24/07/2019

Reinado de García V Ramírez: la restauración del Reino de Pamplona


El reinado de García V Ramírez comenzó en 1134, tras la muerte sin descendencia de Alfonso I el Batallador rey de Aragón-Pamplona, y terminó en 1150. Conocido como "el Restaurador", tomó el título de "rey de los pamploneses".

Fue elegido rey de Pamplona por los magnates y obispos navarros al no acatar las disposiciones testamentarias de Alfonso I. Estos dirigentes buscaron una solución a la separación de los reinos de Aragón y Pamplona, que habían sido gobernados conjuntamente desde la muerte de Sancho VI el de Peñalén hasta la muerte del Batallador. Entonces, propusieron a García Ramírez como rey por ser ancestro de Garcia III Sánchez el de Nájera. Este había tenido un hijo extramatrimonial, el infante Sancho Garcés, casado con Constanza. Este infante fue el padre de Ramiro Sánchez y, además, por unión con Andregota, padre de Sancho Sánchez, quien se puso al frente del Condado de Navarra en 1087. A su vez, Ramiro Sánchez fue señor de Monzón y de Logroño, y se casó con Cristina, una de las hijas de Rodrigo Díaz de Vivar.

Un hijo de Ramiro Sánchez y de Cristina fue García V Ramírez, el restaurador del trono de Pamplona. Por tanto esta línea dinástica del rey García III acabó restaurando el trono pamplonés y desvinculándolo de Aragón, después de tres generaciones. La restauración del Reino de Pamplona llegó gracias a un bisnieto de Sancho III Garcés el Mayor, por línea paterna, y a un nieto del Cid Campeador, por línea materna.

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SANCHO V RAMÍREZ

Pero la restauración de García Ramírez en 1134 se basaba en el apoyo de las minorías rectoras y en el juramento de fidelidad de sus súbditos, además del interés de las dinastías de los Perche y los Roucy. Además, la elección de un noble como heredero al trono por parte de magnates demostraba el carácter electivo que tuvo la monarquía hispánica en otras épocas. También contó con el apoyo del obispo de Pamplona, Sancho de Larrosa, del conde Ladrón, hijo del señor de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa, Xemen Aznar de Torres y Guillermo Aznar de Oteiza.

Por otra parte, los relatos caballerescos de la recién surgida literatura cortesana de la época había ensalzado la figura del Cid Campeador, y en este ambiente de trovadores, cantares de gesta y figuras legendarias, el nieto de Díaz de Vivar ganaba enorme prestigio sobre los nobles y magnates de Pamplona, de Aragón y de Castilla.

A su candidatura se opuso la de Ramiro, futuro Ramiro II de Aragón,, hermano del difunto rey, que basándose en el mismo derecho de familia reclamó la parte correspondiente a la herencia paterna, es decir, las tierras de Aragón, Pamplona y Huesca.

En 1124, García Ramírez ya era señor de Monmegastre, en Lérida, y, en 1125, tenente del castillo de Monzón, esta villa además fue repoblada por Alfonso I. Existía una buena relación entre el rey aragonés y García, ya que en 1131, este se casó con Margarita de L´Aigle, sobrina de Rotrou de Perche, quien a su vez era primo carnal del Batallador por parte de madre. García era, entonces, sobrino político del monarca. En 1133, recibió también las tenencias de Calatayud y de Tudela.

En 1134, tras la muerte de Alfonso I el Batallador, García Ramírez era el candidato más fuerte a ocupar el trono pamplonés y apenas contaba con oposición política en el reino. A su favor tenía su patrimonio de villas y tenencias, su linaje real descendiente de Sancho III Garcés el Mayor y su mítica aureola militar del Cid. Además, si Alfonso VII de Castilla era hijo del conde Raimundo de Borgoña, este estaba bien respaldado por las dinastías de los Roucy, los Perche, etc., por lo que este marco de relaciones parentales podría fomentar futuros acuerdos entre ambos reinos hispánicos.

Por el tratado de Vadoluengo, firmado en enero de 1135, los nobles de Pamplona y Aragón llegaron a un compromiso según el cual, como "padre" e "hijo", ambos gobernarían sobre Pamplona: Ramiro II como rey, con poder sobre todo el pueblo; García como príncipe, al mando de los caballeros, a los que dirigiría en la guerra.

A primeros de mayo de 1135, en la villa de Nájera el rey castellano decidió respaldar a García como rey de Pamplona, a cambio el pamplonés prestó vasallaje a Alfonso VII, rompiendo el tratado de Vadoluengo. Después, el 26 de mayo, García Ramírez asistió a la coronación de Alfonso en León, como emperador totius Hispaniae, donde renovó su vasallaje. El vasallaje de García Ramírez hacia Alfonso VII, a pesar de sus altibajos, fue una de las piedras angulares de la política exterior del Restaurador. Esta sumisión a Castilla acentuó la división entre Aragón y Navarra.

Entre julio y agosto del mismo año, aliados Alfonso VII y García Ramírez se lanzaron sobre el Reino de Zaragoza compuesto por las ciudades de Zaragoza, Tarazona, Daroca y Calatayud. Ramiro II no podía alegar ningún derecho sucesorio, ya que fueron incorporadas durante el reinado de Alfonso I.

García Ramírez gobernó Zaragoza en nombre de Alfonso VII durante un año como recompensa a su vasallaje y alianza militar. Alfonso VII recuperaba para su reino una franja territorial que el Batallador le había arrebatado años atrás cuando reinaba doña Urraca y el Restaurador se quedaba con Logroño.

