Las donaciones que los reyes de Navarra hicieron a los monasterios durante la Edad Media muestran el carácter cristiano de la monarquía y del reino, pues el Cristianismo no era sólo patrimonio de los reyes, sino un estilo de ser también de los nobles, de los señores y en general de las villas y la sociedad medieval.
Los monasterios eran guardianes de la cultura, junto a las sedes episcopales. Custodiaban el saber en sus bibliotecas y en las personas de sus abades y obispos. Y prestaban dirección ideológica a la nobleza, al pueblo y a la corona; una dirección basada principalmente en la defensa de la fe cristiana y su expansión por la Reconquista frente al islam. Una obra que mantenía viva toda Hispania, después de tres siglos de enfrentamiento, en abrazo de lanzada, de influjo y recepción. Y se mantenía gracias a los libros de la Hispania visigoda, y gracias a la memoria colectiva de la España cristiana, con sus concilios de Toledo, su colección canónica Hispana y la obra inolvidable de San Isidoro de Sevilla. Desde los primeros siglos de historia del Reino de Pamplona y del resto de reinos cristianos hispánicos, primaba la idea de Reconquista y, por tanto, las tareas militares, pero el patrimonio de la cristiandad perdida y el deseo de recuperarla movían todo el imaginario colectivo español. De ahí que los monasterios fuesen como el eje orientador de la sociedad.
MONASTERIO SAN MILLÁN DE LA COGOLLA
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Durante los reinados de Sancho III Garcés y García III Sánchez destacó el monasterio de San Millán de la Cogolla, que se convirtió en un centro de intereses religiosos, económicos y políticos. La Reja de San Millán es un documento de 1025, procedente del cartulario del monasterio de la Cogolla, y que tiene un enorme valor por la información toponímica que aporta sobre Álava. La reja de hierro, en el siglo XI, era la unidad de medida en el pago de diezmos. El título del documento es De ferro de Álava y en él se contabilizaban las aportaciones de poblados de la llanada alavesa y zonas de la montaña al monasterio de San Millán. Combina topónimos de poblaciones vascas con una expresión muy arcaica como Zornoztaegui, Horivarri, Barrandiz, etc., con nombres romances como Villa Luenga, Forniello, etc.
Así pues, la Reja de San Millán muestra la vinculación de Álava con las ciudades de Nájera y Pamplona desde tiempos de Sancho III Garcés el Mayor, es decir, principios de siglo XI, así como su importancia económica y política. Y es que, durante los siglos de la Reconquista, Iglesia y Estado, política y religión, marcharon conjuntamente.
Además de las funciones pastorales en sus diócesis, los obispos del reino eran consejeros natos del monarca, miembros del Aula Regia (Consejo asesor de nobles), y cercanos colaboradores del rey que firmaban los diplomas regios.
MONASTERIO SAN MILLÁN DE LA COGOLLA |
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