PATRIOTAS VASCONGADOS Y NAVARROS

TERRITORIO

ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL

28/03/2024

Industria naval vasca por los Reyes Católicos


Mediante la Pragmática del 20 de marzo de 1476, el rey Fernando el Católico concedía ventajas a quienes construyan naos de más de 600 toneladas, medida que activó el desarrollo naval en los puertos y astilleros vascos, incitando a mercaderes, maestres y armadores. El motivo estuvo en el conflicto entre la unión monárquica de Castilla y Aragón y la alianza de Portugal y Francia por el trono castellano, que enfrentó a Isabel I la Católica y Juan la Beltraneja.

Terminada la Guerra de Sucesión castellana, continuaron las consideraciones con los vascos, no solo en el mantenimiento de los fueros, también en lo que se refiere a la Marina.

En 1495, los Reyes Católicos ofrecieron 100 maravedis por tonelada de más de gratificación anual para los armadores que construyeran grandes navíos de más de 600 toneladas.

En 1479, permitieron que el Señorío de Vizcaya llegase a un acuerdo con el Reino de Inglaterra favoreciendo la relación comercial. Poco después, en 1481, Guipúzcoa hizo lo mismo, con autorización de los Reyes:
"Sepan quantos esta carta vieren cómo nos los procuradores e gobernadores de los escuderos fijosdalgo de la noble e leal Provincia de Guipúzcoa que estamos juntos en el lugar de Usarraga, otorgamos e conoscemos..."

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AUDIENCIA DE CRISTÓBAL COLÓN POR LOS REYES CATÓLICOS

Los puertos guipuzcoanos expedían licencia real por algunos de los consejeros reales vascos instalados en su Corte: Domejón González de Andía, el bachiller Pedro de Vicuña, Juan Miguélez de Zúñiga y Ochoa de Vergara. Estos habían gestionado este "concierto y asiento de paz" con el rey inglés:
"... para que los tratantes de los dichos nuestros reinos e del dicho Reino de Inglaterra puedan andar y anden seguros, y que los daños que de la una parte a la otra se ficieren sean satisfechos y pagados."
Más tarde, la Junta de Guipúzcoa nombró al bachiller Olazábal, Juan de Azmines, Martín Pérez de Aróstegui y Juan de Iñiguez como procuradores provinciales para gestionar capítulos de paz, corregirlos y ampliarlos, para conseguir una "quieta, pacífica e amigable contratación" con Inglaterra.

Testigos de la carta de otorgamiento fueron el bachiller Sánchez de Elduayen, alcalde real en Guipúzcoa, Pedro Pérez de Vicuña y Juan de Landerrain.

En 1502, la reina Isabel mandó al corregidor de Vizcaya promover la construcción de barcos de guerra de gran tamaño.

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NAVE VASCA DEL SIGLO XVI

La aprobación de la Real Cédula de 1571 por Felipe II de Habsburgo, ordenaba la fabricación de varias unidades navales en los astilleros vizcaínos y guipuzcoanos, beneficiando a la industria autóctona y a sus habitantes.

Dos privilegios aportados por la Corona beneficiaron enormemente a los vascos en su auge económico:

- solo los navíos construidos en el Cantábrico participan en la Carrera de Indias

- todo el hierro exportado a América debe ser vizcaíno

La demanda de buques que el imperio comercial y militar español necesitaba generó prosperidad económica en las tierras vascas y cantábricas durante siglos. Gran empleo surgió en los astilleros constructores de buques, miles de hombres se emplearían en los diferentes oficios como leñadores, carpinteros, calafates, toneleros, etc. Pero también se emplearán como marinos, capitanes, maestres, contramaestres, marineros, y demás oficios relacionados por la mar, tanto para las Rutas Comerciales como para la Real Armada.