Pero, en verano de 1136, el emperador Alfonso VII daba un giro a su política exterior y restablecía relaciones con Ramiro II de Aragón devolviéndole Zaragoza, debido al nacimiento de Petronila, la hija de Ramiro con Inés de Poitou.

García de Pamplona, sin embargo, no aceptó esta decisión y tuvo que defender el reino durante tres años, demostrando la fuerza de su reinado en la frontera del Reino de Aragón. La Guerra contra Aragón fue activa y la iniciativa en todos los frentes correspondió a los navarros. En 1137, García Ramírez envió una expedición militar hacia Jaca, saqueando la vieja capital. Al año siguiente, gracias a la intervención de varios tenentes, se apoderó de las plazas de Filera, Sos y Gallipienzo.  Las luchas tuvieron mayor intensidad en Tudela y Jaca, pero además García Ramírez abrió un frente político, al tratar de privar de su jurisdicción y de sus rentas a todo monasterio o iglesia de Navarra cuya sede estuviese en Aragón. Todos estos establecimientos eclesiásticos fueron incorporados a la Iglesia de Pamplona.

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MAPA DEL REINO DE PAMPLONA CON GARCÍA RAMÍREZ (1134-1150)

La Guerra contra Castilla fue mucho más pasiva. Se desencadenó por causa de los territorios de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa, que en 1137 pasaron en poder de Alfonso VII, cuando el conde Ladrón le juró vasallaje. Las operaciones fueron de poca envergadura y la frontera entre ambos reinos no pareció moverse. En 1137 los monarcas navarro y castellano firmaron la paz.

La situación comenzó a cambiar en 1138, cuando Ramón Berenguer IV de Barcelona asumió el gobierno de Aragón. En 1140, éste firmó en Carrión de los Condes un pacto con Alfonso VII, cuyo objetivo era repartirse el reino de Pamplona. El conde de Barcelona inició los ataques sobre Lónguida y Pamplona en el mes de julio y venció a García Ramírez en Ejea de los Caballeros.

Pero la alianza entre Castila y Aragón no era firme y ya en 1140 García Ramírez y Alfonso VII entraron en conversaciones. Se llegó a un acuerdo por el que el heredero de la corona castellana, Sancho III, casaría con doña Blanca, hija del monarca pamplonés. De esta manera, García conseguía mantener la especial protección del emperador para el Reino pamplonés. Los enlaces matrimoniales iban a ratificar, desde esa Castilla y León imperiales, la restauración sin marcha a tras del Reino de Pamplona.

Un año después, en 1141, García enviudó. Entonces, empezó a pensar en la infanta doña Urraca, hija del rey emperador y de la asturiana Guntroda. De las negociaciones entre Alfonso VII y García dieron como resultado el matrimonio entre ambos en León el 19 de junio de 1144.

A la boda, descrita en la Crónica del emperador Alfonso VII, acudieron lo más relevante de la nobleza castellana, navarra y asturleonesa. Hubo una exhibición ecuestre y un festejo taurino en honor de los novios. Se celebraron juegos, piñatas y cucañas.

Del matrimonio entre García y Urraca resultó el respaldo de gran importancia por parte de Alfonso VII a la restauración del Reino de Pamplona. Con la seguridad de la inacción castellana, García hostigó las fronteras aragonesas y en 1142 atacó Jaca, Tarazona e incluso Zaragoza. El conde de Barcelona respondió con el sitio de Sangüesa y durante 1143 las operaciones se repitieron sin resultados decisivos.

La paz de San Esteban de Gormaz firmada en noviembre de 1146 entre el pamplonés y el barcelonés, y a instancias de Alfonso VII, fue necesaria para la colaboración conjunta de todos los reinos cristianos hispánicos contra Al-Ándalus.

Así, los tres reyes aliados emprendieron la campaña militar contra Almería de 1147. La plaza no sólo era el principal puerto comercial de Al-Ándalus, sino que además era un lugar de refugio de los piratas, lo que explicaba que Génova y Pisa se uniesen a la iniciativa. Los italianos y los catalanes mantuvieron un asedio marítimo de la ciudad, mientras que las tropas castellanas y navarras atacaron por tierra, conquistando por el camino Baeza. En la reconquista de esta plaza tuvo un principal protagonismo el caballero pamplonés Pérez de Azagra. Almería cayó el 17 de octubre de 1147 y su conquista supuso un cambio en la orientación de la política de García Ramírez y Ramón Berenguer IV, ambos vasallos del emperador.

GARCÍA V RAMÍREZ

Entre 1147 y 1149, el Restaurador se ocupó de los asuntos internos del reino y otorgó el Fuero de Estella a Olite y Monreal.

El 1 de julio de 1149 el rey de Navarra y el conde de Barcelona firmaron una paz perpetua entre sus señoríos, a la vez que pactaban el matrimonio de doña Blanca, hija del rey pamplonés, con el propio conde. Además, acordaron repartir por la mitad las futuras conquistas sobre los musulmanes, fuesen los territorios conquistados por uno de ellos o por ambos, sin tener en cuenta al monarca castellano. El matrimonio pactado pronto quedó en el olvido, pues al aragonés no le interesaba enemistare con Alfonso VII y finalmente se consolidó el matrimonio entre el conde de Barcelona y doña Petronila, hija de Ramiro II el Monje.

A pesar del citado pacto, que probablemente fue secreto, García Ramírez volvió a secundar a Alfonso VII en su expedición militar a Córdoba de 1150. Esta vez fracasarían en las mismas puertas de la capital andalusí.

García regresaría muy fatigado, muriendo al poco tiempo en Lorca, muy cerca de Estella, el 21 de noviembre de 1150. Fue enterrado en la catedral de pamplona y sucedido por su hijo Sancho VI el Sabio.

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