Según Samuel Bochart, el origen del nombre de Hispania, que le dieron los romanos a la península Ibérica, proviene de su anterior denominación fenicia. Es decir, que fueron los fenicios quienes le dieron tal nombre a la península, llamándola I-shphanim (pronunciado Isfanim), que vendría a significar "tierra abundante en conejos", pues era un animal que abundaba en la península y que los fenicios no acostumbraban a ver por sus tierras y fue lo primero que les llamó la atención.
Hay otra hipótesis más reciente, sostenida por Jesús Luis Cunchillos y José Ángel Zamora, quienes son partidarios del origen en la raíz I-span-ya, que significa "isla o costa de los forjadores de metales" o bien "isla o costa donde se baten o forjan metales" motivado dicho nombre por la abundancia de minas en la zona del antiguo Reino de Tartessos. El comercio de los metales, además, era un factor que atraía a los fenicios hacia estas costas, fundando colonias como Gadir o Malaka.
Las sucesivas traducciones latinas de esta I-shphanim derivaron a la Hispania romana. Tras la caída del Imperio romano de occidente y la llegada de los visigodos al territorio hispano, la antigua provincia romana de Hispania pasó a llamarse Reino Hispanovisigodo.
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