PATRIOTAS VASCONGADOS Y NAVARROS

TERRITORIO

ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL

30/08/2015

Expansión geográfica de los vascones


Con la llegada de los romanos, las tierras de los actuales País Vasco y Navarra entraron en la Historia. Los cronistas y colonizadores romanos fueron dejando fidedignos testimonios escritos sobre como era los vascones en la Antigüedad y su relación con las tribus colindantes del norte peninsular. Estrabón y Polibio, griegos romanizados, Plinio el viejo y Plinio el joven, Silio Itálico, Dion Casio, el judío romanizado Josefo, los hispanos Pomponio Mela o Séneca, etc., fueron aportando información. Pero aquellos datos sobre los vascones en la Antigüedad se podría sintetizar en dos direcciones:

1. es el pueblo de la península Ibérica del que las fuentes tratan durante más tiempo, no tanto en abundancia de referencias, como en extensión cronológica. Referencias que son mencionadas desde el inicio de la romanización hasta bien entrada la Tardo Antigüedad.

2. están siempre ubicados en el mismo sitio: entre el valle medio del Ebro y la zona pirenaica, sin apreciarse movimientos migratorios.

El historiador romano Plinio el Viejo hizo un recuento de los pueblos de Hispania, y en particular de los valles del Ebro, y que refleja la situación de la península en época de Augusto. Y dentro de la provincia Hispana, en Citerior y Tarraconense y concretamente su "convento jurídico cesaraugustano", sitúa con bastante detalle las civitates o principales núcleos de asentamiento de los grupos humanos conocidos como vascones. Consideraba el solar vascón en un área territorial similar al actual territorio navarro, más una franja vertical del actual Aragón conocido como las Cinco Villas.

En la misma época, el geógrafo griego Estrabón, resumió el parecido existente entre los pueblos guerreros del norte de la península ibérica de tal manera:
"Así viven estos montañeses que habitan en el lado septentrional de Iberia; es decir, los galaicos, astures y cántabros, hasta los vascones y el Pirineo, todos los cuales tienen el mismo modo de vivir."
Tolomeo de Alejandría, escritor del siglo II, delimitó el territorio vascón extendiéndolo hasta la Rioja, especialmente Calahorra y Alfaro, y a una parte de las provincias de Zaragoza y Huesca, concretando la frontera en la línea que iría de Jaca a Alavona (junto al Ebro).

TERRITORIO ORIGINAL DE LOS VASCONES

Esta extensión territorial no tiene justificación: no se percibe un aumento de la población, no hubo una expansión militar, no hubo un castigo severo en las tribus vecinas que posibilitaran la colonización, etc. La única explicación aventurada consistía en una posible extensión de una jurisdicción de los vascones en los territorios vecinos, una especie de segunda instancia no sólo para el ámbito jurisdiccional, sino también fiscal y social; una especie de recompensa por la colaboración con Roma. Pero, ni siquiera los que seguían esta tesis lo hacían desde convicciones sólidas.

La llamada "cuestión de los vascones" nacía del hecho de que la arqueología y la lingüística detectaban diferentes realidades históricas a la llegada de los romanos. La Navarra de aquel entonces se mostraba dividida en claros territorios:

1. el Saltus Vasconum, término romano que abarcaba la Navarra pirenaica hacia el norte, desde Pamplona hasta Jaca, incluyendo una estrecha franja al otro lado de las montañas, en Aquitania. Se trata de una zona de abundante toponimia vascónica, y con una cultura pastoral, heredera sin rupturas de la tradición megalítica de la época de bronce. En esta zona, la historia se había detenido un milenio antes, y a la llegada de los romanos seguían manteniendo hábitos notablemente atrasados.

2. el Ager Vasconum, era la ribera del Ebro, que se extiende desde Pamplona hasta el río Ebro. Expuesta a mayor contacto con las novedades que desde el Mediterráneo ascendían por el cauce del Ebro. En esta zona, se habían desarrollado culturas agrícolas y ganaderas, más ricas y populosas, vinculadas lingüísticamente a la tradición celtíbera. En la parte oriental de Navarra, contigua a la provincia de Zaragoza, se hablaban lenguas ibéricas.

3. la cántabro-pirenaica, es una interpretación que extiende el hábitat geográfico de los vascones a la totalidad de la cordillera Cantábrica y los montes Pirineos, desde Galicia hasta Cataluña, incluyendo las actuales provincias vascas, los valles y sierras de la Rioja y el norte de Burgos.

