PATRIOTAS VASCONGADOS Y NAVARROS

TERRITORIO

ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL

09/08/2023

Mitología de la Batalla de Arrigorriaga


La batalla de Arrigorriaga es un supuesto hecho de armas del siglo IX, de más que dudosa autenticidad, pero cuyo interés político del nacionalismo vasco intenta mantenerlo como un suceso historiográfico.

Apareció por primera vez en el Livro dos Linbagens del portugués Pedro Alfonso, conde de Barcelos. Es un tratado genealógico de mediados del siglo XIV, en el que su autor, asentado en la Corte castellana y amigo de Juan Núñez de Lara y María Díaz de Haro, señores de Vizcaya, escribió una leyenda sobre los orígenes de su linaje. En ella hacía de un tal Froom, hermano del rey de Inglaterra, el caudillo de unos vizcaínos que se enfrentaron a un conde asturiano de nombre Moniño para no pagarle un tributo que le exigía de una vaca, un buey y un caballo blanco. A partir de este Froom, de sangre real, creó el linaje de los Haro.

Un siglo después, el cronista Lope García de Salazar, noble de las Encartaciones, escribió dos versiones de la leyenda en sus obras: Crónica de los Señores de Vizcaya (1454) y Las Bienandanzas e Fortunas (1474). En la narración aportó elementos distintos, varios de ellos influidos por los relatos similares de moda en la Europa de su tiempo. Por ejemplo, el héroe de la batalla, Jaun Zuria, el mítico primer señor de Vizcaya, era hijo de una princesa escocesa y del duende Culebro, un diablo que la dejó preñada mientras dormía.

La batalla tuvo lugar, según Salazar, en Padura, que pasó a llamarse Arrigorriaga:
"... que quiere decir en vascuence peña bermeja ensangrentada... por la mucha sangre que allí fue vertida."
El motivo del enfrentamiento fue la participación de los vizcaínos en las luchas de Castilla por su independencia contra el Reino de León:
"En esta sazón se alzó Castilla Vieja contra los reyes de León; porque les mató a los condes sus señores y el rey de León guerreara mucho con Vizcaya, porque era de Castilla."

Ambos relatos tienen elementos en común y otros que les diferencian, como el nombre del caudillo (Froom o Zuria), su origen (hermano del rey de Inglaterra o nieto del rey de Escocia), el lugar de la batalla (Busturia o Padura), el motivo de la guerra (el pago de un tributo o la lucha de los castellanos por su independencia de León), la relación de los primeros señores de Vizcaya, etc.

JURA DE JAUN ZURÍA EN EL ÁRBOL DE GUERNICA, POR ANSELMO GUINEA

Es posible que los autores recibiesen también la influencia de alguna tradición oral, totalmente literaria a su vez o referida a algún lejano y oscuro hecho de armas de tiempo atrás. Pues no aparece en ninguna fuente ni coetánea ni posterior. Por ejemplo, el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada en su Historia de los hechos de España, bastante prolija en la relación de numerosas batallas, intrigas, escaramuzas y sucesos de todo tipo, no lo menciona. Es más, cuando relató los años en los que se supone que tuvo lugar la batalla de Arrigorriaga, dicho autor de origen navarro señaló precisamente la participación de vascones y navarros en la lucha del Reino asturiano contra los moros.
"Este rey Alfonso fue hombre amante de las guerras, la piedad, la religión y la justicia; deseando dedicar su tiempo a las guerras del Señor, con la ayuda de los galos de Gotia y de los pueblos de los vascones y de los navarros hostigó las tierras que detentaban los árabes con el hambre, el fuego, la muerte y las correrías."

Y tampoco aparece en ninguna otra parte, salvo que se entienda que pueda enmarcarse en los enfrentamientos con vascones de las primeras décadas de la Reconquista que se mencionan en la Crónica de Alfonso III y en Cronicón de Albelda, las cuales, sin embargo, perecen más bien referirse a refriegas con los navarros o con los pobladores del otro lado.

La versión que fue sostenida por más autores y, por tanto, más citada en tiempos posteriores por los defensores de la Foralidad vasca nacida en Arrigorriaga, describió tanto batalla como un episodio del alzamiento de los castellanos (y ahí se incluyen los vizcaínos) contra la autoridad regia leonesa: "el rey de León guerreaba mucho con Vizcaya porque era de Castilla".

