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PATRIOTAS VASCONGADOS Y NAVARROS
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TERRITORIO
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ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL
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29/01/2019
23/01/2019
Exposición Blas de Lezo y la Guerra del Asiento
La Exposición Blas de Lezo y la Guerra del Asiento fue organizada en el Palacio Infante don Luis de la madrileña localidad de Boadilla del Monte, con la colaboración de la Fundación Blas de Lezo, durante los días 21 de marzo y 21 de abril del año 2018.
CARTEL DE LA EXPOSICIÓN |
PALACIO DEL INFANTE DON LUIS EN BOADILLA DEL MONTE |
LA
EXTENSIÓN DEL IMPERIO ESPAÑOL
El
Imperio español alcanzó los 20 millones de kilómetros cuadrados a finales del
siglo VIII, aunque su máxima expansión se produjo entre los años 1580 y 1640,
durante los reinados de Felipe II, Felipe III y Felipe IV, periodo en el que
tuvo lugar la Unión Ibérica o unificación bajo la Corona española de los
imperios español y portugués, sobrepasando los 30 millones de kilómetros
cuadrados, lo que suponía más de un 20% de la superficie terrestre.
Durante
el siglo XVI y el siglo XVII, funcionó una estructura territorial propia,
virreinal y no colonial. Este sistema, muy diferente al de otros imperios
europeos, estaba basado en la consideración de los territorios de ultramar como
extensiones de la metrópoli, y por tanto iguales en derechos a los de la
península.
El
español fue el primer imperio de alcance mundial o global al abarcar grandes
extensiones de territorio que no se comunicaban por tierra en todos los
continentes, a diferencia de otros grandes imperios anteriores como el romano o
el mongol.
La
península ibérica, según diferentes fuentes de la época, en 1942 ascendía a
unos 6 millones de habitantes. Según el vecindario de Campoflorido, entre 1712
y 1717, se estimaba que la población era de unas 7.500.000 personas.
Años
más tarde, según el censo del catastro del marqués de la Ensenada, la población
estimada era de 9.400.000 habitantes en 1752.
Tomando
como patrón los datos de Campoflorido se puede deducir que la población
masculina entre los 15 y los 40 años a principios del siglo XVIII rondaba las
2.000.000 personas. ¿Cómo
pudo España controlar el 20% de la superficie terrestre con tan poca población?
MAPA EXTENSIÓN GEOGRÁFICA DEL IMPERIO ESPAÑOL
ESCUDO DE ARMAS DE LA REAL ARMADA ESPAÑOLA |
LA BATALLA DE VÉLEZ-MÁLAGA
El
24 de agosto de 1704, se produjo uno de los enfrentamientos navales más
numerosos de Europa, y en un momento de cambios tecnológicos a tener en cuenta.
No sólo la táctica de enfrentarse en línea era reciente, con la necesidad de
navíos que puedan aguantar dicho bombardeo, sino que se generó una sofisticación
de la guerra en múltiples campos.
Simbólica
son las ordenanzas del mismo año en el que se imponía el uso de fusiles y
bayonetas, y se abandonaban los mosquetes y picas que dominaron los campos de
batalla durante siglos.
El
porte de algunas de las naves era impresionante, especialmente una de las
capitanas francesas, el Soleil Royal,
artillada con más de 130 piezas.
Las
dos escuadras, franco-española y anglo-holandesa, estuvieron prácticamente a lo
largo de todo el día desatando fuego e ira. Finalmente, habían pasado
prácticamente todas las horas de luz de un largo día de verano andaluz y ni un
solo buque se hundió o fue capturado, pero ambas armadas apenas estaban en
condiciones de navegar y los heridos de ambos bandos eran bastante numerosos.
Tanto
los franceses como los británicos estuvieron dos días decidiendo qué hacer, finalmente
la decisión fue la de no seguir participando en la batalla. Prácticamente no
podían. Les faltaba buena parte de los marinos y los hombres de armas. También
las ganas. Ambas flotas decidieron volver a puerto con lo que les quedaba.
Los
franceses volvieron a Toulon cantando victoria. La realidad sin embargo fue
otra. Y es que la flota francesa, al resistir a Toulon, convirtieron lo que
había sido un punto muerto táctico en una victoria estratégica anglo-holandesa,
especialmente por una sola cuestión.
Gibraltar no fue reconquistado.
Gibraltar no fue reconquistado.
LE FOUDROUYANT
COMBATE DEL NAVÍO PRINCESA
APRESAMIENTO DEL STAMHOPE
DIBUJO DE FRAGATA DEL SIGLO XVIII |
JOSÉ PATIÑO
José
Patiño y Rosales sabía que si impulsaba la recién formada Marina Española,
necesitaba crear un centro para la instrucción de los futuros oficiales. Hasta
entonces, procedían del Colegio de pilotos de San Telmo en Sevilla o de los cadetes
de galeras de Cartagena, incluso de escuelas navales extranjeras como las de
Francia.
RETRATO DE JOSÉ PATIÑO
ANTONIO GAZTAÑETA
En
1718, el oficial y arquitecto naval Antonio Gaztañeta luchó y perdió la flota
que había construido en el Cabo Pessaro. En 1719, había sólo 26 navíos de línea
en un estado bastante lamentable, insuficiente para defender el imperio
geográfico más grande del mundo.