PLACA VASCONES EN RONCESVALLES

Ante la realidad pluricultural de la Navarra antigua, una que hablaba el protovasco, otra la lengua celtíbera, y una tercera la lengua ibérica, la investigación no ha sabido entender hasta hace poco, que los romanos no llamaban vascones a un de esas tres culturas, sino que llamaban vascones a los integrantes de las tres. Como explica Juan José Sayas, "vascón" no es el representante de una cultura concreta y diferenciada, sino aquel que habitaba en un territorio definido de la península Ibérica, con independencia de cual fuera su tradición histórica.

Cuando Roma llegó al valle del Ebro se encontró con un espacio muy heterogéneo, donde diversas culturas llevaban conviviendo durante siglos, entre las cuales destacaban la celtíbera, la ibérica y una tercera que se extendía desde la Navarra media hacia el norte. A este conjunto de etnias las denominaron con el término de "vascones".

A partir de aquí, habría que entender la constitución del fenómeno vascón como consecuencia del típico proceso de Romanización en Hispania, mediante el cual los romanos sometían los territorios conquistados a un hondo proceso de transformación, especialmente cuando las tribus estaban en un estado de civilización muy atrasado. Por eso obligaban a los pueblos sometidos a reasentarse en nuevas ciudades o territorios, o los introducían en modernas estructuras administrativas.

Hay autores que consideran que fue Roma la que creó entre las gentes dispersas desde el Pirineo hasta la llanura del Ebro el concepto de pueblo, tratándoles como una etnia común en sus relaciones. Por eso fundó las poblaciones romanas de Gracurris, cerca de Alfaro, en 178 a.C., y después Convenae y Pompaello, Cascantum y Calagurris, habitadas por vascones. Como aquellos vascones no entablaron resistencia bélica a los invasores romanos, estos facilitaron su expansión a los límites de Guipúzcoa, hasta el actual Motrico, y por el sur de Aquitania, a lo que se deben nombres vascos en la toponimia de la región.

Es posible, o al menos así lo consideran algunos historiadores, que el conocimiento del poder militar de Roma hiciese que, cuando los romanos llegaron a territorio vascón, estos últimos decidiesen colaborar con ellos en lugar de enfrentarse a sus legiones. Como consecuencia de ello, y a modo de recompensa por dicha colaboración, probablemente los romanos entregaron a los vascones varias de las ciudades que conquistaron por la fuerza a otros pueblos. Según Tito Livio, en el 194 a.C., el cónsul Marco Porcio Catón tomó Jaca mediante una treta.

Posteriormente, en el año 188 a.C., el pretor Escipión Nasica venció a los celtíberos cerca de Calahorra. Y, ya en el 178 a.C., es cuando se considera que se inicia la romanización vasca con la fundación de Gracurris (Alfaro) por parte de Sempronio Graco sobre los restos de Ilurcis.

EXPANSIÓN GEOGRÁFICA DE LAS TRIBUS CELTAS

En cuanto a las tres tribus celtas: várdulos (del Bidasoa al Deva), caristios (del Deva al Nervión) y autrigones (del Nervión al Asón y también hacia el sur alavés), no existe informaciones para considerarlos territorios vascones. Los datos, tanto onomásticos como historiográficos de fuentes romanas, encontrados por Altuna, Besabe, Vallespí, Apellániz y M. L. Albertos, prueban que se tratan de tribus indoeuropeas, etnias celtas, nada relacionadas con los vascones, estos sólo llegaban hasta el Bidasoa.

Los argumentos analizados por estos autores son definitivamente concluyentes. En primer lugar, los cántabros encontraron aliados en las tres tribus indoeuropeas para resistir contra la invasión romana. A su vez, Roma mantenía perfecta relaciones con los vascones y nunca fraccionó unidades tribales, por lo que no es comprensible que separase a várdulos, caristios y autrigones de los vascones si no es porque ya estaban separadas. A las tres tribus indoeuropeas las agrupó en el convenio jurídico de Clunia, y a los vascones en el de Calagurris.

Existen también pruebas de que los vascones no fueron una etnia marinera hasta la Edad Media. Primero, su lengua es la de un pueblo originariamente pastoril, sin relación con el mar. A demás, los romanos situaron su puerto comercial en las orillas del Bidasoa, en el actual límite vasconavarro, pero no en las costas de Guipúzcoa y Vizcaya. Por último, la Aquitania prerromana estuvo mucho más celtizada que vasconizada, tan sólo hay muestras de una tímida penetración vascona hacia el año 500 a.C.

La presión indoeuropea había reducido al solar de los vascones desde el año 1.000 a.C. Fue a la llegada de Roma cuando los vascones se alían y comienzan a extenderse hacia Guipúzcoa, Vizcaya y Aquitania desde el núcleo inicial del Saltus Vasconum, auténtica reserva del primitivo vascón y de su lengua ancestral, emparentada con las demás que se hablaban en gran parte de la península ibérica antes de las invasiones célticas.

