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ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL

12/01/2021

Captura del galeón inglés Revenge por Marcos Aramburu en 1591


Tras las pérdidas de la Grande y Felicísima Armada española en 1588, y aunque la Armada inglesa también había sido bastante vapuleada tras la desastrosa aventura de la Contra-Armada de 1589 en Lisboa, la Monarquía inglesa decidió organizar una flota para combatir y apresar los galeones españoles de la Carrera de Indias que traían mercancías desde América, tan necesarios para mantener el extenso imperio territorial de Felipe II. Esta armada pretendía emboscar a la flota española en las inmediaciones de las islas Azores para repostar durante la travesía.

Aquella escuadra británica estaba compuesta de al menos 20 galeones de guerra y comandada por dos insignes marinos, Thomas Howard y Richard Grenville, al mando del HMS Defence, como capitana, y del HMS Revenge, como almiranta a las órdenes de Greenville. Otros 4 galeones de 500 toneladas formaban el núcleo principal de la flota incursora, a los que se unían 4 galeones menores y 6 mercantes armados como corsarios, llegaron a las Azores, en mayo de 1591. Más tarde, se incorporó otra escuadra de 8 buques y el galeón Garland, con la misión de vigilar la costa portuguesa en previsión de que apareciese una flota española que los pudiera pillar en desventaja.

Los espías del rey Felipe II conocieron la llegada de la flota inglesa de Thomas Howard a las inmediaciones de las islas Terceras (Azores). Ante este escenario, dio la orden de retrasar la salida de la Flota de Galeones de la Carrera de Indias para evitar su captura, y organizar una armada que reuniera todas las escuadras de galeones españoles. En esta expedición a las islas Azores de 1591 participaron navíos vizcaínos y guipuzcoanos dirigidos por el general de Armada, Alonso de Bazán, el capitán de la Armada Guipuzcoana, Marcos Aramburu, y el capitán de la Armada Vizcaína, Martín de Bertendona, y almirantes vascos como Joanes de Villaviciosa, Santiago de Aristeguieta y Antonio de Urquiola entre otros.

Además, estaban las escuadras de Sancho Pardo y la portuguesa de Luis Coutiño. Llegaron a reunir una flota de 52 galeones y 6 filibotes, al mando de Alonso de Bazán, con una tripulación de 7.200 hombres, mientras que los ingleses acumularon 22 buques de los cuales 6 eran grandes galeones.

COMBATE ENTRE LAS FLOTAS INGLESA Y ESPAÑOLA

Una semana después de su partida, llegaron los navíos españoles a las inmediaciones de las Azores, donde Alonso de Bazán se aprestó a la batalla dividiendo sus fuerzas para coger a los ingleses en dos frentes. Los almirantes españoles sabían el punto concreto donde los ingleses podrían abordar a los galeones de la Flota de la Carrera de Indias procedentes de Tierra Firme: entre las islas del Cuervo y de Flores.

Las órdenes del almirante disponían que Aramburu con los 7 galeones de Castilla, el San Francisco de la Presa, la capitana de los pataches y 2 filibotes portugueses atravesarían entre la isla de Flores y la del Cuervo, mientras que el principal de la escuadra a su mando lo haría por el margen izquierdo de la de Flores. A barlovento los galeones San Pablo, San Martin y San Felipe con los filibotes de Luis Coutiño y a sotavento los que mandaban Martín Bertendona, Sancho Pardo y Antonio de Urquiola, mientras que los galeones de Villavicencio quedaban a retaguardia como escuadra de reserva.

DEFENSA DEL REVENGE

Tras avistar a la llegada de una flota enemiga, Howard maniobró para ganar barlovento, pero las naves españolas aprovechando su inercia en curso pudieron situarse a tiro de cañón dando comienzo el combate. Los ingleses, siempre temerosos de un posible abordaje español, mantuvieron las distancias.

