A finales del siglo X, el Reino de Navarra era la potencia hegemónica entre los reinos cristianos peninsulares. El auge navarro coincidió con el declive de León y el ascenso de Castilla.
Los reyes Sancho II Abarca y García II Sánchez mantuvieron la política displicente de sus ancestros con respecto a los musulmanes de Al-Ándalus.
Obsesionado por el esplendor y la gloria de la guerra santa, el caudillo cordobés Almanzor condujo 52 expediciones contra territorio cristiano hispánico. De ellas, 9 tuvieron relación más o menos intensa con el territorio navarro, y se efectuaron en los años 978, 982, 989, 991, 992, 994, 999, 1.000 y 1.001.
ALMANZOR
La aceifa del 978 fue una de las primeras que emprendía Almanzor, y en ellas se venía mostrando bastante conservador. En los 68 días de incursión no entabló grandes batallas, sino que se dirigió hacia tierras navarras y, siguiendo por el valle del Ebro, tantearía las fuerzas de sus oponentes del norte, esto es, desde Huesca hasta Barcelona. Después de esta campaña, los cristianos pirenaicos se hallaban alertados acerca de la calidad del enemigo que había surgido ante ellos.
La Campaña de la Victoria, entre mayo de 981 y julio de 981, tuvo como enemigo del califa cordobés al amirí omeya Gálib, que controlaba plazas del centro peninsular y que tuvo que aliarse con sus vecinos cristianos del norte.
Según las crónicas de Ibn al-Jatib e Ibn Hazm, las tropas musulmanas del caudillo Gálid fueron ayudadas por un fuerte contingente cristiano formado por castellanos del conde García Fernández y pamploneses de Ramiro Garcés, rey de Viguera y hermano del rey Sancho II Abarca. Estas se enfrentaron las tropas andalusíes y beréberes de Almanzor.
El encuentro tuvo lugar el 9 de julio de 981 en tierras cercanas a la localidad soriana de Torrevicente. Según el cronista al-Udrí, fue una aceifa de una penetración profunda hacia el enemigo, con las dos victorias de Calatayud y Atienza, y que finalizó con la muerte de Gálib y de Ramiro Garcés. El cadáver del hijo García Sánchez de Pamplona fue enterrado en el monasterio de Leire.
PRINCIPALES CAMPAÑAS DE ALMANZOR ENTRE 981 Y 2002
La Campaña de las Tres Naciones de 982 estuvo formada por dos penetraciones: la primera por el Condado de Castilla y el Reino de Pamplona; la segunda desde Huesca por los Condados catalanes de la Marca Hispánica, llegando hasta tierra de francos.
Según la crónica de Ibn al-Jatib, Almanzor tomó como rehén a una hija de Sancho Garcés II de Pamplona con la que se casó tras convertirse al islam en la Corte
cordobesa. Hijo de ambos fue Abdarrahman el Sanchuelo, nacido en 983. El propio
Sancho Abarca realizó una visita a Córdoba para rendir pleitesía a Almanzor y
homenaje a su propio nieto, consiguiendo un periodo de paz durante casi toda la
década de los 80.
Según
las crónicas cristianas, la incursión de
989, entre julio y octubre, las huestes de Almanzor conquistaron las
ciudades castellanas de Osma y Alcubilla. Después, hicieron una entrada por las
riberas del Ebro, tanto alavesas como navarras y riojanas. Las relaciones con
Sancho II Abarca empezaban de nuevo a endurecerse.
Por
otra parte, el relato de Ibn Idari se extiende al relatar la rebeldía de un
príncipe omeya, la de un cabecilla tuyibí de Zaragoza y la de su propio hijo Abd
Allah, contra Almanzor, rebeldía que fue dominada con ocasión de esta campaña.
SANCHO II ABARCA DEFIENDE A LOS MOROS EN PAMPLONA
Dos
años después, en 991, Almazor lanzó un saqueo
por tierras riojanas y castellanas. La Rioja Alta pertenecería al reino de
Pamplona desde setenta años antes, gracias a las conquistas de Sancho Garcés,
siendo Nájera una ciudad tan importante para el reino como lo pudiera ser
Pamplona.
La
Crónica de Alfonso III (siglo IX)
asegura que la expedición arrasó las villas de Briones, Nájera y Cenicero, siguiendo de pasada por la tierra de Estella o de Tafalla, o
las zonas bajas de Cárcar y Peralta.
Durante
las aceifas anteriores, Almanzor había adquirido un conocimiento del territorio
navarro que pudo aprovecharlo en la que emprendió en su ataque a Galis en 992. Entre mayo y junio de este año, el Ejército
califal recorrió las llanuras de Navarra y parte de su zona montañosa,
apoderándose de varios castillos y de sus defensores. En Pamplona, Almanzor recibió
la sumisión de su rey Sancho II Abarca y una entrega simbólica de la ciudad,
sin necesidad de lucha. Ante la sumisa actitud del pamplonés, Almanzor le haría
prometer que iría a Córdoba para rendirle público acatamiento, además de
llevarle fuertes tributos y más de cincuenta rehenes de la nobleza. Puede ser
que le obligase a dejar expeditos los pasos de la frontera pirenaica y
proporcionarle guías y auxilios para dar un escarmiento en Galias, conquistando
algunos de los castillos de Guillermo Sancho de Gascuña.
En
994, García II Sánchez el Temblón ascendía al trono pamplonés como rey
legítimo, primogénito de Sancho II Garcés. Motivo suficiente para que Almanzor
estableciese otro pacto de sumisión hacia su autoridad, no sin antes devastar las
tierras navarras.
ENTRADA EN LA MEZQUITA, POR EDWIN WEEKS (1885)
La
campaña por Castilla y Navarra del
verano de 994 situó al Ejército cordobés a las puertas de la fortaleza de San
Esteban de Gormaz, junto al Duero, conquistada al cabo de cinco días y de allí
marchó a Pamplona que sitió, y cuyos habitantes se le rindieron. Después se
encaminó hacia Cellorigo, castillo asentado sobre diecisiete rocas, cada una de
ellas con una alcazaba, fortaleza que fue conquistada el mismo día de la
llegada.
Algunas
crónicas cristianas en forma de anales, precisan que la conquista de Clunia fue
en un sábado 16 de junio, por lo que el ataque a Pamplona y regreso por
Cellorigo tendrían lugar en el mes de julio de 994. Esta sería la primera vez
que Almanzor penetrase en Pamplona como dueño y señor, pues el ataque de 992 es
de suponer que sería más bien rematado por un pacto que por una ocupación
violenta.
García
II tuvo que firmar otro humillante pacto que perduraría hasta 999. No obstante,
en 995, un grupo de caballeros navarros atacó Calatayud, matando a un hermano
del gobernador Hakam Abd al-Aziz. Las represalias de Almanzor no se hicieron
esperar: de los rehenes que mantenía cautivos en Córdoba como fianza de los
pactos firmados con Sancho II Abarca, ejecutó a unos cincuenta. Además, a su
hijo Abd al-Rahman Sanchuelo le obligó a matar por su propia mano a uno de sus
nobles parientes, y eso que no contaba más de doce años de edad.
En
el verano del 999, Almanzor emprendió una algazúa
contra Pamplona y Pallars, esta última penetración tal vez desde Zaragoza y
con la ayuda de su hijo. En la crónica andalucí se repiten los mismos tópicos
de siempre: se hizo una gran matanza, consiguió muchos cautivos y destruyó
aldeas y castillos luego regresó a Córdoba.
Además
de la Pamplona de García II Sánchez, se asoló el Condado de Pallars, regido por
Miró, todo en la misma expedición.
TROPAS DE ALMANZOR REPRESENATADAS EN LAS CANTIGAS DE SANTA MARÍA
A
comienzos del nuevo milenio, en 1.000, los cristianos se habían coligado. Razón
de más para que Almanzor organizase uno de los últimos actos bélicos de su vida.
Una expedición veraniega, que estuvo marcada por estos hitos: salida de Córdoba
el 21 de junio; batalla de Cervera el 29 de julio; ataque a Castilla, la Rioja,
Navarra y llegada a Zaragoza durante agosto; encuentro en Castilla el 5 de
septiembre; regreso a Córdoba con llegada el 7 de octubre.
La trascendental batalla de Cervera de Pisuerga, que Almanzor sostuvo contra una coalición de los reinos cristianos, estuvo a punto de ser su perdición. Habían acudido todos los reyes galaicos, desde el extremo de Pamplona al de León. Sancho García, del Condado de Castilla, llevaba el liderazgo, por lo que se deduce que el rey pamplonés García II Sánchez habría fallecido ya. También el leonés Vermudo III había muerto unos meses antes, y su sucesor en el trono era un hijo de corta edad.
La trascendental batalla de Cervera de Pisuerga, que Almanzor sostuvo contra una coalición de los reinos cristianos, estuvo a punto de ser su perdición. Habían acudido todos los reyes galaicos, desde el extremo de Pamplona al de León. Sancho García, del Condado de Castilla, llevaba el liderazgo, por lo que se deduce que el rey pamplonés García II Sánchez habría fallecido ya. También el leonés Vermudo III había muerto unos meses antes, y su sucesor en el trono era un hijo de corta edad.
Las
tropas coaligadas se apostaron en los peñones de Cervera (Burgos), donde
presentaron batalla a Almanzor, y éste tuvo la suerte de cambiar el rumbo de
los acontecimientos, con el resultado de una rotunda victoria y la subsiguiente
persecución de los cristianos.
La
última campaña de Almanzor tuvo dos frentes abiertos, primero realizó una
incursión de saqueo por tierras de Galicia y Portugal, después marchó hacia
Castilla pasando por la rivera alavesa y riojana. Su intención era romper la
alianza de ejércitos cristianos
hispánicos coaligados por sus respectivos magnates: Sancho
García de Castilla, Alfonso V de León y Sancho
III de Pamplona. Así se llegó a la batalla de
Calatañazor, el
verano del año 1002.
Según
el cronista musulmán al-Maqqari, después de reunir tropas africanas en número
considerable, Almanzor emprendió desde Toledo la marcha hacia el Duero, río que
remontó para atacar al conde de Castilla, que estaba rodeado de tropas
innumerables de los vecinos reinos cristianos; Almanzor, como no podía ser
menos, dado que la fuente de información es árabe, derrotó a sus enemigos
infligiéndoles grandes pérdidas. Después marchó hacia la rebelde Miranda de
Ebro, por cuenca del río Najerilla, desde donde es fácil penetrar hasta el monasterio
de San Millán, o tal vez de Almonastir, junto a Calahorra y San Adrián, y estas
últimas tierras ya eran indiscutiblemente de Navarra. Posteriormente, sufriendo
una grave enfermedad, Almanzor murió en Medinaceli, donde fue enterrado, en la
noche del 9 agosto del año 1002.
En
cambio, la versión cristiana de los hechos es contraria, logrando una gran
victoria para las armas hispánicas con derrota y muerte del caudillo árabe en
Calatañazor. Uno de estos cronistas fue el navarro Ximénez de Rada. Lo que sí
se desprende de todos los relatos, es que los pamploneses estuvieron presentes
en la lucha final.
Sin embargo, la mayoría de los historiadores
actuales consideran que fue un mito más que un hecho real, probablemente creado
para compensar el sentimiento de inferioridad que las continuas victorias de
Almanzor produjeron en los reinos cristianos.
A Almanzor le sucedió en el mando su hijo Abd al-Malik, que durante seis o siete años más prosiguió la política de hostigamiento de los reinos cristianos que tan concienzudamente había ejercido su padre.
A Almanzor le sucedió en el mando su hijo Abd al-Malik, que durante seis o siete años más prosiguió la política de hostigamiento de los reinos cristianos que tan concienzudamente había ejercido su padre.
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