La demanda del hierro vizcaíno también aportó muchísimo empleo y prosperidad a los vizcaínos, pues aunque en América existían minas de minerales preciosos se ausentaba del hierro. El hierro extraído se exportaba para construir naves, levantar edificios, herrar las caballerías, fabricar armas y escuderías, etc. El hierro vascongado, sus minas y herrerías transformaron América.

maqueta nao embarcación vasca moderna
MAQUETA DE NAO DEL SIGLO XVI

24/03/2024

Antonio Navarro de Larreátegui


Historiador, secretario real de Felipe II y Felipe III y administrador virreinal de Chile

EPÍTOME DE LOS SEÑORES DE VIZCAYA POR ANTONIO NAVARRO DE LARREÁTEGUI

Natural de Beasain, Guipúzcoa, Antonio Navarro de Larreátegui nació en 1554, siendo hijo de padres vizcaínos. Tras realizar sus primeros estudios, entró a servir muy joven en la Corte de Felipe II y en la presidencia de Hacienda de la que trasladado al Consejo Real con el cargo de secretario del presidente, Rodrigo Vázquez.

En 1586 fue nombrado contador de la Real Hacienda de la provincia de Chile y regidor del pueblo en que residía el gobernador y sus oficiales, no tomando posesión de este destino hasta el año de 1593 en que por cédula expedida por el mismo rey al gobernador le mandaba que "recibiese al uso y ejercicio del referido empleo de contador a la persona que nombrase el mencionado don Antonio".

En 1594, de regreso en España, fue elegido alcalde de Logroño. Muerto el rey Felipe II y coronado su hijo Felipe III, le acompañó a Valencia para desposarse con la princesa Margarita de Austria, y a Cataluña y Aragón para prestar Juramento a los Fueros de estas entidades, siendo nombrado secretario real por el mismo rey.

Casó en 1602 con Magdalena Adán de Yarza y Uribe, señora de los solares de Zubieta y de Yarza en Lekeitio, y marchó a la Corte cuando se trasladó a Valladolid donde residió hasta 1606.

PALACIO DE ZUBIETA

Ya desde esta época vivía en su palacio de Zubieta y dejó de firmar como Antonio Navarro de Larreátegui, que usaba  y que suplió por el de Antonio Adán de Yarza y Larreátegui. Entonces, era alcalde de Fuero de la Merindad de Uribe y preboste de la villa de Lekeitio, ambos oficios vinculados en el linaje de su mujer.

A los cuatro años de residir en dicha villa, recibió una orden real con el nombramiento de secretario de los Archivos Reales de Simancas, cargo que desempeñó hasta 1614 en que nuevamente se retiró a su palacio de Lekeitio.

Al año siguiente, en 1615, acompañó a la comitiva real que celebró en el río Bidasoa la recíproca entrega de las princesas de España y Francia, acompañado de 150 infantes y marineros de Lekeitio uniformados, armados y disciplinados a su costa. La francesa se casaría con el primogénito de Felipe III y la española con el nuevo rey Luis XIII de Francia.

En julio de 1619, fue nombrado secretario del príncipe Filiberto Manuel de Saboya venido en rehenes a España por alteraciones promovidas por su padre el duque Carlos Manuel en los Estados españoles de Italia. En setiembre del mismo año, se le ordenó trasladarse a Génova en busca de su alteza para acompañarle a Turín y viese a su padre.

En esta ciudad fue donde un año más tarde publicó su Epitome de los Señores de Bizkaia. Recogida por Antonio Navarro de Larrátegtli, Secretario de la Majestad del rey don Felipe III, Señor de la casa-solar de Zubieta y preboste de la Villa de Lekeitio. En su final va estampado el privilegio de impresión concedido por Carlos Manuel, duque de Saboya el 12 de agosto de 1620, que dice:
"Havendocisupplicati él Signor Antonio Adam de Yarza y Larrátegui, alias Antonio Navarro de Larrátegui, Señor de las casas solares de Zubieta y Yarza, preboste mayor de la villa de Lekeitio en el Señorío de Bizkaia, alcaide y alcalde mayor y alférez mayor perpetuo de la Villa de los Arcos y su tierra, secretario de Sua Maesta Catholica el príncipe Filiberto de, etc..."

En 1621, Felipe III le concedió el cargo de alcaide y alcalde mayor de los Arcos, con un sueldo de54.000 maravedíes anuales en merced de los servicios prestados a la corona.