En
1720, Gaztañeta preparó proyectos para un navío de línea de 60 cañones. El
énfasis estaba en la velocidad, la maniobrabilidad y artillería juntos.
Consiguió alargar y rebajar el diseño tradicional, en particular en la primera
cubierta de cañones. Ellos no fueron construidos para batallas tradicionales
raudas, sino más bien para aquellas necesidades de España: la protección de
convoyes, envío de información y la patrulla o exploración. Ellos fueron
ligeramente armados, comparándolos a los navíos franceses o británicos. De
todos modos, las rutas españolas de comercio estuvieron siempre abiertas y normalmente
bien protegidas, lo que constituyó un éxito en los planes de España, que no
buscaba el dominio del mar, sino su conserva de sus colonias ultramarinas. Los
navíos construidos por el sistema Gaztañeta causó gran admiración a los
ingleses, que incluso en publicaciones actuales lo consideran uno de los más
interesantes proyectos navales de la Europa moderna. Este sistema fue el último
sistema genuino, exclusivamente español y en algunos aspectos de los
construcción naval, como alargamiento dela eslora, fue un auténtico precursor
de su tiempo.
RETRATO DE ANTONIO GAZTAÑETA
JORGE
JUAN
Jorge
Juan fue jefe de desarrollo naval de 1736-54. Principalmente se recuerda por
importar el talento de Gran Bretaña, después de una visita allí en 1749. Elegir
Inglaterra fue debido a la seriedad en los métodos de construcción, unido a los
éxitos de sus navíos en las batallas.
El
navío español de la época era más grande que uno equivalente británico y
resulta paradójico comprobar que mientras Jorge Juan estudiaba al detalle a los
ingleses, estos, a la vista del Princesa, desarrollaron un tipo de navío
mejorado bajo la inspiración de los gálibos del Princesa del sistema Gaztañeta.
RETRATOS DE JORGE JUAN, JOSÉ DE MAZARREDO, ANTONIO GAZTAÑETA Y JOSE PATIÑO
JOSÉ DE MAZARREDO
El
mayor éxito como mayor general lo obtuvo José de Mazarredo al año siguiente en
la escuadra de Luis de Córdova, reforzada con 6 navíos franceses: por una
atrevida maniobra, que todos consideraban temeraria, se aprestó el día 9 de
agosto a la altura de las islas Azores, un importante convoy británico de 53
velas, con mercancías y víveres para su ejército en la lucha contra los independentistas
norteamericanos. Esto cargamento de 80.000 mosquetes y cañones, y más de un millón
de libras esterlinas en oro y plata, permitiría a los ingleses triplicar el
número de su ejército, pasando de una relación de tropas de 1 a 1 entre
independentistas e ingleses a una proporción de 3 a 1 a favor de Inglaterra, lo
que sería un hecho decisivo en la guerra.
Dio
un gran impulso a la enseñanza con ocasión de ejercer las funciones de capitán
de las tres Compañías de Guardiamarinas, las de Ferrol, Cádiz y Cartagena. En
1789, fue ascendido a teniente general y estuvo algún tiempo en Madrid,
dedicado a la redacción de las Ordenanzas, auxiliado por su inseparable
ayudante el capitán de navío Escaño.
RETRATO DE JOSÉ DE MAZARREDO
Aparte de la posesión de Gibraltar y Menorca, Gran Bretaña había obtenido el denominado "asiento de negros" (licencia de vender esclavos negros en la América hispana) durante treinta años y la concesión del "navío de permiso" (que permitía el comercio directo de Gran Bretaña con la América española por el volumen de mercancías que pudiese transportar un barco de quinientas toneladas de capacidad, cantidad ampliada a mil toneladas en 1716), rompiendo así el monopolio para el comercio de la América española, restringido con anterioridad por la Corona a comerciantes provenientes de la España metropolitana.
Ambos acuerdo comerciales estaban en manos de la Compañía de los Mares del Sur. El comercio directo de Gran Bretaña con la América española sería una fuente constante de roces entre ambas monarquías.
Aparte de ello, existían otros motivos de conflicto: problemas fronterizos en América del Norte entre Florida (española) y Georgia (británica), reclamación constante de retrocesión de Gibraltar y Menorca por parte de España, el deseo británico de dominar los mares, algo difícil de conseguir ante la recuperación de la marina española y la rivalidad consiguiente entre Gran Bretaña y España, lo que ya había ocasionado previamente una corta guerra entre ambos países en 1719 en la que llegó a darse un fallido intento español de invadir Inglaterra.
En el terreno comercial era donde los roces produjeron un incesante crecimiento de la tensión. España mantenía el monopolio comercial con sus colonias en América, con la única salvedad de las concesiones hechas a Gran Bretaña, relativas al navío de permiso y el comercio de esclavos.
Bajo las condiciones del Tratado de Sevilla (1729), los británicos habían acordado no comerciar con las colonias de la América española (aparte del navío de permiso), para lo cual acordaron permitir, a fin de verificar el cumplimiento del tratado, que navíos españoles interceptaran a los navíos británicos en aguas españolas para comprobar su carga, lo que se conoció como "derecho de visita".
