PATRIOTAS VASCONGADOS Y NAVARROS

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ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL

24/10/2016

Armadas de Vizcaya y de Guipúzcoa en la Expedición de Invasión a Inglaterra en 1588


La Armada Invencible es el nombre con el que se conoce a la Grande y Felicísima Armada española enviada por Felipe II para invadir Inglaterra en el año 1588.

El origen de esta expedición de asalto estuvo en el tratado que la reina Isabel I de Inglaterra, contraria a España, firmó un año antes con los rebeldes de los Países Bajos: ayuda militar a cambio de la presencia de sus tropas en Holanda. Además, el corso entre España y Las Indias se recrudeció y, en mayo, Felipe II ordenó la captura de todas las naves inglesas ancladas en puertos españoles. En septiembre, Francis Drake inició una campaña de ataque sistemático a las colonias españolas del área del Caribe.

La invasión de Inglaterra por parte de la Real Armada española tenía como finalidad la dominación de la rebelión en Flandes y terminar con la piratería de los corsarios ingleses que tanto perjuicio causaban a los buques españoles. Felipe II ordenó la construcción de una gran armada, despertando una gran actividad febril en los astilleros y puertos de Guipúzcoa y Vizcaya, que aportan naves, aparejos, artillería y municiones, capitanes, marinos, tripulaciones y guarniciones.

GRANDE Y FELICÍSIMA ARMADA ESPAÑOLA

Las Reales Armadas Guipuzcoana y Vizcaína participaron en aquel intento de asalto, de la mano del bilbaíno Juan Martínez de Recalde y el donostiarra Miguel de Oquendo y Domínguez de Segura, como capitanes de sendas armadas. Junto a ellos, otro el bilbaíno Martín de Bertendona capitaneaba la Armada de Levante.

Juan Martínez de Recalde fue segundo jefe de la expedición, por detrás del duque de Medina Sidonia, pero tuvo a su mando las Escuadras de Oquendo y Bertendona, pues asumió el rango de almirante de la flota de invasión, la principal fuerza de ataque.

Miles de soldados y marinos vascos se encontraban en las armadas de Guipúzcoa y Vizcaya, gentes de Bermeno, Sopelana, Guecho, Plencia, San Sebastián Zarauz, Fuenterrabía, Pasajes y Zumaya. Lo mejor de la marinería vasca se volcaba con la empresa de derrotar al enemigo inglés y ocupar su territorio.

GRANDE Y FELICÍSIMA ARMADA ESPAÑOLA

La Armada de Vizcaya, capitán general Juan Martínez de Recalde, estuvo compuesta de 13 embarcaciones de las que 9 eran naos y 4 pataches. Estaban embarcadas por casi 700 marineros y casi 1.800 soldados, artillados con 215 cañones. La nao capitana era la Santiago y la almiranta era El Gran Grin.

REAL ARMADA DE VIZCAYA

La Armada de Guipúzcoa, capitán general Miguel de Oquendo, estuvo compuesta por 14 embarcaciones de las que 10 eran naos, 2 pataches y 2 pinzas. Estaban embarcadas por 715 marineros y casi 1.900 soldados, artillados con 321 cañones. La nao capitana era la Santa Ana y la almiranta era la Santa María de la Rosa.

REAL ARMADA DE GUIPÚZCOA

Se completaba la Real Armada española con las siguientes escuadras:

Armada de Levante, capitán Martín de Bertendona, 10 navíos

Armada de Castilla, general Diego Flores de Valdés, 16 navíos

Armada de Portugal, bajo el cargo del Duque de Medina-Sidonia, 12 navíos

Armada de Andalucía, capitán general Pedro de Valdés, 11 navíos

Escuadrón de Galeazas, capitán Hugo de Moncada, 4 galeazas

Escuadrón de Galeras, capitán Diego Medrano, 4 galeras

Escuadrón de naves de transporte, capitán Agustín de Ojeda, 4 embarcaciones distintas

Escuadrón de Urcas y buques de apoyo y transporte, capitán Juan Gómez de Medina, 20 urcas

Además, tomaron parte en la expedición otros 34 pequeñas embarcaciones de tonelaje menor: 10 carabelas, 10 pataches, 7 falúas y 7 zabras.

GRANDE Y FELICÍSIMA ARMADA ESPAÑOLA

La Grande y Felicísima Armada española de Felipe II estaba constituida por 130 naves, 2.000 cañones, 30.000 soldados de infantería y 500 soldados a caballo. Partió del puerto de Lisboa en mayo de 1588, pero una serie de tempestades hicieron que la marcha fuera lenta y bordease con dificultades la costa hasta La Coruña. Desde este puerto, salió el 22 de julio de 1588 en dirección al mar del Norte.

Una semana después, llegaron al Canal de la Mancha, donde fueron hostigada por las naves inglesas. El primer enfrentamiento serio con los ingleses ocurrió a la altura de Calais, el 31 de julio. La armada inglesa estaba al mando de los almirantes Howard y Francis Drake. Los ingleses utilizan bancos incendiarios y otras estratagemas.

Poco más tarde, frente a Gravelinas, se desató una terrible tormenta que hizo dispersar la flota causando grandes destrozos. El furioso temporal duró once días. Los vientos impulsaron hacia el norte a los restos de la escuadra, ante la imposibilidad de volver al Canal y encontrase con las tropas de Farnesio. Además, estas no llegaban a tiempo a las costas de Flandes según lo planeado.

Finalmente, optaron por un largo y duro regreso rodeando las islas Británicas. Recalde agrupa las naos dispersas. Nuevas tormentas, a la altura de Irlanda, remataron el desastre. Aun así algo más del 50% de las embarcaciones (67) logró llegar al puerto de Santander. La gran mayoría de las naves que se perdieron fue debida a las inclemencias meteorológicas y sus elementos, y no a la fuerza de combate inglés.

GRANDE Y FELICÍSIMA ARMADA ESPAÑOLA

Aunque la responsabilidad del ataque recayó en Juan Martínez de Recalde, no pudo hacer valer la mayoría de sus decisiones ante Medina Sidonia, viéndose arrastrado con su nave capitana, la Santiago, y los navíos que comandaba de la Escuadra de Vizcaya a combates mal preparados tácticamente y de dudosa resolución. De hecho, en el primer enfrentamiento con la flota inglesa quedó aislado en la retaguardia española y no tuvo más remedio que batirse con denuedo contra varios navíos enemigos.

Salió de la acción vivo y sin ser capturado, pero le costó perder numerosos hombres y la inutilización casi total de sus naves. Hasta la dispersión de la Escuadra, Recalde se mantuvo firme a lo largo de toda la campaña sobre las costas de Inglaterra. De regreso a España recaló en Irlanda para conseguir por la fuerza agua y víveres para sus dotaciones. Desembarcó en La Coruña, gravemente herido y enfermo, y en esta ciudad murió poco tiempo después.

En cuanto a Miguel de Oquendo, el donostiarra se opuso con rotundidad y junto a Martínez de Recalde a los planes de Medina Sidonia de no atacar el puerto de Plymouth, donde se encontraba concentrada la flota inglesa. Durante los combates, su nave fue incendiada y tuvo que abandonarla. Consiguió llegar al puerto de Pasajes con varios de los buques de Martínez de Recalde y Agustín de Ojeda, entre el 22 y el 23 de septiembre de 1588. Falleció pocos días después.

JUAN MARTÍNEZ DE RECALDE Y MIGUEL DE OQUENDO Y SEGURA

Las pérdidas españolas fueron cuantiosas en hombres, naves y, sobre todo, en marinos experimentados. Tras esta batalla, si bien España lo conservó aún durante varias décadas, comenzó el declive de su dominio marítimo, que sería heredado por los ingleses.

Tras el fracaso de la Armada, Felipe II y su gobierno se aseguraron de que todos sus soldados y marineros fueran adecuadamente recompensados por sus servicios. Se enteraron de que algunos veteranos estaban siendo despedidos sin recibir sus pagas convenientemente, ante lo que el rey dictaminó lo siguiente:
"Esto es contra la charidad christiana y muy ageno de mi intención, que ha sido y es no sólo de que los que me han servido y sirven sean pagados de lo que han de haver, pero gratificados en lo que hubiere lugar."

Como contraste, el gobierno inglés se desentendió de los soldados que cavaban de defender Inglaterra ante la invasión de sus enemigos y se negó a compensar a los heridos y enfermos, teniendo los comandantes que hacerse cargo de sus propios hombres ante el desinterés gubernamental. Confiaban en que (como escribió el ministro Burghley) "por muerto o por enfermedad, o algo parecido (…) podamos ahorrarnos algo de la paga general".

Los historiadores ingleses Colin Martin y Geoffrey Parker han escrito al respecto:
"(Bughley) tenía intenciones de que esos desafortunados no recibieran nada por su participación en la derrota de la Armada española (…). Quienes habían contraído enfermedades o habían sido heridos durante la campaña de 1588 quedaron abandonados a la caridad individual de sus capitanes o de las ciudades donde fueron desembarcados. Quizás sólo la mitad de los hombres que lucharon por Inglaterra en 1588 vivieron para celebrar las Navidades siguientes."
Sin embargo, España y Felipe II han pasado a la historia como los tiranos, e Inglaterra e Isabel como los defensores de la justicia. Y los mismos españoles han acabado creyéndose esta visión de su historia, teniendo que esperar a las últimas décadas para empezar a ver publicados trabajos en los que la historia de la España de aquellos días es presentada a la luz del conocimiento sin prejuicios… principalmente de manos de historiadores ingleses.

RUTA DE LA ARMADA ESPAÑOLA DE 1588

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