Tras acompañar como secretario real del príncipe Filiberto a su nombramiento como virrey de Sicilia, obtuvo el honroso título de Patricio que le dispensó el Senado de Mesina con fecha 16 de julio de 1622, así como a su hijo Antonio que le acompañaba. Este título le facultaba el uso de sus leyes e inmunidades, y de obtener cargos honoríficos como si fuese natural de aquella ciudad.

En este mismo año obtuvo también el título de capitán del Santo Oficio y de revisor general de bajeles, expedido desde Palermo por los inquisidores apostólicos de Sicilia. Mientras desempeñaba este cargo murió el 31 de julio de 1624. Su hijo Antonio y todos sus descendientes fueron distinguidos con el título y honores de ciudadanos de Sicilia.

Sus restos mortales fuesen sepultados en la parroquia de Santa María de Lekeitio.

EPÍTOME DE LOS SEÑORES DE VIZCAYA

Su obra Epítome de los Señores de Vizcaya editada en Turín en 1620 fue posteriormente plagiada por Pedro de Montoya en su Compendio Histórico de la sucesión de los Señores de Vizcaya que no fue publicada en 1780. El valor de esta obra historiográfica está desvalorada por la falta de rigor crítico y la admisión de fábulas y mitos, tradicionales en la primera historiografía vizcaína. Larreátegui contrapuso, asimismo, a la tesis de la goticidad como fundamento de la nobleza española, el de la hidalguía originaria de los vascos anterior a cualquier sistema de supremacía del hombre sobre el hombre. Existe una segunda edición de esta obra efectuada en Madrid en 1702.

20/03/2024

Sangre, sudor y paz. La Guardia Civil contra ETA, por Silva, Araluce y Sánchez Corbí



Sangre, sudor y paz. La Guardia Civil contra ETA
Lorenzo Silva, Gonzalo Araluce y Manuel Sánchez Corbí, Ediciones Península, 520 páginas

Este no es un libro neutral y tampoco lo es el relato que contiene. Recoge testimonios brutales de familiares de víctimas, de supervivientes del terror etarra de miembros de la Guardia Civil jamás publicados hasta ahora.

Su asunto, el nacimiento, auge, caída y extinción forzada de uno de los grupos terroristas más letales y persistentes del último siglo en Europa Occidental, está narrado desde un lado de la grieta que su actuación provocó en el seno de las sociedades vasca y española: en particular, desde el lado de quienes lo combatieron y finalmente lo redujeron a la más absoluta inoperancia. Esta es, por tanto, la historia de la lucha contra ETA tal y como la vivieron los guardias civiles y sus familias: el colectivo más golpeado por la acción de la banda —con más de doscientos muertos y muchos centenares de heridos—, y también aquel que acabó demostrando un compromiso mayor en su neutralización y liquidación.

A partir de la memoria acumulada por aquellos que asumieron, a lo largo de medio siglo largo, el desafío de acallar las armas de quienes empezaron luchando contra una dictadura y acabaron desestabilizando la democracia, este libro tiene como ambición contribuir a la inexcusable derrota literaria del terror y construir la memoria debida de una historia crucial para entender la España contemporánea. Una historia, además, de éxito, el de un Estado, sus ciudadanos, sus leyes y sus instituciones frente a un reto endiablado y por momentos tan angustioso como desesperante. La historia, en fin, de un logro policial sin parangón en nuestro entorno, conseguido a partir del sudor y la sangre que en las coyunturas adversas forman parte del precio de la paz.

16/03/2024

Guerra de la Navarrería


La ciudad de Pamplona fue el centro neurálgico y Corte Real desde la fundación del reino por Íñigo Arista, continuando con esta saga de los Íñigo y con los primeros reyes de la dinastía Jimeno. En el siglo X, Sancho II Garcés donó la custodia de Pamplona al obispo y a los canónigos de la catedral, hecho que fue ratificado por Sancho Ramírez en 1087. El sometimiento de la ciudad a la jurisdicción eclesiástica suponía que los reyes no percibían renta alguna y apenas ejerció como Corte y sede real. Incluso, el Palacio Real perteneció durante más tiempo a los obispos que a los reyes. En 1319, bajo el Concordato de París, la Iglesia cedió al rey de Navarra el señorío y las rentas de Pamplona.

Esta población autóctona y en dominio del obispo fue llamada Navarrería. Frente a ella, los reyes navarros optaron por organizar sus propios núcleos de población. En 1129, Alfonso I el Batallador, rey de Aragón y Pamplona, concedió el Fuero de Jaca al Burgo de San Cernin. Este era un barrio formado por extranjeros francos, burgueses y comerciantes ya establecidos desde 1090, en el que estaba prohibido el asentamiento de navarros.

Otro asentamiento fue el Burgo de San Nicolás, que era más heterogénea. También existieron barrios más efímeros como La Pobla Nova del Mercat, el Burgo de San Miguel y la Judería. Por tanto, no hubo una Pamplona, sino tres, cada una con una población diferenciada en lengua y origen, desiguales privilegios, separadas por murallas y torres, con sus propios regidores, y con sus propias rivalidades.

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BURGOS MEDIEVALES DE PAMPLONA

Los primeros enfrentamientos violentos tuvieron lugar en 1213, y el incendio de la iglesia de San Nicolás en 1222. Pero estos enfrentamientos se transformaron la conocida como Guerra de la Navarrería, o Guerra de los Burgos de Pamplona, en 1276.

Los burgos de San Cernin y San Nicolás arrasaron por completo la Navarrería, por tanto, fue una reyerta de los francos y burgueses privilegiados contra los autóctonos. Además, el obispado pretendía extender su dominio a toda la ciudad, frente a la soberanía del rey en los burgos. Todo comenzó cuando en 1274, el barrio de la Navarrería consiguió que el rey Enrique I les permitiera la construcción de murallas y torres defensivas a cambio de 30.000 sanchetes, que eran unas monedas navarras de plata.

Pero tuvo un trasfondo más a nivel de reino que de ciudad. Aquel año de 1274, fallecía Enrique I, y en la sucesión al trono del Reino de Navarra tomaron parte tres potencias vecinas: Francia, Aragón y Castilla. Por derecho de sucesión, Juana sería la legítima heredera al trono por ser hija de Enrique de Champaña y de Blanca de Artois. Pero tenía dos años de edad, por lo que reinaría bajo la tutela de su madre. Juana pasaría el resto de su vida en Francia, no regresando a Navarra desde que Blanca se la llevó a sus señoríos de aquel reino. Desde allí, luchó para que su hija obtuviera el título real navarro.

Ya que el Reino de Navarra dejaría de estar vinculado el entorno español para pasar a la órbita de influencia francesa, Aragón y Castilla trataron de hacerse con el trono.

En el Reino de Castilla, Alfonso X el Sabio también presentó la candidatura de su primogénito, el infante Fernando. Tenía los apoyos del obispado de Pamplona y del rico hombre García de Almoravid. Para afianzarla, en septiembre de 1274, Alfonso X sitió a Viana sin conseguir su rendición. Y volvió ha fracasar en otro intento cuando supo la decisión de las Cortes de Olite.

En el Reino de Aragón, Jaime I el Conquistador presentó la candidatura al trono para su hijo Pedro, si era esa la voluntad de los señores del reino. Este ofrecimiento, se consumó tras negociaciones en las Cortes de Olite, reunidas el 1 de noviembre de 1274, cuya resolución aceptaba a Pedro de Aragón como rey de Navarra en futuro matrimonio con Juana. Los señores prestarían juramento a este pretendiente tan pronto como llegase. Navarra ya tenía el precedente de unión dinástica con Aragón bajo los reinados de Sancho Ramírez, Pedro I y Alfonso I el Batallador unas décadas atrás.

Blanca consiguió el apoyo del concejo de Estella y del rico hombre Juan Sánchez de Monteagudo, junto a la influyente judería, a los que convenció por legitimidad dinástica de Juana, frente al principio electivo de las Cortes de Olite. Aquellos confederados proclamaron de forma unilateral guardar el castillo de Estella para la princesa en diciembre de 1274. Acto seguido, nombró a Pedro Sánchez de Monteagudo como regente del reino para mantener la unidad en defensa de los derechos sucesorios de Juana. La Junta de los infantes de Obanos se sumó a la lucha.

