07/04/2016

Iñigo Arista contra Abd al-Rahman II y los Banu Qasi


Durante el siglo VIII, la ocupación musulmana de Pamplona fue apenas representativa, limitándose tan sólo a dejar guarniciones acuarteladas en puntos estratégicos. Esta ciudad se presentaba como la localidad más importante de la zona pirenaica y sobre ella los musulmanes intentaron ejecutar un gobierno razonable. Sin embargo, la escasez de sus efectivos, con la consiguiente difícil defensa de un territorio que superaba los 10.000 kilómetros cuadrados rodeado de valles y montañas, facilitó que los autóctonos vascones y pamploneses fueran recuperando el dominio de aquellas tierras tan poco interesantes para el Emirato de Córdoba, más preocupado en conflictos internos.

CORDOBESES VS ASTURIANOS Y PAMPLONESES

En el año 816, el emir de Córdoba Al Hakam I comisionó al general Abd al-Karim ibn Mugaith para que interviniese en Álava y Castilla. Tras unos prometedores inicios se encontró con que Alfonso II, rey de Asturias, y Velasco al-Yalasqí, conde de Pamplona, le esperaban el río Orón. La coalición de asturianos y pamploneses superó a las tropas cordobesas que debieron retirarse con fuertes pérdidas.

En el año 822, Abd Al-Rahman II lanzó una expedición de saqueo por las llanuras navarras y alavesas.

Dos años más tarde, en el 824, los condes francos Ebles y Aznar Sánchez dirigieron una expedición contra Pamplona, enviados por el rey carolingio Ludovico Pío, con la intención que recobrar el control de los territorios de la Marca Hispánica occidental. Aznar Sánchez era conde de Gascuña y muy conocedor del territorio a ambos lados del Pirineo, donde tenía vínculos familiares. Había sido depuesto del Condado de Jaca tras una revuelta contra los carolingios, sustituido por García el Malo.

La expedición militar de los aliados carolingios resultó un éxito en sus comienzos ya que llegaron a tomar Pamplona, donde recibieron el sometimiento de los magnates. Pero al regresar fueron emboscados en las montañas y apresados por un contingente unido de navarros, aragoneses y muladíes. Esta coalición militar estuvo encabezada por la figura emergente de Iñigo "Arista" Iñiguez en compañía de sus yernos García de Jaca y Musa ibn Musa de Tudela.

CORONACIÓN DE ÍÑIGO ARISTA

Mientras que Ebles fue enviado a Córdoba como muestra de su sometimiento al califa, Aznar fue liberado gracias al apoyo de sus consanguíneos. Fue el final de la presencia carolingia en Pamplona y en Jaca.

Íñigo Arista fue entronizado por la nobleza navarra formada por 300 caballeros. Contando con la colaboración de los Banu Qasi de Tudela, las dinastías vasconas Jimena e Íñigo, y el obispado de la ciudad, fundó el Reino de Pamplona. La dinastía Íñigo, la primera real pamplonesa, organizó este reino en guerra permanente con el Emirato de Córdoba Abd al-Rahman II.

Arista luchó contra musulmanes y carolingios por su independencia, forzando una alianza con la dinastía de los Bani Qasi, al casar a su hija Assona con Muza ibn Muza. Los Banu Qasi ejercían su poder en gran parte del valle del Ebro, especialmente en Tudela y Zaragoza, eran enemigos del emir de Córdoba y descendientes la familia muladí de origen visigodo Casio.

El Reino de Pamplona controlaba ya unos territorios considerables: desde su capital hasta los altos valles pirenaicos de Irati en Navarra y Hecho en Aragón. Pero estuvo bajo la autoridad del emir cordobés, al cual estuvo obligado al pago de un tributo hasta 852.

MUZA IBN MUZA DE LOS BANU QASI

En 841, aprovechando la muerte de Ludovico Pío, el emir cordobés organizó una gran expedición encabezada por Muza y el valí Ubayd Allah al-Balansi, tío del emir, para reforzar la autoridad de sus valíes en Zaragoza y en Tudela. La incursión militar saqueó desde la pirenaica Cerdaña hasta Narbona. Pero fracasó ante la resistencia franca y las fracturas internas de los sarracenos. Al regresar a la península los valíes de Zaragoza y Tudela atacaron a Muza, quien todavía contaba con el apoyo de sus parientes Arista.

Al año siguiente, en el 842, el emir cordobés lanzó otra incursión militar hacía el valle del Ebro, tomó Borja (Zaragoza) y capturó a uno de los hijos de Muza. Abd al-Rahman II impuso al monarca pamplonés la obligación de pagar 700 monedas de oro al año en reconocimiento de la soberanía. La imposición de sus condiciones y el pago anual de un tributo fue el origen de esta campaña y de los saqueos en las tierras pamplonesas en los años sucesivos de 843, 844 y 850.

En 843, empeoró la situación, ya que los cordobeses infligieron una tremenda derrota a los aliados, a pesar de contar en esta ocasión con contingentes de Asturias y Aragón. Muza y García I, heredero al trono de Arista, claudicaron por completo y se sometieron a las intenciones del emir. Además, obligó al pamplonés al envío a Córdoba de una embajada compuesta de 70 nobles, y escenificar la petición de paz.

En 844, Muza combatió fielmente junto a Abd al-Rahman II para expulsar a una expedición de normandos que habían tomado Sevilla. Esto hizo que el emir le recompensara con el nombramiento de valí de Arnedo.

Esta lealtad le duró muy poco a Muza, ya que en el 847 volvió a revelarse de nuevo contra el emir, que contó con la participación de sus tradicionales aliados, es decir, sus parientes navarros y aragoneses, mandados por Velasco Garcés. La victoria fue de los aliados y Muza ocupó Tudela, Tarazona y Borja. Las Crónicas cristianas recuerdan que este Musa llegó a gobernar Zaragoza, Tudela, Huesca y Toledo, y fue llamado por los suyos el "tercer rey de España", los otros dos serían el emir cordobés y el monarca asturiano.

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