El pacto surgido entre Jaun Zuria y los vizcaínos tras la batalla se convirtió en un mito indiscutible que ha sido utilizado como hecho absolutamente verídico para defender los derechos forales de Vizcaya. Por ejemplo, en el siglo XVI, el fiscal de la audiencia de Valladolid negó la hidalguía universal de los vizcaínos, ante lo cual el Señorío encargó al licenciado Andrés de Poza la defensa de sus privilegios. Éste escribió su De Nobilitate in propietate, en el que hacía nacer los privilegios forales de la inconquistabilidad de los cántabros y de la batalla de Arrigorriaga:
"Con esta batalla allanaron y asentaron los vizcaínos su primera y antiguísima libertad que habían gozado desde Augusto César exclusive hasta entonces, ochocientos y más años, y fue esta batalla año de nro. señor 870 y en ese mismo años los vizcaínos levantaron por su señor o caudillo a don Zuria, nieto del rey de Escocia, y le dieron título de señor no absoluto ni soberano sino bajo ciertas capitulaciones y condiciones..."

MITO DE JAUN ZURÍA

La batalla de Arrigorriaga tomó renovados aspectos en el siglo XIX por parte de novelistas y poetas fueristas, quienes, la modificaron a su gusto, creando un pasado en el que refugiarse y justificar la reivindicación foral. Pero como con la ciencia histórica no podían llegar muy lejos, lo crearon mediante relatos de ficción, que son capaces de soportarlo todo. Y uno de los episodios más utilizados fue, lógicamente, la hermosa leyenda de Arrigorriaga.

En defensa de los resucitadores decimonónicos de esta leyenda, la necesidad patriótica de inventar epopeyas fundacionales de naciones verdaderas o falsas fue una constante en los románticos tiempos de las reivindicaciones nacionalistas. El caso más conocido de todos fue el de Macpherson con sus Cantos de Ossian, fenomenal falsificación que hizo creer a toda la Europa romántica la autoría de un mítico bardo irlandés. El Cantar de Visebrad y otros similares, manuscritos fraguados por un bibliotecario decimonónico, sirvieron para apoyar las aspiraciones nacionales de los checos. Y los mismo puede encontrase en otros movimientos nacionalistas románticos de varios lugares de Europa.

Incluso hubo algunos diputados vascongados, como Villavaso y Moraza, que en los debates parlamentarios de 1876 sobre la abolición foral resucitaron a Jaun Zuria como argumento:
"Es éste un periodo oscuro, sobre todo allí donde no hay monumentos literarios que recuerden clara y ordenadamente los hechos antiguos; periodo que se desvanece en la penumbra de los tiempos históricos; pero lo que resulta... es que este ejercicio entró en Vizcaya y avanzó hasta los campos de Padura, y sufrió una derrota que le infligió el famoso caudillo Lope Fortún, o Jaun Zuria, o sea el Señor Blanco, ser semilegendario..."
"La tradición cuenta que en Arrigorriaga, o sea en Piedras Bermejas, se dio la batalla, y se han encontrado allí muchos vestigios de aquel acontecimiento... Pero la tradición dice que de ese hecho arranca el origen del señorío de D. Lope Zuría."


ARRIGORRIAGA

Y tras los fueristas, otro autor que obtuvo importante fruto de Arrigorriaga fue Sabino Arana, quien con ella elaboró nada menos que el libro fundacional del nacionalismo vasco: Bizcaya por su independencia.

En él, Arana reelaboró el mito de Arrigorriaga decorándolo con detalles de novela de aventuras y dándole la forma que más le convino para sostener sus tesis. Por ejemplo, minimizó la figura de Jaun Zuria, quien representaba la institución señorial que realizaría la unión con Castilla y que acabaría fundida en la persona del rey de España, subrayando en cambio el papel del pueblo vizcaíno, único soberano de sí mismo.

Arana resumió el episodio como una guerra entre dos naciones, la española como invasora y la vasca como defensora de su libertad:
"Nuestros padres vertieron su sangre en Padura por salvar a Bizkaya de la dominación española, por la libertad de la raza, por la independencia nacional."

Aquí aparecía una vez más el anacronismo de la palabra "nación" en tiempos medievales, costumbre muy común entre los nacionalistas, aficionados a retrotraer en la historia conceptos muy recientes de forma intencionada para dar significado que ya entonces había dos naciones distintas sobre el terreno, la vasca y la española. Es recurso constante de los nacionalistas transportar sus deseos actuales a tiempos en que sus conceptos no tenían sentido. Retraen las fronteras y la estatalidad que ellos desean hoy a siglos en los que las naciones ni existían ni eran siquiera concebibles. Aparte del hecho de ser súbditos de tan o cual rey, la única idea identitaria que podía ser comprendida en la Edad Media era la de pertenencia a la comunidad cristiana. Un ejemplo extranjero ocurrió en los Balcanes del siglo XIX en donde las comunidades estaban definidas por su creencia religiosa, cualquier otra división que los incipientes patriotas románticos pretendiesen establecer a partir de peculiaridades lingüísticas o culturales era incompresible para la población. Si en el siglo XIX, existían todavía en Europa comunidades en estado pre-nacional, definibles sólo por su religión, es imposible que en la Europa de la Alta Edad Media pudieran existir conciencias nacionales.

De haber existido la batalla de Arrigorriaga-Padua, habría sido una lucha entre señores feudales, como cualquier otra batalla habida en suelo europeo durante la Alta Edad Media. Las identidades nacionales solo empezaron a forjarse a partir del final de la Edad Media, momento en el que los vascos dejaron bien claro su conciencia de pertenecer a la única nación que podían concebir: la española. Al no existir la idea de nación hasta muchos siglos después, es un anacronismo grave, un imposible, que lucharan por independencia nacional alguna. Este anacronismo sólo es explicable por la ceguera de quienes necesitan retorcer la realidad hasta el absurdo para apoyar sus aspiraciones políticas.

Arana se inspiró en los literatos fueristas de generaciones inmediatamente anteriores, llegando incluso a plagiar elementos de la obra de dichos autores de novelas históricas al estilo de Walter Scott. Por ejemplo, narró Arana que los vizcaínos, en trance de perder la batalla ante los "españoles", lograron invertir el resultado gracias a que un vizcaíno advirtió la abertura de la parte inferior de la coraza, transmitiendo el descubrimiento a sus camaradas mediante el grito: "¡Sabelian, sabelian!" (¡en el vientre!). Este hecho lo tomó Araba de Los cántabros de Araquistaín, sólo que éste lo puso en boca de un "cántabro" en su lucha contra los romanos. Y, para retorcerlo más aún, Arana no tuvo inconveniente en citar la fuente de su conocimiento, asegurando que dicha frase: "la he oído yo atribuir a ancianos vizcaínos a la batalla de Arrigorriaga". Y de este científico modo dio por zanjada la cuestión de la autenticidad histórica de la narración.

MITO DE JAUN ZURIA

Muchos de los autores nacionalistas posteriores, como Estornés, repitieron la epopeya sabiniana punto por punto. Esta es la versión de Estornés Lasa:
"... para colmo de males, los godos-españoles, refugiados en las montañas asturianas..., concibieron el increíble proyecto de suspender sus luchas contra los infieles para conquistar los estados cristianos de Euskadi. En efecto, Alfonso III el Magno, que abrigaba tales proyectos, arremetió por las fronteras alabesas en donde derrotó al conde Elión y se lo llevó cargado de cadenas a un calabozo de Asturias. ...envió a su hermano Ordoño a la conquista de los pueblos bizcainos. Llegó al ejército a la angosta vega de Padura, donde fue sorprendido por los baskos que, cayendo sobre los invasores, los destrozan e impiden su avance... Tal fue la gloriosa de Arrigorriaga.

Pero no solo a literatos fueristas o propagandistas políticos inspiró la leyenda de Arrigorriaga, sino también a cultivadores de una ciencia tan racional y vinculada a la exactitud del lenguaje, los conceptos y los hechos como es el Derecho. El peneuvista Jesús de Galíndez, en su libro La aportación vasca al Derecho Internacional, señaló sobre la unión de la Corona de Castilla y el Señorío de Vizcaya en la persona de Juan I de Castilla lo siguiente:
"... la ley de la herencia lleva también a la dinastía castellana a ocupar el puesto de Juan Zuria; de esta manera los vencidos de Arrigorriaga entraba a suceder a su propio vencedor."
Si dicha fabulación hubiera salido de la pluma de un novelista romántico, cabría, si no una justificación, al menos una explicación. Pero pretendiendo un abogado escribir un libro sobre temática tan exacta como es el Derecho, sorprende su desprecio por el mínimo rigor.