Estas investigaciones e interpretaciones permiten presentar a los antiguos vascones como un conjunto pluricultural habitado en perfecta armonía. La Navarra de la Antigüedad era un territorio constituido por diversas tradiciones culturales y lingüísticas, tres al menos, que se hallan repartidas por el territorio:
1. la zona Norte y Pamplona, de tradición protovasca
2. la zona media y Ribera, de tradición indoeuropea, celtíbera
3. la zona Este, próxima a Aragón, de tradición ibérica

Dichas fronteras culturales se presentan permeables, cuya población se hallaría entremezclada, expresando cada una las peculiaridades de su propia historia, o bien generando una nueva identidad en la suma de todas ellas.

GUERRERO VASCÓN

17/08/2015

Balleneros vascos en Islandia


En el siglo XVII sucedió un oscuro episodio protagonizado por una expedición de balleneros vascos en tierras islandesas y que desembocó en el terrible asesinato de Martín de Villafranca.

14/08/2015

Intercambios de obispos


Tradicionalmente los autores navarros han reparado en los obispos foráneos que han regido la diócesis de Pamplona, circunstancia que se dio en ciertos períodos de la Edad Media y que desde una perspectiva posterior a los hechos, se considera negativa o no se asume con normalidad. Si se repasa la nómina episcopal de Pamplona durante la Edad Media, se pueden señalar los siguientes períodos de obispos extranjeros:

1. en la Reforma Gregoriana (1083-1142): los franceses Pedro de Rodez o de Andouque (1083) y Guillermo (1115) y el aragonés Sancho de Larrosa (1122).

2. la primera parte del reinado de Sancho VII (1194-1220): el castellano García Fernández (1194-1205), y los franceses Espárag de la Barca (1212) y Guillermo de Santonge(1216).

3. dos décadas del último tercio del siglo XIII (1268-1287): el castellano Armingot (1268) y el aragonés Miguel Sánchez de Uncastillo (1277), que sin embargo era originario de los territorios aragoneses de la diócesis.

4. el peso de la monarquía capeta (1310-1356): Arnalt de Puyana(1310),Guillermo Mechin(1317), Raúl Rosselet (1317), Guillermo de Mauconduit (1317), Aranalt de Barbazán (1318), Pedro de Monteruc (1355).

5. la crisis religiosa y política del siglo XV (1458-1462 y 1473-1507): el cardenal italiano Bessarion(1458-1462 y 1473-1507), el castellano Alfonso Carrillo (1473-1491) y los obispos comendatarios italianos Cesar Borgia (1491) y Antonio G. Pallavicini (1492).

Son 170 los de obispos extranjeros que durante cinco siglos, desde el año mil, ocuparon aproximadamente un tercio del tiempo. Las razones de sus designaciones fueron múltiples, desde el deseo de impulsar unas reformas hasta influencias políticas de reinos vecinos o, simplemente, las corruptelas derivadas de la crisis religiosa bajomedieval.

ESCULTURAS DE RODRIGO XIMENEZ DE RADA Y ANTONIO DE NEBRIJA

Para trazar una visión completa y equilibrada del asunto es preciso tener en cuenta el reverso de esa realidad, es decir, la presencia de navarros en sedes episcopales españolas, próximas o lejanas, que se produce en las primeras por influencia e irradiación del reino al otro lado de sus fronteras, mientras que en las segundas se debe a voluntades políticas o cuestiones de toda índole:

1. Calahorra, la sede episcopal más próxima a Navarra, recibió bastantes obispos originarios del reino pirenaico durante los siglo XII y XIII: Sancho de Funes (1118-1146) y Rodrigo de Cascante (1146-1190), Aznar López de Cadreita (1238-1263), Juan Almoravid de Elcarte (1287-1299).

2. Osma-Soria, recibió esta sede episcopal a Pedro Ramírez de Piérola antes de convertirse en obispo de Pamplona (1224-1230).

3. Huesca, recibió a Bernart de Folcaut (1362-1364).

4. Otros dos navarros llegaron a las sedes arzobispales: Rodrigo Ximénez de Rada fue arzobispo de Toledo (1209-1248), después de ser obispo de Osma (1208-1209); Juan Almoravid de Elcarte fue arzobispo de Sevilla (1299-1302).

Son en total 160 años de episcopado protagonizado por navarros. Entre sus causas de tales nombramientos se entremezclan su valía personal y su capacitación con el oportunismo político, el deseo de captar voluntades o la intención de premiar fidelidades.

