Se dedicó al comercio, llegando se ser muy rico gracias su emprendimiento en Madrid. Tras el levantamiento del 2 de mayo, marchó con su familia a Zaragoza con la intención de ponerse a salvo, dejando atrás propiedades y negocios. Pero viendo que esta otra ciudad se revelaba, decidió unirse a las fuerzas armadas del general Palafox.
Huido de Bayona, el general José Rebolledo de Palafox y Melci llegó a Zaragoza, instalándose en la Torre de Alfranca, cercana de la capital aragonesa. Desde allí preparó el alzamiento de la ciudad junto a los más exaltados patriotas.
El 14 de mayo, llegó a Zaragoza la noticia de las abdicaciones de Carlos IV y de Fernando VII al trono español obligados por Napoleón, los cuales estaban retenidos en Bayona. Esto generó una ola de indignación y sublevación entre los vecinos. Al día siguiente, un motín popular estallaba con virulencia contra José I Bonaparte, el usurpador del Reino de España. La población tomó la residencia del gobernador militar y se apoderó del arsenal de la Aljafería, con 25.000 fusiles y 80 piezas de artillería.
El 26 de mayo, Palafox fue nombrado comandante, al frente de una junta revolucionaria, y a su lado estaba Lorenzo Calvo de Rodas. El vizcaíno contribuyó a la preparación del plan de alzamiento y resistencia contra el Ejército napoleónico, sin tener en cuenta el precario estado de la nación, ni la carencia de recursos para la resistencia armada, contando sólo con el coraje de un pueblo.
El 9 de junio de 1808, Calvo de Rozas estuvo presente en la Junta Suprema de las Cortes del Reino de Aragón, en sesión celebrada en el Ayuntamiento de Zaragoza para constituir la Junta de Defensa. Allí fue nombrado corregidor de Zaragoza e intendente de Hacienda del Ejército y Reino de Aragón, por Palafox, y leyó un escrito que constituye la ejecutoria de su prestigio. Uno de sus párrafos dice:
"Para dirigir el Ramo de Hacienda con la rectitud, energía y acierto que exige tan digna causa, he nombrado por intendente a don Lorenzo Calvo de Rozas, cuyos conocimientos en este Ramo, y cuya probidad incorruptible me son notorias. La casualidad de haber enviado aquí a principios de mayo su familia para librarle del peligro, y el temor de permanecer él mismo en Madrid en circunstancias tan críticas, lo trajo a Zaragoza el día 28 del pasado… lo he llamado y precisado a admitir este cargo a pesar de que sus negocios y la conservación de su patrimonio reclamaba imperiosamente su vuelta a Madrid…, va firmado por José de Palafox y Melci."
Esta es una muestra de la confianza que Palafox había depositado en Calvo de Rozas.
Palafox lanzaba una proclama para animar a los voluntarios a la lucha. Según recoge José María Iribarren en el libro Espoz y Mina. El guerrillero, el defensor de Zaragoza aseguraba:
El general aragonés tenía en mente que era necesario desgastar a las fuerzas francesas y retrasar la llegada a Zaragoza. Su hermano, el marqués de Lazán intentó trabar combate en Tudela movilizando al paisanaje navarro. Surgieron pequeñas revueltas en villas como Puente la Reina, Lodosa o Cáseda, pero especialmente en Estella.
Además, se organizaron grupos móviles que con pequeñas acciones esporádicas distrajeran tropas en labores de vigilancia y persecución. Carcastillo sería un buen punto de penetración, con el apoyo decidido de Ujué, y dos navarros, el abogado corellano Lucas Gil y el leitzarra Andrés Eguaguirre, resultarían comisionados para llevar a cabo estas acciones de guerrilla.
Los primeros guerrilleros navarros se organizan en Estella, partidas de voluntarios que son conocidas como las Navarradas, y cuya reacción se expandió a otros pueblos navarros. Al fracasar el levantamiento de Estella, unos 300 estelleses, liderados por el capellán Bernabé Iráizoz y el comisionado Miguel Insauisti, acudieron a la llamada de Palafox para la defensa de Zaragoza. Allí se encontraban estudiantes navarros como Martín Xavier Mina Larrea, conocido como "el Mozo", los hermanos Francisco y Sebastián Gambra, roncaleses, hijos de Pedro Vicente Gambra, quien había sido alcalde y capitán a guerra de la villa de Roncal, con una muy destacada actuación bélica en la defensa del valle durante la Guerra de la Convención francesa (1793-1795). En los acontecimientos de Zaragoza participaron de forma activa los primeros guerrilleros navarros que más tarde organizarían el llamado Corso Terrestre Navarro.
El 29 de mayo, en las afueras de Zaragoza, 4.500 patriotas voluntarios realizaron ejercicios de adiestramiento, a la espera de enfrentarse a los franceses. Esos días se unieron a la tropa en periodo de instrucción varios miles más de voluntarios venidos de varias ciudades colindantes, entre los que se encontraba un joven guipuzcoano llamado Tomás de Zumalacárregui. La ciudad se preparaba para la defensa.