Fue el inicio de una larga estrategia que estaba tramando Blanca de Artois en calidad de regente. A inicios de 1275, se trasladó a París, y allí entregó la regencia de Navarra a su primo Felipe III el Atrevido. Ambos acordaron el matrimonio con el futuro rey francés Felipe IV el Hermoso.

El rey de Francia exigió a los ricos hombres y caballeros navarros cuáles eran las condiciones que debería asumir un gobernador nombrado por él. La respuesta, fechada el 8 de julio de 1275, fue el respeto a los fueros del reino y a los privilegios de los ricos hombres, infanzones y buenas villas y encomiendas.

Sin embargo, el reino estaba dividido: el gobernador Sánchez de Monteagudo tenía preferencia por el aragonés Pedro; otros ricos hombres, como García de Almoravid, se inclinaban por la candidatura castellana de Fernando. Ante este bloqueo, el rey francés reaccionó nombrado nuevo gobernador a Eustaquio de Beaumarchais, quien juró los fueros del Reino en Pamplona y exigió juramentos a los ricos hombres y buenas villas. Este gobernador ganó el apoyo de los infanzones y la enemistad de los ricos hombres, que le acusaron de establecer contrafueros.

La tensión reactivó los enfrentamientos violentos de los barrios de Pamplona debido también a la construcción de murallas y torres defensivas en la Navarrería, en desacuerdo con San Cernin y San Nicolás. La Navarrería recibió el apoyo de los ricos hombres así como del obispo y el cabildo catedralicio. Se estaba fortificando y construyendo máquinas de guerra, encargando su defensa a García de Almoravid.

El conflicto primero fue interno entre los burgos, con escaramuzas, algún enfrentamiento directo y constantes lanzamientos de flechas y piedras desde las torres y murallas que causaron cuantiosos muertos y destrozos. El gobernador Beaumarchis se refugió en los burgos de francos y pidió refuerzos al rey de Francia. El obispo Armingot acudió a Castilla para requerir el apoyo armado del Alfonso X. Además, el exgobernador Sánchez de Monteagudo fue asesinado por un complot encabezado por su enemigo García de Almoravid.

Y este enfrentamiento político-social de una ciudad se convirtió en una guerra militar entre reinos y entre estamentos navarros.

En septiembre de 1276, el ya proclamado rey regente Felipe el Atrevido envió un poderoso ejército que cruzó los Pirineos, sometió a toda Pamplona, saqueó y destruyó del barrio de la Navarrería y ejecutó penas de muerte a muchos resistentes. Los caballeros que la defendía huyeron de noche cuando ya se vieron vencidos. Las tropas castellanas habían llegado algo tarde, se encontraban en el monte El Perdón, a pocos kilómetros al sur de la ciudad. Todo estaba perdido para ellos cuando vieron las columnas de humo.

Así lo relató el cronista y poeta Guillermo Anelier:
"Allí verías abrir y destrozar féretros, y derramar cerebros y despedazar cabezas, y maltratar a damas y doncellas, y robar la corona al santo crucifijo y coger las lámparas de plata, y robar las reliquias, los cálices, las cruces y los altares... Y veríais a la Navarrería tan abatida que en un mes no podríais estar bajo techo, al contrario podríais hacer hierba o sembrar trigo."

La catedral sufrió una amplia destrucción y hasta el sarcófago de Enrique I fue profanado. El obispado sólo pudo pactar con el gobernador francés mediante la cesión de control temporal de la mitad de Pamplona. Además, los rebeldes debían indemnizar los destrozos causados a los barrios de San Cernin y San Nicolás. Años después, el papa de Roma sancionó los castigos impuestos a la sede episcopal pamplonesa.