Miguel Unamuno escribió sobre la proliferación de fábulas:
"Si Dios me da salud y tiempo quisiere barrer, con la ayuda de todos aquellos que no tienen la venda de la pasión ante los ojos, la máquina formidable de quimeras y fantásticas invenciones con que han echado a perder una historia sencilla de un pueblo cuya gloria es el ser pacífico, morigerado, laborioso y libre. Aitor, Lecobide, y hasta Jaun Zuria y la batalla de Arrigorriaga son, o hechos totalmente desprovistos de fundamento, o hechos muy problemáticos que no se pueden dar por rigurosamente históricos."

Federico Krutwig, en los años 60 del siglos XX, insistió en utilizar la batalla de Arrigorriaga-Padura, esta vez como recordatorio de que los nacionalistas vascos no pueden pactar colaboración alguna con el PSOE, pues eso sería traicionar la memoria de los que en aquella batalla dieron su vida por la independencia vasca:
"Doblemente es traición, cuando procede de quienes se dicen nacionalistas, de quienes por colaborar con partidos españolistas y republicanos escupen en las tumbas de los héroes de Padua..."


En la actualidad el mito de la batalla de Arrigorriaga no ocupa ningún lugar importante en el discurso nacionalista, pero fue un elemento esencial en la creación del sentimiento particularista vizcaíno durante cinco siglos, y de que, más directamente, fuese el inicio del nacionalismo vasco. La publicación por Arana del libro Bizkaya por su independencia, en el que se recogía la versión sabiniana de dicho mito junto con otros tres enfrentamientos medievales, fue el punto de arranque de la creación de la conciencia nacional vasca. Dicho libro fue recogido por sus seguidores como la piedra fundacional de la doctrina.

Ceferino de Jemein, biógrafo de Arana, lo definió como:
"el libro despertador de la conciencia nacional euzkaldiana, el que más vascos ha ganado para la Patria."

Y Pedro de Basaldúa recordó que:
"Bizkaya por su independencia fue y sigue siendo un grito conmovedor a la conciencia, un irrintzi vibrante lanzado a las entrañas mismas de la patria aletargada, agonizante. Fue un grito de afirmación de vida, mejor aún de salvación."

De la importancia de mitos como éste da testimonio una polémica habida en 1867 entre el novelista Juan Venancio de Araquistáin y el historiador Nicolás Soraluce. Este último, refiriéndose a los relatos legendarios al uso en la época, protestó contra "esta clase de espantajos, cominaciones y modo de argüir" que rechazaba "la historia, el criterio histórico y hasta el buen sentido". Araquistáin le respondió que "la historia formará eruditos, pero no hace héroes, sobre todo en las masas. Sólo las tradiciones, los cantos, en fin, las historias populares... tienen fuerza para inflamar la imaginación de los pueblos".

El mito de Arrigorriaga fue a servir también de fiesta nacional, pues antes de que finalmente se instituyese el domingo de resurrección como Aberri Eguna por haber recibido Sabino en dicho día de 1882 la iluminación nacionalista de palabras de su hermano Luis, se optó por el 30 de noviembre como conmemoración de la "memorable victoria de Arrigorriaga contra los españoles", que glosara el fundador.

Miguel de Unamuno ironizó sobre esta fiesta nacional:
"También hace falta una fiesta nacional, y ésta la tenemos el 30 de noviembre, día de San Andrés, que fue el día de la independencia vizcaína alcanzada "en la memorable viztoria de Arrigorriaga contra los españoles". Lugar que dicen se llamaba antes Padura, mas fue tanta la sangre de leoneses que allí corrió, que enrojeciendo las piedras hizo se diese a tal paraje el nombre de Arrigorriaga, esto es: Pedregal rojo. Y, en fecto, tal fue la cantidad de sangre, que herrumbró aquel terreno, uno delos ricos en rojo mineral de hierro. Allí dicen que murió un príncipe Ordoño (sería el fundador de Orduña) y lo cierto es que en pórtico de la iglesia hay un sepulcro en que yace, según aldeano me dijo un día, un rey moro al que mataron en tiempos de la francesada."

