En el siglo XIV, la participación de los vascos en la Reconquista fue mayor gracias al incremento de la extensión territorial de Castilla y del fortalecimiento de los vínculos con dicho reino. Este interés culminó en el siglo XV debido al desarrollo andaluz, fruto de la expansión atlántica castellana y de la incorporación del Reino de Granada. Andalucía se convirtió, para los vascos, en la base de las expediciones ultramarinas y un lugar estratégico en el control de las rutas comerciales, tanto oceánicas como las que unían el Atlántico con el Mediterráneo. Por eso, para llegar hasta este punto fue necesaria la reconquista total de la península y, por tanto, la liquidación del Reino de Granada, empresa en la que los marineros vascos pusieron todo su empeño y lealtad al Reino de Castilla.
La incorporación de los vascos a estas tareas fue fruto de contrataciones en sus lugares de origen o de convenios in situ. Los marineros vascos que participaron en estas expediciones y asedios no eran militares profesionales, ya que alternaban las profesiones de transporte, comercio y pesca con las propiamente bélicas. Estos marineros y sus barcos podían incorporarse a las flotas reales o servir de forma autónoma mediante el corso. La integración en tales actividades se hacía a través de relaciones de consanguinidad y vecindad, que constituían una especie de compañías en torno a sus jefes naturales.
PRINCIPALES ACCIONES MILITARES DE CASTILLA EN EL SIGLO XV |
El siglo XV supuso el punto álgido en esta progresión debido a la aceleración del desarrollo andaluz, y en este marco las operaciones militares se multiplicaron.
En 1407, se organizó una flota compuesta de 39 navíos, en los que alternaban las embarcaciones cantábricas y andaluzas. Su objetivo era efectuar el bloqueo el estrecho de Gibraltar e impedir las relaciones entre el Reino de Granada y África. La Armada del Cantábrico reunía un total de 24 unidades del total, con mayoría de procedencia del Señorío. Las naos de Vizcaya estaban al mando de Robín de Braquemont, antiguo embajador francés, y de Fernán López de Estúñiga, mientras que las galeras fueron capitaneadas por Juan Rodríguez Sarmiento. El resultado final fue favorable a los castellanos.
Tres años después se reeditó la flota del Estrecho, constituida por 15 galeras, 5 leños, 6 naos y 20 balleneres. Según la crónica de Juan II, la participación vizcaína fue de tres galeras y un número indeterminado de balleneres, al mando de Ruy Gutiérrez de Escalante. La composición debió de ser similar a la de su antecesora, con predominio de veleros norteños y embarcaciones mixtas del sur, y su intervención fue realizada tanto en Sevilla como en Cádiz, limitándose a diversos apresamientos.
Simultáneamente, se efectuó el sitio de Antequera, donde se hallaban gentes vascongadas a las órdenes del infante Fernando. Durante la lucha sorprendió la muerte a uno de los más señeros linajes vizcaínos como fue Martín Ruíz de Avendaño, capitán de las naves de Castilla. Según Labayru, este caballero vascongado:
"... murió gloriosamente atravesado de un «pasador con yerba» y fue llevado a enterrar a la iglesia de Yurre (Arratia), donde los Avendaño de Bizkaia tenían su solar."
En 1412, las naves de Vizcaya, Cuatro Villas y Galicia
formaron la expedición contra Ceuta.
La vigilancia del estrecho desde 1482, partió de la operación que se organizó para el asalto final al Reino de Granada. Se trataba de una armada mixta de galeras y veleros, en el cual se encontraban numerosos navíos vascos, como demuestran el nombre de sus capitanes.
La contribución de la provincia de Guipúzcoa fue de tres embarcaciones, que mantenía a su costa. La participación vizcaína debió de ser superior, aunque sólo existe constancia fehaciente de marinos de Tavira de Durango.
La participación vasca en dicha empresa se mantuvo activa en 1486, 1487 y 1488, años en que Díaz Mena y Garci López de Arriarán seguían siendo capitanes de los veleros castellanos. Y en 1490, la guarda del Estrecho contó con López de Arriarán y Juan de Lazcano como almirantes.
La Guerra contra Granada puso punto y final a la Reconquista y consiguió la unidad territorial de España. En ella participaron gran número de alaveses bajo el mando de su diputado general Diego Martínez de Álava.
Hernán Martínez de Izaguirre, nacido en Vergara en 1442, fue secretario de los Reyes Católicos y capitán de Infantería en la conquista de Granada, consiguió terrenos en dicho reino, como recompensa a sus servicios.
Domingo de Herrasti, nació en Azcoitia en 1450, fue señor de la casa solar de Errazti, uno de los caudillos más valerosos de la guerra de Granada, secretario y contador general de los Reyes Católicos, y veedor general de la costa del Reino de Granada.
Martin Ruiz Yurreamendi, nacido en Tolosa, señor de la casa-solar y palacio de su apellido, sirvió a los Reyes Católicos en el Reino de Granada con la gente que llevó de Guipúzcoa.
A partir de 1483, la flota cantábrica pasó al Mediterráneo para cortar la comunicación del Reino Granada con sus aliados africanos. En 1487, se ejecutó la toma de Málaga por tierra y mar. Las escuadras castellana y aragonesa estuvieron dirigidas por los almirantes Fadrique Enríquez y Galcerán de Requesens, secundados por los capitanes Antonio Bernal, Melchor Maldonado, Álvaro de Mendoza, Martín Ruiz de Mena y Garci López de Arriarán.
Hernán Martínez de Izaguirre, nacido en Vergara en 1442, fue secretario de los Reyes Católicos y capitán de Infantería en la conquista de Granada, consiguió terrenos en dicho reino, como recompensa a sus servicios.
Domingo de Herrasti, nació en Azcoitia en 1450, fue señor de la casa solar de Errazti, uno de los caudillos más valerosos de la guerra de Granada, secretario y contador general de los Reyes Católicos, y veedor general de la costa del Reino de Granada.
Martin Ruiz Yurreamendi, nacido en Tolosa, señor de la casa-solar y palacio de su apellido, sirvió a los Reyes Católicos en el Reino de Granada con la gente que llevó de Guipúzcoa.
A partir de 1483, la flota cantábrica pasó al Mediterráneo para cortar la comunicación del Reino Granada con sus aliados africanos. En 1487, se ejecutó la toma de Málaga por tierra y mar. Las escuadras castellana y aragonesa estuvieron dirigidas por los almirantes Fadrique Enríquez y Galcerán de Requesens, secundados por los capitanes Antonio Bernal, Melchor Maldonado, Álvaro de Mendoza, Martín Ruiz de Mena y Garci López de Arriarán.
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