El equilibrio que en la práctica se da entre ambas situaciones tiene que mirarse desde la perspectiva de la progresiva identificación de obispo con sus diocesanos, que es un elemento propicio para el despliegue de su actividad pastoral. A ello proponen los obispos, relegando sus orígenes en beneficio de su misión. Esto es lo que hicieron, por igual, un Rodrigo Rodrigo Ximénez de Rada, que se identificó plenamente con Castilla desde su sede arzobispal de Toledo, o el francés Arnaldo de Barbazán, que se convirtió en un referente de la vida navarra durante casi medio siglo.

MONASTERIO DE LA OLIVA, NAVARRA

11/08/2015

Gobernadores de Fuenterrabía


Hasta 1572, los gobernadores de Fuenterrabía eran, además de alcaides o castellanos de su fortaleza, capitanes generales de la Provincia de Guipúzcoa. Era un empleo que Felipe II resolvió unificar aquel año con el del Virrey de Navarra, siéndolo a la sazón Vespasiano Gonzaga, que residía en Pamplona.

El Castillo de Carlos V se convirtió en el principal bastión defensivo y residencia habitual del gobernador de Fuenterrabía y capitán general de Guipúzcoa.

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CASTILLO DE CARLOS V

Algunos de los más importantes gobernadores de Fuenterrabía fueron:

Juan Gamboa fue alcalde de Fuenterrabía, participando en la lucha contra los navarros de Juan de Albret. Nacido en Motrico, fue caballerizo mayor de los Reyes Católicos, miembro de su Consejo y capitán general de las fronteras de Navarra y de Francia.

En 1475 y 1476, siendo coronel de los Tercios de Guipúzcoa y de Vizcaya, se halló con sus tercios en los sucesos bélicos de Burgos, de Zamora y de Toro, durante la Guerra de Sucesión al trono de Castilla. En 1468, cuando estaba al servicio del usurpador Juan II de Navarra, rey de Aragón, sitiando a Peralada, cerca de Figueras, fue sorprendido por el ejército francés al mando del duque de Anjou. El valor y esfuerzo desplegado por Gamboa con un corto número de hombres pudo contener el asedio que el enemigo efectuó al rey, expuesto a quedar prisionero, recibiendo varias heridas. Después de este suceso, el mismo Juan II armó caballero al general Gamboa concediéndole además la nobleza de Aragón.

Juan Pérez de Azcue fue alcalde de Fuenterrabía el año en el que su ciudad sufrió el sitio de Fuenterrabía de 1521, por el ejército francés. Hecha la capitulación, reunió un contingente de 800 vecinos armados que no decidieron rendirse y se estableció en Lezo. Con esta compañía estuvo creando hostilidades a los franceses durante meses hasta que, en la noche del 29 al 30 de junio de 1522, acudió a la batalla de San Marcial, en Irún. Junto al capitán Ambulodi y el capitán general duque de Alburquerque, estuvo al frente de 3.000 hombres, que derrotaron a un numeroso ejército de alemanes y franceses, que en gran parte quedaron rendidos o muertos en el campo de batalla.

Azcue murió de un tiro disparado por un soldado suyo contra un francés desorientado por la oscuridad de la noche mientras hacía la guardia.

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DEFENSA DE FUENTERRABÍA SOBRE EL RÍO BIDASOA

Diego Butrón y Leguía fue alcalde y capitán de su ciudad natal durante el Sitio de Fuenterrabía de 1638. Tuvo gran determinación en la defensa de la villa, a pesar de sufrir un largo asedio, la falta de provisiones y de municiones, y el desánimo de sus soldados. Diego Butrón ofreció toda su plata para fabricar balas, y con enérgicas frases consiguió que las tropas sitiadas resistieran hasta la victoria, producida el 7 de septiembre.

Alcanzó tanta resonancia su hazaña que al año siguiente Felipe IV le nombró caballero de la Orden de Santiago y teniente alcalde de Fuenterrabía, con sueldo de 50 escudos al mes. En 1649, fue nombrado gobernador militar de la plaza de San Sebastián con categoría de maestre de campo, y en 1651 gobernador militar de Fuenterrabía, cargo que le satisfizo extraordinariamente y que desempeñaba cuando murió en el Castillo de Carlos V, en 1655, a los 60 años de edad.

Juan Urbina fue capitán en 1638, durante el Sitio de Fuenterrabía, y en 1645 figura como gobernador de Madrid y almirante; en 1664 fue nombrado gobernador de Sanlúcar de Barrameda, y murió en junio del año siguiente.


Íñigo de Brizuela y Urbina fue gobernador de Fuenterrabía y capitán general de Guipúzcoa, desde 1624 hasta 1634. Había sido maestre de campo en la Guerra de los Treinta Años antes de desempeñar estos cargos, y llegó a ser miembro del Consejo de Guerra de de Felipe IV, y capitán general y presidente de audiencia de las islas Canarias sucediendo a Francisco González de Irarrazábal y Andía.