De la misma manera, Bernardino de Estella, en su obra Historia vasca, aunque reconocía que lo de Arrigorriaga "no pasa de ser una leyenda", recaló la importancia de mantenerla viva con finalidad política:
"Aunque no sea del todo cierta esta batalla y esta victoria, se celebra anualmente en Bizkaya como un símbolo de las luchas contra los extranjeros. En este sentido su recuerdo debe mantenerse vivo entre los bizkainos y entre los demás vascos."

ESCUDO TRADICIONAL DE VIZCAYA

Arrigorriaga y las otras batallas medievales "por la independencia vasca" hasta dieron nombre, junto al de su creador, a los batallones de gudaris que acabaron entregándose en Santoña (batallones Padura, Munguía y Arana Goiri).

Incluso quedó Arrigorriaga consagrada gráficamente en algo que se ve todos los días en todos los rincones: la ikurriña, esa bandera del PNV que ahora es la oficial de la Comunidad Autonómica y que inmortaliza en lienzo la falsedad histórica de Arrigorriaga.

Pero lo más importante es que el mito de la batalla de Arrigorriaga sigue siendo una de las bases de la institución señorial en Vizcaya, los fueros y la independencia nunca perdida de los vascos, es decir, todo aquello en lo que consisten los "derechos históricos" recogidos en la Constitución española y el Estatuto de Guernica. Derechos históricos que el nacionalismo pretende derivar un derecho de autodeterminación que restaurase la supuesta situación de independencia estatal establecida en Arrigorriaga y perdida en 1839.

En palabras de Arana:
"En la victoria de Arrigorriaga es donde se decide la constitución del estado que propiamente puede llamarse Bizkaya; entonces se funda el Señorío; entonces se organiza el núcleo bizkaino, el seno patrio, el hogar nacional."

Y lo curioso es que pocas líneas después Arana lamentase que de la batalla de Arrigorriaga y la subsiguiente fundación del Señorío arrancase el "apartamiento de Bizkaya de su primitiva base al adoptar la forma señorial con estatutos tan contrarios a su espíritu político y alejándose gradualmente de su nacionalidad por la pendiente del españolismo". Si ya desde el mítico nacimiento del Señorío de Vizcaya, Arana hizo partir la españolización de Vizcaya, no se comprende a qué época se refiere para encontrar la tradición estatal independiente que Arana y sus seguidores defienden.

Todo esto demuestra cómo las ideas falsas se pueden traer unas de otras igual que las ciertas. Pues de la mítica batalla de Arrigorriaga se hace partir todo el discurso nacionalista sobre la existencia de un régimen foral que implica un Estado vasco independiente de Castilla, y de la existencia de dicho inexistente estado se deriva la existencia de una narración nada menos que desde el siglo IX, así como el derecho a actualizar los "derechos históricos" nacidos de esta batalla vía autodeterminación. A partir de un hecho inventado y mediante anacronismos y absurdos se elabora toda una construcción falsa desde su mismo origen.

2 comentarios:

  1. No hay que confundir "conciencia nacional" con "estado nación", la primera ha existido de siempre, la segunda desde la revolución. La conciencia nacional está bien claro lo que es, cuando un grupo humano se comunica en su lengua, la hay, cuando la pierde, la lengua, se diluye la conciencia.
    Si los pictos no tenían conciencia nacional ¿para qué resistirse a los romanos? Si los lusitanos no tenían una conciencia de pueblo separado ¿Por qué lucharon? ¿Acaso los numantinos no conocían la ventajas del mundo romano? ¿Que razón les llevo a sacrificarse? Su conciencia de formar una nación a ello les llevó, nación, no estado.
    Por cierto, ya que has dedicado tanto tiempo a estudiar una batalla supuestamente irreal, podrías dedicar un esfuerzo similar en escribir sobre otra muy real y decisiva en la historia de Bizkaia, la de Mungia.

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    1. Ya he escrito algo de la batalla de Mungia, forma parte de las Banderizas de la Baja Edad Media:
      https://vascongados.blogspot.com/2015/04/batalla-de-munguia.html

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