Las dificultades de abastecimiento de la América española propiciaron el surgimiento de un intenso comercio de contrabando en manos de holandeses y fundamentalmente británicos.
Ante tales hechos, la vigilancia española se incrementó, al tiempo que se fortificaron los puertos y se mejoraba el sistema de convoyes que servía de protección a la valiosa flota del tesoro que llegaba de América.
De acuerdo con el "derecho de visita", los navíos españoles podrían interceptar cualquier barco británico y confiscar sus mercancías, ya que, a excepción del "navío de permiso", todas las mercancías con destino a la América española eran, por definición, contrabando.
De esta forma, no sólo navíos reales, sino otros navíos españoles en manos privadas, podían abandonar los navíos británicos y confiscar sus mercancías. Esas actividades de particulares eran calificadas de piratería por el Gobierno de Londres.
Aparte del contrabando, según habiendo barcos británicos dedicados a la piraterías. Buena parte del continuo hostigamiento de la Flota de Indias recaía sobre la tradicional acción de corsarios ingleses en el mar Caribe, que se remontaba a los tiempos de John Hawkins y Francis Drake.
En cualquier caso, es de notar que para entonces los abordajes españoles con éxito seguían siendo más frecuentes que los británicos.
Entre 1727 y 1732, transcurrió un periodo especialmente tenso en las relaciones bilaterales, al que siguió un periodo de distensión entre 1732 y 1737, gracias a los esfuerzos en tal sentido del primer ministro británico sir Robert Walpole y del Ministerio de Marina español de José Patiño, a lo que se unió la colaboración entre ambos países en la Guerra de Sucesión de Polonia.
No obstante, los problemas siguieron sin resolverse, con el consiguiente incremento de la irritación en la opinión pública británica.
La oposición a Walpole aprovechó este hecho para acosar a Walpole, comenzando una campaña a favor de la guerra. En esta situación se produjo la comparecencia de Robert Jenkins ante la Cámara de los Comunes en 1738.
La oposición parlamentaria y posteriormente la opinión pública sancionaron los incidentes como una ofensa al honor nacional.
La denominación empleada por la historiografía inglesa (War of Jenkin´s Ear) se debe al apresamiento frente a las costas de Florida por el guardacostas español La Isabela del navío contrabandista inglés Rebecca, capitaneado por el pirata Robert Jenkins, en 1731.
Según el testimonio de Jenkins, que compareció ante la Cámara de los Comunes en 1738, como parte de una campaña belicista por parte de la oposición parlamentaria en contra del primer ministro Walpole, el capitán español Juan León Fandiño, que apresó la nave, ató a Jenkins al mástil de su propio barco y de un certero tajo con su espada le cortó una oreja al tiempo que le decía (según el testimonio inglés): "Ve y di a tu rey que lo mismo le haré su a lo mismo se atreve." Luego lo dejó marchar, después de desarmar y saquear su barco.
En su comparecencia, Jenkins denunció el caso con la oreja en un frasco y al considerar la frase de Fandiño como un insulto al monarca británico, la oposición forzó al Gobierno a pedir una indemnización de 95.000 libras, a lo que España se negó. Walpole se vio obligado a declarar la guerra a España el 23 de octubre de 1739.
La conclusión de la Guerra de Sucesión española, con el Tratado de Utrecht, no había supuesto únicamente el desmembramiento del patrimonio de la Monarquía hispánica en Europa. Inglaterra, ya Gran Bretaña, aparte de haber evitado la creación de una potencia hegemónica en el continente europeo, había conseguido algunas concesiones comerciales en el Imperio español en América.
Incapaz de hacer frente a la presión general, Walpole cedió aprobando el envío de tropas a América y de una escuadra a Gibraltar al mando del almirante Haddock, lo que causó una reacción inmediata por parte española.
Walpole trató entonces de llegar a un entendimiento con España por el que ambas naciones se comprometían a evitar la guerra y a pagarse compensaciones mutuas, además de acordarse un nuevo tratado futuro que ayudase a resolver otras diferencias acerca de los límites territoriales en América y los derechos comerciales de ambos países.
Sin embargo, el Convenio fue rechazado por después en el Parlamento británico, contando también con la decidida oposición de la Compañía de los Mares del Sur.
Estando así las cosas, el rey Felipe V exigió el pago de las compensaciones acordadas por parte británica antes de hacerlo España.
En ambos lados las posiciones se endurecieron, incrementándose los preparativos para la guerra.
Finalmente, Walpole cedió a las presiones parlamentarias y populares, aprobando el inicio de la guerra. Al mismo tiempo, el embajador británico en España solicitó la anulación del "derecho de visita". Lejos de plegarse a la presión británica, Felipe V suprimió el "derecho de asiento" y el "navío de permiso", y retuvo todos los barcos británicos que se encontraban en puertos españoles, tanto en la metrópoli como en las colonias americanas.
Ante tales hechos, el Gobierno británico retiró a su embajador de Madrid y declaró formalmente la guerra a España el 19 de octubre de 1739.
Ante tales hechos, el Gobierno británico retiró a su embajador de Madrid y declaró formalmente la guerra a España el 19 de octubre de 1739.
LA GUERRA DEL ASIENTO
La Guerra del Asiento fue un conflicto bélico desarrollado entre 1739 y 1748, en el que se enfrentaron las flotas y tropas del Reino de Gran Bretaña y del Reino de España, principalmente en el mar Caribe.
