Todo
comenzó con Sancho III Garcés el Mayor, el gran monarca navarro
que repartió sus posesiones reales entre sus cuatro hijos, el mayor
reino hispánico hasta del primer tercio del siglo XI. Pero aquel reparto desigual generó
una serie de conflictos entre los cuatro reyes hermanos.
La
batalla de Atapuerca de 1054 enfrentó al primogénito García III
Sánchez de Navarra y a Fernando I de León y Castilla. En la lucha
murió García III el de Nájera, y allí mismo fue coronado su hijo
Sancho IV Garcés, de catorce años de edad, todavía incrédulo por
lo acontecido.
Esta
lucha familiar fue prologada durante su reinado. La Guerra
de los Tres Sanchos
enfrentó a Sancho IV de Navarra, a Sancho Ramírez de Aragón y a
Sancho I de Castilla, durante los años 1065 y 1067. Terminó con la
pérdida de las plazas de La Bureba, Pancorbo y los Montes de Oca,
tierras burgalesas que pertenecían al Reino de Navarra y que pasaron
al poder de Sancho I de Castilla.
Sancho IV terminó
su reinado de una forma tan violenta como la inició, el 4 de junio
de 1074, mediante una conjura tramada por sus hermanos Ermesinda y
Ramón para arrebatarle el trono. Funes es una villa navarra de la
ribera del río Ebro, en cuyo término se encuentra el barranco de
Peñalén. Este rey se encontraba en una cacería cuando su hermano
Ramón le empujó por aquel barranco, muriendo despeñado. Motivo por
el que pasó a la historio con el nombre de Sancho IV el de Peñalén.
Este hecho fue escenificado por Félix Lope de Vega en la obra El
Príncipe Despeñado.
Las
Cortes de Navarra tenían capacidad de proclamar o rechazar a un
príncipe que pretendiera su corona. Ante aquel hecho, rechazaron al
heredero fratricida y eligieron a su primo Sancho Ramírez, rey de
Aragón, quien unificó ambos reinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario