La principal fuente utilizada para el conocimiento de las operaciones del sitio de Fuenterrabía de 1638 ha sido la obra De obsidione Fontirabiae libri tres, del jesuita pamplonés José Moret, escrito en tres libros y publicada en latín hacia 1655. Fue traducida como Empeños del valor y bizarros desempeños o sitio de Fuenterrabía por el también jesuita pamplonés Manuel Silvestre de Arlegui y publicada en Pamplona en 1763 con algunas notas adicionales.
Moret dio muestras en su obra de conocer la ciudad de Fuenterrabía; de haber hablado con testigos del sitio que relata; de conocer un tanto al menos en qué consiste el ataque y defensa de una plaza y de los elementos de la milicia y la fortificación involucrados y de haber consultado algunos documentos de su archivo (como la investigación a Diego de Vera por el sitio de 1521).
SITIO DE FUENTERRABÍA DE 1638
En relación a su manejo de las fuentes documentales municipales, es curioso que desconozca o silencie la documentación del concejo de los años posteriores al sitio en que se da cuenta de las gestiones realizadas para reivindicar el buen nombre de todos los vecinos de la villa en general y sus esfuerzos y sacrificios durante la guerra, oscurecidos por el protagonismo que alcanzaron el alcalde Diego Butrón y su cuñado Urbina, a quienes se acusa de acercarse al almirante de Castilla para ganar su favor y aparecer en sus cartas al rey como los principales nervios de la defensa. Este aspecto tuvo gran trascendencia no sólo en lo relativo a las mercedes que cada uno pudiese recibir del rey en función de los méritos adquiridos sino también en la fama que pudiese alcanzar. La obsesión por la gloria militar atravesó todos los ámbitos del siglo, por eso son destacables las contínuas referencias del Conde-Duque, recogidas por Moret, a la fama de la monarquía; las de los cercados, que prefirieron morir con honra a rendirse, y las de la propia ciudad que en 1640 pretendió que la posteridad conociese la verdad de lo sucedido y no las falsedades que cuentan algunos libros que circularon tras el sitio.
La obra de Juan de Palafox y Mendoza, Sitio y socorro de Fuenterrabía y sucesos del año 1638, publicada en Madrid en 1639, dedicada a las operaciones militares de la monarquía durante ese año en los diferentes escenarios europeos y americanos en que están en juego sus intereses, es menos minuciosa en la descripción de las operaciones del sitio.
La general coincidencia con Moret en relación con los sucesos relatados y su adscripción a días del mes concretos, así como un par de referencias a un "diario" al que parece seguir, insinúan que tanto Palafox como Moret obtuvieron información de una fuente común que relataría los sucesos de cada día del sitio. Con toda probabilidad, esta fuente común es la Relación diaria del memorable cerco y feliz vitoria de la muy noble y muy leal ciudad de Fuenterrabía, publicada en Burgos en 1639, una relación compuesta por la ciudad y enviada al conde-duque de Olivares.
SITIO DE FUENTERRABÍA, POR JOSÉ MORET
En estos sucesos dados a la exaltación militar y patria, resulta conveniente acudir a la versión de la otra parte. En este caso es muy esclarecedor el trabajo del archivero bayonés Edouard Ducéré,
Recherches historiques sur le siege de Fontarabie en 1638, publicado en 1880, en el que pretendió demostrar, frente a la que calificaba de "novela" de Moret, que no fue el valor de los guipuzcoanos el que permitió la liberación de Fuenterrabía sino los errores cometidos por los sitiadores, que dieron ocasión a la llegada del ejército de auxilio.
Para Ducéré, estos errores: la indecisión de Condé en la dirección; los celos y rencillas entre los nobles y generales franceses; la flojedad en los trabajos y asaltos; el escaso eco a las propuestas de M. de Sourdis, arzobispo de Burdeos y, sobre todo, la seguridad de que el duque de la Valette era un traidor al servicio del rey de España cuya huida a Inglaterra después del sitio evitó su juicio y ejecución. También Moret se ocupa al final de su obra de argumentar contra los que aseguran que España había negociado la victoria con oro como especie levantada por algunos nobles franceses deseosos de señalar un culpable por disculparse a sí mismos.
Algunos años después publicó un nuevo trabajo: Invasión du Labourd et siége de Fontarabie (1636-1638). Lettres et documents. Bayonne, en 1886, en el que recoge un grupo de documentos aparecidos después de publicada su obra anterior que van en la línea de la tesis que había enunciado anteriormente: la derrota francesa se debía a las rencillas entre sus mandos, a la incapacidad de Condé para imponerse a sus generales y a las maquinaciones de la Valette contra su propio ejército. Aunque en este caso, la fortuna de contar con testimonios directos de los protagonistas (en su mayoría cartas de la Valette y Sourdis a Richelieu) reclaman una precaución especial en su valoración por tratarse de la versión de personas interesadas en justificar su actuación en lo sucedido y apartar hacia otro lado una responsabilidad en el fracaso que todos sabían que el rey trataría de averiguar.
Otro tipo de fuentes historiográficas sobre el sitio pueden considerarse los memoriales sobre las fortificaciones elevados por sucesivos ingenieros en los años siguientes al sitio señalando las principales deficiencias observadas en 1638 y proponiendo las mejoras necesarias.
ESCUDOS DE ARMAS DE FUENTERRABÍA
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