La práctica de designar eclesiásticos nacidos fuera de Navarra para ocupar las diócesis de Pamplona y Tudela siguió ejerciéndose en los siglos XIX y XX, con independencia de los regímenes políticos que se sucedieron en España durante ambas centurias. La mayoría mantuvieron el privilegio de designación o presentación de obispos, al que renunció el rey Juan Carlos I en 1976. Durante el siglo XIX dos obispos navarros rigieron la sede de Pamplona durante 24 años (José Javier de Uriz, 1815-1829 y Pedro Cirilio de Uriz, 1861-1879) y otro la de Tudela apenas un año (Juan Ramón de Larumbe, 1817-1818). Por contra, obispos nacidos fuera de Navarra rigieron ambas diócesis durante 226 años, 176 en Pamplona y 50 en Tudela, que a partir de 1851 no volvió a tener obispo propio.
Esta situación fue compensada con creces por los 32 navarros que ocuparon 33 sedes episcopales del resto de España (cinco de ellas arzobispales) durante 490 años, cifra que duplica ampliamente la inversa. 9 de ellos lo hicieron durante el siglo XIX por espacio de 102 años. Pudieron ser más, pero la proclividad hacia el carlismo de parte del clero navarro dificultó la promoción de clérigos navarros al episcopado. A pesar de que esta inclinación siguió presente en el sector del mismo durante la primera mitad del siglo XX, la pujanza de la Iglesia local y su peso en el ámbito nacional se hicieron sentir decididamente, haciendo inevitable el nombramiento de abundantes obispos navarros, hasta el punto de superar por cinco en el siglo XX la cifra alcanzada en el siglo XVIII, con la particularidad de que ahora han sido episcopados mucho más largos que los de entonces. En total, en la vigésima centuria 22 navarros han regido diócesis españolas durante 388 años. Abundaron sus designaciones en el primer cuarto de siglo y en sus dos décadas centrales. Uno de ellos, Eustaquio Ilundaín, arzobispo de Sevilla (1920-1937), alcanzó la púrpura cardenalicia en 1925, dignidad que también recayó en 1959 en Arcadio Larraona, un canonista navarro que pertenecía a la congregación claretina y era profesor en Roma. En 1969 el arzobispo de Pamplona, Arturo Tabera, fue nombrado cardenal, hecho que no se producía desde 1390, cuando fue designado Martín de Zalba.
SEMINARIO DIOCESANO DE PAMPLONA
La relación de los obispos navarros de los siglos XIX y XX refleja la dimensión del hecho y su presencia en la mitad de las diócesis españolas:
Almería
Rosendo Álvarez Hernández (1989-2002)
Ávila
Rafael de Múzquiz (1799-1801)
Ramón Fernández de Piérola (1887-1890)
Barcelona
Pedro Martínez de San Martín (1832-1849)
Manuel Irurita Almándoz (1930-1936)
Miguel Díaz Gómara, adm. apostólico (1939-1942)
Barbastro
Nicanor Mutiola e Irurita (1928-1935)
Bilbao
Pablo Gúrpide Beope (1955-1968)
Antonio Añoveros Atáun (1971-1978)
Burgos
José Cadena y Beope (1955-1968)
Luciano Pérez Platero (1944-1963)
Cádiz
Antonio Añoveros Atáun (1964-1971), aux. desde 1954
Calahorra
Miguel José de Irigoyen y Dolarea (1850-1952)
Cartagena
Miguel de los Santos Díaz Gómara (1935-1949)
Javier Azagra Labiano (1978-1998), aux. desde 1970
Ciudad Real
Emeterio Echeverría Barrena (1943-1954)
Gerona
Juan Agapito Ramírez de Arellano (1798-1810)
Hueva
José María Zarandia y Endara (1851-1861)
Javier Osés Flamarique (1977-2001), aux. desde 1969
Jaca
Rosendo Álvarez Hernández (1985-1989)
José María Conget Arizaleta (1990-2001)
Lérida
Jerónimo María de Torres (1783-1816)
Manuel Villar y Olleta (1816-1861)
Pedro Cirilio de Uriz y Labairu (1850-1861)
Manuel Irurita Almándoz (1927-1930)
Lugo
Antonio Ona de Echeve (1960-1979), aux. desde 1956
Málaga
Antonio Añoveros Atáun (1952-1954)
Mondoñedo
Jacinto Argaya Goicoechea (1957-1968)
Orense
Pedro José Zarandia y endara (1847-1851)
Eustaquio Ilundáin Esteban (1905-1920)
Osma
Miguel de los Santos Díaz Gómara (1924-1935)
Oviedo
Francisco Javier Baztán y Urniza (1905-1920)
Manuel Arce Ochotorena (1938-1944)
Plasencia
Juan Pedro Zarranz Pueyo (1946-1973)
San Sebastián
Jacinto Argaya y Aldunate (1968-1979)
Santiago de Compostela
Rafale Múzquiz y Aldunate (1801-1821)
Segovia
José Cadena y Eleta (1901-1905)
Luciano Pérez Platero (1929-1944)
Sevilla
Eustaquio Ilundáin y Esteban (1920-1937)
Sigüenza
Pablo Gúrpide Beope (1951-1955)
Tarazona
Santiago Ozcoidi y Udave (1907-1916)
Nicanor Mutiloa e Irurita (1935-1946)
Miguel José Asurmendi Aramendía (1990-1995)
Carmelo Borobia Isasa (1995-...)
Tarragona
Manuel Arce Ochotorena (1944-1948)
Valencia
Jacinto Argaya Goicoechea, aux. (1952-1957)
José María García Lahiguera (1969-1978)
Vitoria
Ramón Fernández de Piérola (1890-1904)
José Cadena y Eleta (1905-1913)
Miguel José Asurmendi Aramendía (1995-...)
Zamora
Miguel José Irigoyern y Dolarea (1848-1850)
Manuel Arce Ochotorena (1929-1938)
Zaragoza
Miguel de los Santos Díaz Gámara, aux. (1920-1924)
Carmelo Borovia Isas, aux. (1990-1995)
La fluida comunicación y el intercambio existente entre Navarra y el resto de España en la provisión de sedes episcopales se han demostrado como un sistema eficaz, que hace buena la dimensión universal de la Iglesia y, si bien exige de los designados un esfuerzo de inserción en su respectiva diócesis, les proporciona una mayor imparcialidad en el ejercicio de su autoridad episcopal. Además, ha sido beneficioso para los clérigos navarros, que han ejercido el ministerio episcopal con ventaja en el resto de España. Por ello, resulta sorprendente la postura del nacionalismo vasco, tanto en sus organizaciones políticas como en un sector minoritario del clero navarro, que durante la II República y en las últimas décadas del siglo XX ha reclamado la designación de obispos navarros para las sedes episcopales de Navarra, sin exigir en paralelo la dimisión de los obispos navarros ejercientes en otras diócesis, españolas o extranjeras.
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