"Tengo provisión abundante de municiones, cañones, obuses y morteros. En pocos días, además de la tropa reglada, habré adiestrado a unos treinta mil paisanos con sus oficiales. Desde mañana empiezan a salir los primeros tercios para cubrir fronteras."
El general aragonés tenía en mente que era necesario desgastar a las fuerzas francesas y retrasar la llegada a Zaragoza. Su hermano, el marqués de Lazán intentó trabar combate en Tudela movilizando al paisanaje navarro. Surgieron pequeñas revueltas en villas como Puente la Reina, Lodosa o Cáseda, pero especialmente en Estella.
Además, se organizaron grupos móviles que con pequeñas acciones esporádicas distrajeran tropas en labores de vigilancia y persecución. Carcastillo sería un buen punto de penetración, con el apoyo decidido de Ujué, y dos navarros, el abogado corellano Lucas Gil y el leitzarra Andrés Eguaguirre, resultarían comisionados para llevar a cabo estas acciones de guerrilla.
Los primeros guerrilleros navarros se organizan en Estella, partidas de voluntarios que son conocidas como las Navarradas, y cuya reacción se expandió a otros pueblos navarros. Al fracasar el levantamiento de Estella, unos 300 estelleses, liderados por el capellán Bernabé Iráizoz y el comisionado Miguel Insauisti, acudieron a la llamada de Palafox para la defensa de Zaragoza. Allí se encontraban estudiantes navarros como Martín Xavier Mina Larrea, conocido como "el Mozo", los hermanos Francisco y Sebastián Gambra, roncaleses, hijos de Pedro Vicente Gambra, quien había sido alcalde y capitán a guerra de la villa de Roncal, con una muy destacada actuación bélica en la defensa del valle durante la Guerra de la Convención francesa (1793-1795). En los acontecimientos de Zaragoza participaron de forma activa los primeros guerrilleros navarros que más tarde organizarían el llamado Corso Terrestre Navarro.
El 29 de mayo, en las afueras de Zaragoza, 4.500 patriotas voluntarios realizaron ejercicios de adiestramiento, a la espera de enfrentarse a los franceses. Esos días se unieron a la tropa en periodo de instrucción varios miles más de voluntarios venidos de varias ciudades colindantes, entre los que se encontraba un joven guipuzcoano llamado Tomás de Zumalacárregui. La ciudad se preparaba para la defensa.
A principios de junio, el general francés Charles Lefebvre-Desnouettes, acantonado con sus fuerzas en Pamplona, se encargaría de ocupar y someter la capital de Aragón para sofocar el levantamiento. El 6 de junio, emprendió la marcha seguido de un numeroso y experimentado ejército formado por tres regimientos de lanceros del Vístula, de origen polaco, y dos de línea franceses, además de dos batallones de italianos, 300 zapadores y 200 artilleros con 16 cañones. Sumaban casi 6.000 combatientes.
Lefebvre consiguió avanzar tras sufrir aquellos pequeños enfrentamientos, cuya victoria más destacada fue la del 14 de junio, en las cercanías de la villa de Alagón ante el general Palafox. Al día siguiente se presentaba en Zaragoza, apoderándose de las puertas de Santa Engracia, del Portillo y del Carmen.
El pueblo zaragozano hizo frente al ejército sitiador. Lefebvre se vio obligado a retirarse a media legua de distancia en el campo de lucha sembrado de bajas: 500 muertos, centenares de heridos y la pérdida de seis piezas de artillería. Este hecho es conocido también como la batalla de las Eras.
El 15 de junio, Zaragoza celebró este provisional triunfo frente al Ejército imperial de Bonaparte, y decidió combatirles. Ante la ausencia del general Palafox, en búsqueda de refuerzos, había que designar en el acto un líder que acaudillarse aquella rebelón de patriotas dispuestos a expulsar a los invasores de su ciudad.
Según Antonio Blázquez, miembro de la Real Academia de la Historia:
El 15 de junio, Zaragoza celebró este provisional triunfo frente al Ejército imperial de Bonaparte, y decidió combatirles. Ante la ausencia del general Palafox, en búsqueda de refuerzos, había que designar en el acto un líder que acaudillarse aquella rebelón de patriotas dispuestos a expulsar a los invasores de su ciudad.
Según Antonio Blázquez, miembro de la Real Academia de la Historia:
"Desde el momento en que el gobernador militar había salido de Zaragoza en su Primer Sitio para oponerse a las tropas de Lefebvre, eligieron a Calvo de Rozas para sustituir al valiente Palafox en el Gobierno de la ciudad. Ni encanecidos militares, ni ricos propietarios, ni nobles mil que encerraba Zaragoza, obtuvieron honor tan insigne, debido a su talento y patriotismo."
Según el historiador Gómez de Arteche:
"Fue infatigable en la obra de dar consistencia a la revolución y fuerza a la defensa."
