PATRIOTAS VASCONGADOS Y NAVARROS

TERRITORIO

ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL

23/06/2018

Reinado de Sancho II Garcés: aliado del Condado de Castilla


En el año 970, moría García I Sánchez, sucediéndole en el trono sus hijos Sancho II Garcés Abarca y Ramiro Garcés Abarca. El primero controlaba Pamplona y el núcleo primigenio del reino, y el segundo, Viguera y las conquistas dinásticas de La Rioja. Esta situación no suponía la división del reino ya que Sancho II siempre mantuvo una superioridad sobre su hermano. Los diplomas de la época explicaban la relación jerárquica que relacionaba a ambos: "regnante… príncipe nostro Sancio in Pampilona, et sub illus imperio frater eius Ranimiro in Vekaria et in Leza".

Ramiro fue atesorando una buena experiencia militar durante el reinado de su padre, actuando en la complicada zona fronteriza de La Rioja. Por otra parte, Sancho II estuvo gobernando el Condado de Aragón junto a su tutor Fortún Jiménez. Al coronarse rey de Pamplona, encomendó la gobernación de Aragón a su madre Urraca, primero, y a su hermano Gonzalo, después. El rey necesitaba controlar todo el reino delegando el gobierno a alguien de su máxima confianza, como eran los miembros de la familia real, y estos gobernantes a su vez debían concentrar todos sus esfuerzos en el área concreta asignada.

SANCHO II ABANRCA

Mientras tanto, los reinos cristianos enviaban misiones diplomáticas a la Córdoba de Al-Hakan II, califato que se encontraba en el máximo de su esplendor y poder político, económica, cultural y militar. En agosto del 971, coincidieron en Córdoba los embajadores procedentes de Pamplona, León, Burgos y Monzón, tratando de renegociar las fuertes exigencias califales.

La embajada pamplonesa estaba encabezada por Velasco, gobernador de Nájera, que no llegó a ningún acuerdo. Un mes después, Jimeno, el hermano del rey, consiguió un nuevo acuerdo, pero quedándose allí como cautivo para garantizar el cumplimiento de lo pactado por parte de sus parientes.

Aprovechando que la mayor parte del Ejército cordobés se había concentrado en el Magreb, los castellanos atacaron la zona de Medinaceli (Soria), en el 974. Al año siguiente, junto a leoneses y navarros, regresaron e intentaron la toma del castillo de Gormaz. El general Ghalig, de gran experiencia y habilidad en los campos de batalla, supo aprovechar las diferencias del campamento cristiano y les derrotó en Langa.

El ejército del valí de Zaragoza, Abd al-Rahman al-Tuyibí, se dirigía hacia Gormaz para apoyar al cordobés, cuando se encontraron en Estercuel (Teruel) a los pamploneses de retirada. Los navarros fueron derrotados nuevamente y la campaña cristiana resultó un desastre.

SITIO DE GORMAZ, AÑO 974

A pesar del correctivo, el rey Sancho II y el conde castellano García Fernández continuaron su alianza. Cuatro años más tarde, en el 979, ambos magantes marcharon en una expedición conjunta por tierras de Soria y Guadalajara. Las buenas relaciones eran fluidas entre ambas familias tanto en lo político como en lo militar.

A la muerte, en el año 976, de Al-Hakam II le sucedió su hijo Hisham II, un niño que quedó bajo la tutela de Abi Amir Muhamad (Almanzor). Se trataba de un hayib, especie de primer ministro, con ansias de poder que no dudó en conspirar contra el mismo califa. Era tan peligrosa su posible llegada a poder califal que los reinos cristianos acordaron aliarse con su tradicional enemigo. Pero Almanzor consiguió derrotar en la batalla de Torrevicente (Soria) al califa Hisham II, a su gran general Ghalib, e incluso a Ramiro de Viguera, que dirigía las fuerzas cristianas. Una semana después, Almanzor volvía a derrotar a los cristianos en Rueda (Valladolid), esta vez de forma rotunda, reafirmando su poder en Córdoba.

Como la muerte de Ramiro suponía un duro golpe para la capacidad defensiva de Pamplona, Almanzor organizó otra expedición saqueadora por tierras del río Ebro al año siguiente. Tras destruir y someter todo lo que encontraba a su paso, hizo firmar al rey pamplonés un tratado bastante humillante que consistía en la entrega de su hija Urraca para su harén. Más tarde, nacería Abd al-Rahman Sanchuelo, hijo de Urraca y Almanzor.