Por el volumen de los medios utilizados por ambas partes, por la enormidad del escenario geográfico en el que se desarrolló y por la magnitud de los planes estratégicos de España e Inglaterra, este conflicto puede considerarse como una verdadera guerra moderna.
La acción más significativa de la guerra fue el Sitio de Cartagena de Indias de 1741, en el que fue derrotada una flota británica de 135 naves y casi 27.000 hombres a manos de una guarnición española compuesta por unos 3.500 hombres y 6 navíos de línea.
Durante la contienda, dada la enorme superioridad numérica y de medios que utilizó Gran Bretaña contra España resultó decisiva la extraordinaria eficacia de los servicios de inteligencia españoles, que consiguieron infiltrar agentes en la Corte londinense y en el cuartel general del almirante Vernon.
El plan general británico, así como el proyecto táctico de la toma de Cartagena de Indias, fueron conocidas de antemano por la Corte española y por los mandos virreinales con tiempo suficiente para reaccionar y adelantarse a los británicos.
Es conocida también como Guerra de la Oreja de Jenkins.
RETRATO DE BLAS DE LEZO
RETRATO DE LAWENCE WASHINGTON
RETRATO DE VICTOR MARIE D´ESTREES
FUERZAS
ESPAÑOLAS EN ULTRAMAR
En
el inicio de la Guerra del Asiento, la Real Armada española disponía de apenas
34 navíos de línea frente a los nada menos que 103 navíos de la Royal Navy
británica. Así que debía confiar más en la calidad que en la cantidad de sus
naves y mandos.
Sobre
las armas, el fusil de ordenanza de las tropas españolas en esta época era el
Modelo 1724, de la Ordenanza de Marcos de Aracil, con llave de chispa "española"
o "de patilla", de ánima lisa, 18 mm de calibre, baqueta de madera (la de metal
aparece a mediados del siglo XVIII), unos 4,5 kgs de peso y 1,50 ms de longitud
que con la bayoneta calada alcazaba el 1,90 ms.
Un
soldado entrenado podía hacer tres o cuatro disparos por minuto de media,
aunque un miliciano sin el mismo nivel de entrenamiento apenas podía hacer uno
o dos disparos en ese tiempo, lo cual marcaba una gran diferencia entre ambos
tipos de cambatientes.
Tenía
un alcance máximo de unos 200 ms, pero el fuego colectivo dejaba de ser eficaz
a partir de los cien metros, y tenía precisión para el tiro individual hasta los
500 ms de alcance.
El
fusil británico Brown Bees de la época era muy similar en todas sus
características, con la escasa diferencia de su llave de chispa era de tipo
francesa.
La
artillería de la época lanzaba bolas macizas de hierro hasta los 3 kms de
alcance máximo, pero dejaba de tener precisión a partir de los 1.500 ms y para
tiro sobre blancos concretos la distancia máxima eran 700 ms, y a menos de 300
ms se utilizaban botes de balines que acribillaban todo a su paso.
En fuego naval se utilizaban palanquetas para destrozar mástiles y velas hasta los 400 ms y las "balas rojas" calentadas en hornillos para provocar incendios junto a otros tipos de proyectiles, pero ésas eran las distancias a las que se hacían los combates.
En fuego naval se utilizaban palanquetas para destrozar mástiles y velas hasta los 400 ms y las "balas rojas" calentadas en hornillos para provocar incendios junto a otros tipos de proyectiles, pero ésas eran las distancias a las que se hacían los combates.
1. ARTILLERO DEL BATALLÓN FIJO CARTAGENA DE INDIAS
2. FUSILERO DE INFANTERÍA DE MARINA
3. MARINERO DE LA ESCUADRA DE BLAS DE LEZO
4. OFICIAL DEL REGIMIENTO DE ARAGÓN
5. TAMBOR DE GRANADEROS DEL REGIMIENTO ESPAÑA
FUERZAS ESPAÑOLAS EN CARTAGENA DE INDIAS EN 1741
Los tipos de fuerzas que se encontraban dispuestas en esta campaña eran las compañías de milicias locales de blancos, pardos y morenos, normalmente sin uniformes salvo en regiones especialmente expuestas donde estaban más militarizadas y actuaban como guarnición.
Como fuerzas regulares estaban los regimientos "fijos" como guarnición de soldados profesionales del Virreinato, que vestían uniforme azul con cuello, bocamangas y vueltas rojas; y las tropas de línea del Real Ejército de la Corona española que vestían de blanco con cuello, bocamangas y vueltas del color de cada regimiento enviados desde España ante cualquier amenaza a cualquier parte del mundo. La artillería vestía de azul marino.
Aparte de ellos, las tropas de la Infantería de Marina adscritas a los barcos para operaciones en tierra, vestían su uniforme azul con cuello, bocamangas y vueltas rojas pero en clima tropical solían vestir una casaca de lienzo amarillenta.
Todos llevaban polainas de lona blanca y se cubrían con sombrero de tres picos con la escarapela roja símbolo de la Corona española, salvo los granaderos de cada regimiento, que como tropa de élite llevaban altos gorros de pelo.
Junto a ellos podían aparecer fuerzas indígenas, como sucedió en este caso, vistiendo su ropa tradicional y empuñando lanzas, arcos y flechas.
La Real Armada española debía proteger el tráfico comercial por rutas que recorrían buen parte del mundo. Sus oficiales se prepararon en la Real Academia de Guardiamarinas de Cádiz desde 1717.
La organización de la Real Armada de la Corona española se regía en este momento por la Real Orden de 6 de junio de 1717, que aprobó las Ordenanzas de la Armada (Ordenanzas de Patiño), sustituyendo a las anteriores de 1633 y apareciendo la Real Armada de la Ilustración.
Las Ordenanzas de la Armada del Infante Almirante de 1737 crearon el Almirantazgo español y la Junta del Almirantazgo.
Las Ordenanzas de la Armada del Infante Almirante de 1737 crearon el Almirantazgo español y la Junta del Almirantazgo.
UNIFORMES DE FUSILERO DE INFANTERÍA DE MARINA
Y OFICIAL DEL REGIMIENTO
EL NAVÍO GALICIA
El
barco Galicia fue el primer navío de la Real Marina del siglo XVIII. Estaba dotado
con 70 cañones, fue construido en el arsenal de La Granja por el constructor
Lorenzo de Arzueta, botado el 28 de julio de 1729 y entregado a la Armada el 26
de abril de 1730. El navío León fue el segundo.
En
octubre de 1731, el Galicia formó parte de la escuadra de Esteban Mari, marqués
de Mari, que escoltó al ejército a Liorna. A su regreso a Barcelona, zarpó
rumbo al puerto de Alicante para unirse a la escuadra que se estaba alistando
para la recuperación de Orán. Durante la travesía tuvo un encuentro con varios
corsarios berberiscos frente a Peñíscola. El 18 de junio zarpó rumbo a Orán con
la escuadra de Francisco Javier Cornejo.
En
1733, se incorporó a la escuadra del mando de Miguel de Sada y Antillón, conde
de Clavijo, con la que dio escolta a varios convoyes para llevar tropas a
Italia durante la campaña de Nápoles y Sicilia. A primeros de 1734, entró en el
arsenal de La Carraca para ser reparado, estando de nuevo alistado en febrero.
Acabada la campaña italiana, en abril de 1737, se encontraba en El Ferrol.
El
16 de octubre de 1739, zarpó de El Ferrol al mando del capitán de fragata Juan
Jordán, acompañado por el navío San Carlos. Después de una estancia en Puerto
Rico, llegaron a Cartagena de Indias en abril de 1740, donde ambos navíos se
incorporaron a la escuadra que mandaba Blas de Lezo, quedando el Galicia como
buque insignia del marino guipuzcoano. A su llegada a Cartagena había desembarcado
al nuevo virrey, el navarro Sebastián de Eslaba, teniente general del Ejército.
En
marzo de 1741, la escuadra británica de Edward Vernon atacaba la plaza
cartagenera. Blas de Lezo ordenó hundir a su navío para evitar el paso de los
buques británicos hacia la bahía interior que daba al puerto y la ciudad. Pero
estos consiguieron capturarlo con el objetivo de utilizarlo para el bombardeo.
El 28 de abril, pocos días antes de la retirada, los británicos los hundían al
considerarlo inútil para el servicio.
MAQUETA DEL NAVÍO GALICIA |
CASTILLO DE GRANDE DE SANTA CRUZ
MAQUETA DEL CASTILLO SAN LUIS DE BOCACHICA,
POR VICTOR SANZ-YRAZU Y HERMÓGENES SAINZ
CASTILLO DE SAN LUIS DE BOCACHICA
El
castillo de San Luis fue llamado asé en honor al gobernador, Luis Fernández de
Córdoba, el cual ordenó al ingeniero Juan de Somodevilla que levantara los
planos. Era de planta rectangular con cuatro baluartes y fosos húmedos
atravesados por un puente. Los arcos, columnas y pilastras, del bajo
renacimiento, de bella línea, con doble claustro.
Las
naves estaban ocupadas por la Casa del Castellano, alojamiento de tropa,
almacenes, capilla, aljibes, etc.
Para
su contribución se llamó al ingeniero Juan Bautista Antonelli. Este trabajó en
las obras del castillo de San Luis desde 1646 hasta 1649, fecha en la que
falleció. Se conserva un plano del castillo fechado en 1661, casi ya
finalizado, realizado por el maestro mayor Pablo Mejía.
En
1697, el castillo de San Luis quedó destruido tras el ataque del pirata francés
Pointís. En 1728, el ingeniero Juan de Herrera y Sotomayor inició su
reconstrucción, y reforzó la cortina este, donde estaba la puerta principal. En
1741, fecha del tercer ataque el almirante Vernon, las obras no habían
terminado aún. En esa época su castellano era el coronel de ingenieros Carlos
Suillars de Desnaux.
Para
reforzar los fuegos del castillo de San Luis en dirección al mar, el ingeniero
Herrera completó las defensas del mismo con la construcción de 3 baterías en la
isla de Terra Bomba: Santiago, San Felipe y Chamba.
Tanto
el castillo de San Luis como las baterías citadas fueron destruidas por el
ataque de Vernon en 1741. No obstante, protagonizaron una resistencia que duró
17 días (del 20 de marzo al 5 de abril), al mando del coronel de ingenieros
Carlos Suillars de Desnaux, que minó la moral de victoria de los sitiadores.