Calvo de Rozas asumió el liderazgo de las milicias urbanas por consenso general, transformando la ciudad en un campamento. Desde aquel 15 de junio, nombró mandos subordinados a su jefatura, distribuyó las fuerzas, se encargó del suministro de alimentos y la distribución de armas, municiones y pólvora, y ordenó abrir zanjas y barricadas en las avenidas.
Tras redactar los bandos dados a los ciudadanos, recorrió las calles de la ciudad, animando a los artilleros en las baterías, así como a las milicias urbanas en sus posiciones.
Asignó a toda la población no combatiente en servicios auxiliares, y sacó de la cárcel a diversas personas encerradas por meras sospechas, especialmente al ingeniero militar Antonio de Sangenis y Torres, verdadero organizador técnico de las defensas.
Tras redactar los bandos dados a los ciudadanos, recorrió las calles de la ciudad, animando a los artilleros en las baterías, así como a las milicias urbanas en sus posiciones.
Asignó a toda la población no combatiente en servicios auxiliares, y sacó de la cárcel a diversas personas encerradas por meras sospechas, especialmente al ingeniero militar Antonio de Sangenis y Torres, verdadero organizador técnico de las defensas.
El 17 de junio, Lefebvre ofreció un pacto de rendición a los defensores, bajo pasar a cuchillo a todos los habitantes si esta fuese rechazada. Mientras tanto, el día 19, Palafox salió de Belchite para interceptar las comunicaciones. Pero este plan fue desbaratado por Lefebvre. Ante la negativa del pueblo zaragozano de entregarse, Lefebvre propuso una reunión diplomática con Calvo de Rozas, y en ella demostró su valor.
El historiador, Agustín Chaho refirió este suceso así:
"Fingiendo un comandante polaco deseos de pasarse con algunos de sus compatriotas, había perdido una conferencia a Calvo de Rozas, quien no tuvo inconveniente en concurrir a ella fuera de la puerta del Portillo. Se vieron de improvisto rodeados por un número crecido de franceses que los condujeron a un olivar cercano, donde arrojando su máscara el falso negociador, declaró a Calvo que su objeto no era sino exigirle la rendición como jefe supremo que era en ausencia de Palafox, bajo pena de pagar con la vida su temeraria resistencia, quedando desde luego prisionero. Lejos Calvo de Rozas de sobrecogerse con tal alevosía, habló al traidor con entereza, fingiendo que la gente del caudillo les acechaba con los cañones prevenidos, con lo cual le obligó a cambiar de tono repentinamente."
Las tropas francesas comenzaron a bombardear, y el 1 de julio, lanzaron un ataque general. El teniente coronel Francisco Marcó del Pont dirigía las fuerzas del Portillo, el de igual grado Domingo de la Ripa las del Carmen, y el sargento mayor de origen vizcaíno Mariano Renovales las de Sancho.
Desde el primer momento la lucha fue feroz hasta que llegó la noche. Los ataques continuaron durante varios días, y el día 10 de julio, los franceses cercaron la ciudad por la orilla izquierda del Ebro. Palafox salió a cortar el avance, pero, viéndose en dificultades, Calvo de Rozas acudió con refuerzos, y aunque un proyectil mató a su caballo, contuvo a los sitiadores.
COMBATE DEL PRIMER SITIO DE ZARAGOZA |
El 4 de agosto, Calvo de las Rozas y el oficial Justo San Martín, después de cuatro horas de lucha, fueron los últimos en retirarse desde la batería que enfilaba desde la avenida de Santa Engracia desde el Coso. Los franceses tomaban el Coso, y la población armada trató de refugiarse en dirección al Arrabal, desanimada ante la noticia de la ausencia de Palafox. Calvo de Rozas consiguió detener a la vanguardia de ataque francés en el Coso haciendo estallar un repuesto de municiones. Después, en el Arrabal reunió a todos los hombres disponibles que encontraba, formando una resistencia de 600 entusiastas junto al brigadier Torres, quienes obligaron a retroceder la envestida napoleónica, que se refugia en San Francisco y en el hospital.
Gómez de Arteche confirmó aquellos hechos:
"Ya para entonces había abandonado la ciudad el general Palafox, seguido de gran parte de la caballería y algunos oficiales de su Estado Mayor. Cuando los franceses se abrieron paso por el apostillado recinto de Santa Engracia y el Carmen, Palafox comprendió que era imposible la resistencia…"
El historiador Toreno añadió que Calvo de Rozas embistió al frente de 50 de los más valientes hombres armados entre los 600, llegando a hacer retroceder a su adversario, después de cuatro horas de intensa lucha. Gracias a estos contrataques, Zaragoza resistió al primero de los sitios que sufrió, el del 4 de agosto de 1808.
Tras la retirada del sitio, la situación de la ciudad seguía siendo crítica: falta de hombres, municiones y víveres. Se acordó que fuese el líder vizcaíno que se reuniese con el capitán general Palafox en Villafranca de Ebro. Su ejército regular entró en Zaragoza el 8 de ese mes, que fue recibido con entusiasmo. Nuevos éxitos de los zaragozanos obligaron a los franceses a mantenerse a la defensiva, hasta que se retiraron hacia Alagón, el 14 de agosto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario