.

Un gran número de proverbios castellanos y vascos provienen de la metáfora árbol que caracterizan a sí mismos los linajes solariegos como nobles, estables, duraderos y poderosos, como por ejemplo el linaje de los Aritza (árbol, roble), que iniciaría la dinastía pamplonica. Así pues, el euskaldun Aritzak, zozpala bererikoa siginificaría en castellano "De tal palo, tal astilla". O aquel otro de Badakik, bai, zein aritzi dagokion ezkurra (ya sabes, ya, en qué árbol hay fruto), que derivaría en castellano en "quien a buen árbol se arrima, buena sombra la cobija". Cientos, como Zuhainak badu bere zuhatza, "cada árbol tiene su savia propia" Zuhaitz onak bere itzala, "buen árbol, sombre especial"; Zuhaitz orok adar eihar, "en todo árbol, ramas secas"; o Aritz eroriari orok egur, "todos hacen leña del árbol caído".

Esta calidad hidalga no fue asentada únicamente en esta dendro-logía y esta imagen forestal que significaron una ley foral, pues también se apoyó en el recurso de Túbal en cuanto a fuente y origen de esa lógica arbórea:
"Todo esto, antes que hubiese puntos de derecho, debió de ser ley y costumbre en Vizcaya y no menos antigua que su lengua y hábito y libertad del siglo del patriarca Túbal..."
VOLVIENDO DE LA REOMERÍA, POR AURELIO ARTETA