La Navarrería no fue reconstruida hasta cinco décadas después, en 1324, bajo el reinado de Carlos III el Noble. Un año antes, dictó el Privilegio de la Unión, que unificaba la ciudad, levantó el Ayuntamiento en terreno de extra-barrios y dotó con las mismas leyes a los tres burgos.

navarrería pamplona barrios medievales placa
PLANO DE LOS BURGOS DE PAMPLONA

11/03/2024

Títulos legítimos e ilegítimos de Francisco de Vitoria


El teólogo alavés Francisco de Vitoria se ocupó de la denominada cuestión de los naturales (polémica De Indis) y de cuáles son los derechos de los españoles para ocupar las tierras americanas en las primeras décadas del siglo XVI. En esta línea de pensamiento se inspiraron sus relecciones De indis prior y De indis posterior, en las que Vitoria partió del derecho irrenunciable de los indios a poseer sus tierras, de la legitimidad de sus príncipes naturales y del derecho a gobernarse por sí mismos. Se basaba en el derecho natural, en el derecho de todos los hombres por su propia naturaleza. Ese derecho por origen debe regir el mundo, y una ley del ius gentium debía regir la guerra.

Aceptado este punto de partida, Vitoria procedió primero de forma negativa, eliminando los títulos ilegítimos que consideraba, con los que renegó de los derechos de conquista concedidos a los Reyes Católicos. Después, procedió a la exposición de una doctrina positiva con la enumeración de una serie de títulos legítimos, cuya finalidad era la de justificar la conquista de la Monarquía española en América, y que fueron recogidos en las leyes de conquista durante el reinado de Felipe II.

Francisco Vitoria Salamanca escultura
ESCULTURA DE FRANCISCO DE VITORIA EN SALAMANCA

Al ocuparse de los títulos ilegítimos, Vitoria rechazaba aquellos que eran comúnmente aceptados por los juristas y teólogos de la época:

1. El emperador no es dueño del Mundo, ni por Derecho divino ni humano, por lo que carece de autoridad universal para la concesión de tierras.

2. El papa tampoco es dueño del Mundo: Papa non est dominus mundo; pues carece de autoridad temporal. En todo caso, poseerá cierto poder espiritual en cuanto sea necesario para la recta administración del orden espiritual, pero ello no le da poder temporal ninguno sobre bárbaros e infieles, ya que sobre éstos el poder espiritual es nulo. Así destruyó el motivo fundamental que se había basado para la intervención de España en las Indias.

3. El derecho de invención o descubrimiento, cuya alegación podría ser válida en caso de tierras deshabitadas, no lo es al hallarse los países de América habitados por sus propios dueños.

4. El derecho de compulsión de los indios infieles que se resisten a recibir la fe cristiana. Su negativa a recibir la fe sólo es pecado cuando han tenido oportunidad de conocer ésta; pero si se les enseña y no la aceptan, tampoco esto es motivo para hacerles la guerra, aunque ellos caigan en pecado.

5. Los pecados contra naturaleza de los indios se dice que daban autoridad a los príncipes cristianos para reprimirlos, pero también niega Vitoria este título, pues los pecados no autorizan a intervenir en sociedades infieles donde los cristianos no son reconocidos y donde ya existen gobernantes propios.

6. La elección voluntaria o aceptación de la soberanía española cuando son "requeridos" a ellos. En este punto Vitoria hizo un duro ataque a la práctica del "Requerimiento", señalando que no hay tal voluntariedad en ella, sino coacción provocada por el miedo y la ignorancia.

7. Por último, Vitoria señaló un falso título que hace referencia a aquellos que aseguraban que Dios había realizado una concesión o donación especial a los españoles de aquellos bárbaros entregados a sus abominaciones, como antiguamente hizo y por las mismas razones con los caneos, al entregarlos en manos de los judíos. Se trata de una profecía que atenta contra la ley común y contra las Escrituras y que, además, no está probada por milagro alguno.

EVANGELIZACIÓN DE INDIOS POR ECLESIÁSTICOS ESPAÑOLES

A continuación, Vitoria examinó detenidamente los títulos legítimos por los cuales pudieras los bárbaros venir a sujetarse a los españoles.

