Juan Ignacio de Ulacia era natural de la guipuzcoana villa de Motrico. Pertenecía a un grupo de constructores navales pertenecientes a los estratos socioeconómicos más altos de los municipios y participantes en la producción y comercio de hierro del siglo XVII. Lo que definía a este grupo de empresarios-inversores era la obtención de ganancias por medio de la manufactura y el comercio.
Ulacia fue, durante los años 1758-1786, el constructor de pequeñas y medianas embarcaciones más acaudalado de Guipúzcoa. Su holgada situación económica la logró con el esfuerzo de su trabajo y con los beneficios que sus negocios le reportaron, nunca por recibir herencias familiares.
Su vida como empresario la desarrolló toda ella en las tierras pertenecientes al vínculo y mayorazgo de Astigarribia, propiedad del conde de Peñaflorida; y giró fundamentalmente en torno al negocio de la construcción naval. Ésta comenzó en 1758 y en los años siguientes Ulacia tuvo una importante cartera de pedidos. Esta circunstancia animó a Ulacia a solicitar al conde de Peñaflorida el permiso para construir su vivienda junto al astillero de Astigarribia.
Ulacia fue, durante los años 1758-1786, el constructor de pequeñas y medianas embarcaciones más acaudalado de Guipúzcoa. Su holgada situación económica la logró con el esfuerzo de su trabajo y con los beneficios que sus negocios le reportaron, nunca por recibir herencias familiares.
Su vida como empresario la desarrolló toda ella en las tierras pertenecientes al vínculo y mayorazgo de Astigarribia, propiedad del conde de Peñaflorida; y giró fundamentalmente en torno al negocio de la construcción naval. Ésta comenzó en 1758 y en los años siguientes Ulacia tuvo una importante cartera de pedidos. Esta circunstancia animó a Ulacia a solicitar al conde de Peñaflorida el permiso para construir su vivienda junto al astillero de Astigarribia.
NAVÍO ESPAÑOL DEL SIGLO XVIII |
En un primer momento, estos desembolsos de capital no tuvieron los resultados esperados: Ulacia tuvo una demanda ostensiblemente inferior a la de la etapa anterior. Así, entre los años 1772 y 1779 tan sólo estuvo ocupado en la manufactura de cuatro unidades.
Esta situación pudo ser decisiva en el interés que mostró Ulacia por encauzar sus ahorros hacia la compra de un porcentaje de la propiedad de cuatro pataches, entre los que se encontraban el San Juan Bauptista y Animas y el Nuestra Señora de la Consolación.
A partir de este 1779, Ulacia, no sólo volvió a ser contratado regularmente como maestro de fábricas navales, sino que trabajó al máximo ritmo de producción que le permitía la infraestructura de su astillero de Astigarribia. Sus principales clientes volvían a ser los mismos que en los años precedentes: los comerciantes y transportistas de mineral de hierro vizcaínos.
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