Mariscal de campo del Real Ejército español y gobernador
de Montevideo en dos periodos, de 1751 a 1764 y de 1771
a 1773
José Joaquín de Viana y Sáenz de Villaverde era natural de Lagrá, donde nació en 1718. Pertenecía a una poderosa familia nobiliaria de esta villa alavesa del partido judicial de La Guardia. En ella, su padre, abuelos y bisabuelos habían sido alcaldes y regidores.
Inició su carrera militar en 1735 y por su distinguida carrera militar, alcanzó el grado de coronel en plena juventud. Combatió en
Italia durante la Guerra de Sucesión Austríaca (1740-1748), sobresaliendo en las campañas de Saboya y Piamonte, alcanzando el grado
de coronel y luego el de mariscal de campo de los Reales Ejércitos y sobre eso ganó la distinción de
caballero de la Orden de Calatrava.
En 1749, la Capitanía general del Río de la Plata aún
formaba parte del Virreinato del Perú, año el que el rey Fernando VI creó la gobernación de
Montevideo, treinta y tres años desde su fundación.
Tras regresar de aquella guerra, en 1750, Viana fue nombrado primer gobernador de Montevideo, por haber demostrado pruebas de mérito y talento. Una año más tarde, tomó posesión del cargo y su primera acción importante fue sofocar una sublevación de los indios charrúas, que fueron derrotados en la batalla del Tacuarí.
La
Corona prohibía todo comercio entre Montevideo con otros pueblos del exterior, y
los oficiales españoles encargados de la plaza, acaparaban los mejores negocios
y tierras. Eran tiempos en que la Corona vivía la pesadilla del contrabando.
Fuera, los colonos vivían aterrorizados por los ataques de los bandoleros
salidos de la Colonia de Sacramento, fundada por los portugueses en 1680 en territorio
oriental, con miras a extender su dominio a las posesiones españolas. Además, eran
frecuentes los asaltos de los indios charrúas y minuanes no reducidos.
El nombramiento de Viana tuvo lugar en el transcurso de las
circunstancias políticas determinadas en el Río de la Plata por la
firma del Tratado de Madrid (o de Permuta), en
1750, entre Fernando Vi de España y Juan V de Portugal. En este tratado de intercambio, el gobierno español cedía a Portugal las misiones jesuíticas del Alto Uruguay, a cambio de la entrega de la Colonia del Sacramento. Este
hecho se enmarca en la política pacifista del segundo de los Borbones españoles, que intentó establecer relaciones diplomáticas con la Monarquía portuguesa para terminar con
las disputas fronterizas que se mantenían en varios puntos de América, en
especial en el Río de la Plata. Es en ese sentido que también debe comprenderse
el matrimonio del rey español con la princesa portuguesa Bárbara de Braganza.
En cumplimiento de lo que el tratado citado estipulaba, ya en
enero de 1752 comenzaron los trabajos de demarcación de la nueva línea de
frontera entre los dos imperios. Sin embargo, al llegar a las misiones jesuíticas, estos
se detuvieron por la resistencia de los indígenas, que no querían pasar a manos
portuguesas, sospechando, con claro fundamento, que se convertirían en esclavos
de los hacendados portugueses, necesitados de mano de obra para el trabajo
agrícola en el Brasil.
Esta resistencia dio origen a un conflicto que abarcó entre 1754 y
1756, denominado Guerra Guaranítica, en la
que españoles y portugueses juntos hubieron de hacer frente a los indígenas
sublevados, más de una vez acaudillados por los propios jesuitas. Esta cuestión fue tratada con bastante rigor histórico en la película La misión, rodada por Roland Jofeé en 1986.
PELÍCULA LA MISIÓN |
Liderados por el cacique
Sepé, los indígenas fueron derrotados en las batallas del Daymán, en
1754, y de Batoví, en
1756. En el último de estos encuentros, José Joaquín de Viana personalmente dio
muerte a tiros al caudillo indio.
Al regreso de esta campaña, en 1757, Viana fundó las ciudades de Salto y San Fernando de Maldonado, en homenaje al rey Fernando VI.
En el marco de la Guerra de los Siete Años (1756-1763), Viana combatió en las operaciones militares en el Río de la Plata dirigidas por Pedro de Ceballos.
Cuatro
años después de llegar a Montevideo, en 1775, el gobernador se
casó con una mujer de origen vasco de alta alcurnia como él, María Francisca de Alzáybar, conocida en la época como la Mariscala, por ser esposa del mariscal Viana. Era hija de Juan de
Alzáybar, uno de los primeros colonizadores, y sobrina de Francisco de Alzáybar,
caballero de Santiago. Este vascongado era el hombre más rico de la región y tuvo
a su cargo el primer grupo de familias designadas por la Corona para poblar la
Banda Oriental.
Viana
impulsó la edificación de Montevideo, permitiendo que se construyera con piedra
que antes sólo se destinaba para la fortificación. Gracias a él la ciudad vivió
tiempos de seguridad y progreso y en breve triplicó su población de 939 a 2.089
habitantes. Al mismo tiempo, el gobernador fundaba poblaciones y levantaba
fortalezas en lugares estratégicos, cosa indispensable entonces para asegurar
la tranquilidad de los vecinos.
CASA VACACIONAL DEL GOBERNADOR VIANA |
En 1764, Viana fue sustituido por Agustín de la Rosa, segundo gobernador. Debido a su enfrentamiento con el cabildo, en 1771, fue cesado por la asamblea de criollos, solicitando a Viana la restitución del cargo nuevamente en la gobernación de Montevideo. Durante su segundo período, Viana dictó una serie de medidas administrativas para reprimir el contrabando. De ese modo continuó hasta 1773, cuando renunció al cargo, sustituyéndole Joaquín del Pino.
Tras redactar testamento, Viana murió en 1773.
MONTEVIDEO Y SU MURALLA EN EL SIGLO XVIII |
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