Gonzalo de Luna Mora fue maestre de campo, alcaide de Fuenterrabía y teniente de capitán general de Guipúzcoa; en 1665 se hallaba en México. Dejó un hijo, Diego, capitán de la infantería española.

MURALLA DE FUENTERRABÍA

08/08/2015

Hernán Pérez de Yarza


Diplomático, alcaide de la fortaleza fronteriza de Gazteluzar y coronel de arcabuceros

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HERNÁN PÉREZ DE YARZA

Hernán Pérez de Yarza era natural de Lequeitio, Vizcaya, donde nació en 1480, aparece como servidor de los Reyes Católicos, en 1502. Desde 1506, prestaba servicios en Flandes al príncipe Carlos, futuro rey de España y emperador de Alemania. En 1508 pasó a depender del emperador Maximiliano, que le asignó diversas misiones de confianza, recorriendo Italia, Alemania, Francia y Flandes durante varios años.

El 12 de septiembre de 1516, recibía el encargo de negociar la entrega de Verona a los venecianos, mediante una sustanciosa indemnización. Ello suponía el abandono del asedio de las tropas francesas, mientras que Yarza ejecutaba la diplomática encomienda con diligencia y talento. Se reunía en sucesivas ocasiones en las ciudades de Augsburgo, Trento, Verona e Insbruck. Entre otros, fue recibido por Odet de Foix, mariscal de Francia. Esta negociación supuso el hecho más sobresaliente de su vida.

En abril de 1517, y en agradecimiento de los servicios prestados, Carlos V le nombró gentilhombre de su cámara y panetero del rey. Y, poco tiempo después, alcaide de la fortaleza fronteriza de Gazteluzar, también llamada de Irún-Uranzu, de un alto valor estratégico, a orillas del Bidasoa. Como se desenvolvió en su puesto en condiciones muy precarias, solicitó ayuda económica, utilizando su fortuna personal para mejorar la defensa.

En octubre de 1521, cayó prisionero de los franceses, que tomaron la fortaleza. Fue trasladan a Bayona y liberado a los seis meses, tras pagar rescate.

Sus últimos años figuró como capitán de gastadores y coronel de arcabuceros en Inglaterra y Valladolid. Se retiró a Lequeitio, donde falleció en 1526.

Hernán Pérez de Yarza es un claro ejemplo de servicio y lealtad a la Corona española. El mismo se definió como "criado y hechura del emperador Carlos", con el que intercambió a lo largo de su vida numerosas cartas, siendo Europa el campo de su actividad principal.

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RUINAS DE LA FORTALEZA FRONTERIZA DE GAZTELUZAR

07/08/2015

Casa-torre de Otalora y su linaje en Aretxabaleta y Mondragón


La antigua Casa de Otalora fue fundado por Pedro Ruiz de Otalora en la anteiglesia de Aozaratza, en la villa guipuzcoana de Aretxabaleta, en el siglo XV durante el reinado de Juan II de Castilla. Los miembros de esta casa fueron dispersándose entre varias villas de la zona como Oñate, Leniz, Aretxabaleta y Arrasate-Mondragón. Algunos de sus más ilustres fueron consejeros reales en las Cortes de los Reyes de Castilla, primero, y de los Habsburgo, después.

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ESCUDO DE ARMAS DE OTALORA

El mondragonés Martín Ruiz de Otalora y Galarza fue cuarto señor de Otalora. Fue criado del rey Fernando el Católico y miembro de su cámara real. Casó con María González de Manzana Ocariz en Mondragón y tuvo como hijo al siguiente:

El licenciado Miguel Ruiz Otalora y González, también mondragonés, fue regente de la Real Audiencia de Navarra en Pamplona, y gobernador del mismo reino de forma intermitente en 1563, 1564 y 1565, recibió a la reina Isabel de Valois, esposa de Felipe II, a su paso hacia Francia este último año. Al venir de la corte a su casa, en 1574, la Provincia designó un comisionado que fuera a darle la bienvenida por los muchos servicios que de él recibía. Murió en la corte en 1575, siendo presidente del consejo de Indias. Su villa natal le dedica a su persona el nombre de la calle del Licenciado Otalora.

Casó con Catalina de Zuazu y Lazarraga, y tuvo varios hijos a los que relacionó con otros linajes nobiliarios bien posicionados. Inés de Otalora Zuazu casó con el mondragonés Rodrigo de Ocariz, miembro de la Corte de Felipe II y del Consejo de Indias; Juana de Otalora Zuazu casó con Domingo de Ocariz, señor de Ocariz, también de Mondragón como su hermano, que llegó a ser fiscal de la Casa de Contratación de Indias y ministro del Consejo de Hacienda de Felipe II.

