El almirante general de la Armada del Mar Océano Antonio de Oquendo y Zandategui participó en más de cien combates navales. Sus dos hechos principales fueron la batalla de los Abrojos en 1631, y la de las Dunas, en 1639. Su éxito en operaciones militares era debido a lo bien organizados que estaban sus buques y a la férrea disciplina que en ellos imperaba.
Natural de San Sebastián, donde nació en 1577, fue el fiel reflejo de su padre Miguel de Oquendo, capitán general de la Armada de Guipúzcoa, que participó junto a Álvaro de Bazán y Juan Martínez de Recalde en la Batalla de las Terceras, y murió en el desastre de la Invencible.
Siendo almirante general de la Armada del Mar Océano desde 1619 y consejero del Real Consejo de Guerra, se reunió en Lisboa una escuadra bajo su propio mando para socorrer las costas del Brasil, que sufrían sucesivos ataques de la Armada holandesa, especialmente las plazas de Pernambuco y de Todos los Santos. Componían la escuadra 16 naos; 5 de ellas no llegaban a las 300 toneladas y a reunir 40 hombres de guarnición; otras 5 no llevaban más que la mitad de la infantería que les correspondía y quedaban 6 que eran mejores, pero también faltas de elementos y de dotación. Arbolaba Oquendo su insignia en el galeón Santiago.
El 5 de mayo de 1631, salió de Sevilla convoyando una flota de buques mercantes portugueses y de 12 carabelas, que llevaban 3.000 hombres de transporte para reforzar las guarniciones de las plazas brasileñas.
Al cabo de 68 días de navegación, llegaron a la Bahía de Todos los Santos, reforzando su guarnición y siguiendo viaje a Pernambuco con 20 naos mercantes que se agregaron al convoy.
El 12 de septiembre, avistaron la flota holandesa, bajo el mando del almirante Adriaan Hans Pater, que venía de saquear la isla de Santa María. El almirante holandés tuvo el gallardo pero presuntuoso gesto de ordenar que sólo atacasen a los españoles 16 de sus buques; el mismo número que los que sumaban los de Oquendo. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que la capitana y la almiranta holandesas eran buques de 900 y 1.000 toneladas, con 50 cañones de calibre entre 48 y 12, y, en cambio, los españoles no pasaban de las 300 toneladas e iban armados con cañones de a 22 a 8.
COMBATE DE PERNAMBUCO Y ESCUDO DE ARMAS DE OQUENDO |
Antes de trabarse el combate pasó cerca de la capitana de Oquendo la carabela en que iba el conde de Bayolo, jefe de la infantería, y al estar a la voz propuso a Oquendo reforzar los buques con sus soldados. Oquendo con tono humorístico, señalando las velas enemigas le dijo: "¡Son poca ropa!". Después negó el paso de los soldados, razonando que la orden era llevarlos a Pernambuco para refuerzo y que no quería, "por si ocurría cualquier accidente que impidiera volverlos a las carabelas". El conde recibió orden de unirse al convoy y acercarse con él hacía la costa.
De tal modo, se entabló un duro combate a 18º de latitud sur y a unas 240 millas de los Abrojos, a las 8 de la mañana de 12 de septiembre de 1631. Fue llamado el Combate de los Abrojos.
La escuadra holandesa avanzó desplegada en arco. Entonces, Oquendo consiguió aferrarse con hábil maniobra a la capitana enemiga por barlovento, de tal modo que los fuegos y humos fuesen hacia el holandés. Hans Pater trató de desasirse, mas no pudo, pues el capitán Juan Castillo saltó al buque holandés y a parte de los garfios, lo aseguró con un calabrote que amarró a su palo. Pronto le quitaron la vida, y lo mismo a sus soldados, pero el fuego que se hizo desde las cofas del Santiago impidió a los holandeses desamarrarlo. Otro galeón holandés se colocó pronto por la banda libre del Santiago, pero también acudieron los españoles en auxilio de su general.
El combate aún estaba indeciso a media tarde. Al fin, un taco encendido disparado por un cañón del Santiago prendió fuego a la capitana holandesa. La almiranta de su segundo, el aventurero Jerónimo Misibradi, acudió y dio remolque al Santiago, apartándole de la explosión del buque holandés. Hans Pater encontró la muerte en el agua, a donde se había arrojado con gran número de los suyos.
Oquendo de apoderó del estandarte de Holanda y puso en fuga al enemigo, quemando a éste tres mayores galeones y haciéndole 1.900 muertos; los españoles perdieron, por su parte, dos galeones, hundido uno de ellos, el San Antonio, la almiranta, y 585 muertos y 201 heridos. Tuvo la satisfacción Oquendo de saber que el galeón apresado por los holandeses, el Buenaventura, no pudo ser aprovechado, y que los españoles prisioneros se apoderaron de la carabela donde los llevaban y se fugaron.
Cinco días después hubo nuevo avistamiento de las escuadras, pero el almirante Tir, que sucedió en el mando a Hans Pater, eludió el combate a pesar de su manifiesta superioridad numérica. Oquendo llevó las tropas de refuerzo a Pernambuco y regresó a la Península. El 21 de noviembre entró en Lisboa, siendo objeto de entusiastas manifestaciones. Guipúzcoa le envió un caluroso mensaje de felicitación.
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ResponderEliminarSería un detalle citar la propiedad intelectual del escudo utilizado en las imágenes:
ResponderEliminarFoto: Archivo Fotográfico de la Dirección General de Patrimonio Cultural (DFG).
Coloreado: Ion Urrestarazu Parada.
FUENTE: http://donostiando.blogspot.com/2014/07/el-escudo-de-oquendo-2014.html
Si ese escudo tiene propiedad intelectual te pido disculpas y mejor lo cambio. Muy buen blog el tuyo, mi reconocimiento. Un saludo.
EliminarNo hay problema con que lo utilices; pero siempre que uses una imagen que no es de tu propiedad, cita la fuente, lo primero por respetar la autoría o trabajo de otra persona, lo segundo por evitar problemas con el copyright.
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