1. El derecho de sociedad natural y libre comunicación, al que se ha llamado también derecho de libre paso, instalación y comercio. Según este derecho, los españoles pueden reconocer aquellas provincias y permanecer allí sin que les hagan daño alguno los bárbaros, ni pueden prohibírselo de ningún modo, siempre que los españoles vayan en son de paz. No se les puede impedir el derecho de viajar y a permanecer allí como huéspedes y peregrinos pacíficos, como tampoco puede negárseles el derecho a comerciar importando mercancías de que los indios carecían y exportando otras de que carecíamos (oro, plata, etc.). Ni los caciques indios a sus súbditos ni los soberanos españoles a los suyos pueden prohibirles comerciar entre sí, como tampoco puede nadie privar a los españoles de apoderarse de las cosas sin dueño (res nullius) de la tierra o del mar. La negativa persistente en los indios a que los españoles ejerciten estos derechos les concede licencia para hacerlo por la fuerza, si fuese necesario, ocupando sus tierras y acometiéndolos cuando la propia seguridad lo requiriese.

2. El derecho de evangelizar y la obligación derivada del mismo de proteger y tutelar a los indios para la defensa de la fe, de acuerdo con la condición de los españoles.

3. El derecho a la intervención en defensa de los convertidos, sobre todo su hay peligro de que sus príncipes intenten volverlos a la idolatría, y la única forma de evitarlo es declararles la guerra. Es un título nacido de la amistad y sociedad humanas.

4. El derecho del poder indirecto del papa para deponer a los caciques indios y sustituirlos en el gobierno por príncipes cristianos, al objeto de preservar la fe de aquellas tribus que se habían convertido al Cristianismo. Los españoles operarían así en cuanto mandatarios del papa; ello sería una secuela temporal de su poder espiritual.

5. El derecho a la intervención humanitaria en defensa de los inocentes y evitar sacrificios humanos. En este caso, Vitoria admitió que los bárbaros pueden ser castigados por sus pecados naturales, e incluso puede hacérseles la guerra, pero siempre como defensa de la vida de su integridad.

6. El derecho a regir y gobernar a los indios por elección voluntaria de ellos debidamente garantizada, en bien de una mejor administración.

7. El derecho a intervenir en su gobierno por amistad y alianza con un príncipe bárbaro que lucha legítimamente contra otro, como ocurrió en la lucha entre los tlascaltecas y mexicanos, donde aquellos pidieron ayuda a los españoles. Si por derecho de guerra les corresponde algo a los aliados en tal pugna, entre ellos debe ser decidido por acuerdo mutuo.

8. Existe un derecho probable, que Vitoria no consideró como absolutamente seguro, de tutela o mandato colonizador sobre los pueblos "amentes", o retrasados, en virtud de su incapacidad de administración y gobierno.

EVANGELIZACIÓN DE INDIOS POR ECLESIÁSTICOS ESPAÑOLES

Los historiadores no han dado la misma importancia a todos estos títulos; muchos de ellos no hacen sino introducir de forma subrepticia algunos de los que habían sido desechados anteriormente como ilegítimos. Sin embargo, sólo por el primero de estos títulos, el de sociedad natural y libre comunicación, merece Vitoria el renombre internacional adquirido por su genial aportación, al introducir criterios de racionalidad natural por primera vez en los asuntos de la convivencia internacional, poniendo así las bases de un futuro Derecho internacional.

07/03/2024

Blanca de Champaña


Teobaldo I el Trovador fue el primer rey de Navarra de la dinastía de Champaña, entre los años 1234 y 1253, y conde de Champaña y Brie entre 1201-1253.

En 1222, se casó en segundas nupcias con Inés de Beaujeu, hija de Guicardo IV, señor de Beaujeu, con quien tuvo una hija: Blanca de Champaña. Esta casó con Juan I, duque de Bretaña, conocido como Jean le Roux (Juan el Rojo), cuyo matrimonio tuvo a Juan II, nacido en Provins, en 1239.

Durante su reinado navarro, Teobaldo I había casado por tercera vez con Margarita de Borbón, con la que tuvo seis hijos, siendo el primogénito Teobaldo II de Navarra. El segundo de los Teobaldos navarros reinó durante los años 1253 y 1270, además de mantener el título condal como Teobaldo IV de Champaña. Había casado con Isabel de Francia en 1255.