MAQUETA
DEL CASTILLO SAN LUIS DE BOCACHICA,
POR VICTOR SANZ-YRAZU Y HERMÓGENES SAINZ
CASTILLO DE SAN FELIPE DE BARAJAS
La construcción de San Felipe de Barajas se ordenó por Real Cédula del 20 de septiembre de 1647, y hasta el 12 de octubre de 1657 no se terminó la primera parte del castillo, diseñada por el ingeniero holandés Ricardo Carr.
El
entonces gobernador de la ciudad de Cartagena, Francisco de Murga, fue el
responsable de adquirir los fondos necesarios para la edificación del castillo. Debido a la lento tramite, el proyecto no se realizó durante la
gobernación de Pedro Zapata de Mendoza, que denominó el castillo en honor al
rey Felipe IV y de sus mayores, los condes de Barajas.
La
primera construcción se trataba de un bonete triangular en la cima del cerro
con 4 garitas, aljibe, almacén y alojamiento para 25 soldados y 4 artilleros,
con 8 cañones.
El
castillejo no estuvo exento del ataque enemigo, por lo que en 1697 cayó rendido
durante la toma comandada por el alto oficial de la Marina francesa, Jean
Bernard Desjeans.
Los
estragos causados por dicho ataque fueron reparados por Juan de Herrera y
Sotomayor, quien reforzó la fortaleza sin apartarse de su diseño inicial.
El
refuerzo se puso a prueba durante el ataque perpetrado en 1471 por los
ingleses, al mando del general naval Edward Vernon. San Felipe cumplió su
cometido y logró repeler el intento de toma enemiga.
En
1762, el ingeniero militar Antonio de Arévalo diseñó e inició la ampliación del
Castillo San Felipe de Barajas, el cual fue reforzado con baterías colaterales
que daban el aspecto actual a esta construcción colonial sin parangón en
América.
MAQUETA DEL CASTILLO SAN FELIPE Y DEL COMBATE
BATERÍAS
DEL CASTILLO DE SAN FELIPE DE BARAJAS
Batería
de San Lorenzo
Situada
en el sector sur del castillo, protegía con 5 cañones el acceso por el
playón de San Lázaro y la ciénaga del Cocal, fue realizada inicialmente en
fajina hacia 1739 por el ingeniero Juan de Herrera y Sotomayor. Antonio
de Arévalo la reconstruyó de manera definitiva entre 1762 y 1769, añadiéndole 3 aljibes con capacidad para 72.000 raciones de agua cada uno.
Batería
de Santa Bárbara
Construida
hacia 1762 en el sector noreste, podía batir el Cerro de la Popa con sus 7
cañones.
Batería
de La Redención
Situada
entre las baterías de la Cruz y Santa Bárbara, defendía el acceso desde el
Cabrero con 11 cañones. Fue construida entre 1762 y 1769.
Batería
del Hornabeque
Hermanada
con la batería de la Cruz, reformaba con 6 cañones el sector norte del
castillo de San Felipe. Inicialmente construida en fajina hacia 1739 por Juan
de Herrera y Sotomayor, fue una de las últimas baterías terminadas por Antonio
de Arévalo entre 1762 y 1769.
Batería
de San Carlos y Los Apóstoles
Situada
en el sector norte, se comunica con el castillo por debajo del Hornabeque y
está dominada por los fuegos del castillo y de la batería de la Redención. Su
construcción se realizó entre 1762 y 1769, y tuvo la mayor potencia de fuego
con 13 cañones.
Batería
de La Cruz
LA BATALLA DE CARTAGENA DE INDIAS DE 1741
El
día 13 de marzo de 1741, neogranadinos residentes en Cartagena de Indias divisaron
en el horizonte 135 velas, de las cuales 36 eran navíos de línea y el resto de
transporte.
En
marzo y mayo de anterior, Vernon había bombardeado esta ciudad. Ahora, al mando
de Blas de Lezo, se habían reforzado los baluartes y baterías, así como la
mejorado la eficacia de su artillería.
Cuando
el virrey de la Nueva Granada, Sebastián de Eslava, tuvo conocimientos de la
venida de Vernon para conquistar Cartagena, decidió tomar personalmente el
mando de la defensa. Blas de Lezo, jefe del apostadero, quedó como su inmediato
subordinado.
Eslava
montó, en principio, un fuerte de mar en el cual, a las órdenes de Blas de
Lezo, se integraban todos los fuertes y castillos de la costa inmediata a
Bocachica, paso escogido finalmente por el enemigo para forzar la entrada en la
bahía.
El
paso de Bocagrande, por aquella época, se encontraba impracticable por falta de
calado y la vecindad de la ciénaga de Tesca y el caño de Juan de Angola a la
Boquilla desaconsejaron al almirante Vernon desembarcar por esa parte como en
principio se había proyectado.
El
coronel del Cuerpo de Ingenieros, Carlos Desnaux, fue nombrado segundo de Lezo,
con su puesto de mando en el castillo de San Luis de Bocachica y el capitán de
Batallones de Marina, Lorenzo de Alderete y Barrientos, tomó el mando de los
fuertes de San Felipe y Santiago, con dependencia directa del anterior.
