PATRIOTAS VASCONGADOS Y NAVARROS

TERRITORIO

ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL

31/03/2020

Lope Ochoa de Oro Iturralde


Capitán de infantería en el Tercio de Idiáquez que sobresalió en la batalla de Nordlinghen, en 1635, en la Guerra de los Treinta Años

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LOPE OCHOA ORO DE ITURRALDE

Lope Ochoa de Oro Iturralde es natural de la guipuzcoana villa de Mondragó- Arrasate, donde nació en 1615. Cursó estudios en la Universidad de Alcalá de Henares, graduándose en artes, y en la de Oñate en teología, en 1639. En esta misma villa fue elegido colegial de la Universidad Sancti Spíritus, consiguiendo cátedra de prima y vísperas de teología, de artes y de filosofía natural.

Su vida siempre estuvo vinculada a Ejército del Imperio español, militando durante cuarenta y ocho años. Comenzó en la Real Armada española, y llegó a capitanear la nao Soledad

Posteriormente, pasó a combatir enrolado en los Reales Tercios de Infantería, en el marco de la Guerra de los Treinta Años, entre España y los aliados Inglaterra y Países Bajos. Así, estuvo en los estados Italia, Lombardía y Flandes, a donde condujo desde Gibraltar tres mil infantes, tomando parte de sucesivas batallas.

Consiguió la gloria militar en la batalla de Nordlinghen, en 1635, donde le encomendaron la defen­sa de una posición estratégica, cima de una colina. Estaba integrado en el Tercio de Idiáquez, como capitán. En los quince asaltos que efectuaron, los protestantes fracasaron, pereciendo muchos efectivos católicos. Durante la defensa, una bala de cañón alcanzo el brazo derecho de Lope Ochoa. Pero, pudo mantenerse en lucha contra los protestantes, dirigiendo a sus soldados hasta la victoria final.
"Allí peleó como esforzado capitan Lope Ochoa de Oro Iturralde; cuando más empeñada estaba la contienda una bala de cañon le llevó el brazo derecho, pero él con valor heróico y abnegacion sublime, pidió una pica, y blandiéndola bizarramente en la mano izquierda, alentó á los suyos, y mantuvo su puesto, no cesando de luchar hasta que la indecisa victoria laureó, al fin, á los ejércitos católicos, y pudo ver tendidos en tierra diez y seis mil infantes y seis mil ginetes enemigos, tomadas noventa piezas de artillería y doscientas banderas, y prendidos gran número de capitanes, entre ellos Gustavo Horne, que estaba confuso y hecho mármol."

Según un testigo presente: "El valeroso tercio de Idiáquez, tan probado en Flandes, mostró con experiencia el coraje invencible de España."

El general del ejército de los aliados católicos, el Infante Cardenal, pudo comprobar este hecho y recompensar a Lope Ochoa con tres escudos de sobresueldo al mes y la pensión de doscientos ducados. Además, emitió una misiva a su hermano el rey de España, Felipe IV de Habsburgo, para recomendarle en un cargo acorde a su mérito demostrado. La carta expresaba la siguiente frase:
"Yo lo suplico á V. M. muy encarecidamente, pues en sus servicios caerá muy bien esta merced y yo la estimaré en mucho, por el valor y particular demostración con que se señaló ante mis ojos."

En enero de 16356, el mondragonés recibió la orden para regresar a España al ser nombrado veedor general de las Reales Fábricas de Armas de Guipúzcoa y Vizcaya, con una renta de doscientos ducados.

REAL TERCIO DE IDIÁQUEZ EN CIUDAD FLAMENCA

En agosto de 1641, fue nombrado capitán de Infantería, cargo que desempeñó hasta su muerte.

En julio de 1642, una real cédula le asignaba una pensión de doscientos ducados al año en merced de los resultados que estaba consiguiendo a las fábricas de armas.

Según la Real Cédula expedida el 28 de julio de 1642, se disponía a entregarle esa merced "teniendo consideración a sus servicios, sin que sea esto de conse­cuencia para otro, pues habrá pocos de este exemplo".

Estuvo casado con Jerónima de Bértiz, de cuyo hijo fue el capitán Francisco de Oro Iturralde, quien siguió la carrera militar tomando parte en la revuelta de Cataluña, muriendo en el sitio de Barcelona. Después, casó en Mondragón con Ana de Córdoba, teniendo por hijo a Lope Nicolás de Oro Iturralde, religioso franciscano, que profesó en la Universidad de Salamanca en 1657.

Como ocurría en otros muchos casos, militares y gobernantes desplazados en guerras y administraciones del Imperio de la Monarquía hispánica dedicaban los últimos años de su vida, ya retirados de servicio, al gobierno de sus villas natales. Este fue el caso de Lope Ochoa al ejercer el cargo de alcalde de Mondragón.

Este tipo de caballeros fue elogiado por Zorrila en la figura de Pedro Ruiz de Alarcón, y que bien muestra un paralelismo a la persona de Lope Ochoa. Le dedicó estos versos:
Muchos años por su patria
el buen viejo peleó.
Cercenado tiene un brazo,
mas entero el corazón.

Murió en 1646, en su casa sola­riega de Mondragón y enterrado en la capilla de San Pedro de la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Mondragón. En este templo solían enterrar a sus antepasados desde que el primer Lope Ochoa y su mujer Catalina de Arcaraso Guesalibar fundasen el linaje.

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