A pesar de esta relación familiar entre ambos estados, Almanzor continuó saqueando las tierras del norte peninsular verano tras verano. Cualquier duda en la conducta de sumisión al califato se traducía en una expedición punitiva inmediata. Del total de 52 aceifas que se organizaron bajo el califato de Almanzor, 9 se desarrollaron en tierras navarras. En una de ellas murió uno de los hijos del rey, Ramiro Sánchez. La aceifa más terrible fue la del año 992: Almanzor tomó la fortaleza de Uncastillo, cruzó toda Navarra asolando las tierras y atravesó los Pirineos llegando a Gascuña.

PRINCIPALES CAMPAÑAS DE ALMANZOR, ENTRE 981 Y 1002

Los deseos de Almanzor eran órdenes inapelables para todo aquel que se hallase sujeto a su dominio. Así pues, el 4 de septiembre de ese mismo año 992, Sancho II Abarca se presentó en la Corte de Córdoba para rendir pleitesía a Almanzor y al hijo de éste, Sanchuelo, a su vez nieto del navarro, así como los cincuenta caballeros de Pamplona, algunos de ellos pertenecientes a la familia real. Estos fueron mandados ejecutar más tarde, en 995, capturados en Uncastillo y otras plazas, que habrían sido llevados a Córdoba en calidad de rehenes para garantizar la paz.

Según la crónica de Ibn al-Jatib, Almanzor adoptó sus previsiones para la recepción de tan ilustre visitante. Aquel día se hallaban dispuestas en su palacio Medina Azahara sus unidades regulares y de voluntarios a caballo. La muchedumbre de musulmanes, el lujo de las armas, la magnificencia de su desfile y exhibición de poderío, impresionaron poderosamente al monarca pamplonés, de costumbres mucho más sencillas, que no esperaba encontrar este recibimiento. Allí se encontraba, rodeado de ministros, generales y altos funcionarios, el hijo de su hija, Abdarrahman Sanchuelo, hijo también de Almanzor, que contaría por entonces nueve años de edad.

El rey Sancho, al llegar junto a su nieto, desmontó y aproximándose a él, le besó la mano y el pie, a fin de que se supiese quién ejercía el poder y la autoridad. Cabalgando de nuevo, sirvió de escolta al pequeño Sanchuelo camino de la recepción; a ambos lados del recorrido cubrían la carrera guerreros uniformados con centelleantes corazas y bien pertrechados, tanto ellos como sus caballos. El visitante cristiano, sobrecogido de espanto, llegó a la sala de audiencias de Almanzor. Allí se le mostró el hayib en todo su esplendor y magnificencia, rodeado su trono de ministros y dignatarios. Sancho cayó de rodillas besando el suelo, hasta que Almanzor le hizo señas de que se acercase, mostró pleitesía hayib, a una palabra del cual obtuvo permiso para sentarse en una silla de oro. Y ante una nueva señal suya, el pueblo se dispersó y el visitante se quedó a solas con Almanzor. Entonces pudo éste entrar en materia y otorgar a su suegro la merecida reprimenda. Así hasta que fue despedido, no sin antes mandar que se buscasen ropas lujosas con que obsequiar a los visitantes. Y fue de este modo como Sancho de Pamplona aseguró una paz para su pueblo que habría de durar sólo dos años. Muy probablemente dejaría algunos rehenes en su visita para afirmar el pacto.

LA CORTE DE ABDERRAMÁN, POR DIONISIO BAIXERAS

Otra recepción tuvo lugar en Córdoba en el 993, entre Gonzalo Sánchez de Pamplona, uno de los tres hijos de Sancho II Abarca, y el poderoso amirí. Hizo el viaje en nombre de su padre para tratar de ajustar una paz que tal vez se habría deteriorado algo.

En esos tiempos León sufría un guerra civil y Castilla se recomponía como podía de las sucesivas acometidas cordobesas, por lo que Sancho II busco protección en Gascuña. Allí, el conde Guillermo Sancho estaba casado con Urraca, la que fuese anteriormente esposa de Fernán González de Castilla.

En el año 994, tras la muerte de Sancho II Garcés, accedió al trono pamplonés García II Sánchez el Temblón.

REINO DE VIGUERA

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