Desde los inicios de la Reconquista, diferentes grupos de alaveses, guipuzcoanos, vizcaínos y navarros fueron estableciéndose por los territorios que el Reino Castellano-Leonés remontaba al islam. Pero también en Aragón Oriental y la Ribera Navarra, y más tarde en la Al-Ándalus del sur peninsular. Los vascos y los navarros participaron de forma notable y decisiva en las dos empresas militares de la nación española: la Reconquista y la Colonización de las Indias.
La causa fundamental de la emigración durante la Reconquista fue la particular estructura social de los territorios vascongados, pues la herencia paterna solía recaer en el primogénito de los hijos, generando así la diáspora de los hijos menores.
Este proceso repoblador comenzó a las pocas décadas del establecimiento de los primeros núcleos de resistencia cristiana en las cordilleras del norte peninsular.
En los primeros años del siglo IX, comenzaba un trasvase importante de la población cristiana, concentrada al norte de la cordillera Cantábrica, para efectuar la repoblación de las tierras que acabarían denominándose Castilla (Vardulia) a cargo de pobladores provenientes de tierras cántabras y vascas. En tiempos de Alfonso II de Asturias, en la incipiente Castilla se repoblaron los valles de Mena y de Losa, siendo vascones en la zona oriental, y cántabros y godos en el centro y el oeste.
El torrente repoblador desde territorio vascongado se deslizó por los valle de Mena y Losa, y se prolongó principalmente en dirección al río Ebro y a norte de las actuales provincias de Burgos y Palencia.
Desde Cantabria, los repobladores se vertieron por las provincias de Burgos, Palencia y Valladolid.
Desde Asturias, la repoblación se concentró en las tierras, que acto seguido, conformaron el Reino de León.
Desde Galicia, asimismo hacia León y la actual Portugal.
Desde el Reino de Navarra, partió una esencial aportación a la repoblación del Reino de Aragón, aunque los navarros participaron también en el asentamiento de lugares tan distantes como Castilla, la Mancha o Mallorca.
EXTENSIÓN PABLACIONAL DEL REINO DE CASTILLA (1217) |
Tras el gradual avance militar de los soldados cristianos hacia el sur, la tarea de repoblación le secundaba en las tierras abandonadas por los musulmanes, fenómeno que acabaría configurando España como un país étnicamente muy uniforme debido a la fusión de sus pobladores, causada por la historia común que ha conformado esta nación.
El planteamiento repoblacional es merecedor de grandes elogios por parte de una sociedad en constante aumento, ya que durante el siglo XI la población peninsular se multiplicaba por tres y, en consecuencia, era necesario buscar con urgencia nuevos terrenos que roturar así como pueblos que asumieran un notable incremento del censo.
En los siglos XI y XII, la repoblación de Salamanca, Zamora y sus comarcas se llevó a cabo principalmente con pobladores provenientes del norte del río Duero, como palentinos, burgaleses, cántabros, asturianos, vascos y riojanos, e incluso de otros reinos, como navarros y aragoneses.
En las crónicas de repoblación de Segovia y Ávila, también se especifica el origen norteño de los pobladores, de Galicia a Aragón, sobresaliendo entre todos el sector oriental de la primitiva Castilla, es decir, norte de Burgos, Cantabria, Logroño y Vascongadas.
Una prueba de estas repoblaciones vascas son los nombres de algunas localidades, como por ejemplo:
- Bascones (Burgos, Palencia y Asturias), Bascos (Lugo y Orense) y Vizcaínos (Burgos)
- Naharros (Salamanca, Guadalajara y Cuenca) y Narros (Ávila, Salamanca, Soria y Segovia)
Narros, Naharre y Narre tienen su origen en la palabra Navarra > Nafarroa > nafarros> naharros > narros
Pueblos de la meseta, especialmente en la provincia de Ávila, como Mingorría, Niharra, los múltiples Narros y Naharros, todos los Blasco y Muño: Muñogalindo, Muñana, Mengamuñoz, Muñogrande, Muñotello, Muñomer, Blasconuño.
Pueblos de Segovia y Madrid del tipo Gascones.
Los que terminan en –eta (francés –ette), –egi (francés –eguy), –aga, –arra, –aca, -edo y –ola, o los que empiezan por -nava o -naba, que en vascuence significa "llanura próxima a la montaña, vertiente, depresión, barranco" (topónimos muy comunes también en Ávila): Navacerrada, Navafria, Navalcarnero, Navalmoral, Navaluenga, etc.
Otro tipo de topónimos vascos muy extendido son los que tienen un inicio en -cha seguido de un nombre de persona, debido al amplio uso que tuvo en la Edad Media el apelativo vasco -echa (eusk. actual aita) "padre" como título honorífico. Entre estos topónimos tenemos Chamartín (uno en Madrid, otro en Ávila), Chaherrero (Ávila), Chagarcía (Salamanca), Muñochas (Ávila), Chavela, Robledo de Chavela (Madrid; el nombre Bela, o Vela, es un nombre vasco de uso muy extendido en el medioevo), Chapinería, etc.
En la Sierra de Ávila, en las proximidades de la localidad de Narrillos del Rebollar, se encuentra el Cerro de Gorría (eusk. mendi gorri). Otros topónimos de esta zona de Ávila son Garoza y Muñez.
REPOBLACIÓN ENTRE EL DUERO Y EL TAJO (1072-1157) |
Según el escritor segoviano Mariano Gómez de Caso, uno de los mayores investigadores de la obra de Ignacio Zuloaga, el 21% de los topónimos de la provincia de Segovia tiene origen vasco. Entre los ejemplos se encuentran los de Añe, Lozanees, Valsaín, Barahona, Chañe, Chatún Etreros, Fuentemizarra, Gaillos, San Pedro de Languilla, Melque, Narros, Tanarro, Gomeznarro, Pechorromán, Saldaña, Serracín, Catroserracín, Gomezserracín y Urueñas.
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