PATRIOTAS VASCONGADOS Y NAVARROS

TERRITORIO

ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL

28/01/2017

Hermandad marítima de las Marismas


La Hermandad de las Marismas fue una federación de los principales puertos del Cantábrico que formaron un poder naval de primer orden al servicio de Castilla, manteniendo autonomía en sus relaciones comerciales internacionales, y en algunos casos, llegando a enfrentamientos bélicos con franceses e ingleses. Surgió ante la creciente importancia e influencia de los puertos del Cantábrico que monopolizaron el comercio exterior de Castilla y proveyeron de barcos y marinos que dieron a este Reino la hegemonía en el Atlántico.

La primera asociación organizada entre puertos del Cantábrico fue la Hermandad de las Cuatro Villas, formada por Castro Urdiales, Laredo, Santander y San Vicente de la Barquera.

A esta agrupación de villas de la costa cántabra se unen en 1296 las villas costeras vascas más Vitoria para defender sus intereses comunes, dando origen a la Hermandad de las Villas de la Marina de Castilla o Hermandad de las Marismas. La forman Santander, Laredo, Castro Urdiales, San Vicente de la Barquera, Bermeo, Guetaria, San Sebastián, Fuenterrabía y Vitoria.

La sede central se estableció en Castro Urdiales, donde tres delegados firmaban los documentos de la asociación con un sello que representaba un castillo sobre las olas y la leyenda "Seello de la Hermandat de las villas de la marina de Castiella con Vitoria".


La finalidad de la Hermandad era defender sus intereses comerciales y derechos municipales frente al poder del rey, que habían ganado por su participación en las campañas de la Reconquista de Andalucía. Fue utilizado, además, como un medio para evitar conflictos entre los puertos cántabros en sus relaciones comerciales con Francia, Inglaterra y Flandes. Viene a ser una organización similar a la famosa Liga Hanseática.

El poder y la autonomía de esta hermandad era tal que legislaron sus litigios particulares entre sí y pactaron acuerdos comerciales o de paz y guerra con otros puertos de otros reinos, incluso se permitían establecer pactos con los reyes de Inglaterra. Si bien los puertos estaban sujetos a la autoridad real, en el mar, los barcos de la Hermandad gozaban de una amplia libertad e independencia. Pero a pesar de esta libertad y autonomía, los convenios firmados por la Hermandad con poderes extranjeros los gestionaron como una entidad autónoma dentro de la Corona de Castilla, nunca como un Estado independiente.

Los marinos guipuzcoanos, alaveses y vizcaínos, integrados junto a sus vecinos cántabros en la Hermandad de las Marismas, mantuvieron relaciones comerciales con Flandes y tuvieron constantes enfrentamientos con los comerciantes de Bayona, llegando muchas veces a saqueos y enfrentamientos armados.

Para conseguir sus objetivos, la Hermandad intervenía y se defendía en el mantenimiento de los privilegios de cada una de las villas, el respeto de los acuerdos internacionales de Castilla, la búsqueda de soluciones en lugar neutral a los conflictos que se presenten entre las villas de la Hermandad, y la defensa mediante represalias contra quien ataque a sus miembros y a pagar entre todas los daños injustos que se puedan causar por defender los derechos pactados.

Esta autonomía y libertad de los puertos cantábricos no sólo fue realizada respecto a Castilla, sino también respecto a las Juntas Provinciales de Guipúzcoa, Vizcaya y Álava.


BATALLA NAVAL DE LA ROCHELLE (1372) DE LA GUERRA DE LOS 100 AÑOS

Entre sus acciones más notables se encuentran los continuos enfrentamientos entre los navíos de la Hermandad y los ingleses de Bayona:

En 1296, los tutores de Fernando IV quisieron imponer a estas villas un tributo del cual estaban exentas, lo que originó una reunión en Castro de las referidas villas, constituyendo la Hermandad de la marina de Castilla con Vitoria.

En 1311, los comisarios de Castro Urdiales, Laredo y Santander firmaron en Fuenterrabía un acuerdo de paz con los de Bayona y Biarritz, sólo entre dichos puertos.

El mismo acuerdo se aprobó en 1328 entre estas dos ciudades francesas y San Sebastián.

Entre 1338 y 1339, la Hermandad facilita barcos a Felipe V de Francia en su lucha contra los ingleses durante la Guerra de los Cien Años.

Finalmente, en 1351, la Hermandad firma un acuerdo de paz con Eduardo III de Inglaterra en el puerto de Swyne.

Por un pacto directo entre la Hermandad y el rey Eduardo IV de Inglaterra formalizado en 1473, navíos de la Hermandad combaten en aguas de Inglaterra en la Guerra de las Dos Rosas.

En 1481 ofrece al contador Alonso de Quintanilla naves para la empresa contra el turco.

En 1536, las villas de Guipúzcoa, Vizcaya, Encartaciones y Cuatro Villas, acuerdan su último pacto, un tratado de libre comercio con Bayona, San Juan de Luz, Capbretón y Biarritz durante el transcurso de las guerras hispano-francesas.


A partir del siglo XV, tras la muerte de Pedro el Cruel, la Hermandad del Cantábrico empieza a fragmentarse y a agrupar sus puertos según sus divisiones provinciales. En 1349 las villas marineras de Guipúzcoa se agrupan con el objetivo de hacer unidad y hermandad al servicio de Castilla y del suyo propio. La oposición de la aristocracia guipuzcoana, celosa de su poder y privilegio comercial, consiguieron su temprana disolución.

La tendencia a la centralización de las funciones que terminó en la unión de reinos y el nacimiento del Estado moderno, la actividad de la Hermandad fue disminuyendo. La creación del Consulado de Burgos en 1494, durante el reinado de los Reyes Católicos, lograron derogar el poder de la Junta de Castro Urdiales, sede de la Hermandad, y su desaparición definitiva, aunque posteriormente estos puertos alcanzasen algún acuerdo comercial puntual.

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