01/12/2018

Reinado Sancho IV: decadencia de Navarra


El 1 de septiembre de 1054, durante el desarrollo de la batalla de Atapuerca, el rey García III Sánchez resultó herido de muerte por un noble castellano en su enfrentamiento contra su hermano Fernando I de Castilla. Diluido el fragor de la batalla, los nobles navarros proclamaron rey a su hijo Sancho IV Garcés el de Peñalén, que apenas contaba con 14 años de edad, después de haber rendido homenaje al vencedor.


SANCHO IV GARCÉS

El primer objetivo del joven rey fue la conclusión de las obras del Monasterio de Santa María la Real de Nájera, en cuyo panteón fue enterrado su padre un año antes de consagrase la iglesia en 1056, por el arzobispo de Narbona. Mientras tanto, su madre y viuda de García III, Estefanía, se ocupó de acrecentar la Fundación de Santa María de Nájera, aunque dos años después moría, en 1058. En 106, Sancho IV se casaba con Placencia de Normandía.

Los primeros años del reinado de Sancho IV se caracterizaron por una relativa paz entre Pamplona y Castilla, especialmente tras establecer, en 1062, un acuerdo con su tío Fernando I y con los nobles sobre las fronteras de ambos reinos. Progresivamente, las villas de la Castilla controlada anteriormente por García pasaban a soberanía de Fernando: Ubierna, Urbel y la Piedra en 1056, Valpuesta en 1057, buena parte de la Bureba en 1058 que incluían Herrera, Oña y Poza de la Sal. Sólo Pancorbo se mantuvo fiel a Pamplona hasta 1061, gracias a la voluntad de su señor Sancho Fortuñón.

Si en 1062 Fernando I era rey de toda Castilla y Sancho IV lo era de La Rioja, las plazas colindantes de la taifa de Zaragoza fueron tenencias en discordia. Era una cuestión más militar, ya que no estaba del todo establecida su soberanía. En cambio, los territorios de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa continuaron vinculados al Reino de Pamplona, aunque hubo señores que tenían dominios vinculados a ambos reinos, y que fueron vasallos de ambos reyes (el pamplonés y el castellano). De hecho hubo hermanos de una misma familia nobiliaria que se repartieron indistintamente bajo una u otra soberanía.

Íñigo López, conde de Vizcaya, no se unió a la rebelión, permaneciendo fiel al rey pamplonés ya que estaba casado con una hija de Fortún Sánchez. El conde Álvaro Díaz permaneció fiel a Pamplona, rigiendo Álava hasta 1072, así como las tenencias de Grañón, Marañón y Término en zonas fronterizas con Castilla.

Velasquita, hija de García Aznárez y casada con Sancho Fortuñón, gobernó Guipúzcoa entre los año 1048 y 1060. Ese año, Sancho IV Aznárez pasó a ser el tenente hasta el final de dominio pamplonés, además poseía tierras en el condado de Álava. Más tarde asumiría la regencia de este condado en nombre del rey pamplonés.


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MONASTERIO DE SANTA MARÍA LA REAL DE NÁJERA
Y MONEDAS DE SANCHO IV GARCÉS

En 1065, Sancho II entró a reinar en Castilla, quien consiguió el vasallaje de la taifa de Zaragoza. Esta nueva situación hizo que los pagos de parias se deberían repartir entre Pamplona y Castilla. Durante este tiempo, Sancho VI estaba muy interesada en recibir las parias de Muqtádir, como demuestra un pacto firmado en 1069 por el cual el valí zaragozano se comprometía a pagar 1.000 monedas de oro todos los meses, adelantando 5.000 monedas por los cinco primeros meses desde abril de 1069. En contraprestación, Sancho VI no podía aliarse ni apoyar a los contingentes militares que desde Francia u otro lugar pretendan atravesar sus dominios para atacar Zaragoza. Tampoco Muqtádir podía aliarse a otras tifas musulmanas ni reinos cristianos en contra de Pamplona.

En mayo de 1073, Muqtádir renovó la relación de vasallaje con Sancho VI contra el rey de Aragón, Sancho Ramírez. Muqtádir se comprometía a pagar 12.000 mancusos de oro anuales al de Peñalén si este mediaba con el aragonés para que se retirase de las tierras ocupadas de Huesca y en ningún caso acosara las de Zaragoza.

Pero Sancho VI no supo emprender una expedición militar contra los reinos de Taifas sarracenos y expandir el territorio de su reino hacia el sur. Estuvo más ocupado en el aumento de las parias en oro que llegó a despertar la misma codicia en sus nobles, sospechosos del reparto equitativo del dinero.


REINO DE PAMPLONA CON SANCHO IV GARCÉS (1054-1076)

Un desigual reparto de las parias ocasionó la aparición de luchas intestinas entre los tenentes y magnates que poseían territorios fronterizos con el islam, con mayores necesidades militares defensivas. Estas eran: Autol y Arnedo para proteger Calahorra y Sartaguda; San Esteban y Azagra en la orilla izquierda del río Ebro; las villas de Villafranca de Navarra, Peralta, Falces y Funes en el valle de Funes; y las villa del río Aragón hasta Sangüesa, Santa María de Ujué y otras más en retaguardia. Sus alrededores estaban deshabitados y en ellos actuaban y se refugiaban bandidos, traficantes y mercenarios de los dos lados de la frontera. Además, eran frecuentes los saqueos y algaradas de una y otra parte, los conatos y tentativas de asalto para recuperar aquellas estratégicas fortalezas para la defensa y el ataque.

La codicia y la envidia de los nobles de estas villas culminó en la estrategia del magnicidio. Durante una partida de caza en Funes, Sancho VI fue despeñado en el espolón rocoso de Peñalén por un grupo de nobles, con la complicidad de sus hermanos Ramón y Ermesinda. Ambos se refugiaron en la corte de Alfonso VI. Placencia, la viuda del rey, y las infantas Jimena y Mayor quedaron en La Rioja.

El asesinato del rey fue una conjura entre nobles pamploneses debido al desequilibrado reparto del dinero de las parias. Estos, después de haber planeado y ejecutado la muerte de su soberano, ya no confiaban en ningún sucesor del rey García VI. Pamplona quedaba desolada y sus reinos vecinos se reparten la herencia real: Castilla entraba en La Rioja y los territorios vascos; Aragón recibía el núcleo originario del Reino de Pamplona.

Así, desde 1076, los destinos de Pamplona caminarían unidos a Aragón en la persona de Sancho Ramírez, nieto de Sancho III el Mayor y primo de Sancho IV el de Peñalén. El rey de Aragón y Pamplona fijó el límite entre ambos reinos en la orilla izquierda del río Ebro hasta Azagra, y aún fue acogido entre los vecinos de Ujué, quedando Montejura y Monjardían del lado aragonés.


Alfonso VI acaparó para Castilla las tierras de La Rioja, Nájera y Calahorra. Además Álava, Vizcaya y parte de Guipúzcoa volvían a Castilla, donde gobernaría el conde Lope Íñiguez.

REPARTO DEL REINO DE PAMPLONA TRAS LA MUERTE DE SANCHO IV

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