MAPA DE CARTAGENA DE INDIAS
Blas
de Lezo fondeó en Bocachica a 4 de sus navíos, los otros 2 quedaron fondeados
ante Bocagrande. Utilizó diversas embarcaciones mercantes, que se encontraban
en la había, para diversos cometidos logísticos y de enlace entre sus
diferentes fuerzas, e incluso llegó a armar una ellas con 30 cañones.
El
plan del enemigo preveía desembarcar en la orilla sur de la Boquella para, tras
vadear el caño de Juan de Angola, tomar la Quinta y atacar desde allí el
castillo de San Felipe de Barajas. Mientras tanto, otro destacamento se hacía
cargo de la desembocadura del Sinus para cortar totalmente los abastecimientos
a la ciudad y así poderla rendirla por hambre.
El
7 de febrero de 1471, Vernon zarpó de Jamaica en dirección a Guadalupe para
comprobar que la escuadra francesa estaba en Port Louis y seguramente con la
intención de destruirla para no dejar enemigos a barlovento. Pero, tras ciertos
errores en las informaciones que recibía, llegó a la certidumbre de que Antin
había zarpado para Europa el mismo día que lo había hecho él desde Jamaica.
Tras reunir Consejo de Guerra de oficiales, resolvió zarpar vía libre a
Cartagena.
El
día 9 de marzo, Vernon destacó al capitán de navío Knowles, con los navíos
Wermouth y Experiment y la corbeta Spencer, a reconocer la costa cartagenera
para preparar la reclada y elegir fondeaderos para escuadra y convoy.
Los
informes del Knowles, que indicarías los terrenos pantanosos que rodean la
ciénaga de Tesca y la falta de fondeaderos abrigados en las costas inmediatas a
la bahía, hicieron cambiar el plan inicial. La prioridad ser convirtió en
forzar el paso de Bocachica y la ocupación de la bahía. Esta división Knowles
fondeó el día 13 del mismo mes al abrigo de Punta Canoa.
Mientras, Blas de Lezo comenzó a redactar su diario, en el cual anotó lo que
dispuso y ordenó para preparar la defensa y los informes y órdenes que recibió,
las fricciones y disentimientos que tuvo con el virrey y el detalle de las
operaciones. Tras recibir las órdenes del virrey, se dirigió al día siguiente a
Bocachica embarcado en su insignia y halló los baluartes y castillos:
"… faltos de todo, e inmediatamente di providencia de enviar a todos víveres y gente, pólvora, balas, cartuchos…"
El día 16, el enemigo efectuó una diversión sobre la Boquilla con múltiples
movimientos de lanchas y botes. Las fuerzas españolas se dieron enseguida
cuenta del amago y Lezo se empeñó en mejorar el estado de defensa de su fuerte.
El
día 20, Lezo percibió que el enemigo intentaría forzar Bocachica y, efectivamente,
a las 11:00 horas de ese día, 2 navíos ingleses comenzaron a batir los fuertes
de San Felipe y Santiago, iniciándose las operaciones. Terminaron el 5 de mayo
con la retirada de las fuerzas españolas supervivientes a la ciudad de
Cartagena y el hundimiento de los cuatro buques que apuraron hasta el límite de
lo imposible la defensa de aquella bocana.
La precipitación con que se dio la orden de retirada del fuerte de San Luis de Bocachica estropeó, en parte, la disposición que había tomado Lezo para cegar el canal con el sacrificio de sus buques.
Entre
las muchas críticas que Lezo vierte en su diario, sobre esta fase de la lucha
la más importante fue la que mostró su clara visión sobre la debilidad de las
operaciones anfibias en el momento del desembarco.
"… es el momento en el que el defensor debe de echar el resto para no dejar pisar la orilla a los asaltantes. Usar las reservas con agilidad, multiplicarse para no ignorar el desembarco de cualquier destacamento, impedir el desembarco de la artillería de sitio… talar para impedir al enemigo el abrigo del bosque, arpillerar para proteger a los sirvientes de la artillería propia, y sobre todo atacar a los primeros destacamentos desembarcados con energía y decisión …"
Fue
lo que él recomendó y en lo que, al aparecer, no fue escuchado, sin embargo su
numantina obstinación en la defensa contribuyó al posterior triunfo en San
Lázaro.
Los
17 días de resistencia en Bocachica, más las dificultades que los buques
tuvieron para entrar en puerto, hicieron que el grueso de las tropas inglesas
no pudiesen desembarcar en el Tejar de Gracia hasta el 16 de abril.
Tras
poco más de un mes, además de las bajas en combate, la fuerza inglesa estaba
padeciendo las terribles enfermedades del clima tropical. No solo por hecho de
no estar acostumbrados, además por encerrados dentro de los barcos sin comida
fresca y agua potable.
El
9 de abril era decisivo en el devenir del sitio de Cartagena. Las decisiones que tomó ese día el virrey Eslava motivaron una profunda amargura en Lezo, el
cual expuso que:
"… (para él) era muy sensible se abandonasen el castillo (Grande, por recomendación de Desnaux) y navíos sin la defensa correspondiente y sin que los enemigos nos preciasen a lo que me respondió que siendo el remedio único (como todos lo decían) de que echados a pique los dos navíos se cerraba el canal para que no pudiesen entrar los enemigos… a batir esta ciudad…"
Vernon,
tras abandonar lo que pudo las defensa de los fuertes que defendían la ciudad
por el suroeste, ordenó el desembarco en la isla de Manga para finalizar con la
toma de Cartagena.