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CASA-TORRE DE OTALORA

Juan López de Otalora Galarza fue criado del rey Fernando el Católico y miembro de su Cámara Real. En 1512 recibió entre otras gracias una espada que utilizó el mismo monarca, que dejó vinculada a su linaje. En 1540, fundó la capilla de San Miguel con tres altares en la iglesia parroquial de Aozaratza para su sepultura, y en 1546 el vínculo de la casa de Otalora.

Sancho López de Otalora Galarza, nacido en Leniz, en 1498. Estudió en la Universidad de Salamanca derecho civil y canónigo, llegando a ser juez en Sevilla y obteniendo la ejecutoria de su hidalguía en 1539. Tomó parte de la comisión para la delimitación de la frontera hispano-lusa en Andalucía, demostrando tal habilidad política y diplomática que fue promovido al Consejo Real del emperador Carlos V. Durante varios años estuvo al frente de asunto de Estado, incluso durante el reinado de Felipe II. Perteneció al Consejo de la Santa Inquisición, antes de retirarse del servicio a las instituciones reales, en 1562.

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ESCUDO DE LOS REYES CATÓLICOS SOBRE FACHADA DE CASA-TORRE DE OTALORA

Otros mondragoneses del linaje de Otalora fueron:

Pedro Muñoz Ruiz Otalora fue caballerizo de la reina Isabel, tomó el hábito de la Orden de Santiago en 1568.

Jerónimo Muñoz Ruiz Otalora fue procurador fiscal en Granada, escribió el famoso libro De Nobilitate, impreso en la misma ciudad en 1553.

Juan Muñoz Ruiz Otalora fue secretario real de Felipe IV, en el Consejo de Guerra en 1630.

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LATERAL Y POSTERIOR DE LA CASA-TORRE DE OTALORA

Este linaje nobiliario construyó su Casa-torre de Otalora en el siglo XIV, aunque el aspecto palaciego actual se configuró en el siglo XVI. Conserva las trazas de su antiguo esplendor y poderío: el escudo de armas, su mirador de corte renacentista, su lucido artesonado asomándose por el amplio alero, su obra en piedra de sillería, los remates de puertas y ventanas, las saeteras.

En la fachada principal destaca un balcón decorado con molduras, cabezas y rosetas. A la derecha, el escudo imperial, regalo del rey por el servicio prestado, y en el centro el escudo barroco del linaje nobiliario. Todo se remata con un alero ricamente decorado con figuras geométricas.

En la fachada izquierda aparece una sucesión de ventanas saeteras y sobre ella una preciosa solana de madera.

PLACA INFORMATIVA DE LA CASA-TORRE DE OTALORA

06/08/2015

Fragata Blas de Lezo F-103


La Real Armada española honra la memoria del teniente general Blas de Lezo con el mayor honor que puede rendirse a un marino español: tiene por costumbre que uno de sus buques lleve su nombre. El último así bautizado es una fragata (F-103).

La Blas de Lezo (F-103) es una fragata de la clase Álvaro de Bazán, botada en los astilleros de Izar (actualmente Navantia) en Ferrol y en activo desde 2002, con un coste 600 millones de €.

Las fragatas F-103, al igual que las demás fragatas F-100 clase Álvaro de Bazán, son los primeros buques de guerra europeos que cuentan con el sistema de combate Aegis, de origen estadounidense, y un radar capaz de detectar movimientos de aeronaves en un radio de 500 kilómetros, que les permite actuar en igualdad de condiciones con las más modernas unidades de la Marina de Estados Unidos y participar en el desarrollo del escudo anti-misiles. Tiene capacidad para detectar y seguir hasta 90 blancos móviles y dirigir los proyectiles antiaéreos y de superficie.

Fue construida en el astillero de Navantia, en Ferrol, y en 2004 se entregó a la Armada. Su lema es "Ornatus mei arma sunt requies mea pugnare" (Mis arreos son las armas, mi descanso la pelea).

La fragata pasa unos cien días al año en aguas y puertos extranjeros y colabora con buques de todo el mundo. Además de misiones propias, entre sus ejercicios más relevantes hasta el momento se encuentran las pruebas de lanzamiento de misiles en la costa oeste de Estados Unidos o la participación en la operación Allied Protector de lucha contra la piratería en aguas de Somalia.

FRAGATA BLAS DE LEZO F-103

Fragata Blas de Lezo en el Puerto de Pasajes de San Pedro,
en homenaje al almirante nacido en esta villa.

Fragata Blas de Lezo partiendo del Puerto de Pasajes.

