Entre los navarros, hay que destacar el libro Sermones navarros medievales. Una colección manuscrita de la Catedral de Pamplona, escrito en el siglo XIV, editado por González de Ollé, en 1995.
El siglo XVI es muy brillante, lleno de autores, algunos de ellos muy importantes. La poesía religiosa está representada por el padre Miguel de Castillo, religioso cartujo de la primera mitad del siglo XVII y natural de Tafalla. Fue autor de Aula Dei, publicado en 1637, poema didáctico-descriptivo que invita a dejar las veleidades del mundo y gozar de la vida retirada en religión.
José de Sarabia es un buen ejemplo de soldado-poeta. Es famoso por una sola composición, la Canción real a una mundaza, incluida en el Cancionero de 1628 y que durante cierto tiempo fue atribuida a Mira de Amescua. Está formada por siete estancias de nueve versos cada una y desarrolla el tema barroco de la voluntad de la Fortuna (desengaño, vanitas vanitatum, fugacidad de la belleza).
El corellano fray José de Sierra y Vélez, fue autor de varias poesías y lector de Teología en el Colegio de la Merced de Huesca.
Ejemplos de poesía mística femenina fueron Ana de San Joaquín y sor Jerónima de la Ascensión, autora de unos Ejercicios espirituales, escritos en Zaragoza en 1665, que es obra póstuma donde se recogen algunos versos suyos.
Entre la ascética y la mística se mueven buena parte de la obra del venerable Juan de Palafox y Mendoza, hombre de Iglesia (obispo de Puebla y luego de Burgo de Osma), hombre de Estado (virrey de Nueva España) y prolífico literato (verdadero polígrafo). Entre sus títulos destacan Varón de deseos, El pastor de Nochebuena o Varias poesías espirituales.
Y por último, Juan de Andosilla y Larramendi es autor de Christo nuestro señor en la cruz, hallado en los versos de Garcilaso, sacados de diferentes partes y cuadros con ley de entonces, publicado en Madrid, en 1628. Como el título indica, se trata de un centón formado principalmente con versos de Garcilaso de la Vega.
JUAN DE PALAFOX Y MENDOZA |
Juan de Amiax, natural de Viana, publicó Ramillete de Nuestra Señora de Codés, en Pamplona, en 1608. La obra, que va encabezada por un Prólogo a los devotos de Nuestra Señora de Codés y las habituales poesías laudatorias del autor y la obra, resume la historia de la ermita construida en los montes de Yoar y de sus moradores, diversos milagros y apariciones de la Virgen, etc. En esos paisajes en prosa se intercalan algunos sonetos del autor en alabanza de Nuestra Señora de Codés y otras composiciones poéticas diversas, circunstancia que justifica el título de Ramillete que tiene la obra.
La prosa ascético-mística está representada por fray Diego de Estella, fray Pedro Malón de Echaide en el siglo XVI, y por Leonor de Ayanz en el siglo XVII. A estos se les sumó Axular en lengua vascuence.
Fray Diego de Estella, natural de esta villa donde nació en 1524, redactó en castellano Tratado de la vida, loores y excelencias del glorioso Apóstol y bienaventurado Evangelista San Juan, que fue publicado en Lisboa, en 1554.
En el Libro de la vanidad del mundo, escrito periódicamente entre Toledo y Salamanca, entre loa aós 1562 y 1576, reflexionaba el fracaso sobre las frivolidades mundanas, que son "vanidad de vanidades". La obra consta de tres partes, de cien capítulos cada una.
Cien son también las Meditaciones devotísimas del amor, publicadas en Salamanca, en 1576, donde Diego de Estella ponderaba los beneficios del amor a Dios y de sus recompensas, en una prosa natural y elegante.
DIEGO DE ESTELLA |
Si sencillo y claro es el estilo de Diego de Estella, todo lo contrario es el del agustino fray Pedro Malón de Echaide. Fue autor de La conversión de la Magdalena, publicado en Barcelona, en 1588, escrita en un estilo "vehemente y fogoso", que ha llegado a ser calificado de "oriental" por su lujo, gala y adorno. Del cascantino Malón de Echaide sólo ha permanecido esa obra, en la que analizaba al personaje bíblico en los tres estados de pecadora, penitente y en gracia, pero debió de escribir otras; por ejemplo, en el prólogo indica que tenía compuesto un Tratado de San Pedro.
Igual que Huarte de San Juan, hizo una apasionada defensa de la lengua castellana en el contexto del debate sobre la validez de las lenguas vulgares, además del latín, para las ciencias y los comentarios escriturísticos.
Para Menéndez Pelayo la obra La conversión de la Magdalena es el "libro más brillante, compuesto y arreado, el más alegre y pintoresco de nuestra literatura devota", "halago perdurable para los ojos".
Leonor de Ayanza, también llamada Leonor de la Misericordia, biznieta del tercer conde de Lerín, fue discípula de Santa Teresa de Ávila. Escribió con prosa sencilla y sobria una Relación de la vida de la venerable Catalina de Cristo, obra importante para la historia de la reforma teresiana.
Compuso además algunos textos poéticos (un soneto, unas octavas reales...) A nuestra Madre Catalina de Cristo, que acompañan a la Relación.
Entre las composiciones ascético-místicas hay que incluir el famoso soneto No me mueve, mi Dios, para quererte, de san Francisco de Javier.
Pedro de Aguerre y Azpilicueta, natural de Urdax, donde nació en 1556, más conocido como Axular. Fue el primer autor en prosa de la lengua vasca con Guero, obra de tema ascético escrita en dialecto labortano, que fue publicado en Burdeos, en 1643.
FRANCISCO DE JAVIER |
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