Aramburu que navegaba junto a Bazán se lanzó contra los ingleses tal y como era su misión principal, la destrucción de la flota enemiga. El San Cristóbal llegó a cañonear y disparar varias descargas de artillería al Defence mientras este maniobraba para evitar el abordaje, y finalmente huir. El Golden Noble se retiró de la lucha y poco después lo hizo el Foresight con graves pérdidas. La flota inglesa, al ver la superioridad española, salió en retirada a toda vela hacia Inglaterra.

El único buque inglés que entró en la lucha directa fue Revenge, de 43 piezas de artillería, conocido por haber sido gobernado por el corsario Francis Drake, ahora por Richard Greenville. El Revenge se quedó aislado del resto de la flota británica, que huía en maniobras evasivas, siendo atacado por la escuadra hispánica.

CUBIERTA DEL REVENGE EN ACCIÓN

Durante varias horas y hasta anochecer, el Revenge se defendió de las sucesivas embestidas de las principales naves españolas: la de Claudio de Beamonte, la de Martín de Bertedona, la de Marcos Aramburu, la de Antonio Manrique y la de Luis Cotiño. Los hombres de Marcos Aramburu consiguieron llegar al palo mayor y capturar el estandarte enemigo a pesar del fuego que recibían.

Cuando Greenville decidió rendirse, el Revenge tenía el casco reventado, sin mástiles en pie, y con 150 de sus hombres muertos o heridos. Su almirante fue recibido en el galeón de Alonso de Bazán con todos los honores por su valor y atendido por médicos tras encajar disparo de arcabuz.

También los buques ingleses que huyeron recibieron el acoso y disparo de otros buques españoles en su caza, aunque sin resultados constatables.

La victoria no fue gratis para los españoles, el Ascensión y el San Andrés, la urca de Luis Coutiño se abordaron de tan mal manera que se fueron al fondo, el Ascensión ese mismo día y la urca al día siguiente, si bien gran parte de su tripulación y su artillería pudieron ser rescatadas. Según las crónicas, las bajas españolas fueron menos de 100, algo menos de las que tuvo solo el Revenge, incluyendo los muertos del Ascensión. Una vez hechas las reparaciones de urgencia, la escuadra se adelantó más allá de las islas para encontrarse con las Flotas de Indias y respaldarlas.

Las dos Flotas de Indias, la de Tierra Firme de Diego de la Rivera y la de Nueva España de Aparicio de Arteaga, pudieron reunirse aunque un tanto maltrechas por la acción de temporales huracanados. Tras repararse algunas y repartir las mercancías de valor de las que se hundieron en puerto, la Flota de la Carrera de Indias pudo zarpar de nuevo hasta tomar la bahía de Cádiz.

RENDICIÓN DEL REVENGE

A la llegada a España, la gesta no se consideró una gran victoria, más bien una ocasión perdida para apresar a aquella armada inglesa. En cualquier caso, la jornada no fue más favorable a los ingleses, a la pérdida del Revenge y a la frustración de no haberse podido hacer con las riquezas de la Flota de Indias, hay que añadir, que los barcos que huyeron de las Azores llegaron en muy mal estado a Inglaterra, con grandes pérdidas humanas y materiales (aunque consiguieron llegar todos a Plymouth) y la escuadra corsaria bajo mando de Monson también sucumbió ante las galeras de Francisco Coloma, que les capturo un galeón de 200 toneladas, una zafra y una carabela e hizo prisionero al mismísimo Monson.

Y sobre todo, quedó constancia de que tras la Jornada de Inglaterra, España había vuelto a convertirse en la dueña del mar. Dominio indiscutible que conservaría hasta el combate de las Dunas en 1639 y que a partir de entonces sería disputado por Holanda, no por los ingleses.

Además, el motivo de esta batalla, los metales de la Flota de Indias, nunca estuvo en peligro, ya que previendo el ataque, se desembarcó en La Habana y partió rumbo a Sevilla a bordo de cuatro fragatas que arribaron a España en Enero de 1592.


MUERTE DEL CAPITÁN RICHARD GREENVILLE

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