Anteriormente portaron dicho nombre otros tres buques de la Armada española. El primero fue un vapor de ruedas de tercera clase con dos cañones, llamado General Lezo. Se construyó con poco calado en el río Támesis, en 1852, para así poder operar en las costas de Cuba en las labores de represión del contrabando de armas. Su actuación de mayor renombre fue la poner a flote el buque norteamericano Illinois. En 1898 se encontraba en Filipinas, aunque no llegó a participar en los combates al tener las calderas desmontadas.

MODELO DEL VAPOR DE RUEDAS BLAS DE LEZO

El segundo fue un crucero Blas de Lezo. Pesaba 4.500 toneladas, medía 140,8 metros de eslora, 14,2 de manga y 4,72 de calado, y tenía 6 cañones de artillería montados. Fue construido en Ferrol y botado en 1922. Escoltó al avión Plus Ultra en su vuelo trasatlántico y tomó parte en operaciones como el desembarco de Alhucemas. Además, fue enviado a Extremo Oriente para sumarse a la demostración internacional de Shanghái en 1927. El crucero se hundió en un accidente en 1932, al tocar un bajío frente a las costas de Finisterre, mientras realizaba un supuesto táctico pero, afortunadamente, su dotación formada por 346 hombres quedó ilesa.

MAQUETA DE CRUCERO BLAS DE LEZO

DIBUJO DE CRUCERO BLAS DE LEZO

El tercero fue un destructor botado en 1978, procedente de la Marina estadounidense, el Blas de Lezo (D-65).

DIBUJO DE FRAGATA F-103 BLAS DE LEZO

MAQUETA DE FRAGATA F-103 BLAS DE LEZO

La Armada colombiana también tuvo un buque con el nombre del almirante, el ARC Blas de Lezo (BT-62), un petrolero de clase Mettawee, adquirido a la Armada de los Estados Unidos el 26 de noviembre de 1947 y dado de baja en enero de 1965.

01/08/2015

Francisco de Argañaraz y Murguía


Colonizador de finales del siglo XVI responsable de la tercera y definitiva fundación de la capital de Jujuy, en el Virreinato del Perú

FRANCISCO DE ARGAÑARÁZ Y MURGUÍA

Francisco de Argañaraz y Murguía era natural de Amezqueta, Guipúzcoa, donde nació en el año 1563. Pertenecía a un linaje nobiliario con tradición militar. Era hijo del capitán Martín Ochoa de Argañarás y Verasategui y nieto paterno de Martín Ochoa de Argañarás Garicano, protagonista de la Batalla de Mühlberg, durante el reinado de Carlos V. Su madre Leonor de Murguía y Salinas pertenecía al linaje de los señoríos de Astigarraga, muy activos duranta la Guerra Banderizos vascos. La prematura muerte de su padre en combate le imposibilitó mantener el mayorazgo heredado, por eso Francisco desde muy joven sufrió entre adversidades económicas y recibió una mesurada educación militar.

En 1581, pudo demostrar su origen hidalgo, cuyos testigos realizaron esta descripción física:
"... de buen rostro, cariampollar y en el carrillo de la parte izquierda tiene una señal hecha como de fuego, y es de mediana estatura y bien hecho, algo más pequeño que crecido."
En 1584, Argañaraz tomaba parte de la comitiva de Juan Ramírez de Velasco con el cargo de maestre de campo para acompañarle en la toma de posesión de su recién cargo como gobernador de la provincia del Tucumán, de la Capitanía General de la Plata. Este escribió a la Corte de Felipe II refiriéndose a Argañaraz con estas palabras:
"Hallé en ésta falta de gente principal. Traje conmigo siete u ocho caballeros conocidos como son don Pablo de Guzmán, hijo de Luis de Guzmán gobernador que fue de Popayán, con su mujer e hijos e a don Fernando de Toledo Pimentel sobrino de don Francisco de Toledo y a don Iñigo Ramírez mi sobrino e a don Francisco de Argañaraz e a tres hijos míos con otros hidalgos muy honrados..."

FRANCISCO DE ARGAÑARÁZ Y MURGUÍA

Tras partir de Sanlúcar de Barrameda llegaron a la ciudad de La Plata en noviembre de 1585. El 17 de julio de 1586, se estableció en Santiago del Estero, para tomar el cargo de regidor del cabildo de la ciudad, donde adquirió encomiendas. Allí se casó con Bernardina Mejía de Miraval y Mancho, hija de Hernán Mejía de Miraval y Vega, conquistador del Perú y del Tucumán, quien era también encomendero en Santiago del Estero. Durante su mandato, Argañaraz participó en numerosos choques contra los indígenas del amplio valle de La Plata.