BLANCA DE NAVARRA Y ESCUDO DE NAVARRA-CHAMPAÑA

Tras la muerte de Teobaldo I, ocurrió un enfrentamiento entre ambos hermanastros. Teobaldo II y Blanca lucharon por los derechos sucesorios al trono navarro. Teobaldo había prometido a Blanca la sucesión al reino a condición de que tuviera un hijo varón, que a su vez pudiera heredarla a ella. Como Blanca tuvo un hijo varón, Juan, según la voluntad real, debía ser la heredera. Y en efecto, reclamó la corona, pero no tenía partidarios dentro de Navarra. Además, en el reino se mantenía Margarita de Borbón, la tercera esposa de Teobaldo I.

Margarita vindicaba la sucesión al trono de su hijo Teobaldo, que tenía catorce años a la muerte de su padre. Se había convertido de forma automática en el duque Teobaldo IV de Champaña, ya que Blanca, en Francia, no tenía derecho a suceder a su padre en el título a pesar de ser hija mayor.

Cuando Blanca de Navarra y Juan de Bretaña fueron a pedir el apoyo del rey Luis IX de Francia para sus aspiraciones sobre el reino, casi tenían perdida la partida. La jugada decisiva fue la de los ricos hombres navarros, que en poco más de cuatro meses se confabularon por Teobaldo, consultaron con Margarita, analizaron el ambiente diplomático francés, trajeron al joven Teobaldo, le hicieron jurar los fueros y le alzaron sobre el escudo en noviembre de 1254.

Pocos días después Margarita marchó a sus estados de Champaña y a París a negociar la solución de las pretensiones de Blanca. El patrocinio de Luis fue decisivo a este último efecto, y Blanca se contentó con una sustanciosa indemnización. De momento, Luis IX entró como jugador en el equilibrio de poder en el Reino de Navarra.

BLANCA DE NAVARRA Y REYES DE NAVARRA-CHAMPAÑA

02/03/2024

Escultura de Manuel Iradier en Vitoria-Gasteiz


El Monumento a Manuel Iradier está situado en el parque de La Florida de la capital vasca Vitoria-Gasteiz. Fue realizado por Lorenzo Ascasibar, en agosto de 1956. Ese mismo año, el ayuntamiento también le adjudicó una calle.

La estatua refleja a Iradier portando uniforme de explorador con algunas prendas significativas: botas altas, gorro en la cabeza, cantimplora en la cintura y lanza en la mano derecha.

Sobre el pedestal del conjunto escultórico está grabada la inscripción:
VITORIA
A SU PRECLARO HIJO
MANUEL IRADIER Y BULFY
1854-1911
ADELANTADO EXPLORADOR DEL AFRICA CENTRAL

¡VIVA EL MUNI POR ESPAÑA!

Lorenzo Ascasibar Arana es un escultor figurativo guipuzcoano. Entre algunas de sus obras se encuentran una escultura en honor a Bizente Goikoetxea, en Aramaio; el monumento al músico Jesús Guridi, en Vitoria; el retrato del beato Francisco Garate en la Universidad de Deusto, en Bilbao; el monolito en el cementerio católico de Saint Raymond, en Nueva York, dedicado al presidente J.F. Kenndy; y el monumento a Cristóbal Colón en Stamford.



Manuel Iradier y Bulfi fue un explorador y científico cuya gran obra fue la realización de varias investigaciones etnográficas, geográficas, botánicas y lingüísticas en África. Sus datos fueron publicados por la Sociedad de Africanistas y Colonistas de Madrid y por la Sociedad Geográfica de Madrid.

Gracias a las tres exploraciones de Iradier, el Tratado de Berlín de 1885 asignó a España 300.000 kilómetros cuadrados. El acuerdo con Francia de 1901 los redujo a una docena, 25.000 kilómetros cuadrados y 130.000 habitantes. Y, finalmente, una extensión de 14.000 kilómetros cuadrados de territorio, y 327 pueblos con unos 50.000 habitantes, proporcionaban a España el dominio colonial denominado como Guinea Española. Este territorio permaneció bajo la soberanía nacional hasta 1968, año en el que obtuvo su independencia y pasó a denominarse Guinea Ecuatorial.

Los relatos de Iradier se publicaron en dos tomos al poco tiempo de llegar a Vitoria de su última expedición bajo el título África. Viajes y trabajos de la Asociación La Exploradora.