A
las 2:00 horas del 16 de abril, desembarcaron 1.400 hombres a los que se
incorporaron en tierra 200 americanos y un destacamento de negros. Ocuparon La
Quinta y el convento de La Popa, preparando a continuación el asalto al castillo de San
Felipe de Barajas.
Dado
el tiempo transcurrido desde el comienzo de las operaciones, la impaciencia del
almirante inglés y sus graves desavenencias con el jefe de la fuerza de
anfibia, el general Wentworth, no esperaron a tener la artillería de sitio
dispuesta para abrir brecha. Los ingleses se lanzaron cuesta arriba, en las
primeras horas de la mañana del 21 de abril. Intentaban el asalto del San Felipe por la quebrada del Cabrero, que estaba defendida por 2 piquetes
de Marina y 3 del Regimiento de Aragón. Los sitiadores fueron frenados.
Sebastián
Eslava utilizó sus escasas reservas, y a las 7:00 el enemigo huía
precipitadamente dejando en el campo 170 muertos y 459 heridos. Según el relato
inglés, fueron tratados con la mayor humanidad por los españoles.
El
30 de abril, a petición del mando inglés, se realizó un canje de prisioneros. Por
uno de esos mando españoles se enteraron de que los ingleses habían proyectado
un segundo ataque a San Felipe de Barajas. Pero la tropa se negó a realizarlo:
"… por lo que hubo necesidades de retirarla de tierra después de diezmarla, pasando por las armas 50 hombres por desobediencia ante el enemigo."
Vernon
presentía una fuerte avalancha de críticas ya que, días antes despachado una
fragata hacia Londres anunciando una victoria consumada solo por el hecho de
haber entrado en la bahía y tomado el puerto. En su patria, ya habían empezado
a circular unas monedas con el lema "humillación española". Entonces, hizo
armar en batería flotante al maltratado navío Galicia y montó un bombardeo que fue
rechazado tan enérgicamene que el buque insignia de Lezo fue a pique.
En
vista de la imposibilidad de tomar la ciudad, los ingleses tocaron retirada. El
escorbuto en la mar, la falta de aguada, los mosquitos en tierra y las enfermedades
tropicales (fiebre amarilla, malaria, disenterías tropicales, etc.) desgataron
a los británicos más de lo que podían imaginar.
Los
destacamentos que enviaron al interior para procurar alimentación fresca no
tuvieron éxito, las discusiones por los repartos de agua y comida entre
marinería y tropa minaron la moral de los combates.
RETIRADA BRITÁNICA DE CARTAGENA DE INDIAS
LA ÚLTIMA BATALLA, POR AUGUSTO FERRER DALMAU
ESCULTURAS A BLAS DE LEZO Y SEBASTIÁN ESLAVA
ESCULTURA DE CUERPO ENTERO, DON BLAS DE LEZO, POR FERNANDO MONTERO DE ESPINOSA
BUSTO EN ESCAYOLA DON BLAS DE LEZO, POR FERNANDO MONTERO DE ESPINOSA
BUSTO EN ESCAYOLA DON SEBASTIÁN ESLAVA, POR FERNANDO MONTERO DE ESPINOSA
ESTATUILLA BLAS DE LEZO, POR JAVIER IBÁÑEZ
DON BLAS DE LEZO, POR JOSÉ GABRIEL GARCÍA CALVO
Don
Blas de Lezo es una escultura de cuerpo entero en bronce, diseñada por Augusto
Ferrer Dalmau, y realizada por José Gabriel García Calvo y Federico Lozoya Monleón. Pertenece a Miguel Ángel Gimeno Álvarez, presidente de la Fundación Blas de Lezo.
RESTOS ARQUEOLÓGICOS DE ASEDIO
1. LADRILLO
DEL CASTILLO DE SAN FELIPE DE BARAJAS
2. BALA
DE CAÑÓN DEL CALIBRE 12 DISPARADA POR CAÑÓN INGLÉS
3. RESTOS
DE CERÁMICA DEL SIGLO XVIII ENCONTRADOS EN EL CASTILLO
ESPADA
REGLAMENTARIA DE LA ARMADA EN EL SIGLO XVIII
Espada de tipo afrancesada, de corte con guarnición de platillo, propio de los
oficiales de la Armada española de Felipe V.
Guarnición
de latón dorado formado por un puño ovoide, cruz de gavilanes, formada por un
aro guardamanos y un galluelo rematado en forma circular. De los mismos parten
pequeños bigotes hasta una guarda en forma de platillo. Remata el conjunto un
pomo ovoide con perilla. La hoja es del tipo verduguillo.
Longitud
total 955 mms, longitud hoja 84 mms, ancho máximo hoja 10 mms, ancho guarnición
80 mms.
DIBUJOS CONSTRUCCIÓN NAVAL
BOCETOS DE BLAS DE LEZO
DOCUMENTOS DE LA FAMILIA LEZO Y PACHECO