Por aquel tiempo, en la provincia de Tucumán se habían fundado siete ciudades por españoles: Santiago del Estero, San Miguel de Tucumán, Londres, Córdoba, Esteco, Salta y La Rioja. Sin embargo, en los valles Calchaquíes y la Quebrada de Humahuaca era imposible mantener un enclave estable debido a la hostilidad de indígenas, quedado despoblados estos territorios. En 1561, se había fundado el enclave de la Villa de Nieva, pero fracasó a los dos años. En 1575, el alavés Pedro Ortiz de Zárate realizó un segundo intento en tierras jujeñas mediante la fundación de San Francisco de la Nueva Provincia de Álava, en la confluencia de los ríos Grande y Xibi Xibi. La aldea alcanzó escasamente un año de vida, ya que no pudo soportar los ataques de los indios omaguacas.

Era de vital importancia establecer un asentamiento definitivo en aquel valle de la Quebrada de Humahuaca, que sirviese de vía de comunicación entre el valle de La Plata y interior del Virreinato del Perú.

El capitán Pedrero de Trejo había sido designado por el gobernador Ramírez de Velasco para la organización de una expedición que fundara una ciudad en el valle de Jujuy, pero pasó un tiempo sin conseguir los medios ni convencer a pobladores de Estero desarrollar para tan difícil proyecto. Entonces, Argañaraz solicitó a Trejo que le cediera sus derechos. Al haberlo hecho, la comisión fue confirmada por Ramírez de Velasco el 25 de enero de 1593. Argañaraz tenía orden de buscar el mejor sitio para que la ciudad contase con agua, pastos y montes; y el compromiso de sostener a la población durante el lapso de seis años. El adelantado guipuzcoano reunió a un centenar de españoles en Salta, acompañados de numerosos indígenas, y se dirigió hacia el valle de Jujuy, donde debió derrotar repetidas veces a los indios jujuyes, ocloyas y omaguacas.

El 19 de abril 1593, Argañaraz fundó la ciudad de San Salvador de Velasco, nombre que conmemora a su gobernador. Asumió el cargo de teniente de gobernador, justicia mayor y capitán a guerra de la nueva ciudad, que desempeñó con prudencia y sabiduría, estando en funciones hasta el 7 de junio de 1596. En los meses siguientes se reunieron con él su esposa Bernardina y los numerosos hijos del matrimonio.

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FUNDACIÓN DE SAN SALVADOR DE VELASCO

En 1594, Argañaraz organizó expediciones de hostigamiento y pacificación a los nativos de Quebrada de Humahuaca y de Puna. Mediante una incursión sorpresiva nocturna en Purmamarca, el cacique Viltipoco fue apresado. Este había liderado una insurrección de varias tribus indígenas confederándolos para lanzar un ataque y que estuvo cerca de llevar al fracaso la nueva fundación. Tras esta victoria militar, la ciudad se pobló rápidamente, impulsada por el comercio entre el Tucumán y Potosí. Además, fue dotada de una jurisdicción que coincide con los límites aproximados de la actual provincia de Jujuy, más el este y noreste de la actual provincia de Salta.

Argañaraz planeó realizar otra campaña militar hacia las regiones ubicadas al este, en el valle de San Francisco, para doblegar a los indios chiriguanos. Pero, no pudo ponerla en marcha tras la aparición de dos pleitos sobre la titularidad jurisdiccional del territorio. Así, en 1594, se presentó en Jujuy el capitán Juan Ochoa de Zárate, con poderes otorgados por la Real Audiencia de Charcas para asumir el gobierno de la ciudad y ponerla en dependencia de la ciudad de Tarija. Este era el hijo y heredero del responsable de la segunda fundación, la de San Francisco de Álava. Ochoa de Zárate entabló un pleito con Argañaraz, reclamando el derecho de gobernar la ciudad de Jujuy. También, el nuevo gobernador del Tucumán, Pedro de Mercado Peñaloza, inició un juicio de residencia al fundador.

El cabildo de Jujuy optó por desobedecer a la Audiencia, mientras Argañaraz se trasladaba a Charcas, para hacer valer sus poderes. Así, el 2 de noviembre de 1595, fue confirmado como teniente de gobernador, capitán y justicia mayor de Tucumán. A Ochoa de Zárate se le asignó la encomienda otorgada a su favor de los ocloyas y omaguacas. Por su parte, los pueblos de Casabindo, Cochinoca y Palpalá quedaron bajo jurisdicción de Jujuy.

Argañaraz dejó el gobierno en 1596, cuando la Audiencia de Charcas falló en favor de Ochoa de Zárate. No hay precisiones sobre la fecha en que murió Argañaraz, aunque suele datarse entre 1603 y 1604.

FRANCISCO DE ARGAÑARÁZ Y MURGUÍA